El desayuno que definió el gabinete y los desafíos de la nueva etapa
Montenegro y Abad terminaron de acomodar las piezas la semana pasada. En Mar del Plata, Juntos por el Cambio comienza unido la era Milei. ¿Podrá terminarla igual? En el peronismo se empezarán a discutir liderazgos.
Guillermo Montenegro y Maximiliano Abad, una alianza que se mantiene a pesar de los tropiezos de Juntos por el Cambio en Nación y Provincia.
Por Ramiro Melucci
–¿Pero sabe algo del tema?– preguntó, entre descreído y sarcástico, uno de los más conspicuos colaboradores del intendente Guillermo Montenegro.
Se habían barajado varios nombres para una de las dependencias más importantes del gobierno municipal y ninguno cerraba. Uno convencía, pero se trataba de alguien que no estaba dispuesto a venir a vivir a Mar del Plata. Otro fue rechazado de plano por el jefe comunal. El tercer nombre era el que ahora estaba sobre la mesa de negociaciones y el que dependía de una respuesta del interlocutor.
Maximiliano Abad contestó que sí. Y pasó en el acto a enumerar los antecedentes que avalaban a su postulante para el cargo. Sus argumentos finalmente convencieron al jefe comunal de que era el indicado para el puesto.
La última reunión entre Montenegro y su principal socio político se produjo hace una semana, en una casa de la zona de plaza Mitre. Fue un desayuno. Entre el café con leche y las medialunas se terminaron de consensuar los hombres que el radicalismo incorporará al gabinete. El intendente y el jefe del radicalismo bonaerense y flamante senador nacional no estuvieron solos: también participó el senador provincial Alejandro Rabinovich, hombre de confianza del intendente.
Al cabo de las conversaciones, en medio de un escenario político incierto tras las derrotas de Juntos por el Cambio en la Provincia y la Nación, con la sociedad entre expectante y temerosa ante las medidas que propondrá Javier Milei, Montenegro y Abad celebraron una coincidencia que ya no puede ponerse en duda: no hay otro municipio importante donde Juntos por el Cambio gobierne en coalición.
El radicalismo incorporará a Gustavo Serebrinsky (Participación Ciudadana y Descentralización) y Fernando Rizzi (Educación); conservará a Vilma Baragiola (Desarrollo Social) y también mantendrá a Jorge González (Obras y Planeamiento Urbano) y Carlos Katz (Obras Sanitarias). Eso a grandes rasgos, sin mencionar las segundas y terceras líneas y alguna otra funcionaria con corazón radical.
La convivencia se refleja en el Concejo Deliberante, donde, más allá de diferencias esporádicas, en cuatro años no hubo grandes controversias entre el radicalismo y el PRO. Allí acaba de ser ratificada en la presidencia la radical Marina Sánchez Herrero y el bloque de la UCR tendrá cinco concejales (sobre los 13 del interbloque de Juntos por el Cambio).
En otros municipios gobernados por el partido amarillo, la UCR maneja alguna secretaría aislada, no cogobierna. “El modelo de Mar del Plata es único”, insisten los socios. Que sea único, acaso el último, es una señal de alerta en sí misma. Una de las incógnitas del tiempo político por venir es si Montenegro y Abad podrán seguir diciendo lo mismo al final del mandato, con un fuego cruzado intenso en el ámbito nacional, una elección legislativa de por medio y la certeza de que Montenegro no tiene otra reelección.
La conformación del nuevo organigrama, con un secretario, seis subsecretarios y 27 directores menos, obedece a la lectura que Montenegro hizo del proceso electoral. Es una consecuencia directa del mensaje que mandó la sociedad al votar a Milei.
No hay otro municipio importante donde Juntos por el Cambio gobierne en coalición. “El modelo de Mar del Plata es único”, insisten los socios. Que sea único, acaso el último, es una señal de alerta en sí misma.
La reestructuración confirma la confianza absoluta que el intendente deposita en Mauro Martinelli, que quedará a cargo de la Secretaría de Legal, Técnica y Hacienda. Prácticamente todo papel pasará por sus manos. Desde la redacción de un decreto hasta la reglamentación de una ordenanza o la confección de un escrito judicial. Incluso los números del presupuesto quedarán bajo su firma.
Los cambios muestran una fuerte apuesta por Rodrigo Goncálvez, que de coordinar Defensa Civil pasará a la Secretaría de Seguridad, un área sensible para cualquier gobierno, doblemente crucial en el caso de Montenegro, que forjó su trayectoria a partir de su experiencia en la materia. “Está capacitado, conoce el territorio, se involucra como uno más en cada situación, lo vimos interactuar de igual a igual con la policía”, enumeran elogios los que lo eligieron para el cargo.
El intendente otorgó otra vez a Fernando Muro un rol clave. No es casual el cambio de nombre de la Secretaría: de Desarrollo Productivo a Desarrollo, Inversiones e Integración Público Privada. Muy a tono con los vientos liberales que soplan. ¿Si ganaba Sergio Massa igual se modificaba?
Pero a Muro, uno de los favoritos de Montenegro, probablemente uno de los que pueda albergar aspiraciones de sucederlo, ya no le alcanzará con la foto con los empresarios de Lamb Weston en el Parque Industrial para mostrar una buena gestión. El desmembramiento de la Secretaría de Gobierno le deja de regalo la Dirección de Inspección General, con todo lo que eso implica en materia de habilitaciones y control.
La conformación del nuevo organigrama, con un secretario, seis subsecretarios y 27 directores menos, obedece a la lectura que Montenegro hizo del proceso electoral. Es una consecuencia directa del mensaje que mandó la sociedad al votar a Milei.
Otra clave del nuevo tiempo para Mar del Plata es el modo en que se desenvolverá la relación de Montenegro con el gobierno de Milei, dispuesto a recortar subsidios y obra pública que el intendente ha defendido. La discusión televisiva entre ambos que reveló LA CAPITAL data de julio de 2017, pero no perdió vigencia. Montenegro planteó allí una visión distinta a la del futuro presidente en la obra pública. Dijo que es fundamental para hacer infraestructura básica y que genera empleo. El libertario desplegó el libreto con el que varios años después terminó ganando las elecciones. Ya decía que había que cortarla, al igual que los subsidios, otro asunto que no pasa inadvertido en Mar del Plata: el intendente reclamó una y otra vez a la Nación que incrementara los del transporte para equipararlos con los que recibe el área metropolitana.
También se abre una nueva etapa para el peronismo local. Después de dos elecciones en que Fernanda Raverta fue la candidata, y en las que quedó cerca pero perdió, habrá disputas por el liderazgo. Serán un desprendimiento de las batallas por librar de las distintas tribus de Unión por la Patria en el ámbito nacional, y ya no encontrarán a Raverta en un organismo que es sinónimo de Estado como la Anses o en un ministerio provincial, sino en el llano.
La derrota tuvo otras consecuencias. Encuentro Marplatense, el instrumento electoral que forjaron Raverta y Gustavo Pulti para tratar de derrotar a Montenegro, dejó de existir. Al desenlace lo habían insinuado las actividades que, en busca del sueño “Massa presidente”, organizó Pulti con dirigentes del Frente Renovador bajo el sello de Acción Marplatense. Y lo terminó de exhibir la composición del Concejo Deliberante, donde el kirchnerismo, el Frente Renovador y Acción Marplatense decidieron formar bloques separados, sin presentarse tácitamente –como el oficialismo– como un interbloque.
“Si lo hacíamos, en cada votación que no coincidiéramos sólo se iba a hablar de las diferencias que tenemos”, argumentaron los ilustradores de las líneas divisorias, que aprovecharon la dispersión de Juntos por el Cambio y hasta de La Libertad Avanza en otros ámbitos legislativos para mostrar la suya. Pícaro, uno de los ediles aprovechó la exhibición de disidencias para avisar que no habrá que sorprenderse si en la nueva etapa el massismo coincide más con el pultismo que con el bloque que responde a Raverta.