La serie logró interpelar e incomodar a muchas personas acerca de las miradas y prejuicios que tenían y habilitar esos debates es clave para producir cambios a nivel cultural y social.
Por Natalia Concina
La inclusión laboral, la sexualidad de las personas con discapacidad (en particular de las mujeres), la mirada social que infantiliza y la falsa autoayuda son sólo algunos de los temas que la serie División Palermo aborda desde el humor e interpelan al espectador, destacaron integrantes de organizaciones que trabajan con la temática, quienes celebraron que haya producciones audiovisuales que habiliten estos debates.
La serie estrenada el 17 de febrero en la plataforma Netflix -que trata sobre una brigada urbana integrada mayoritariamente por personas con discapacidad a partir de un falso proyecto de inclusión- llegó en una semana a ser una de las más vistas en la Argentina y tuvo una gran repercusión en redes.
“Que una serie que aborda esta temática sea la más vista está buenísimo. Creo que logró interpelar e incomodar a muchas personas acerca de las miradas y prejuicios que tenían y habilitar esos debates es clave para producir cambios a nivel cultural y social”, señaló a Télam Andrea Grassia, periodista e integrante de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI).
Y continuó: “De hecho, las problemáticas que la serie plantea están presentes en el informe que elaboramos junto a 27 organizaciones y que vamos a presentar en marzo ante el Comité de Naciones Unidas que realiza el seguimiento de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD)”.
Sobre estos temas, Grassia destacó en primer lugar las dificultades en el acceso laboral: “Una de las principales problemáticas que nos afecta como colectivo es el desempleo. Entonces me parece importante empezar a mostrar a personas con discapacidad trabajando e interactuando en el ámbito laboral con personas sin discapacidad también”, destacó.
Y a modo de ejemplo citó: “Me ha pasado que en un día de lluvia por la calle me preguntaran por qué salí y cuando dije que estaba yendo a trabajar se sorprendieron; es decir, todavía cuesta que se vea que trabajamos, hacemos actividades y en ese sentido el personaje de Sofi (la joven en silla de ruedas) está buenísimo porque se ve cómo se desenvuelve en la vida cotidiana y las barreras que se le presentan”.
Pero más allá de la mirada social, Grassia recordó que hay un déficit estructural sobre este aspecto: “En Argentina hay una ley de cupo laboral del 4% en el empleo público para personas con discapacidad que tiene más de 40 años y nunca se cumplió. El último dato que tenemos sobre esto es de diciembre de 2019 y se cumplía en un 0,9%. En el sector privado no hay ninguna ley”.
“Por otra parte -continuó-, la asistencia económica estatal que son las pensiones no contributivas sólo están disponibles para personas que acrediten invalidez laboral; es decir, tenés que acreditar que no estás en condiciones de trabajar para acceder a una pensión que es el 70% de una jubilación mínima, lo cual no permite cubrir lo básico”.
“En Argentina el 64,1% de las personas con discapacidad están inactivas, y de aquellas que están empleadas la mayoría se encuentra en el sector privado”, agregó por su parte Silvina Alonso, coordinadora de Inclusión Laboral de Personas con Discapacidad Intelectual en Asdra (Asociación Síndrome de Down de la República Argentina), que cuenta con un programa que fue reconocido por el Comité de Experto de Naciones Unidas.
Y continuó: “Al haber falta de información se construyen imaginarios sociales que generan situaciones de exclusión; es decir, se piensa que como tiene discapacidad, en nuestro caso síndrome de down, es un ‘niño eterno o un angelito’, con esta mirada no se puede contratar a alguien; en este sentido, la tarea de formación en clave para cambiar la mirada”.
Para Soledad Gelvez, militante feminista y por los derechos de las personas con discapacidad y presidenta de la Federación Argentina de Instituciones de Ciegos y Amblíopes (Faica), “la serie hace una buena apuesta al trabajar los temas que tienen que ver con la inclusión, accesibilidad, incluso lo que se piensa de la sexualidad de las personas con discapacidad desde el humor”.
“Quienes trabajamos en organizaciones lo hacemos desde otro lugar, dando charlas, talleres, generando espacio de promoción de derechos para las propias personas con discapacidad que muchas veces no tienen información accesible y apropiada sobre todo respecto a la sexualidad porque es algo sobre lo que se elige no hablarnos”, señaló.
Sobre este aspecto, Gelvez describió que “por un lado, a las personas con discapacidad se nos ve como asexuadas o infantilizadas, no se nos piensa como deseables, no se piensa que se puede mirar una parte de su cuerpo y sentir excitación porque lo que prevalece es la mirada compasiva, tampoco se piensa que podemos desear”.
“Por otro lado -continuó-, se supone que de las personas con discapacidad hay que enamorarse, que no van a poder tener una relación sexo afectiva en la que pueden elegir quedarse o no y todo se lleva al plano de una solemnidad que excede la cuestión del consentimiento (que tiene que estar presente en cualquier relación); es decir, se cae en un cuidado como si fuéramos excesivamente frágiles”.
La mujer también indicó que “en el otro extremo, sobre todo en los varones con discapacidad intelectual, se piensa que tienen una sexualidad desenfrenada que no se puede educarse a partir de pautas de comportamiento entonces se medicaliza; y en el caso de las mujeres con discapacidad intelectual hasta 2021 una práctica habitual era la esterilización sin consentimiento, incluso sin darle información de la práctica quirúrgica que se le está realizando”.
Gelvez señaló que estos prejuicios, también sumados a cuestiones estructurales, hacen que “el acceso a los derechos sexuales y reproductivos de las personas con discapacidad dependan muchísimo de la ciudad en la que viven o si tienen una familia que brinda apoyos e información necesaria; y esto no debería ser así, habría que generar espacios integrales de manera sistemática que hagan que el acceso a estos derechos no dependan de la suerte”.
Otro aspecto de la serie que tanto Grassia como Gelvez destacaron es la crítica a las falsas ideas de autoayuda: “En la serie muestran que se vuelve viral un video de una chica en silla de ruedas que dice ‘los escalones están en tu mente’ y lo contraponen con lo que le pasa a Sofi en el día a día, las rampas que no existen o están mal hechas, los muebles a una altura inaccesible, etc.”, sostuvo Grassia.
Y agregó: “Es importante mostrar que las barreras existen concretamente, por eso hay personas que tienen menos oportunidades que otras. Pero, además, creo que las salidas siempre son colectivas y que el mensaje de la superación personal es muy peligroso porque terminan planteando que si uno no logra incluirse es por falta de voluntad”.
Finalmente, sobre el recurso del humor, las entrevistadas reconocieron en esto una oportunidad: “La risa desde el privilegio de quien no lo vive tiene un riesgo que es quedarse en eso en el entretenimiento, pero también puede habilitar a pensar algo que nunca antes pensé, que no había tenido en cuenta”, concluye Gelvez.
Télam.