Dar la talla
por Walter Vargas
En días de una causa superior, cuando los deportes ocupan un lugar secundario o irrelevante en la agenda pública, y lo bien que está, la dirigencia del fútbol argentino dispone de la oportunidad dorada de ponerse a la altura de las circunstancias.
Hasta donde sabemos nadie ha querido que pase lo que está pasando pero ante los hechos consumados, atados necesariamente a devenires que marchan a años luz del rodar de una pelota número 5, el fútbol mismo afronta el desafío de barajar y dar de nuevo.
El fútbol entendido como una enorme comunidad en general pero en sentido específico y acotado remitido a los gestores de su estructura organizativa.
No fue muy bueno el comienzo, por cierto, toda vez que en simultáneo con las primeras medidas preventivas acerca del Covid-19 cada quien atendió su juego y la Copa Superliga tuvo un bautismo opaco y rayano en lo caricaturesco.
Sobre llovido, mojado, el presidente de la Superliga se despachó con una cuarentena sui generis: hacia la lejana Esquel marchó Marcelo Tinelli al presunto abrigo de explicaciones brumosas.
En cambio, Claudio Tapia ha hecho gala de una simplicidad y una sensatez que no siempre constan en su caja de herramientas y en condición de presidente de la AFA dio por hecho que todavía es prematuro hablar de la reanudación de las competencias.
Pero en algún momento el virus estará circunscripto, la vida recobrará una textura y una dinámica natural y el nuevo escenario demandará respuestas concretas: ¿qué hacer con la Copa Superliga? ¿Qué hacer con los descensos? ¿Qué hacer con las competencias del Ascenso? ¿Qué hacer con el torneo de Primera 2020/21 que debería empezar en agosto?
En las altas esferas donde se cuece el pescado grande del deporte ya han tomado decisiones de fondo: postergación de los Juegos Olímpicos de Tokio, de la Eurocopa, a la hora de ser escritas estas líneas se analiza la alternativa de dejar vacante Wimbledon, se discute la reformulación de contratos, salarios y demás, y en el destino de los campeonatos en curso, los de futbol, hay una sola opción: o se estiran los calendarios y se los completa o se los da por terminados y se establece en qué condiciones.
Tal como se perfilan los sucesos de más por saber, en lo que a la Argentina incumbe recién hacia finales de abril o comienzos de mayo dispondremos de un panorama más claro, si así pudiera decirse.
En ese contexto de mayor claridad, y si fuere positivo lo bienvenido que será, lo más plausible sería suprimir los descensos de esta temporada y terminar la Copa Superliga en las fechas que estaban reservadas para la Copa América o por el sistema de eliminación directa.
Y si no fuera posible querrá decir que el alegre rodar de la pelota será todavía menos trascendente y que la ingeniería del entretanto y del día después pondrá de manera más profunda a los popes de la patria futbolera en la ineludible obligación de ser incluso mejor que sí mismos.