El Ministerio difundió un video que muestra a soldados saliendo de la planta, algunos visiblemente heridos y otros usando muletas, mientras militares rusos los cachean e inspeccionan sus mochilas.
Otros cientos de los últimos soldados ucranianos que quedaban atrincherados en la acería de Azovstal, en la ciudad de Mariupol, se rindieron, con lo que el total de esta semana se elevó a 1.730, según informó Rusia, mientras la Cruz Roja dijo que los registró como prisioneros de guerra y Kiev, que denunció nuevas muertes de civiles, dejó en claro que no aceptará un cese del fuego sin el retiro de las tropas rusas de su territorio.
“En las últimas 24 horas, 771 combatientes del regimiento nacionalista de Azov se rindieron”, indicó el Ministerio de Defensa ruso en su informe diario, en relación a los soldados ucranianos que se encontraban atrincherados desde hace semanas en túneles y búnkeres de la planta siderúrgica de Mariupol, la estratégica ciudad en el sureste de Ucrania que se encuentra bajo el control de las fuerzas rusas.
“En total, desde el 16 de mayo 1.730 combatientes se rindieron, incluyendo 80 heridos”.
Según las autoridades rusas, los soldados heridos fueron trasladados a un hospital en territorio controlado por Rusia en el este de Ucrania, y Ucrania adelantó que buscará un intercambio de prisioneros.
Y aunque el Comité Internacional de la Cruz Roja no oficia de mediador, sí detalló que el registro de los prisioneros de guerra ucranianos comenzó ayer en virtud de un acuerdo bilateral.
La organización humanitaria, que tiene experiencia con prisioneros de guerra e intercambio de prisioneros, señaló, sin embargo, que sus equipos no trasladaron a los combatientes “a los lugares donde están retenidos”, que no precisó.
Algunos de los soldados fueron llevados por tropas rusas hacia una colonia penitenciara en territorio de la región oriental donde queda Mariupol, conocida como Donbass, bajo control de separatistas prorrusos.
La Cruz Roja dijo que reglas de la Convención de Ginebra sobre el trato de prisioneros obligan a autorizarla a entrevistar a los soldados capturados “sin testigos” y que las visitas a ellos no deben ser “restringidas indebidamente”.
Rusia conquistó la sureña ciudad portuaria a orillas del mar de Azov hace un mes, luego de bombardearla y sitiarla durante semanas.
Para el Kremlin, la toma de Mariupol tiene un valor relevante por lo simbólico, pero también por lo estratégico, porque contribuye a sus planes de unir la anexionada península de Crimea en el sur con las regiones separatistas del Donbass, en el este ucraniano.
En Kiev, en tanto, Vadim Shishimarin, primer soldado ruso juzgado en Ucrania por crímenes de guerra, pidió “perdón” hoy ante un tribunal, tras detallar cómo mató a un civil al inicio de la invasión iniciada el 24 de febrero pasado.
“Sé que no podrá perdonarme, pero de todos modos pido perdón”, dijo el sargento ruso de 21 años, para quien la Fiscalía pidió prisión perpetua por cargos de crímenes de guerra y asesinato premeditado.
En la región ucraniana del Donbass, en tanto, ataques del Ejército ruso mataron a 12 civiles, algunos en bombardeos a una de las pocas grandes ciudades de la zona que sigue bajo control ucraniano.
La conquista del Donbass fue declarada por Rusia como objetivo de una nueva fase de la invasión, luego de haber retirado las tropas que tenía desplegadas en torno a Kiev a fines de marzo.
Desde hace días, algunas de las hostilidades en el Donbass se centran en la ciudad de Severodonetsk, en la provincia de Lugansk, que está “prácticamente rodeada” por las fuerzas rusas, según sus autoridades.
Al menos 12 personas murieron y 40 fueron heridas en bombardeos “con armas pesadas”, dijo el gobernador Serguei Gaidai, que detalló que los ataques fueron a edificios de viviendas y advirtió que el balance podría empeorar.
La carta diplomática a la resolución del conflicto se vio nuevamente opacada hoy, cuando un asesor del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, dijo que el país no aceptará ningún alto el fuego hasta que Rusia retire las tropas de su territorio.
El comunicado de Mijailo Podoliak, que participó de varias rondas de negociaciones con Rusia, parece reflejar cierta confianza respecto a la marcha de la guerra, en medio de afirmaciones de las potencias de Occidente de que la ofensiva rusa está estancada.
“No nos ofrezcan un cese del fuego… Esto es imposible sin una retirada total de las tropas rusas”, dijo Podoliak en Twitter.
Desde la contraparte, en tanto, el viceprimer ministro de Rusia, Marat Jusnulin, advirtió que si los ucranianos quieren energía de la central de Zaporiyia -en territorio ucraniano, pero bajo dominio ruso desde principios de marzo en el marco de la invasión-, deberán pagarla.
En 2021, antes de la ofensiva rusa contra Ucrania, la central de Zaporiyia representaba 20% de la producción anual ucraniana de electricidad.
Las declaraciones del funcionario y otras de altos responsables rusos en las últimas semanas dan a entender que Moscú prepara una ocupación duradera o incluso una anexión de algunas zonas del sur de Ucrania, que controla.
Y en la ONU, en tanto, Italia entregó al secretario general de esa organización, António Guterres, un plan de cuatro etapas para restablecer la paz en Ucrania.
Estas etapas abordan un cese del fuego (y mecanismos de supervisión del mismo), la neutralidad de Ucrania (respaldada por una “garantía” política internacional), la cuestión territorial (en primer lugar, el estatus de la península de Crimea -anexada por Rusia en 2014- y la región del Donbass) y un nuevo acuerdo multilateral sobre la paz y seguridad en Europa.
Mientras, los países del G7 debatieron una nueva ronda de financiación para mantener a flote el presupuesto de Ucrania sin perder de vista las consecuencias económicas mundiales que se generaron a partir de la invasión.
Reunidos en Konigswinter, en el oeste de Alemania, los ministros de Economía de las potencias industriales de Estados Unidos, Japón, Canadá, Francia, Italia, el Reino Unido y Alemania empezaron a calcular cuánto puede aportar cada país a corto plazo.
Por otro parte, los jefes de Estado Mayor de Estados Unidos y Rusia, los generales Mark Milley y Valeri Guerasimov, tuvieron hoy su primera charla desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania, aunque solo se supo que acordaron mantener abiertas las líneas de comunicación, según anunció el Pentágono, sin más detalles.
Parte de la atención se la llevó, además, el respaldo del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a Suecia y Finlandia para que ingresen a la OTAN, un paso para el que cumplen “todos los requisitos”, pese al renovado rechazo de Turquía a esa entrada.
“Cumplen todos los requisitos de la OTAN y algunos más”, dijo Biden en la Casa Blanca, junto a la primera ministra sueca, Magdalena Andersson, y al presidente finlandés, Sauli Niinisto.
“La conclusión es simple, muy sencilla: Finlandia y Suecia fortalecen a la OTAN”, agregó el mandatario norteamericano.