Dormir menos de seis horas y media reduce hasta un 20 % la efectividad de las vacunas
La media de sueño que necesita un adulto es ocho horas. No dormir genera somnolencia y, a corto plazo, puede provocar accidentes laborales o de tráfico y a largo, el desarrollo de enfermedades graves y eventos cerebrovasculares.
Dormir menos de seis horas y media al día puede generar, a largo plazo, una afectación en el sistema inmunológico y el desarrollo de determinados cánceres (como los hematológicos), hipertensión y diabetes, pero también hay evidencia científica de que reduce la efectividad de las vacunas hasta un 20 %.
En rueda de prensa con motivo del día mundial del sueño, el presidente de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño (FESMES), Carlos Egea, explicó que esta merma en la efectividad se confirmó durante el Covid, pero se puede extrapolar a las vacunas de manera general y en distintos perfiles.
Con estos datos y esa evidencia científica, Egea subrayó la necesidad de quitar al sueño el estigma de que es “tiempo perdido”, y para ello, dijo, es fundamental involucrar a la administración sanitaria en la promoción de la calidad del sueño y situar a estos trastornos en el debate público.
“El cuidado de la salud mental implica también cuidar el sueño”, señaló este experto.
Egea ha reclamado la creación de una área de capacitación específica para la medicina del sueño que dé respuesta a este creciente problema de salud pública.
No dormir puede acortar la vida hasta 2,5 años
Este neumólogo insistió en que el sueño determina “lo que somos y lo que vamos a ser” por lo que dormir menos de siete horas aumenta la probabilidad de tener enfermedades cardiovasculares, el riesgo de ictus e infarto, y precisó que el consumo continuado de fármacos para el insomnio (benzodiacepinas) conduce al deterioro cognitivo y puede disminuir la esperanza vida hasta 2,5 años.
Egea avanzó que la Alianza por el Sueño (que agrupa sociedades médicas, asociaciones de pacientes y empresas) lanzará próximamente una campaña dirigida a los adolescentes, una de las franjas más afectadas por la falta de sueño, para que sean conscientes de que dormir suficientes horas repercute favorablemente en su rendimiento.
También en la rueda de prensa, la neurofisióloga clínica y coordinadora de la Sociedad Española de Sueño (SES), Ana Teijeira, consideró que la media de sueño que necesita un adulto es ocho horas, tiempo suficiente para no generar problemas a largo plazo si bien ha recalcado que no es importante “solo la cantidad, también la calidad” ya que abunda mucho el sueño fragmentado.
Este año, el día mundial se celebra bajo el lema “Equidad en el sueño para la salud global” que quiere decir que todas las poblaciones deben de tener las mismas oportunidades para tener un sueño de calidad y cantidad, independientemente de la edad, la raza, la etnia, las condiciones socioeconómicas o la localización geográfica.
Dormir favorece la maduración cerebral en los primeros años de vida, la eliminación de tóxicos en el cerebro y la consolidación de la memoria, pero también tiene interrelación con el sistema hormonal, el inmune y el cardiovascular y “para que todo funcione bien, hay que dormir bien”.
Teijeira reconoció que no dormir genera somnolencia y, a corto plazo, puede provocar accidentes laborales o de tráfico y a largo, el desarrollo de enfermedades graves y eventos cerebrovasculares por lo que el sueño debe plantearse como “una prioridad”.
Según Teijeira, el cambio climático tiene un impacto en la calidad del sueño a nivel poblacional y dormir por encima de los 29 ó 30 grados provoca serias disrupciones.