Desarrollan un dispositivo para postergar el uso del respirador en pacientes con coronavirus
El equipo de trabajo es interdisciplinario y está formado por investigadores, personal de apoyo, becarios del CONICET y un médico anestesista de la ciudad. Todos unieron su conocimiento y solidaridad para desarrollar un dispositivo que ralentiza el proceso de deterioro respiratorio en pacientes internados con COVID 19.
Un triángulo profesional y humano unió sus fuerzas y experiencias profesionales para comenzar esta iniciativa. La coordinación general y asistencia en el diseño y los planos estuvieron a cargo de Fernando Trabadelo, profesional principal del CONICET Mar del Plata, con lugar de trabajo en el Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de los Materiales (INTEMA, CONICET-UNMDP).
Junto a él, el médico anestesista Javier Andrés Pagnussat, quien en estos tiempos de pandemia trabaja en distintas instituciones de salud de la ciudad y Amadeo Daniel Sosa, investigador asistente del CONICET, Director del departamento de Mecánica de la Facultad de Ingeniería y Profesor Adjunto UNMDP, quien realizó el desarrollo mecánico de las piezas.
También colaboraron en la mecanización de las piezas la ingeniera María Emilia Furno, Ayudante graduada de la UNMDP; el Técnico Mecánico, Luciano Ditonto de la UNMDP; el Profesional Técnico Mecánico, Gustavo Wagner; y el Ingeniero Mecánico, Diego Fernandino, Investigador Independiente CONICET y JTP de la UNMDP.
El proyecto surgió cuando el doctor Pagnussat tomó conocimiento en una disertación del doctor García Fernández, Jefe de anestesia del Hospital Puerta de Hierro de Madrid, sobre la adaptación de dispositivos de ventilación tipo Mapleson C que se usan en quirófano, para dar presión positiva a la vía aérea de forma no invasiva.
“Al no existir este tipo de dispositivos en los quirófanos de Mar del Plata nos juntamos con Fernando para intentar fabricarlo”, explica Javier Pagnussat. Fernando agrega: “La idea fue poder reutilizar partes estándar de uso médico, adaptarlas y así lograr armar un sistema tipo Mapleson C que permita ser utilizado en ciertos pacientes internados con SARS-COV-2. Cuando el Doctor Pagnussat me contactó, hablé con el Ingeniero Daniel Sosa para comentar el desafío, quien se sumó rápidamente y con gran entusiasmo al proyecto”.
El dispositivo es de ventilación manual con una entrada para el oxígeno, una válvula APL para regular la salida de aire y una bolsa de silicona para realizar la ventilación de un paciente a través de una máscara o un tubo endotraqueal. Se readapta para dar presión continua no invasiva en la vía aérea solo con una entrada de oxígeno, realizando una obstrucción a la espiración durante la respiración espontánea del paciente, con lo cual se consigue mantener las unidades alveolares abiertas al final de la espiración.
“Uno de los problemas de esta enfermedad es que el líquido intersticial y la lesión barren con el surfactante, sustancia producida en el pulmón encargada de mantener la tensión activa de las paredes alveolares. Esto permite que, en condiciones normales, el alveolo no colapse al salir el aire durante la espiración. Si tuviéramos que abrir los alveolos en cada inspiración (como los recién nacidos en sus primeras respiraciones) rápidamente nos agotaríamos. Al mantener artificialmente la presión en la vía aérea evitamos el colapso alveolar y reducimos el esfuerzo respiratorio, mantenemos unidades para el intercambio gaseoso y colaboramos a la reabsorción del líquido intersticial, sin necesitar invadir la vía aérea con un tubo endotraqueal que requiere sedar y relajar al paciente y el uso de respiradores”, explica Pagnussat.
Todo el esfuerzo realizado para llevar a cabo este dispositivo fue financiado de manera personal por el doctor Pagnussat, quien donó el recurso económico y realizó las compras necesarias para que el resto del equipo dispusiera su tiempo y capacidad.
El costo del dispositivo es difícil de calcular ya que contiene un resorte, una entrada de oxigeno de metal y el material de plástico. El grupo de trabajo estima que la inversión por dispositivo es de 600 a 800 pesos, aproximadamente. A lo que habría que sumar las partes adicionales para que funcione: el material de plástico (que en este caso fue donado por la empresa FESCAP S.A. de MDP), una máscara de anestesia, un filtro viral, una bolsa de silicona y un arnés para sujetar la máscara.
“Salvo el arnés todo lo demás está en el quirófano de cualquier hospital público disponible”, indica Javier Daniel Sosa y relata que “las herramientas e insumos de corte para el mecanizado fueron recursos propios del Área Tecnología de la Facultad de ingeniería de la UNMDP, adquiridos para actividades de transferencia. A través de la gestión de Gustavo, la empresa SEYCO donó un macho y una terraja que permitieron acelerar las etapas de roscado. Por su parte, Javier aportó otro macho de roscar. Se emplearon máquinas del taller de mecánica de la Facultad de Ingeniería-UNMDP”. A lo que Fernando suma: “Trabajamos voluntariamente con la idea de no agregar costos al dispositivo y poder luego compartir su diseño”.
El equipo ya fabricó cerca de 40 ejemplares, de los cuales diez fueron donados al Hospital Modular de esta ciudad, montado en el predio del Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA); y hay una cantidad ya lista y otras en proceso de fabricación. La idea del grupo de trabajo es hacer disponible la información para que pueda replicarse en otras partes del país.
Tanto Daniel como Fernando y Javier manifiestan su emoción por desarrollar esta oportunidad en forma de dispositivo para colaborar en la búsqueda de soluciones o atenuantes frente a esta pandemia. Una oportunidad conjunta de ayudar desinteresadamente a los profesionales de la salud a contar con una herramienta más para el tratamiento de los pacientes que presentan debilidad respiratoria, una nueva demostración de cómo la ciencia contribuye cotidianamente a dar respuestas a la crisis social y sanitaria en el contexto de pandemia.