La diferencia de géneros también se hace presente en las góndolas. Un estudio realizado en Mar del Plata determinó que en iguales productos, hay una diferencia de precio en contra de las mujeres.

Este fenómeno fue denominado “impuesto rosa” y es conocido mundialmente como “pink tax”. Este término, simbólico, es por el que se conoce al sobreprecio que tienen algunos productos por el solo hecho de estar destinados a las mujeres. Elementos de higiene personal como desodorantes, talco y afeitadoras, muchas veces tienen un precio mayor por dirigirse al público femenino.

De un relevamiento realizado por Consumidores Argentinos, se detectó que existen diferencia de precios entre productos.

En el estudio se determinó que una máquina de afeitar para hombre cuesta unos $ 75,19 y la misma para mujer, $ 77,25, sucede lo mismo con el desodorante Rexona, que en igual producto, cantidad y calidad, para hombre se vende a $ 41,19 y para mujer 45,49. La misma diferencia se da en desodorantes y talcos, sin que medie diferencia entre los productos que lo justifique.

“Hoy ser mujer consumidora tiene un costo absolutamente distinto al del hombre consumidor. La diferencia de precios existente entre productos idénticos destinados para hombres y mujeres es absolutamente notoria”, aseguraron desde Consumidores Argentinos.

Por lo general esta diferencia de precios existe en productos de belleza, higiene y nutrición, lo que cabe inferir que esta discriminación está basada en los estándares sociales que se le imponen a la mujer.

“Basados en el mandato social a la mujer de estar bella. Si se analiza el “pink tax” con la discriminación en los sueldos de las mujeres en relación a los hombres, y los altos precios de productos “menstruales”, resulta que la mujer no sólo gana menos sino que paga más su costo de vida”, señalaron.

Desde Consumidores Argentinos realizaron la denuncia en la Oficina del Consumidor para que se informe cuál es el motivo de la diferencia.

El marketing
Tras estudio realizado, desde Consumidores Argentinos, consideraron que estos sobreprecios son reafirmados por el marketing y publicidades que en muchos casos suelen potenciar los estereotipos y estándares sociales sin perspectiva de género.

“Lo que habitualmente vemos en publicidad de productos como los de limpieza, los dirigidos a niñas y niños, la muestra de la mujer como compradora compulsiva, que hacen que existan una “canasta básica” femenina y masculina, con valores obviamente más altos para ellas”, aseguraron.