Nota publicada el 30/10/2021 y editada el 30/10/2023

Por Juan Miguel Alvarez

Se cumplen este lunes 63 años del nacimiento de Diego Armando Maradona. Será una jornada especial, emotiva, llena de homenajes, porque se trata del tercer 30 de octubre tras el fallecimiento del “10”.

Más allá de su ausencia física, su figura es inmortal. Porque está presente en el recuerdo de millones de admiradores. Y porque vivió tantas vidas en una sola que nunca dejan -ni dejarán- de aparecer historias, fotos, anécdotas, que lo tienen como protagonista. Muchas de ellas, relacionadas a Mar del Plata.

Aquí, Maradona vivió una de esas vidas. Marcó sus primeros goles oficiales como profesional. Dio su última vuelta olímpica. Se despidió de Argentinos Juniors. Concluyó su primera etapa en Boca. Vino como jugador y también como entrenador, en distintos clubes y con la Selección Argentina. A los 16 años, cuando asomaba como un futbolista extraordinario, y ya con 59, una de las últimas veces que fue ovacionado en un estadio.

Esta nota tratará sobre una visita poco recordada, entre el 28 y 30 de octubre de 1980, con motivo del partido entre Argentinos Juniors y San Lorenzo de Mar del Plata.

Aquel año Diego estaba imparable. Y Argentinos Juniors lo disfrutaba: era líder de la zona B del torneo Nacional. Un mes atrás, el conjunto de La Paternal había goleado 6-0 al propio equipo marplatense, con tres goles del “10”, uno de ellos el número 100 de su carrera.

Ahora, por la segunda rueda, la “revancha” era en esta ciudad. Como otras veces, la figura del equipo no viajó junto al resto de la delegación. Tenía permiso especial para movilizarse en su auto particular: un flamante Mercedes Benz modelo ’80, de color rojo.

Diego recibe a sus familiares. Charla con Claudia, mientras aguardan en el asiento de adelante su padre y su hermano Hugo.

Además, aquella no era una excursión más: el partido se jugaba el miércoles 29 de octubre en horario nocturno (a las 21). Entonces, después del compromiso en el estadio Mundialista, se iniciaba el cumpleaños número 20 del “Pibe de Oro”.

Maradona llegó el martes 28 acompañado de “Don Diego” (padre), Dalma Salvadora “Tota” Franco (madre), Claudia Villafañe (novia), suegros, hermanos y amigos. Muchos de ellos arribaron en otro auto de la misma marca, también adquirido recientemente por el brillante futbolista.

La llegada de la familia Maradona al hotel. 

Por esos días, dos temas acapararon la atención de la prensa, lógicamente con Maradona en el centro de la escena. Uno era el futuro de la gran joya del fútbol argentino, ya que Barcelona había mostrado nuevamente interés por contratarlo. El otro, la posibilidad que el “10” se pierda la etapa final del Nacional ’80, debido a la concentración que César Luis Menotti tenía prevista para diciembre en Villa Marista, preparatoria para el “Mundialito” de Uruguay.

“Quiero salir campeón con Argentinos. Aunque sea importante lo de la Selección, ojalá los dirigentes se pongan de acuerdo. No me quiero imaginar al equipo clasificado y yo en la concentración. Me muerto de angustia“, expresó el futbolista, quien tenía la intención de seguir en su club hasta el final del campeonato. Finalmente, debió sumarse a la Selección antes de los cuartos de final, instancia en la que el equipo de La Paternal -sin su presencia- perdió frente a Racing de Córdoba.

En la mañana del miércoles 29, Diego afrontó un compromiso vinculado a su rol empresarial. Asistió junto al boxeador Carlos Monzón al despacho municipal, donde tenía una concertada una reunión con el intendente Mario Russak. También estuvieron en la cita José “Cacho” Steinberg, por “Primera Fila”, y Jorge Cyterszpiler, de ”Maradona Producciones”, empresas que querían ganar la licitación para explotar el estadio Mundialista en el verano de 1981.

Maradona y Monzón junto a Steinberg. Detrás aparece el periodista Nino Ramella.

Luego, el futbolista regresó a la concentración para enfocarse en el partido ante San Lorenzo, que estaba ubicado en el último puesto en la zona.

Por la noche, el escenario del Mundial 1978 presentó un gran marco. “La mayor parte de los espectadores asistieron para ver a Maradona”, aseguró este medio. Nadie quería perderse el recital del “10”, quien ya era, para muchos, el mejor futbolista del mundo.

En los primeros minutos recibió la primera ovación. “Robó la pelota, maniobró con su zurda mágica, dejó dos rivales en el camino y sirvió el centro atrás. Dejó estampado su sello de crack“, describió LA CAPITAL.

Pasado el cuarto de hora, le dio una asistencia a su socio, Pedro Pablo Pasculli, quien definió sin complicaciones tras una salida errónea de Carlos Alberto “Pantera” Rodríguez, quien ese año recibió 6 goles de Diego y en 1981 pasó a ser su compañero en Boca.

En el segundo tiempo, el propio Maradona anotó el segundo gol con un remate bajo contra un palo.

El festejo de gol de Diego en el estadio Mundialista.

San Lorenzo mejoró en el tramo final por la influencia de Jorge Maldonado y descontó gracias al aporte goleador del gran Juan Domingo Loyola.

Pero lo mejor del partido fueron “las maniobras del habilidoso e inteligente Maradona”, según consideró la prensa local.

En el vestuario, Diego habla con su hermano Hugo, tras el partido ante San Lorenzo.

Festejo con torta en el hotel

Después del triunfo en el estadio Mundialista, llegó la celebración en el Hotel Presidente. Cuando arribó la delegación, ya estaba todo preparado: comida, bebida y la torta especial para la ocasión.

Allí, familiares, amigos, jugadores, cuerpo técnico y dirigentes de Argentinos Juniors le cantaron el feliz cumpleaños al “10”, quien con una sonrisa de oreja a oreja sopló las velitas.

La celebración con familiares, amigos y compañeros. Aparecen, entre otros, Miguel Angel “Zurdo” López, Próspero Consoli, Adrián Domenech, “Don Diego”, “Doña Tota” y Ana María Elía (mamá de Claudia)

El festejo no se extendió durante mucho tiempo, ya que la delegación regresó esa misma madrugada a Buenos Aires.

Adrián Domenech, compañero en Argentinos y uno de sus mejores amigos, contó una anécdota sobre aquel viaje de vuelta. “Después de tantos años, no recuerdo detalles del festejo de cumpleaños. Lo que puedo decir es que yo volví con Maradona en su Mercedes rojo y fue el viaje más largo de mi vida de Mar del Plata a Capital Federal. Porque en los distintos destacamentos, la policía se iba avisando que iba a pasar Diego, quien se tenía que bajar en todos lados para sacarse fotos”, rememoró.

Diego abraza a su mamá y su papá.

Ya en Buenos Aires, hubo otra fiesta, más íntima, en la flamante casa de Villa Devoto, donde “el Pelusa” se había mudado con su familia.

Ese mismo día le brindó una nota exclusiva al periodista Saúl Polmaraz, quien en una de las preguntas le dio a elegir entre un trencito, un libro y una pelota. “La pelota, porque me entretiene como un trencito y tiene la sabiduría de un libro”, respondió con esa rapidez mental que lo caracterizaba.

Lo cierto es que un 30 de octubre, pero de 1980, Diego inició el festejo por sus 20 años en Mar del Plata. Atraído por la pelota y rodeado de afecto.

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