El Gobierno debe enfocarse en la economía y no en la sexualidad ajena
Foto: EFE | EPA | Shawn Thew.
Por Darío Lopérfido
El discurso del presidente Javier Milei en Davos partió de una premisa correcta (luchar contra el mundo “woke”), pero, por momentos, cayó en consideraciones patéticas y utilizó la misma estrategia que históricamente han empleado los cultores del “wokismo”.
Somos muchos los que, desde hace años, criticamos el autoritarismo “woke” y su intención de imponer una agenda única.
El feminismo extremo, que intentó deshacerse de la presunción de inocencia, los deportistas trans que compiten contra mujeres y ganan por tener cuerpo masculino, los hombres violadores que, al momento de ser condenados, se declararon mujeres para ingresar a cárceles femeninas y, una vez allí, violar a las reclusas. La lista de atrocidades ha sido enorme.
Considero que la hormonización y las cirugías de cambio de sexo en niños han sido una de las mayores aberraciones médicas de la historia. Todo esto ocurrió con la complicidad de políticos, periodistas, instituciones y universidades.
Además, el mundo “woke” canceló y acosó a quienes enfrentaban sus dogmas: ciudadanos que perdían sus empleos, profesores despedidos, y cualquiera que osara enfrentarse a los seguidores de esta “religión woke” sufría los embates furiosos de legiones de autoritarios.
Incluso figuras poderosas, como la escritora J.K. Rowling (autora de Harry Potter), fueron acosadas por afirmar que, aunque puede haber muchos géneros, solo existen dos sexos.
Rowling explicó repetidamente que su posición defendía a las mujeres (lo mismo que acaba de dictaminar Donald Trump en una orden ejecutiva) y que no tenía ningún problema con las personas trans.
Sin embargo, es imposible razonar con una horda de individuos ofendidos por quien defiende verdades biológicas.
Hay muchísimas razones para luchar contra la cultura “woke”, pero lo que no se puede hacer es convertirse en una versión inversa de ellos. No se puede utilizar sus mismas metodologías.
Milei planteó esa batalla en Davos, pero se excedió. Usar como único ejemplo un caso real de pederastia en una pareja gay que abusó de sus hijos adoptivos (William y Zachary Zulock) y cargar sobre toda la comunidad homosexual el estigma de pederastas es una falacia delirante.
Los casos de pederastia ocurren, en su mayoría, dentro de grupos familiares.
En ese sentido, hubo sacerdotes pederastas, y el propio Milei cae en contradicción cuando, en el mismo discurso, menciona el escándalo de niñas violadas en el Reino Unido, cuyos responsables fueron exclusivamente hombres heterosexuales.
Todos los argumentos válidos contra la ideología de género quedan desvirtuados cuando se intenta estigmatizar a homosexuales o lesbianas.
Las aclaraciones posteriores del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, afirmando que al gobierno no le importa lo que hagan los homosexuales “puertas adentro”, muestran la pobreza intelectual de la administración en estos temas.
Ningún gobierno tiene derecho a dictar lo que las personas deben hacer respecto a su orientación sexual.
Los liberales defendemos eso desde siempre. Lo dicho por el gobierno está en sintonía con la Rusia de Putin.
Quienes defienden ciertas ideas como dogmas tienden a creer que su grupo es exactamente como ellos lo definen, excluyendo a quienes piensan diferente.
El gobierno parece asumir que todos los homosexuales son de izquierda, lo cual es desopilante. Miles de homosexuales votaron a Milei en contra del peronismo, y grandes líderes de derecha en el mundo son gays. Alice Weidel, líder de la AfD, el partido más a la derecha en Alemania, es lesbiana y tiene dos hijos con su esposa, una cineasta de Sri Lanka.
Weidel fue recientemente elogiada por Elon Musk. ¿Pensarán en LLA que Alice Weidel abusa de sus hijos?
Lo mismo sucede con el feminismo extremo. Este feminismo ha distorsionado los conceptos del feminismo histórico y es criticado por feministas de toda la vida.
El feminismo tiene una larga historia en el mundo y en la Argentina. Victoria Ocampo fue la primera feminista argentina y el primer peronismo la encarceló.
Confundir el feminismo “woke”, que sostiene que todos los hombres son potenciales violadores, con el feminismo que ha trabajado para que las mujeres tengan los mismos derechos laborales y sociales que los hombres, es un error conceptual.
Asimismo, mezclar el aborto con la baja de la natalidad es otro desacierto.
Se puede estar a favor o en contra del aborto, pero la baja de la natalidad en el mundo desarrollado no tiene relación con este tema. Decir lo contrario es un error conceptual.
Es mucho mejor que Milei hable de economía, el terreno en el que se siente más cómodo.
Que el kirchnerismo haya utilizado políticamente causas identitarias no habilita a este gobierno a hacer lo mismo en sentido contrario.
Si el kirchnerismo ejerció actos de corrupción ligados a la cuestión LGBTI, este gobierno debe cortar esas prácticas y acusar a los autores.
Lo que no puede hacer este ni ningún gobierno es opinar sobre la sexualidad de las personas.
Argentina sigue siendo un enfermo grave, y el gobierno debe concentrar su energía en la economía.
El movimiento “woke” está en decadencia, y nunca hay que interrumpir al rival cuando se está equivocando. No se combate a los dogmáticos con dogmas.
Hay que desmontar las mentiras del mundo “woke”, nunca usar sus armas ni, mucho menos, recurrir a la mentira o la discriminación.
(*): Ex secretario de Cultura y Comunicación de la Nación, ex ministro de Cultura porteño y ex director del Teatro Colón. Especial para NA.
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