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Desde San Petersburgo, Rusia

El partido que se empezó a jugar desde mucho antes, a partir de los rumores, las intrigas, las operaciones malintencionadas. También , claro, desde la falta de equipo, los errores garrafales del entrenador, la soberbia sin logros, ni respuestas acorde a esa arrogancia, de algunos futbolistas.

El día del partido ante Nigeria fue el más largo entre las noches blancas de San Petersburgo. Aun a la medianoche todavía quedaba algo de luz natural, cuando todavía permanecían algunos hinchas argentinos festejando en las tribunas del estadio del Zenit. Justamente se las llama noches blancas porque por estas fechas, en esta ciudad de ensueño, son más de 20 las horas de luz diurna.

Y ya amaneció antes de las tres de la madrugada, cuando todavía las celebraciones recién se inician en las calles de la vieja Leningrado.

Fue el día más largo de la Selección. Marcos Rojo evitó que se transformara en la noche más larga y oscura de la historia.

Argentina por primera vez fue un atisbo de equipo en el primer tiempo ante Nigeria. Ever Banega fue importante para acompañar a Mascherano en la contención, en la dinámica, en el ritmo, en la disputa del mediocampo, pero también y fundamentalmente para enlazar con los de arriba, meter pases claros y liberar un poco de presiones al propio Messi, a quien habilitó con un gran pase para el primer gol. Luego metió otra muy buena cesión para la entrada al vacío de Di María que derivó en una falta y un tiro libre que Lío metió en el palo.

Mascherano jugó el primer tiempo como si fuera su último partido en la Selección. Después cometió el penal en el arranque del segundo y el resto del partido lo completó más con el alma que con la cabeza y las piernas. Lio apareció para el gol, en ese tiro libre y después se desvaneció en el segundo tiempo. Pero fue importante por una vez en este Mundial.

Gonzalo Higuaín ayudó, maniató rivales, se llevó marcas, le generó espacios a sus compañeros. Le sirvió mucho al equipo pese al gol que otra vez no pudo ser. Como se consignaba desde aquí Armani podía ser el arquero “gana partidos” que la Selección necesitaba. Y tuvo una intervención clara que dejó en partido a la Selección, que la salvó de la eliminación. Después apareció Marcos Rojo y fue la más bella noche blanca para Argentina.