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Deportes 29 de junio de 2017

“El fútbol europeo le sacó quince o veinte años al sudamericano”

Facundo Alvanezzi y los cambios de base en el Viejo Continente. El entrenador surgido del fútbol de esta ciudad cuenta cómo se trabaja hoy en Europa con las divisiones inferiores. Hace años cumple un papel central en las formativas del Basilea de Suiza.

Alvanezzi ya trabajó en Mar del Plata a comienzos de los 2000 y regresó a Europa. Pero sueña con desarrollar en el país un trabajo similar al que realiza en Suiza.

por Sebastián Arana

Sin prisas, sin pausas. Se extiende, explica hasta dejar todo bien claro. Facundo Alvanezzi nació en Bragado, pero siempre vuelve a Mar del Plata, la ciudad que eligió su familia para vivir y que él mismo adoptó. Los caminos del fútbol empezaron para él en Kimberley y Deportivo Norte pero lo llevaron a Europa para que termine su carrera de jugador y empiece la de entrenador. La docencia es su pasión y nunca dejó de trabajar con chicos. Se convirtió en un especialista de nota y su experiencia hoy la aprovecha el Basilea, el equipo que domina abrumadoramente el fútbol de Suiza. De paso por Mar del Plata, en una charla con LA CAPITAL, contó su trabajo en ese club y los cambios de base que los europeos le imprimieron a su fútbol para superar al sudamericano.

-La sociedad tiende al individualismo. ¿Cómo un formador adentra a un chico en el espíritu de lo colectivo?

-Yo fui criado en una sociedad, como la argentina, que exalta el individualismo. Hace años que vivo en otra, la europea, que pone el foco en lo colectivo. A mí me encanta trabajar en equipo. Es la manera más completa de formar a un jugador. El detalle que se le escapa a un integrante del grupo lo percibe cualquier otro. El fútbol es colectivo y el individuo entrenador, que tiene la idea de cómo se va a jugar y de qué estilo quiere para su equipo, tiene que acostumbrarse a compartirla con otros entrenadores, con los directivos, con el manager, con el secretario deportivo…Para crear un estilo de juego y de comportamiento adentro y afuera de la cancha.

-Vos estás hace muchos años en Basilea, el eterno campeón suizo. ¿Quién baja la idea?
-En Suiza y el resto de Europa ha bajado de las Federaciones. Después del Mundial 2002 entendieron que tenían que cambiar de metodología, de pedagogía, de forma de entrenar y jugar. Se dieron cuenta de que estaban equivocando el camino. Su fútbol se había vuelto demasiado físico y se habían olvidado del juego. Cambiaron estructuralmente todas las formas de entrenar según ciclos de cinco años: de 5 a 10, de 10 a 15 y de 15 a 20-21. Se percataron de que debían hacer hincapié en los fundamentos técnicos y del juego enfocándose en la posesión y en la posición. Cada jugador tiene qué conocer la posición en la que juega para luego poder explayarse dentro del juego de posesión.

-¿Cuál es tu función en Basilea?
-Dentro del club y del ámbito federativo abarca todas las tareas específicas de tecnificación, de posición, de movimiento, de trabajos por líneas horizontales y verticales. Así cómo se trabaja con defensores, mediocampistas y delanteros por separado, en Europa ya se está entrenado con el concepto de las líneas verticales: lateral, mediocampista y delantero por cada lateral y defensores centrales, volante central y delantero central. Formo a los futbolistas desde la corrección continua. No dirijo categoría alguna, las superviso y doy mi opinión. Después de veinte años, puedo aportar mi granito de arena para poder corregir movimientos y marcar aspectos en los que trabajar con los jugadores. Basilea juega competiciones europeas todos los años y necesita que los futbolistas lleguen bien preparados a las competencias de elite.

-En la primera división suiza Basilea es campeón desde 2010. ¿En formativas es tan poderoso?
-Es muy importante. Tiene un Centro de Formación de última generación, que está dentro de los primeros cinco o diez de Europa. Le da mucha importancia a la formación porque en Suiza no existe la riqueza técnica individual que existía en Sudamérica. Se trabaja en grupos de no más de dieciocho jugadores. Si hay más, van a parar a las filiales del Basilea. Son más de diez, ubicadas en la Suiza alemana, la Suiza francesa y la Suiza italiana. Con esa cantidad de futbolistas se puede hacer un trabajo específico muy puntual y de excelencia. Es una gran diferencia que se establece en relación al fútbol sudamericano, donde son frecuentes los planteles de treinta o treinta y cinco jugadores y faltan estructuras. Con este grupo minoritario y con estructuras de primer nivel, se pueden sectorizar los trabajos…Hoy estoy tratando de recrear el barrio…

-¿Cómo es eso?
-Vengo de pasar unos días en Bragado, mi pueblo natal. Allá crecí jugando al fútbol en calles de tierra, con pelotas de goma, con las viejas zapatillas Flecha, en canchas poceadas. Nos vinculábamos para jugar con los árboles o con los cordones de la vereda para tirar una pared. Estábamos continuamente creando sin tener referencias y sin que alguien nos corrigiera. ¿A dónde quiero llegar? Se dice que el futbolista europeo es muy mecanizado. Con lo que nosotros le inculcamos ellos pueden desarrollar su propia creatividad, su propia fantasía, buscamos que se vinculen con la pelota. Si no lo logran, será muy difícil que mantengan una interacción con el resto de los jugadores. Porque uno jugará a una cosa y el otro a otra. Permitimos que, dentro de las estructuras, los chicos practiquen con balones de distintos tamaños, más inflados, menos inflados, incorporamos barandas…Cuando vamos a los gimnasios los dejamos jugar mucho con la pared para estimular el 1-2…Recreamos un poco ese barrio nuestro para estimularles la inventiva. A ellos hasta no hace tanto se les decía todo lo que tenían que hacer. Yo, si bien doy muchas consignas, dejo que el futbolista se equivoque mucho para que después pueda crear mucho. Y el día del partido me callo la boca.

-Me quedé con eso de que en Europa, después del Mundial 2002, las pautas de trabajo en inferiores bajan de las Federaciones. ¿En Suiza todos los equipos entrenan igual que Basilea?
-Todos. Pero es igual en toda Europa. Ellos crearon un proceso en el que las Federaciones, a través de sus representantes específicos, están en un continuo intercambio con los clubes y bajan todos los parámetros de entrenamiento, de juego y de desarrollo de las capacidades de los futbolistas. A ellos les interesa que los futbolistas jóvenes, en el momento de ser citados para sus selecciones nacionales, lleguen desarrollados, estimulados, entrenados y trabajados para que puedan adaptarse sin inconvenientes. Cosa que aquí no ocurre.

-Es una política de Estado…
-Claro. Todos los países tienen Ministerios de Deportes. Aquellas personas capacitadas por encima de la media común y que tienen una idea para desarrollar tiene que sentarse a debatirla con los ministros y sus equipos. Si se adapta a la política deportiva del Estado, bienvenida. Yo puedo darle mi sello a un entrenamiento. Pero tengo que respetar los entrenamientos que estructura la Federación. No puedo cambiarlos porque a mí se me antoje. No puedo inculcarles una idea incompatible con la que la Federación ha elegido para su fútbol.

-Es bueno que, siendo todo tan estructurado en ese sentido, los programas tengan sus lugares para desarrollar la creatividad…
-Ellos tomaron muchas cosas del fútbol sudamericano. El fútbol europeo le sacó quince o veinte años al sudamericano, que antes era el adelantado. Cambiaron incorporando metodología de trabajo que era nuestra. Y nosotros abrazamos los métodos que ellos han dejado caer en el desuso. Parece que el jugador de Europa corre más. Al contrario, corre menos. Pero lo hace mejor. La que corre es la pelota, que en definitiva impone la velocidad del juego y que sale más o menos rápido de acuerdo a la riqueza técnica del futbolista.

-¿El fútbol de clubes en Suiza es tan multicultural como su selección?

-Hace décadas que, desde las formativas, comenzó a notarse la aparición de jugadores de otras nacionalidades: africanos, albaneses, montenegrinos, croatas, kosovares, serbios, sudamericanos…Eso provocó que el fútbol suizo, que no era de primer orden, haya pasado a ser uno de los deportes principales del país. Hoy lo superan sólo el esquí, el tenis y el hockey femenino. Pero se ha masificado mucho a partir de las últimas grandes apariciones: Shaqiri, Xhaka, Embolo…Ninguno de ellos es de origen suizo. Les vieron el talento y los nacionalizaron para que pueden representar a la selección. También la multiculturalidad englobó a los entrenadores. Hasta no hace mucho se movían muy poco de sus países. Hoy se dispersan por todas partes. El mundo hoy es muy cosmopolita. Pero la idea madre del fútbol es universal y hoy se eligen a los jugadores para que jueguen y no para que corran y destruyan.

-De pibes jugábamos todo el día a la pelota en la calle. Por un montón de motivos, nuestros hijos no se relacionan con el fútbol de la misma manera. ¿Cómo es en Suiza?
-No es muy distinto. Habitualmente se trabaja con los chicos una hora y media, una hora y cuarenta y cinco minutos todos los días. Veía que no es un tiempo material suficiente. Trato de extender la tarea a dos horas y media o tres horas para que el jugador pueda tocar la pelota trescientas veces en una práctica. Con treinta ejercicios diferentes, con diez balones por ejercicio. Organizadamente, intento que los chicos toquen parecida cantidad de balones a los que nosotros tocábamos cuando éramos pibes, durante seis o siete horas en el potrero, sin que nadie nos dijera nada. Para que ellos adquieran la riqueza técnica individual para resolver con acierto en un partido.