Gritos, insultos e incluso golpes hacia los trabajadores se han convertido en moneda corriente en los hospitales y clínicas bonaerenses.
Como no hay estadísticas oficiales ni información precisa al respecto, la Federación Médica de la provincia de Buenos Aires (Femeba) realizó el año pasado una encuesta entre sus asociados del conurbano y el interior.

Los principales resultados: 6 de cada 10 sufrió uno o más episodios de violencia externa mientras trabajaba, el 65% de los hechos ocurrió en el sector público y el 36% de los profesionales de la salud fue agredido por un grupo de personas.

Verónica Schiavina es médica y coordinadora del Programa de Análisis, Prevención e Intervención de las Situaciones de Violencia de Femeba. Entrevistada por LA CAPITAL, analiza que la problemática “es multifactorial: en forma cotidiana vemos situaciones de violencia en la calle o la escuela”.

Y considera que “hay que trabajar en prevención para que se entienda que la salud, como la educación, son servicios que se dan a la sociedad y que no hay ninguna situación que pueda mejorarse a través de la violencia”.

– En la encuesta el primer causal que aparece como desencadenante de la agresión es la demora en la atención. ¿A qué se debe?

– Hay distintos factores: uno es la falta de profesionales, otro es la falta de infraestructura o insumos. También hay una demanda excesiva de atención en las guardias cuando no todas las patologías o enfermedades requieren atención urgente y se podrían atender en consultorios ambulatorios. Por eso es fundamental implementar el ‘Triage’, que es un sistema por el cual un profesional evalúa a la persona que ingresa a una guardia y determina si requiere atención de urgencia o si puede esperar. A la guardia concurren personas con síntomas de un posible infarto, y otras van con anginas o dolor de espalda. Si no existe el ‘Triage’ se atiende por orden de llegada y el paciente con algo grave puede quedar en el último lugar.

– ¿Qué evaluación hace sobre los episodios violentos que se registran con frecuencia en los centros sanitarios?

– Es una cuestión multifactorial: en forma cotidiana vemos situaciones de violencia en la calle o la escuela. El área de salud -más cuando uno tiene alguna dolencia- no está alejada de esta situación. Por eso hay que trabajar en prevención, para que se entienda que la salud, como la educación, son servicios que se dan a la sociedad y que no hay ninguna situación que pueda mejorarse a través de la violencia. He visto un hospital en una favela de San Pablo, en el que si bien había situaciones de violencia en la zona, no las había dentro del centro de salud porque la población tenía en claro que eso era un servicio; lo respetaban y valoraban.

– ¿Las agresiones las sufren sólo los profesionales?

– La encuesta fue realizada entre los médicos; ellos respondieron que el 58% que había padecido un hecho de violencia, pero la agresión impacta en todo el sistema sanitario: médicos, enfermeras, camilleros y administrativos, entre otros. La violencia produce una disminución en la calidad de la atención.

– Hay un 2,6% que aseguró haber sido agredido en las redes sociales. ¿Se trata de un nuevo tipo de violencia?

– Es grave la situación que se da con las manifestaciones en las redes sociales: el médico se ve afectado y con mucha exposición social, en especial en las comunidades más chicas. Por eso tenemos un programa de asesoramiento gratuito para los médicos prestadores de Femeba; si vive alguna de estas situaciones puede revisar en la web, donde figuran todos los datos de contacto.

Resultados de la encuesta

Según la encuesta realizada en agosto y septiembre del año pasado, el 57% de los profesionales de la salud sufrió algún episodio de violencia externa en el ámbito laboral.

Del trabajo realizado por Femeba se desprende que el 65% de los hechos ocurrió en el sector público y que el 89% de los casos se trató de una agresión verbal.

En el 32% de los casos el motivo que desencadenó el hecho violento fue una supuesta demora en la atención; en el 18% fue producto del estado mental alterado del agresor (que estaba alcoholizado, drogado o tenía una patología mental) y en el 17% fue la información de un resultado médico inesperado por el paciente o sus familiares.

Cerca de la mitad de los profesionales consultados -un 47%- dijo que ya había protagonizado en el pasado hechos de violencia, en tanto que un 40% aseguró quedar con secuelas psicológicas luego del ataque.