El periodismo en su darwiniano desafío
Por Nino Ramella
Llega el Día del Periodista en una obvia época de transición. Acaso el principio darwiniano de que las especies que sobreviven son las que mejor se adaptan a los cambios sea aplicable a este oficio.
Pero hay enfoques de ese cambio que se hacen desde ángulos diferentes y creo que ambos deben conciliarse antes que confrontar. Quienes lideran los cambios digitales acusan a aquellos periodistas que ejercían un periodismo “que comenzaba y moría en una redacción” de ser quienes complican la adaptación a los tiempos modernos. “No tendrían que existir más desde hace muchos años” le he leído decir a un capacitador sobre las nuevas formas de comunicación.
Acaso por considerarme tocado por ese comentario es que reacciono en defensa de lo que fueron las redacciones como fragua de los periodistas que acuñaron la confianza de la comunidad en los medios, basados en su credibilidad. No es del caso pensar que lo ideal sería volver a aquellos tiempos. El pasado no vuelve y los avances tecnológicos y los hábitos sociales se transforman y reconfigurar las políticas comunicacionales de los medios es imprescindible.
Pero no creo que todo sea para desechar. Siempre en todos los ámbitos hubo gente incorrecta y en algunos casos hasta despreciable. Por eso me adelanto a decir que no hablo de atmósferas inmaculadas, pero en términos generales podría decirse que el apego a ciertas normas éticas de nuestro oficio fueron mayoritarias en aquellos tiempos hoy despreciados por la modernidad.
Eran épocas en las que los medios y los periodistas no éramos los que inventábamos la realidad. Apenas nos conformaba saber que la habíamos contado lo mejor posible.
El irrestricto apego a la verdad y la siempre inalcanzable imparcialidad no pueden sucumbir a las leyes del mercado. Ni tampoco las nuevas tecnologías reemplazan, por más virtuosas que sean, a la ilustración de quienes las manejan.
En mi época también había colegas brutos, pero eran los menos. Hoy la ecuación pareciera invertida…al menos por lo que se observa en la superficie. Anticipo mis disculpas por lo que pudiere ser una percepción errada. No nacen generaciones torpes. Todos sufrimos las distorsiones que cincelan actitudes y destrezas, de acuerdo a nuestra realidad.
El periodista y académico uruguayo Leonardo Haberkorn renunció a seguir dando clases en la carrera de Comunicación en la Universidad ORT de Montevideo. “Después de muchos, muchos años, hoy di clase en la universidad por última vez. Me cansé de pelear contra los celulares, contra WhatsApp y Facebook. Me ganaron. Me rindo. Tiro la toalla. Me cansé de estar hablando de asuntos que a mí me apasionan ante muchachos que no pueden despegar la vista de un teléfono que no cesa de recibir selfies” mencionó en su renuncia.
Y más adelante agrega: “Entonces, cuando uno comprende que ellos también son víctimas, casi sin darse cuenta va bajando la guardia. Y lo malo termina siendo aprobado como mediocre; lo mediocre pasa por bueno; y lo bueno, las pocas veces que llega, se celebra como si fuera brillante”.
Ese creo es el punto en el que debemos concentrarnos hoy: comprender que todos somos víctimas de lo que inevitablemente producen los cambios de época. Lo primero es reconocer la patología. Lo que sigue sería comprender que todos estamos en condiciones de aportar algo para superar el trance… y desasnarnos unos a otros.
A los viejos y a los nuevos colegas les deseo ¡Feliz Día!
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