El hombre que mató al policía declaró y seguirá detenido
Amílcar Moran (69) reconoció haber disparado al efectivo Diego Rozales (30), pero dio una versión exculpatoria de lo sucedido. Denunció que fue brutalmente golpeado en su casa por los policías que lo detuvieron y que sufrió amenazas. .
Mientras en la funeraria Libertad y Jara los familiares y compañeros de Diego Rozales (30) despedían sus restos, el hombre detenido por haberlo matado en su casa del barrio Jardín de Stella Maris declaró ante el fiscal Alejandro Pellegrinelli y si bien reconoció haber disparado, dio una versión exculpatoria de lo sucedido y seguirá detenido en la Unidad Penal 44 de Batán.
Amílcar Morán está imputado por “homicidio agravado por el uso de arma de fuego” y, asistido por su abogado particular Martín Bernat optó por dar su testimonio y aclarar lo sucedido en su casa en la madrugada del domingo.
Si bien no se puede ahondar en detalles de lo que dijo Morán, fuentes consultadas por LA CAPITAL aseguraron que dio una versión exculpatoria en la que reconoció que disparó, pero en un contexto de caos e incertidumbre absoluta en la que el hombre pensó que asaltaban su casa y que por tal motivo disparó para defenderse.
Morán, además de declarar, presentó una denuncia formal agresiones sufridas en su detención, lesiones ya constatadas por el cuerpo médico. El hombre de 69 años remarcó que fue golpeado por la policía y que, además, fue amenazado de muerte.
De acuerdo a su testimonio, Morán habría trabajado casi 14 horas el sábado en una planta pesquera y regresado a su casa. Mientras dormía escuchó corridas y detonaciones. Fue en esas circunstancias que tomó su arma y al ver dos siluetas en la puerta de su pieza la accionó una sola vez. Según dijo, lo hizo después de que una de esas personas disparara. Los peritos verificaron un disparo en el piso de la habitación.
Otro elemento central de la declaración de Morán fue que indicó que durante la Dictadura de 1976 a 1983 estuvo detenido y fue torturado por pertenecer al ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). Ese recuerdo emotivo de la situación traumática vivida también adujo que lo llevó a defenderse sin saber que quienes estaban en la puerta de su cuarto eran policías.
La muerte de Rozales está en plena investigación y todavía hay puntos en los que se buscan certezas, como es la existencia o no de un taxi a la salida de la fiesta clandestina. Es que, según la primera versión oficial, un grupo de unos 100 jóvenes habrían rodeado un taxi y le habrían arrojado piedras, lo que motivó el accionar policial.
Fuentes oficiales confirmaron que aún no pudieron verificar la presencia de un taxi en ese lugar y ninguna persona se presentó en la Justicia al respecto. Los investigadores analizan las cámaras de seguridad municipales para intentar dar con ese vehículo y su conductor. En las últimas horas surgió una patente que podría localizar al taxista y conocer algo más de lo que originó la persecución.
Por otra parte, la Justicia Federal avanza en un expediente en el que se investiga el domicilio de Fragata Libertad 3635 en donde se habría llevado a cabo la fiesta clandestina o “juntada” que reunió a tantos jóvenes en la madrugada del domingo.
El ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, estuvo en el funeral de Rozales y declaró que Morán era un hombre con frondosos antecedentes penales, como por ejemplos hechos de privación ilegítima de la libertad.
Sin embargo, fuentes oficiales confirmaron a LA CAPITAL que al identificar a Morán no aparecieron delitos en el informe de reincidencia por el momento. En cuanto al arma con la que disparó y mató al policía, se estableció que el Morán no tenía el registro de la pistola, por lo que en ese caso podría quedar imputado también por tenencia ilegal de arma de fuego. La pistola Luger 9 milímetros la habría adquirido Morán hace unos meses para protegerse luego de sufrir un par de robos.
Ante este panorama, Morán seguirá detenido en la Unidad Penal 44 de Batán. Su abogado, Bernat, aún no pidió la excarcelación, pero sí solicitó que en el penal atiendan sus necesidades médicas y respeten la medicación que el hombre de 69 años toma cada día.
El caso está caratulado como “homicidio agravado”, pero podría encuadrarse en una suerte de error en los causales de la legítima defensa por el contexto de incertidumbre en el que el imputado disparó al sentir que debía defenderse de una amenaza que no era tal.