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Opinión 6 de abril de 2016

El huevo de la serpiente

Por Ariel Ciano

El huevo de la serpiente se llama una película dirigida por Ingmar Bergman. Está ambientada en la ciudad de Berlín en los años 20 y describe como el régimen totalitario nazi, que mantuvo en vilo al mundo y fue artífice de barbaries como el holocausto, fue subestimado en su etapa de gestación.
La película muestra como hay chances de que muchas personas “vean” la serpiente a través de la fina cáscara transparente del huevo y que les parezca insignificante. Por eso, no actúa con la severidad que requiere el tema, pero cuando la serpiente sale del huevo, puede suceder que el proceso no pare, genere adhesiones y termine costando carísimo en valores como libertad, tolerancia, democracia.
En los últimos tiempos han surgido o resurgido grupos denominados neonazis, que se caracterizan por ser ultranacionalistas, xenófobos y antisemitas. Niegan el holocausto y en algunos casos manifiestan respeto y admiración por Hitler. Surgieron luego de la segunda guerra mundial y, lamentablemente, continúan existiendo.
Muchas veces los integrantes de estas agrupaciones comenten delitos como agresiones a personas o lesiones al patrimonio público, aunque, la Justicia Federal de Mar del Plata está investigando los últimos hechos de nuestra ciudad tipificando las conductas de acuerdo a lo previsto en el artículo 213 bis del Código Penal, que afirma que será reprimido con reclusión o prisión de tres a ocho años el que organizare o tomare parte en agrupaciones permanentes o transitorias que, sin estar comprendidas en el artículo 210 del código (asociación ilícita) tuvieren por objeto principal o accesorio imponer sus ideas o combatir las ajenas por la fuerza o el temor, por el solo hecho de ser miembro de la asociación.
El delito consiste en imponer las ideas propias o combatir las ajenas por la fuerza o el temor, actuando en forma hostil frente a determinados grupos humanos. Es decir actúa ilícitamente cualquier persona que justifica o promueve la discriminación racial o religiosa en cualquier forma o hace propaganda sosteniendo que la humanidad debe clasificarse en varias razas sosteniendo que unas son superiores a otras.
El grupo debe perseguir la imposición de sus ideas o el ataque contra quien piensa distinto a través de ciertos medios indispensables para la existencia del delito, que son la fuerza o el temor, intentando imponer creencias religiosas, étnicas, de género.
La palabra fuerza contempla por supuesto también la intimidación a las personas. Por temor debe entenderse el recelo de un daño futuro que halla su fundamento en las acciones previas o en los postulados de la agrupación.
En la figura se pena por igual a los organizadores y a los adherentes. Basta con tomar parte, lo que significa participar. No obstante, seguramente teniendo en cuenta la escala penal de tres a ocho años, los jueces al momento de fijar la pena tendrán en cuenta los roles para su graduación.

El rebrote de estos grupos deben ser tomados con preocupación por todos los marplatenses. Ingmar Bergman lo ilustró en su película: son fenómenos que no pueden subestimarse y deben ser repudiados con toda contundencia por parte del Estado y la sociedad para evitar que se conviertan en una serpiente.

* Abogado y docente universitario