El doctor Ciencia explicaba los beneficios del nuevo laser traído de Estocolmo, Suecia, que permitiría realizar un blanqueo en la dentadura “casi como un diamante”, gustaba aclarar. También aprovechaba la ocasión para destacar el descubrimiento de una anestesia menos invasiva a base de hierbas y plantas florales. La sala de espera del hospital era una sala de conferencia similar a un congreso. Los pacientes asombrados por tantas novedades implícitamente no terminaban de comprender los conceptos intrincados del doctor Ciencia, temían contradecirlo. No querían arrojar la pregunta. Había calado hondo cuando Ciencia en su consultorio enojado decía: “¿Quién es el médico usted o yo?
Romero, el peregrino, dada su amplia trayectoria de estar presente en la vida de la circulación hospitalaria fue convocado principalmente para un prototipo diseñado con microchips y programación, de acuerdo a la personalidad sanitaria humana.
De repente de la puerta de enfermería salió un robot capaz de responder dos mil preguntas sobre educación para la salud. Ingresa saludando vehementemente. Casi no se detiene. Habían ensayado previamente un diálogo de presentación con Romero. Mientras tanto, Ciencia explicaba el diseño técnico, mecánico y digital hecho por australianos y canadienses.
Pasaron quince minutos y el robot bautizado “Saludable”, efectivamente no paraba de saludar con gran energía. Las risas no tardaron en llegar. Empezó a charlar con Romero para explicar cómo respondería las preguntas y el robot abrió la canilla salpicando para todos lados: “Este hospital tiene agua no potable. Saludable. Este hospital es la única guardia de salud mental de la ciudad. Saludable. Este hospital pronto será de juegos virtuales y abundancia de aburridez. Saludable. Acá hay comida que no es para personas es para… Saludable”.
El doctor Ciencia no sabía cómo disimular el imperfecto. El robot seguía cantando y cantando verdades, polémicas, silencios y profundidades de la vida del hospital. Casi a lo Larralde o Martin Fierro. La gente acompañaba y hasta le trajeron una guitarra porque recitaba en verso y todo:
Saludable se me salió el cable
Soy adorable pero también desaprobable
Quiero sentar la base de esta situación revocable, desechable
Inamable y deplorable. Yo solo soy saludable pa boquiar lo loable
Pongo este saludo afable pa’ no mentir y hacer de amable
Romero disimulo hasta donde pudo.
La falla técnica, era el emergente para charlar sobre la salud en términos sencillos.
***
Mirar como si fuera la primera vez lo cotidiano de nuestra ciudad y su gente. Con ese fin nacieron estos escritos, que se desprenden de los micros radiales “Acercando a Mar del Plata”. Son voces barriales desde la salud, la comunicación y la integración comunitaria.
(*): [email protected]
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