Por Florencia Cordero
Desde San Antonio, Texas

La enorme actuación de Manu Ginóbili en el tercer juego de la serie ante Golden State Warriors generó la admiración generalizada del mundo del básquet que definitivamente se rinde a sus pies.

Para muchos puede parecer normal que Ginóbili se destaque, pero la realidad es que no deja de sorprender el nivel de juego que aún puede mostrar en la alta exigencia de un play off durísimo ante Golden State Warriors.

Con la responsabilidad de encarar el Juego 3 en casa con la serie 0-2, Ginóbili se mostró enfocado, muy lúcido y preciso haciendo gala de su inteligencia para dinamizar el juego, arriesgando su físico y logrando concretar acciones que nos remiten a la plenitud de su vida deportiva.

Aunque suene reiterativo, estamos hablando de un jugador que está a punto de cumplir 40 años. Cuando la presión de los Warriors complicó las posibilidades de San Antonio, fue Manu el que aportó esa energía extra para contagiar a sus compañeros organizando el juego, penetrando, asistiendo, defendiendo duro y hasta dándose el lujo de “tirar un caño”.

Sin los lesionados Tony Parker y Kawhi Leonard, los Spurs dieron pelea solo porque Ginóbili estaba ahí para hacerles entender a todos que por más que enfrente haya un equipo extremadamente poderoso, es imprescindible seguir luchando para mantener la competitividad.

Nadie puede cuestionar al equipo porque las bajas representan una desventaja notoria, pero el público en especial valoró la entrega de Manu que conmovió con su esfuerzo para demostrar que si toca perder ante un rival que es superior hay que sudar hasta la última gota para intentar resistir.

“El único que nos puede salvar es Manu”, se comentaba en el AT&T Center. Pero la gran certeza es que el equipo de Golden State es una verdadera aplanadora que no puede ser neutralizada con un “salvador” y es evidente que no es posible doblegarlos sin poder contar con un plantel con todos sus hombres.

Los Spurs están a un paso de terminar una excelente temporada y con el correr de los días sabremos si se trata de la última de Emanuel Ginóbili como profesional. En la noche del sábado, Manu nos regaló una actuación inolvidable y dio además una verdadera lección de compromiso. Ya está escrita la rica historia que lo convirtió en leyenda, pero está claro que su ADN de competidor eterno marcará el camino hasta el último segundo.