Diana Sperling: hay que soportar “hacer nada”
"Mi apuesta es permitirnos pensar, soportar la ausencia de certezas y tolerar el tiempo que todo proceso lleva hasta que pueda mostrar algunos de sus hilos. La trama todavía se está tejiendo y será muy a posteriori que podremos entrever la figura del tapiz" dijo la filósofa argentina.
Darle tiempo al tiempo, soportar períodos de “hacer nada”, no dejarnos llevar por la depresión y escuchar el susurro de los miedos que nos habitan sin expulsarlos a los empujones, aconsejó la filósofa Diana Sperling para sobrellevar este aislamiento social y obligatorio al que nos arrojó la pandemia de coronavirus.
Sperling -también escritora, ensayista y docente- señaló a Télam que “se nos insta permanentemente a aprovechar la cuarentena, a hacer cosas útiles, divertidas, instructivas. Cataratas de propuestas culturales, lúdicas, artesanales y de aprendizaje de todo tipo inundan las redes” como otra forma de la “lógica del consumo”.
Como si sobrevolara, advirtió, “un miedo concreto: si no hacemos nada, si simplemente dejamos pasar el tiempo nos sumiremos en la depresión, engordaremos sin remedio y nuestro cerebro se llenará de tanta grasa como nuestro abdomen”.
La escritora reconoce que “hay algo de cierto en tal panorama”, ya que “en situaciones de encierro obligado (cárceles, campos de concentración, sitios) es imprescindible sostener ciertas actividades y rutinas para mantenernos humanos, es decir, pensantes y creativos, y no dejarnos reducir a nuestras necesidades más básicas, un estado que nos acercaría a la animalidad”.
Sin embargo Sperling señaló a “ese fantasma que sin duda acecha y parece conducirnos a una compulsión imparable, una necesidad ciega de hacer, hacer, hacer. En cierto modo, esta no es sino otra vía hacia lo mismo de lo que deseamos huir”, indicó.
Y agregó que “esa lógica compulsiva es la que domina en la sociedad del hiperconsumo, y tal imperativo también tiene un aspecto primitivo e inhumano. Comprar, tener, consumir, renovar sin freno: no muy distinto a hacer, adquirir (conocimiento, habilidades, información), realizar. Es decir, llenar el tiempo para evitar que nos invada el desasosiego”.
“Pero, ¿no son acaso el desasosiego, el temor, la incertidumbre, las preguntas sin respuesta y la angustia -incluso- reacciones lógicas ante lo que ocurre?”, interrogó Sperling.
La ensayista argentina dio el siguiente ejemplo a Télam: “Como el bailarín que nos parece suspendido en el aire en medio de sus asombrosas piruetas, o el lanzador de jabalina que parece petrificado por una fracción de segundo antes de que todo su cuerpo se incline hacia adelante en el movimiento que imprime a su lanza, toda velocidad tiene su momento de contención, toda carrera comprende un instante congelado”.
“Permitirse transitar por esas sensaciones, darles un lugar en nuestro ánimo, experimentar sentimientos incómodos y desagradables sin llenarnos de contenidos que funcionen de tapón. Tal vez debamos darle tiempo al tiempo”, insistió, y “soportar períodos de hacer nada”.
Cuarenta días y cuarenta noches, es el tiempo que duró el diluvio universal narrado en el Génesis, de ahí proviene la palabra “cuarentena”, explicó Sperling,
“Que haya un nexo terminológico puede producir la tentación de extrapolar ese vínculo a otros terrenos y darles una interpretación teológica a los hechos implicados. Suponer, por ejemplo, que la pandemia de coronavirus es un castigo divino por las abominaciones y descarríos de los humanos. Personalmente, no comparto esas lógicas deterministas y culpabilizantes”, advirtió.
“Ninguna cosmovisión -religiosa, sociológica, política o económica- me parece oportuna para explicar fenómenos como el presente. Seguramente, la conjunción de causas y variables es de tal complejidad que ninguno de esos enfoques (ni tampoco el científico solo) puede dar cuenta de lo que ocurre”, precisó.
Sobre qué consejo podría aportar desde su condición de filósofa, Sperling dijo: “Mi apuesta es permitirnos pensar, soportar la ausencia de certezas y tolerar el tiempo que todo proceso lleva hasta que pueda mostrar algunos de sus hilos. La trama todavía se está tejiendo y será muy a posteriori que podremos entrever la figura del tapiz”.
“Ojalá cumplamos la cuarentena debidamente, para arribar a ese momento en que el arca se deposite de nuevo en tierra firme y podamos volver a caminar”, expresó como deseo final.
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