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La Ciudad 31 de agosto de 2017

El 28% del área productiva bonaerense afectada por las intensas precipitaciones

El informe de la entidad indica que 3.699.572 hectáreas están inundadas y 4.767.564 anegadas. La situación, actividad, por actividad y la realidad de los municipios más cercanos a General Pueyrredon.

“A poco más 20 días de comenzar la siembra gruesa 2017/2018 en la llanura pampeana, la situación es desesperante, prácticamente toda la cuenca del río Salado” asegura el informe de agosto de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap).

El trabajo analiza el impacto de las altas precipitaciones en las actividades agropecuarias, realizando una cuantificación de las áreas afectadas y su posible afectación sobre las principales actividades: agricultura, ganadería y tambos.

Según datos de la entidad, en la provincia de Buenos Aires, está afectada el 28% de las hectáreas productivas, unas 3.699.572 están inundadas y 4.767.564 anegadas.

Además, la afectación implica el 63% del stock ganadero (11.790.082 cabezas, sobre un total de 18.615.034);
311.207 vacas lecheras sobre un total de 467.625 (67%) y 1498 tambos de 2485 (60%).

En los municipios cercanos a General Pueyrredon la situación es la siguiente: Balcarce tiene 55.665 hectáreas afectadas (14% de su aérea productiva); Castelli 56.473 (26%); Chascomús 83.469 (20%); Dolores 99.630 (50%); Guido 124.896 (53%); Madariaga, 103.118 (34%); Lavalle 78.077 (29%); Mar Chiquita 131.039 (42%); y Maipú 259.768 (48%).

“Desde la desembocadura en la bahía Samborombon extendiéndose hasta zonas de la pampa y sur de Córdoba, pasando por todo el oeste de buenos aires, se encuentra en graves problemas hídricos producto de las elevadas precipitaciones del 2017. Parte de estas zonas, como el partido de Gral. Villegas, vienen en problemas desde hace más de 15 meses. La diversidad de problemas que generan estas inundaciones va desde la pérdida de miles de hectáreas de soja y maíz que no se pudieron cosechar, cientos de miles de litros de leche que se tuvieron que tirar, hasta la pérdida de terneros y vacunos en general. Las pérdidas no solo son productivas, sino también la infraestructura, sobre todo la parte vial, está colapsada, poniendo en juego la vida rural. Imposibilidad de llegar a los campos, escuelas rurales que no pueden dictar clases, se convirtieron en un coctel explosivo que hizo que en muchas zonas que quedaron aisladas que tuvieron que ser abandonadas ante el avance del agua” señala el informe.

Más adelante señala que “en toda esta zona, una gran parte del corazón productivo agrícola, ganadero y lechero de la Argentina, poco más de 5,5 millones de hectáreas inundadas y/o anegadas. A esa superficie hay que agregarle aquella que no tiene piso, por efecto de las napas, lo cual impide llevar adelante cualquier labor, y aquellas zonas inaccesibles por la falta de caminos adecuados”.

La zona analizada comprende una superficie de poco más de 21.5 millones de hectáreas, y abarca gran parte de Buenos Aires, los partidos del Nor-este de La Pampa y los partidos del sur de Córdoba y Santa Fe.

“El análisis de una secuencia de imágenes satelitales de esta semana muestra que a la fecha estamos en el pico máximo de un fenómeno que se inició hace varios meses. De continuar las precipitaciones por encima de la media, la situación se seguirá agravando. Si bien los pronósticos auguran un escenario de precipitaciones algo más baja que lo normal, la situación actual no nos permite ser optimistas” apunta el trabajo de Carbap.

La zona en cuestión tiene 3 actividades agrícolas muy importantes, agricultura, ganadería y lechería, que no solo son parte de las economías regionales, sino que tienen gran peso en la producción de provincia de Buenos Aires y del país también.

En cuanto a agricultura, el informe indica que “el peso relativo de algunos cultivos sobre el total del país es alto, por lo tanto, la performance de estos cultivos en esta siembra que está por comenzar, producto de la situación hídrica actual pone un gran manto de duda a la posibilidad de llevar a cabo esos cultivos este año, lo que seguramente tendrá un impacto negativo, significativo, en el total de la producción del país, y del bolsillo de los productores y arcas fiscales de todos los niveles de Gobierno”.

“A esta altura del año, la única manera de minimizar estos daños debería venir de un cambio drástico, hacia la baja, en las precipitaciones de los próximos meses, lo que, con la llegada de la primavera, días más largos y mayor temperatura, ayude a evaporar los excedentes hídricos y permita hacia fin de año, con una expectativa de menor rinde potencial, sembrar áreas hoy inundadas. Desde ya con las napas tan cerca de la superficie, las siembras en estas zonas conllevan un riesgo de que precipitaciones excesivas en algún momento del ciclo del cultivo ocasionen perdidas” agrega.

En cuanto a la siembra de trigo y cebada, que representa el 20 y 23% del área nacional, “ya tuvieron su merma en el área sembrada, con respecto al año pasado”.

En cuanto a ganadería, el informe indica que “el rodeo ganadero de la provincia de Buenos Aires se encuentra ante un potencial daño de impacto severo, 12 de los 18 millones de cabezas de provincia se encuentran en el área inundada. La cuenca baja del salado, que alberga un porcentaje importante del rodeo de cría de la provincia y del País, se encuentra en la zona afectada, y en este momento esas zonas están en la etapa de parición, por lo que se está definiendo la producción potencial del año próximo, que seguramente tendrá un impacto negativo en la tasa de destete del año 2018 y de continuar esta situación los rodeos verán afectados su nivel de preñez lo que se terminara reflejando en una merma de la producción potencial de terneros en el 2019. Lo que pase en los próximos meses, tendrá su impacto, por las características y tiempos del ciclo productivo ganadero, por completo dentro de 1 a 3 años”.

En cuanto a lechería, “gran parte de la producción lechera de Buenos Aires está en la zona inundada. Esta actividad se ha visto fuertemente afectada, no solo por el impacto directo de las precipitaciones sobre la oferta de forraje y bienestar animal, que ocasiono una merma en la producción, sino también por el colapso de la red vial que impidió el normal envío de la leche de los tambos a las usinas lácteas, teniendo que tirarse la leche en muchos casos por la imposibilidad de sacarla de los campos.

Cambios en la estructura de costos y un precio pagado al productor por debajo de esos costos, sumados a los problemas climáticos y de infraestructura, conformo un combo mortal para muchos tambos, que derivo en el cierre de los mismos”.



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