Por Fernando del Rio

Un pozo de 18 metros de profundidad, que sirvió a un molino de viento años atrás en la zona de Valle Hermoso, es el centro de atención de los investigadores que intentan hallar una respuesta definitiva al misterio de lo sucedido con Fernando Lario, el arquitecto desaparecido desde el año 2012.

El aporte de un testigo a la causa judicial que ahora lidera la fiscal Andrea Gómez fue considerado “relevante” y se ordenó, desde la semana pasada, el trabajo de rescatistas del Cuerpo de Riesgo Especiales de la policía como una primera avanzada. Antes del fin de semana se logró descender a esa profundidad (en verdad, a 18,30 metros) pero el peligro de desmoronamiento y la estrechez del pozo impidieron que se siguieran con las labores.

Valle Hermoso es un sector ubicado en proximidades de Batán y Estación Chapadmalal, al que se puede llegar desde la ruta 88 por el ingreso del Aeródromo. El testigo que señaló el lugar como el posible destino final del cuerpo de Lario tiene alrededor de 70 años y motivaciones muy terrenales para colaborar: cobrar la recompensa que ofrece el Ministerio de Seguridad de la Nación por 500 mil pesos.

Conociendo el perfil de la fiscal Gómez, todas las hipótesis que se acerquen a su mesa de trabajo, por más debilidad que muestren, serán verificadas hasta descartarlas. Sin embargo, en este caso parece existir una serie de detalles que impulsan algo más una moderada esperanza. El testigo habría dado a conocer algunas cuestiones muy atendibles y por eso se coordinaron las tareas en Valle Hermoso.

La posibilidad de que Lario se encuentre con vida tantos años después está técnicamente vigente aunque prácticamente desechada. Incluso la propia familia ha manifestado su deseo de que esta vez pueda dársele un cierre definitivo al menos a la búsqueda del cuerpo, luego de tantas frustraciones. “Laura Lario es una persona muy fuerte y entiende las circunstancias, más allá de la lógica emocional de la situación”, dijo una fuente sobre la hermana del arquitecto.

Sin embargo, la primera bajada que se hizo el jueves y la segunda el viernes no permitieron llegar al final del pozo, el cual comienza en la superficie con un diámetro de 1,20 metros (encamisado) y se desarrolla en forma cónica hasta donde pudo bajar un rescatista. Allí en los 18,30 metros de profundidad el ancho es solo de 80 centímetros.

En el lugar estuvo Laura Lario, quien observó las distintas tareas y esfuerzos desplegados por Riesgos Especiales.

El enfoque, ante e impedimento de trabajar en mejores condiciones (estrechez, oxígeno enrarecido, posibilidade desmoronamiento) entonces, fue obtener algunas muestras de tierra que serán analizadas por la Policía Científica para determinar actividad biológica, pero al mismo tiempo la fiscal Gómez convocó a una mesa de trabajo.

El lunes dicho comité (formado por el funcionario judicial Emiliano Fortunato, pieza clave en el avance de esta línea investigativa, personal del Envial, la DDI y la fiscalía) se reunió alrededor del pozo para evaluar las alternativas de abordaje. Se resolvió utilizar maquinaria pesada para realizar una excavación paralela para la cual se necesita previamente un pequeño desmonte.

“Si mejoran las condiciones climáticas es un trabajo de dos días. Se podrá llegar hasta un poco más abajo de los 18,30 metros y así alcanzar por una rampa el sitio ideal de búsqueda”, dijo una fuente consultada por LA CAPITAL.

Vale decir que personal de OSSE indicó que el pozo no puede tener mucha más profundidad por el estudio de napas de la zona de Batán y Chapadmalal. Con este dato, la labor de excavación tendrá una referencia precisa en su límite.

Se estima que las labores en Valle Hermoso se retomarán recién el fin de semana o a principios de la semana siguiente si es que el tiempo atmosférico no mejora.

Lario desapareció el 7 de julio de 2012, luego de un acto eleccionario en la Facultad de Arquitectura. Un morral y un abrigo suyos fueron encontrados al borde de un acantilado en el sur de la ciudad.

La primera en abrir el expediente fue la fiscal María Isabel Sánchez y ésta dejó el lugar al fiscal Fernando Castro. En el medio, el grupo CATI, especializado en investigaciones complejas de la Fiscalía General (con el fiscal Fernando Berlingeri), logró reconstruir el entorno de Lario.

El escenario del suicidio, el de la desaparición voluntario o incluso del crimen nunca fueron descartados.

Tiempo atrás el fiscal Fernando Castro, por pedido del procurador Julio Conte Grand, cambió la calificación e introdujo el homicidio en ocasión de robo como posibilidad cierta. Esto fue en base a un testigo que dijo saber lo que le había pasado. El testigo resultó ser un recluso de una cárcel de la provincia de Buenos Aires y la línea investigativa no tuvo demasiados avances.