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Opinión 31 de octubre de 2020

De la realidad de incertidumbres a la necesidad de certezas

Por Gustavo de Elorza Feldborg (*)

¿Qué escenarios educativos se presentarán en 2021?

Pensar la educación para el próximo ciclo lectivo no es un acto de futurología sino, por el contrario, es realizar en prospectiva distintas acciones que nos permitan anticiparnos a posibles escenarios educativos, donde variables de contexto, como la pandemia y sus posibles nuevos brotes, quizás nos presenten una nueva modalidad de trabajo educativo como lo es configurar e implementar escenarios de alternancia e intermitencia entre procesos pedagógicos andamiados y sostenidos mediante una combinación de presencialidad y virtualidad.

Claro está, que esta nueva forma, desafiará nuevamente al sistema educativo en sus distintas dimensiones. Es decir, los docentes es muy probable que deban reajustar sus prácticas educativas sin mencionar la urgente necesidad de capacitación en el uso pedagógico de las nuevas tecnologías, deuda pendiente de saldar.

En el recorrido que llevamos del ciclo lectivo 2020 sería un importante momento para reflexionar, volver a pensar y resignificar nuestras prácticas docentes, por supuesto, a través de un ejercicio crítico y reflexivo para analizar si la participación de nuestros estudiantes en este intento de sostener el vínculo y la continuidad pedagógica les permitió desarrollar acciones de comprensión de sus aprendizajes. Por otro lado, si los procesos de enseñanza y de aprendizaje que desarrollamos en escenarios de virtualidad ayudaron a lograr el desarrollo de factores como la autodisciplina, el autoaprendizaje, la organización del pensamiento, la expresión personal y todo lo que conduce al logro de una autovaloración y seguridad de ellos mismos (Del Mestre y Paldao, 1978).

Otro aspecto no menos importante -a no descuidar- dado que contamos con la experiencia de haber tenido que aprender un poco a la fuerza sobre como educar a través de la virtualidad, consistiría en relevar todos aquellos factores necesarios para la correcta implementación de esto que estamos analizando. Es decir, se debería resolver la falta de equipamiento tecnológico y brindar asistencias técnicas para todos aquellos que en este ciclo 2020 tuvieron problemas para seguir y apropiarse de las acciones y procesos planteados para la educación virtual.

Por otro lado, sería un oportunidad muy positiva y que beneficiaría a todos los estudiantes la realización de capacitaciones de formación pedagógica en el uso de las nuevas tecnologías, ya que mucho de lo realizado en este año -sin desmerecer el esfuerzo y compromiso de los docentes- se encuentra muy lejos de lo que representa educar en la virtualidad.

Claro está, que esta distancia entre lo que hemos hecho al intentar educar desde lo digital, en relación a los principios que enuncia la tecnología educativa, ha quedado reducido al mero uso instrumental de las nuevas tecnologías, y por lo tanto, para un verdadero análisis, se deben promover experiencias que nos permitan reflexionar como educadores sobre las vinculaciones que se suceden entre la enseñanza, las tecnologías y el conocimiento.

Todo ello se manifiesta dentro de nuestra contemporaneidad, la cual se encuentra atravesada por concepciones de tiempo y espacio no tradicionales. Por lo tanto, la perspectiva tecno-pedagógica es más que la suma o la adición del instrumental tecnológico a la pedagogía tradicional, y por tanto, es necesario comprender que “una verdadera innovación pedagógica, surgida de la interacción de doble mano entre pedagogía y tecnología y entre tecnología y pedagogía, son dos polos que interactúan, influenciando, modificando y renovándose en forma conjunta. Uno de los principales factores a tener en cuenta en la utilización de mediaciones tecnológicas-digitales, es comprobar que las herramientas y recursos no se estén utilizando desde una concepción tecno céntrica, es decir, mediante la implementación meramente instrumental, descuidando aspectos esenciales como la colaboración, la interacción y sobre todo los procesos de comunicación” (de Elorza, 2016).

Asimismo, es muy probable que los nuevos tiempos de un futuro cercano reflejen los cambios y las nuevas necesidades de una educación que puede y sabe transitar la alternancia e intermitencia de un complemento entre presencialidad y virtualidad, con sólidas bases pedagógicas y didácticas.

También es probable que si nos ocupamos ahora de valorar y pensar nuestros recorridos y experiencias de este año, podamos desarrollar prácticas educativas más cautelosas basadas en un conocimiento real de lo que significa e implica el desarrollo de procesos de enseñanza y de aprendizaje a través de la mediación de la virtualidad, estableciendo sólidos principios que nos permitan dentro de la educación establecer lo alternativo y disruptivo como proceso. De esta forma, comenzaríamos nuestro éxodo pedagógico hacia una educación que dé respuestas y prepare a nuestros estudiantes para el siglo XXI, abandonando concepciones, perspectivas y acciones de la educación industrializada.

Cabe entonces preguntarnos qué características presentará el futuro próximo: una posible respuesta, puede ser, que éste será de seguro muy rápido, impredecible, paradójico, conectivo y en red.

Sabemos que los procesos de enseñanza y de aprendizaje andamiados con nuevas tecnologías no son un proceso mecánico y que se requiere por parte de los profesionales de la educación, conocer e interpretar sus potencialidades a la hora de su uso educativo. La innovación de los procesos pedagógicos mediados por nuevas tecnologías, es un camino sin retorno para las instituciones educativas.

Si pensamos y actuamos en intentar pasar de las incertidumbres hacia algunas certezas, nos ayudaría establecer el uso de las nuevas tecnologías, para el desarrollo de procesos de comprensión, para la reflexión y la creatividad, sea en cualquiera de los modos en que nos toque operar.

Algunas certezas que podemos presentar en relación al uso de las nuevas tecnologías como pedagogía del andamiaje estarían representadas en que la cognición y el conocimiento estarán distribuidos en un modelo conectivista y con funcionamiento en red, donde las tecnologías móviles atribuirán un carácter mas nómade a las instituciones educativas, andamiando el proceso educativo en espacios no condicionados por los límites de tiempo y espacio, con el uso de móviles, que les permitirá adquirir un mayor protagonismo en relación a la ubicuidad de los procesos de enseñanza y de aprendizaje.

Por último, y sin esperar a un futuro cercano, no podemos desconocer que hoy en día estamos aprendiendo a pensar, actuar y vivir de un modo nuevo con ayuda de las nuevas tecnologías. Sólo nos resta esperar que la educación “despierte”.

(*) El autor es Doctor en Tecnología Educativa (AAU – EE.UU), profesor e investigador universitario (UFASTA) y especialista en educación y nuevas tecnologías (FLACSO).



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