La relación infinita entre África y el eterno saqueo conduce a reflexionar sobre la perpetuidad de los males en el continente con mayor riqueza del mundo: la pobreza endémica, la esclavitud, las pandemias, la expoliación, la corrupción, las guerras tribales y la gestión constante de la hegemonía global entre tantos males que se agolpan para derribar a África encadenada y arrodillada por los procesos colonizadores del mundo moderno occidental y las consecuencias de la descolonización en el siglo XX.
Se transforma en un imposible refugiarse por un instante en alguna imagen positiva más allá de sonrisas muy blancas de niños que a corto plazo portarán un Kalashnikov (fusil AK 47 de origen ruso) reclutados en milicias, ejércitos o sectas rebeldes. La triste potencialidad del analfabetismo y libertades condicionadas se encarna en relaciones corruptas entre el poder político de militares, jefes tribales y estatales con el poder económico de las multinacionales de potencias que espolonean la savia de la inmortalidad que fluye desde el África Blanca hasta el África Negra. Los vaivenes climáticos y un complejo sistema de obstáculos convergen en la necesidad de declarar el “Estado de inseguridad alimentaria en el continente africano” por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
De los 54 países independientes de África, 23 de ellos se ubican entre los 26 países con menor Índice de Desarrollo Humano (IDH) y mayor pobreza que paradójicamente los mencionados 23 estados africanos se hallan en la lista de los estados más ricos en materias primas y minerales.
Tantos recursos y tanta pobreza.
El continente con abundancia de recursos naturales diversificados tales como: Petróleo en Libia, Túnez, Egipto, Sudán, Nigeria, Gabón y Angola; Coltan en la región del Congo; Bauxita en Argelia; Fosfato en Marruecos y Sahara Occidental; Oro en Burkina Faso, Sudáfrica, Etiopía y Tanzania; Diamantes en Guinea, Botsuana y Sierra Leona; Cobalto en República Democrática del Congo y Zambia; Cobre en Angola y Plomo y Zinc en Namibia constituyen los más renombrados bienes naturales sin mencionar otros recursos menos aprovechados y más desconocidos.
La mayoría de las ganancias obtenidas de la producción de las materias primas son destinadas a las economías occidentales y asiáticas. La gran revolución tecnológica en aparatos eléctricos, centrales atómicas y telefonía celular requieren de aislantes térmicos como la Bauxita, el Litio y el Coltan. La atención ha virado del oro negro hacia el oro gris (Coltan) y el 80 % de las reservas mundiales se encuentran en la República democrática del Congo.
El metal estratégico contiene la combinación de tantalita y columbita imprescindibles para telefonía móvil, computadoras personales, estaciones espaciales y otros. La comercialización del Coltan ha convertido a la región de la cuenca del Congo en una de las más peligrosas a nivel global por las bandas traficantes; guerrillas locales y fuerzas extranjeras disputándose la extracción y comercialización del mismo. Los estados centro-africanos se desangran en medio de guerras sin reglas ni final. La provincia Kivu del Norte de la República Democrática del Congo es uno de los tantos escenarios del horror por el hacinamiento de más de un millar de personas en Buhimba (campo de refugiados) y otros.
Sin embargo el petróleo, el gas y el turismo parecen marcar el nuevo rumbo de la economía africana hacia la prosperidad, pero la caída de los precios del petróleo internacional y la desaceleración del crecimiento chino impactan negativamente en la economía africana. De los 54 países que conforman la totalidad (exceptuando estados autónomos sin reconocimiento) en 50 estados africanos operan empresas chinas.
Las tasas de crecimiento en el norte de África (Marruecos, Argelia, Egipto, Túnez, Libia) se desvanecieron por problemas políticos luego de la “primavera árabe” cuyos conflictos sin resolución en Egipto y Libia convierten estos estados ricos en recursos en estados fallidos de instituciones políticas.
Por otro lado países del África Ecuatorial (Tanzania, Burundi, Malawi y Ruanda) crecen aproximadamente entre un 6 y 7 % y sus PIB son los más altos conjuntamente con los de África Austral, sin embargo la concentración de la riqueza se guarece en diminutas clases medias mientras tribus locales como los Bantúes, Twa, Tutsi y Hutus se agolpan en campos de refugiados escapando de los resabios del genocidio étnico ruandes como también de la lucha por el recurso indispensable “el agua” en el “Conflicto de los Grandes Lagos” (Victoria, Tanganica, Malavi) condenando a poblaciones enteras a migrar, huyendo de las masacres y violaciones a los DDHH.
La desdicha de regiones africanas cierne sus garras en conflictos tribales pero la intromisión de fuerzas extranjeras occidentales, potencian el odio proliferando rencores antiguos entre las tribus como también fermentan células fundamentalistas islamistas como Al-Shabab en el cuerno de África (Somalia; Djibuti; Eritrea y Etiopía).
Las peores violaciones de los DDHH se registran en esta región, el 70% de la población vive en la miseria más atroz, Somalia se transformó en un país des-perdigonado y dividido en Somalilandia y Putlandia sin embargo Mogadiscio capital de Somalia se convirtió en el puerto de entrada pero no de salida. Recursos como el gas y petróleo financian las células de Al-Shabab conjuntamente con acciones de piratería en el Golfo de Adén y el Mar Rojo. Estos datos ayudan a comprender porque una de las bases militares estadounidenses en África se posicionó en Djibouti regenteando y controlando el tránsito naval de los barcos petroleros que circulan por el Golfo Pérsico-Golfo de Omán-Golfo de Adén-Mar Rojo-Canal de Suez y Mar Mediterráneo.
El negocio no sólo se centra en la expoliación de los recursos naturales sino también en la venta de armas ligeras y de pequeño calibre provenientes del Reino Unido, Francia, Alemania, Estados Unidos, Rusia y China (entre otros).
En África Occidental estados como Malí, Sierra Leona, Liberia, Costa de Marfil, Níger y Nigeria ingresaron al proyecto de desarme de las poblaciones para el mantenimiento de la Paz y la Seguridad regional. El pesimismo obnubila esta columna. ¿Desarmar poblaciones empobrecidas para armar otros poderes? Es imprescindible ser abiertos en elucubraciones reflexivas. Los estados potencias occidentales plagaron de llagas las endebles instituciones políticas del continente africano sometiendo su soberanía política-territorial y económica con la instalación de bases militares; flotas navales como “la quinta flota” estadounidense en el Golfo Pérsico, mar Rojo, mar Árabigo y la Costa del África del este y empresas multinacionales que rompen y corrompen el delicado circuito económico.
Sin embargo un nuevo actor geopolítico, China, despabila y permite construir un interrogante ¿Es el próximo verdugo de África? En el nombre del progreso un nuevo proceso de colonización se cierne sobre las heridas abiertas del continente africano con objetivos-excusas que desangran los ríos más secos del mundo y las arterias más lastimosas de la humanidad. Los africanos viven, agonizan y gritan estremeciendo a los que oyen los pedidos de clemencia. Con los puños apretados y encadenados a la hipocresía voraz del progreso y el desarrollo de la sordera pestilente de quienes dominan, África padece nuevamente, el gran saqueo.
*Profesora en Historia
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