Por Marcelo Solari

Fotos: Archivo diario LA CAPITAL

Inolvidable. Del día en que el cielo se volvió más celeste y blanco que nunca, a causa de esa lluvia de papelitos que parecía invadir todo, ya pasaron 44 años. Aquel 25 de junio de 1978, Argentina derrotó a Holanda por 3 a 1, en tiempo suplementario, y se consagró por primera vez campeón mundial. Aquel equipo que aún hoy, casi medio siglo después es factible recordarlo de memoria, permitía que el fútbol argentino se sentara -por fin- en la mesa de los grandes del Planeta.

A esa tarde gris e invernal en la cancha de River no le faltó nada. Y la gente le puso el calor, el color y la alegría a una época oscura y que, sin dudas, más allá de la banalidad deportiva, necesitaba un motivo para festejar y, aunque sea por un rato, dejar a un costado un período nefasto para toda la ciudadanía.

Fue la tarde del yeso de Rene Van der Kerkhof, de los 45 foules cometidos entre los dos equipos a lo largo de 120 minutos de juego plenos de intensidad, del tiro en el palo de Robbie Rensenbrink que paralizó los corazones en el Monumental. Y también, de las atajadas imposibles del “Pato” Fillol, de la pelota que Sergio Gonella (el árbitro italiano) le arrebató de las manos a Omar Larrosa, evitando que éste la atesorara como un trofeo, del liderazgo de Daniel Passarella, y de la consagración a nivel Dios del “Matador” Mario Alberto Kempes -además, goleador del Mundial-. Sepan comprender: por esos días, el “10” de Villa Fiorito apenas asomaba como crack -había sido marginado de la lista para el ’78 por César Luis Menotti- y la “Pulga” rosarina ni siquiera estaba en los planes de sus padres.

Passarella, Gallego, Bertoni, Fillol, Luque, Olguín, Galván, Ardiles, Tarantini, Ortiz y Kempes. El equipo de memoria.

¡C-u-a-r-e-n-t-a y c-u-a-t-r-o años! Es mucho tiempo, pero a la vez, también un pestañeo. Porque con la mirada en retrospectiva, en un abrir y cerrar de ojos es increíble todo lo que ha pasado.

El diario solo se publicaba en soporte de papel y generalmente en formato sábana. No había computadoras portátiles, ni teléfonos celulares, ni fax, ni mucho menos, internet. ¡Ah! Holanda era un “cuco” futbolístico, a pesar de la controvertida ausencia de Johan Cruyff. Y era Holanda, no Países Bajos. Pero allí estaba, estoico como siempre, el periodismo para comunicar de todas las formas posibles ese logro mayúsculo que convertía a nuestro seleccionado en el mejor del mundo. Eso sí, entre unos pocos fenómenos aún vigentes, casi todo inherentes al gen argentino, hay uno que permanece inalterable. Sí, exacto: el proceso inflacionario que parece fraguado con cemento, adherido a la par de la marcha de la historia del país. Hay otros, claro. De lo contrario, los célebres monólogos grabados hace cuatro décadas por Tato Bores carecerían de la aplicación práctica contemporánea.

La gente de Mar del Plata presente en la cancha de River.

Como no podía ser de otra manera, LA CAPITAL le dedicó una cobertura especial de proporciones inimaginables para los días actuales: una decena de enviados especiales entre periodistas y fotógrafos.

Ni hace falta que hace aclarar que era otra época. Solo se permitían dos cambios por cada equipo y los arqueros podían agarrar la pelota con la mano ante el pase de un propio compañero. Los Mundiales los jugaban apenas 16 seleccionados. Y no había fase de eliminación directa. Por eso fue necesario un cuasimilagro futbolístico (el cual no estuvo exento de sospechas): meterle cuatro goles a Perú para poder llegar a la final. En definitiva fueron 6 en aquella épica noche en el Gigante de Arroyito de Rosario. Y poco y nada importó que tiempo después -según cuenta la leyenda- un barco cerealero con sus bodegas colmadas partió desde Buenos Aires con destino a El Callao.

Hubo presencia periodística en Núñez y, por supuesto, también en Mar del Plata. Para seguir paso a paso las celebraciones y caravanas por el centro y en otros puntos de la ciudad. La gente se volcó masivamente a las calles luego de haber escuchado el partido por la radio a través de la voz inconfundible de José María Muñoz, o de haberlo visto en sus casas en la TV en blanco y negro.

Daniel Passarella con la copa del mundo, Oscar Ortiz y Luis Galván en la vuelta olímpica.

Porque aunque muchos aún hoy afirman que lo vieron en colores, eso no es otra cosa que un mito urbano que los recuerdos esfumados por el paso del tiempo y las emociones se empeñan en defender. Más con vehemente perseverancia que con argumentos fundamentados. La televisión en colores, después de casi 30 años de exclusiva transmisión en blanco y negro, comenzó oficialmente en Argentina el 1 de mayo de 1980. Hasta ese momento, la única posibilidad de observar imágenes no enlatadas (filmes, series o programas) en pantallas multicromáticas estaba en el microcine ubicado en la Estación Terrena de Balcarce. Y en épocas de la Dictadura, no era sencillo conseguir un pase para acceder a ese privilegio.

Solamente la televisación internacional del Mundial se emitió al resto del mundo en colores, desde el Centro de Producción de Televisión Buenos Aires, cuyo equipamiento luego se convertiría en Argentina Televisora Color (ATC). Seguramente muchos recuerdan, en la transición entre ambos sistemas, las transmisiones experimentales en abril de 1980. Quienes tenían la posibilidad de haber adquirido un televisor compatible, como por arte de magia, a las 11 de cada día podía ver la novela Rosa… de lejos a todo color. Apenas una hora después, casi como si la carroza se transformaba en calabaza, la pantalla volvía a sus diferentes tonos de grises habituales. Pero claro, esa ya es otra historia…

Mario Kempes ya tocó al gol para el segundo de Argentina. Los holandeses ruedan y Daniel Bertoni inicia el festejo.

SÍNTESIS

Argentina 3

Ubaldo Fillol; Jorge Olguín, Luis Galván, Daniel Passarella y Alberto Tarantini; Osvaldo Ardiles, Américo Gallego y Mario Kempes; Daniel Bertoni, Leopoldo Luque y Oscar Ortiz. DT: César Luis Menotti.

Holanda 1

Jan Jongbloed; Wim Jansen, Ernie Brandts, Ruud Krol y Jan Poortvliet; Willy Van der Kerkhof, Arie Haan y Johan Neeskens; Rene Van der Kerkhof, Johnny Rep y Robbie Rensenbrink. DT: Ernst Happel.

Goles: en el primer tiempo, 37′ Kempes; en el segundo tiempo, 38′ Nanninga; en el primer tiempo suplementario, 14′ Kempes; en el segundo tiempo suplementario, 9′ Bertoni.
Cambios: Omar Larrosa por Ardiles, René Houseman por Ortiz, Dick Nanninga por Rep y Wim Suurbier por Jansen.

Estadio: “Monumental” de River Plate.
Arbitro: Sergio Gonella (Italia).

EL PLANTEL ARGENTINO

N° Futbolista Puesto
1) Norberto Osvaldo Alonso Volante
2) Osvaldo César Ardiles Volante
3) Héctor Rodolfo Baley Arquero
4) Ricardo Daniel Bertoni Delantero
5) Ubaldo Matildo Fillol Arquero
6) Américo Rubén Gallego Volante
7) Luis Adolfo Galván Defensor
8) Rubén Galván Defensor
9) René Orlando Houseman Delantero
10) Mario Alberto Kempes Delantero
11) Daniel Pedro Killer Defensor
12) Omar José Larrosa Volante
13) Ricardo Antonio La Volpe Arquero
14) Leopoldo Jacinto Luque Delantero
15) Jorge Mario Olguín Defensor
16) Oscar Alberto Ortiz Delantero
17) Miguel Angel Oviedo Volante
18) Rubén Oscar Pagnani Defensor
19) Daniel Alberto Passarella Defensor
20) Alberto César Tarantini Defensor
21) José Daniel Valencia Volante
22) Julio Ricardo Villa Volante

DT: César Luis Menotti