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Opinión 4 de octubre de 2018

El Plotter

Por Libre Expresión

La interna de Cambiemos alcanza por estas horas una temperatura peligrosa. Los desaguisados del dúo Arroyo-Mourelle, el hartazgo de los radicales y la aparición de Montenegro convertido en plotter oficial.

“No me lo toquen a Mourelle, el municipio funciona gracias a él”, le dice Carlos Arroyo a quien se anima a plantearle la necesidad de poner un freno a los despropósitos de un funcionario que ciertamente ha perdido contacto con las bases mínimas, yan no de la política -lo que sería grave cuando de administración del estado se trata- sino de la más primitiva convivencia humana.

De nada sirve el consejo de quienes en serio pretenden ayudar al intendente; por convicción o necesidad el hombre no acepta la menor crítica a quien parece ser por estas horas el verdadero dueño del poder municipal. A punto tal que todo parece indicar que en la estrategia de pegar primero para negociar después se ha convertido en la principal espada política con la que cuenta Arroyo en su intento de hacer valer su capital electoral para ir por una reelección que aparece cada vez más complicada.

Mientras tanto los radicales -a esta altura no se sabe si dignos de conmiseración o de admiración por la paciencia digna de Job- comienzan a escuchar puertas adentro de su partido las quejas de viejos y nuevos dirigentes que no están dispuestos a aceptar los embates e insultos del chusco Secretario de Hacienda. Y no quieren, además, quedar pegados a una administración que ignora los casos de misoginia y violencia de género en los que el singular personaje se ve envuelto a cada momento.

La UCR gobernó General Pueyrredón durante más de dos décadas y más allá de versiones y leyendas urbanas no tiene entre sus hombres a nadie que posea deudas con la justicia.

Algo que hoy supone un capital que no están dispuestos a perder en boca de las denuncias disparatadas de Mourelle, quien con una irresponsabilidad digna de aquel “miente miente que algo quedará” que supieron instalar cultores de una ideología que hoy no parece ajena a algunos personajes de la política lugareña. ¿Cuánto más podrán los “boina blanca” soportar ser tratados de ladrones, corruptos, socios en negocios espurios y otras tantas delicadezas que les dedica impunemente el recién llegado?.

Cuidado…en política también el que calla otorga.

Y como si este escenario no fuese suficientemente explosivo, la llegada del plotter vidalista complica aún más la cosa.

¿De quién se trata?…de Guillermo Montenegro, al que lo colocan como decorado de fondo en cuanto acto, timbreo o inauguración se realice en Mar del Plata. La inauguración de la Comisaría de la Mujer en Sierra de los Padres fue el último acto de esa costumbre de plottear los actos con la voluminosa cara de un hombre sobre el que todos preguntan quien es y que hace en el lugar.

Aunque no fue de menor volumen el esfuerzo del Ministro de Seguridad Cristian Ritondo para instalarlo, contra todo protocolo, a su lado. Como antes hiciese Dietrich y todo funcionario de primer nivel que pisara la ciudad, incluida la propia María Eugenia Vidal. Y siempre Zorro Uno…escondido tras la duna.

El tiempo dirá si entre tantos fragores el solo hecho de poner la cara como fondo de pantalla resulta suficiente para quedarse con el premio mayor. Por el momento la cuestión mueve a risa ya que a su gesto de “yo no fui” se le contrapone la cara avinagrada de Carlos Arroyo al que, para peor, su estatura no lo ayuda para neutralizar el enjundioso volumen del señor del paracaídas.

Y entre codazos, fragores y ninguneos el tiempo pasa y todo parece complicarse puertas adentro de Cambiemos.

¿Y si cambiamos?