por Vito Amalfitano
La Selección tocó fondo. No por el resultado. Unicamente. Sino por lo que transmite. Indiferencia hacia afuera. Impotencia hacia adentro. Daría la sensación de que los futbolistas no saben cómo salir adelante. Y el equipo mucho menos.
Hasta ahora no apareció tampoco el temple. El carácter. Otros atributos que reemplacen, o al menos disimulen, la falta de talento colectivo, de funcionamiento, de velocidad en el juego y, a esta altura, también de creación individual ausente.
Los jugadores no son hoy lo que se dice que son. El técnico sí. Es lo que se dice de él: Un entrenador en formación, sin experiencia alguna, con mérito cero para haberse transformado en el conductor de la Selección para un torneo tan trascendente como la Copa América.
Scaloni no solo no es, tampoco quiere parecer. Declara sin humildad, decide sin conciencia de sus limitaciones. Lo que en un técnico hecho y derecho podría juzgarse como osadía, en él se transforma en soberbia.
Ahora la única prepotencia que se necesita es de juego. Y tiene que aflorar urgente. Dependerá de lo que le quede de amor propio a los futbolistas y de que el técnico, de una vez por todas, haga únicamente lo lógico. La hora de disponer un equipo clásico y seguramente con los futbolistas históricos. Llegó el momento también de que ellos den cuenta de sus actos y de por qué llegaron hasta acá.
El nivel de la Selección, su falta de funcionamiento, de una idea de juego, los horrores defensivos, de Otamendi y compañía y hasta el bajo nivel de Messi no dan ninguna garantía de que ante Qatar se pueda lograr una victoria con tranquilidad que encamine este paso tormentoso por la Copa América.
Ningún rival hoy es débil para Argentina. Porque para los rivales es Argentina la que parece muy vulnerable. Casi más que nunca.
Hace mucho tiempo que se habla del valor agregado del jugador argentino. Es hora de que se demuestre. No hay margen para el error.
Eso, en cuanto a la dudosa, a esta altura, real capacidad futbolística de esta Selección.
En cuanto a los otros atributos, los del temple y el carácter, una vez más hay que decir que hay que mirar a las pibas de la Selección femenina. La tibieza del equipo masculino, de Messi para abajo, debe mirar el ejemplo del corazón caliente de las chicas. Para salir del fondo del pozo.