El día después de mañana
"Hay vida" después del Superclásico que define la Copa Libertadores.
por Vito Amalfitano
“El fin de la historia” escribió el politólogo Francis Fukuyama en 1989. Después lo amplió en un libro en 1992. Teorizaba sobre el fin de las ideologías. Toda la humanidad sabe que pasó todo lo contrario y que pocas teorías fueron tan difundidas y tan absurdas.
En fútbol, mucho se habla en estos días del “fin”. Hinchas de River y de Boca y hasta comunicadores insisten con que la derrota “borra todo”, que es “el fin” y disparates parecidos.
“El Maracanazo” de 1950 fue quizá la derrota más inesperada e impactante en la historia del fútbol. Tanto que millones de brasileños salieron a celebrar el título del mundo en la noche anterior a la final con Uruguay porque se descontaba el resultado y porque hasta el empate alcanzaba. Empezó ganando Brasil, la euforia siguió, Schiaffino y Ghiggia enmudecieron el Maracaná y al mundo del fútbol. Es cierto que la vida de algunos jugadores brasileños pasó a ser un calvario, y que la redención para ellos llegó recién 64 años después, increiblemente con el lascerante 1-7 ante Alemania en Belho Horizonte. Pero tras ambos acontecimientos increíbles el fútbol de Brasil siguió siendo muy grande, aun el más grande de todos, el de más títulos del mundo.
Cuando Italia organizó el Mundial del 90 no cabía otro resultado que el de campeón. Sobretodo porque desde Inglaterra 66 las potencias, de locales, se quedaban con el título. Pero Italia perdió en los penales con la Argentina de Maradona. Para un país tan futbolero y con hinchas tan viscerales como los italianos fue difícil de digerir. Pero tanto continuó la vida que cuatro años después Italia jugó la final del mundo en Estados Unidos (que perdió por penales ante Brasil) y 16 años más tarde llegó el nuevo título de campeón, en Alemania. El año pasado Italia se quedó afuera del Mundial. Inaudito. Parecía que se acababa el fútbol para los italianos. Hoy la selección sigue llenando los estadios en la Liga de las Naciones o en cualquier amistoso y la Serie A es un espectáculo con miles de teleespectadores.
Juventus se fue el descenso en 2006. Podía ser su “fin de la historia”. Ahora lleva 7 títulos seguidos de campeón en la Serie A y tiene nada menos que a Cristiano Ronaldo.
River se fue al descenso en 2011. No se borra. Pero nada se terminó. Volvió en 2012. Salió campeón de la Sudamericana en 2014, de la Libertadores en 2015.
Boca llevaba 9 puntos de ventaja en 2006 para ir rumbo al tricampeonato nacional que nunca consiguió. Lavolpe lo hizo, lo alcanzó Estudiantes y perdió la final. Fue el “hazmereir” del resto de los futboleros argentinos por unas horas. Días después llegó Russo, volvió Riquelme y el 10, el más grande jugador de su historia, condujo a Boca para que a los 6 meses Boca fuera campeón de América.
Mañana a la noche Boca habrá alcanzado a Independiente con 7 Libertadores o se quedará con 6, mantendrá las 3 “del mundo” y River llegará a 4 de América.
Es innegable que no es lo mismo salir campeón de América en esta final inédita que en otra. Es el primer gran clásico mundial que define uno de los dos máximos títulos continentales de clubes. Pero la vida seguirá en la noche del sábado. Por ahí a algunos pibes les correrá una lágrima. Pero en la mañana del domingo, cuando les tiren una pelota, saldrán a jugar otra vez, en el patio de la casa, en la calle o en la plaza, con el placer que solo da el fútbol. Con la camiseta de River o la de Boca. Que seguirán siendo tan grandes como antes y como siempre.
@vitomundial