por Micaela Martínez

Alessia y Valentina, amistad sin fronteras

En 2007 los padres de Valentina Ciminelli (la mamá argentina, el papá italiano) decidieron dejar su residencia en Roma para venir a vivir a Mar del Plata. En plena etapa de su adolescencia, Valentina se despidió de su país, sus costumbres y sus amigos. En ese momento Alessia Murgi, su mejor amiga, le hizo la promesa de que viajaría a visitarla. Así, Valentina desembarcó en nuestro país, con la incertidumbre que conlleva el cambio. “Yo llegué acá negada. Con vergüenza de aprender el idioma.”, asegura y confiesa que hoy por hoy Mar del Plata es su hogar.

Si bien reconoce que el cambio no fue fácil, asegura que los argentinos siempre la hicieron sentir “una más”. “Me llamaba la atención que ya me incluían cuando me conocían. Todos me abrían la puerta para que sea amiga de ellos. Los argentinos siempre me hicieron sentir que estaba en casa. En Italia no es así, somos más fríos”.
Valentina destaca del país valores como el compartir, la incondicionalidad, la calidez y un fuerte sentido de la amistad.

Con la promesa siempre latente, tuvieron que pasar diez años para que Alessia y Valentina se volvieran a ver otra vez cara a cara. El estudio, el trabajo y las posibilidades económicas habían sido los obstáculos para el reencuentro.

Pero el año pasado, justo el día de su cumpleaños, Valentina recibió una carta de Alessia donde aseguraba que la vendría a visitar por unos quince días. Entusiasmada con la noticia, Valentina bromeó que debía visitarla 10 meses, un mes por cada año que pasaron separadas. Pero Alessia lo tomó en serio y aceptó el desafío de venir por varios meses. El 15 de marzo de 2018, Valentina recibió a su amiga Alessia. Hace cuatro meses que Alessia vive en la ciudad, se desempeña como profesora de italiano y confiesa que el mar la conquistó, así como la calidez de los marplatenses. “No te hacen sentir turista. Ya hice más amigos acá”, confiesa. “La Argentina ahora es otra casa para mí, yo lo siento, en este poquito tiempo. Yo voy a volver”, asegura Alessia.

A la hora de elegir una palabra que defina su amistad, Valentina elige certeza. Por su lado, Alessia se decide por una frase: “Cuando dejas de esperar, las cosas llegan”. Se trata de la oración que escribió en una cartulina y le regaló a su amiga el día que la despidió en el aeropuerto, hace diez años, con la promesa de volverse a ver.”Siempre estamos juntas, puede estar el mar en el medio, la montaña, el tiempo, pero nada cambia”, asegura Alessia.

Marcelo y Daniel, compartiendo la vida

Marcelo Díaz y Daniel Villareal son periodistas, pero fundamentalmente amigos de toda la vida. Su vínculo se remonta a la Escuela Agraria de Laguna de los Padres, donde cursaron el secundario. Marcelo asegura que al principio eran “polos opuestos”, hasta que en tercer año comenzaron a vincularse más. Desde ese momento sus vidas fueron a la par. Viajes escolares, la creación del centro de estudiantes e incluso la elección de una carrera universitaria, todo fue compartido. Daniel Villareal eligió veterinaria, mientras que Marcelo agronomía. Con el tiempo, ambos se dieron cuenta de que sus intereses eran los mismos, la historia, la política, la música, la radio, su vocación estaba ligada a comunicar. Hoy en día, ambos se desempeñan como periodistas y lo definen como “una forma de ver la vida”.

La amistad de Marcelo y Daniel data de más de treinta años, donde han compartido alegrías y dificultades, siempre juntos. “Nuestras familias son unidas, nuestros hijos nos dicen ‘tíos'”, revela Marcelo.

Al elegir una palabra que defina su amistad Daniel se decidió por incondicional. “Marcelo es un tipo incondicional, cuando lo necesitás y cuando no él está”. Por su parte, Marcelo afirmó que su vínculo es una hermandad. “Con todo lo que significa ser hermano, las buenas, las malas.Vínculos que van más allá”.
“Los amigos son la familia que uno elige”, concluye Daniel.