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Opinión 15 de agosto de 2016

El lobo en la piel de Cordera

Por Fabrizio Zotta

“Ya me castigué, ya me enjuicie y ya me perdoné.
Yo estoy loco. Tengo una fisura en la estructura de lo que es una persona normal, ya no voy a ser normal. El arte me dio la posibilidad de utilizar un lenguaje para mi locura. El arte genera un nuevo orden a todo ese caos interior, que es insoportable.”
Gustavo Cordera.
Entrevista en Canal 7, una semana antes de sus declaraciones en TEA

– Ya pedí perdón, Fabrizio.
– Sí, pero no alcanzó. No le sirvió a nadie.
– Pero no solamente eso. Expliqué, o quise explicar, qué es lo que hago. Porque lo hago siempre, todos saben que lo hago siempre.
– Lo que dijiste no tiene contexto posible, ni explicación, pero bueno, te pregunto… ¿Qué es lo que hacés?
– No me importa de lo que hablo, ni lo que digo. Me importa provocar reacción. Eso quería, provocar a los pibes para que saltaran, pelearan y, en definitiva, empezaran a hacer lo que eligieron hacer en su vida: indagar, preguntar, repreguntar y discutir ideas, incluso las más asquerosas. A nadie se le movió un pelo.
– Supongamos que eso sea así, que era más importante la experiencia que el contenido de la charla… Lo que llamaste psicodrama. No se lo explicaste a nadie, ni siquiera a quienes te invitaron. Estabas contestando preguntas, era una entrevista.
– Dije que usé “una técnica de psicodrama”, no que hice psicodrama. Pero ya nadie quiere oír. Esto era un simulacro de conferencia de prensa, había, de por sí, algo de juego. Yo he respondido miles de entrevistas. Todos los días respondo entrevistas. Y las respondo todas así, un poco revulsivo, porque laburo de eso. Pero también están las canciones, y en las canciones digo lo que digo, y lo decía cuando llenábamos River también. Escribí “Coger no es amar”, ¿la conocés?, hace más de 10 años. Escribí canciones violentas, apologéticas. Escribí, recién, hace 10 minutos, “Muero por esa nena”, en la cual en un boliche me quiero levantar a una chica que podría ser mi hija, y le digo “nena, si seguimos así, hoy caigo en manos de una jueza.” ¿Y aquella “Ay mamá, ay mamá, mamamelá… Esta vez, vas a ver cómo vas a quedar”? ¿De qué me hablan ahora? Hace un mes que vengo haciendo promoción del disco nuevo. Estuve en varios programas y la gente rompió las redes sociales diciendo que amaban mi forma de pensar cuando estaba en un programa de televisión a las 11 de la mañana. Me felicitaban por la libertad. Yo también provocaba en ese programa, porque me estaban viendo las señoras que están en su casa a esa hora, y que son las madres de las pibas que escuchan mi música. Toqué en vivo, con una guitarra, “Muero por esa nena”. Nadie dijo nada. Fue hace tan poco tiempo.
– ¿Y cuál es el punto? ¿Haber hecho aquello te disculpa de tu imbecilidad?
– No. Pero, ¿Ahora las radios no pasan la música? ¿Ahora suspenden shows? ¿La Nación descubrió ayer una letra que escribí en 2012? ¿Qué cambió? Hace 25 años que hago esto. Y, posiblemente, sólo se sepa la mitad de todo. Cuando me invitaron a las charlas y a los programas, las letras ya estaban, las anécdotas escritas en libros ya estaban, los tapes ya estaban grabados, ya había descalabrado hoteles, ya había escrito “Abusame”. También me habían endiosado por “Fuera de acá”, o por “Vuelos” (que no es mía) o “Luz Clara” para las Madres (que tampoco es mía), o el ícono de “El estallido”, o la toma histórica del tema de Las manos de Filippi, que para todos son himnos que yo les regalé.
– ¿Qué me querés decir?
– Que yo llegué a esa charla porque todo eso estaba antes de que sonara el teléfono con la invitación. Que el ensañamiento tiene mucho de hipocresía, aunque la rotunda estupidez que dije no tenga perdón.
– ¿Y ahora, qué vas a hacer?
– Seguir trabajando de lo que yo hago, de lo que siempre hice: intentar matar a todos esos personajes que viven en mí, pero sin renegar de ninguno.