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Cultura 1 de abril de 2019

María Pía López: “Cada vez más, las mujeres jóvenes se reconocen feministas sin duda”

"Apuntes para las militancias. Feminismos: promesas y combates" (EME, 2019) se presenta como un material de agitación, provocación y circulación en tiempos en que el movimiento de mujeres transita mayor protagonismo.

María Pía López, socióloga, escritora y militante.

por Luciana Mateo
@LucianaMateo

LA PLATA (Corresponsal).- “Hay un desplazamiento y es un desplazamiento generacional: cada vez más, las mujeres jóvenes se reconocen feministas sin dudar, como parte de las identidades que ponen en juego, las pautas de conducta y las creencias que sostienen”, dice María Pía López, autora de “Apuntes para las militancias.

Feminismos: promesas y combates”, el libro recién salido de la editorial Estructura Mental a las Estrellas (EME).
Cabe señalar que López es socióloga, escritora y militante. Nació en Trenque Lauquen en 1969 y vive desde hace tres décadas en Buenos Aires. Actualmente es secretaria de Cultura y Medios de la Universidad Nacional de General Sarmiento.

“Las chicas más jóvenes modificaron el umbral de tolerancia y eso cambia las conductas enteras”, agrega López en esta entrevista con LA CAPITAL.

‘Apuntes…’, este texto urgente –“que no quiere ser libro, sino material de agitación”- parte de la palabra Basta.
Y, escrito desde la alegría, realiza un repaso por algunas de las luchas que encabezaron las mujeres organizadas a lo largo de la historia –entre las que se destacan las Madres de Plaza de Mayo y las inquilinas de los conventillos de principios del siglo XX- e indaga en cómo contribuyen el capitalismo y la ideología neoliberal a moldear –ellos también- nuestros cuerpos y nuestros deseos.

“Un 3 de junio de 2015, centenares de miles nos encontramos en las calles. Nos sorprendimos mutuamente. ¿Dónde estábamos antes?”, se pregunta López en el libro.

– ¿Y dónde estábamos antes?

– Creo que había muchas compañeras feministas que estaban activando en distintos espacios. No se puede pensar ese 3 de junio sin una larga confluencia, sin lo que significaron como laboratorio los encuentros nacionales de mujeres, las distintas experiencias de colectivos feministas que iban creciendo en todos lados –por ejemplo en las escuelas secundarias donde la Educación Sexual Integral venía produciendo efectos en la emergencia de modos no binarios de pensar la existencia- y en la larga tradición de militancias que ya estaba en los partidos y los sindicatos. Eramos personas que no nos encontramos en otros momentos pero que veníamos haciendo lo mismo.

– ¿Qué hechos puntuales considerás que marcaron este movimiento que hoy es imparable?

– Me parece que hay tres grandes hitos: junio de 2015 con la consigna ‘Ni una menos’, la aparición de la herramienta del Paro Internacional de Mujeres y lo que eso significa en relación al trabajo y, por último, la campaña por la legalización del aborto.

– Decís en el libro que muchos varones le temen a nuestro Basta en los lugares de trabajo, las casas, las camas, las organizaciones, los sindicatos, los partidos… ¿Por qué le temen?

– Muchos hombres, en vez de entender la violencia a la que somos sometidas y el lugar desde el cual estamos discutiendo, tienden a producir una especie de identificación con el victimario porque se ven inmediatamente proyectados sobre la posibilidad de ser acusados de algo. La consigna ‘Ni una menos’ fue muy fuerte; nadie puede estar de acuerdo con que nos maten, creo que ni siquiera los asesinos dicen que está bien matar. Pero al mismo tiempo, nos impugnan el corrimiento del umbral. Porque nosotras estamos diciendo que el femicidio es el punto más alto de una serie de violencias machistas, que esas violencias se inscriben en una trama de desigualdades sociales y económicas y que lo que está en juego es el respeto a nuestras autonomías. Cuando sostenemos que no nos pueden decir cualquier cosa en la calle, que no nos pueden sobreexplotar en los trabajos y que necesitamos aborto legal, es todo parte de la misma pelea. Desde afuera son vistos como excesos, entonces aparece la defensiva porque muchos se sienten amenazados.

“Ya no resulta un estigma”

– Hasta hace poco tiempo –incluso todavía hoy- muchas mujeres rechazaban la palabra ‘feminismo’ por creer –en muchos casos- que se trata de lo opuesto al machismo. ¿Creés que se ha avanzado en ese sentido, que se está conociendo el verdadero significado del término?

– Creo que incluso el 3 de junio de 2015 muchas de las que salieron a la calle no se reconocían como feministas y todavía se escucha a mujeres públicas o que defienden sus propias autonomías decir ‘yo no soy feminista’. Cada vez más el feminismo es una identidad múltiple y móvil que todas adoptamos de distintos modos, pero ya no resulta un estigma. Me parece que hay un desplazamiento y es un desplazamiento generacional: cada vez más, las mujeres jóvenes se reconocen feministas sin dudar, como parte de las identidades que ponen en juego, las pautas de conducta y las creencias que sostienen. Las chicas más jóvenes modificaron el umbral de tolerancia de las cosas y eso cambia las conductas enteras: qué es el consentimiento y qué significa decir no -por ejemplo- y están derribando todos los argumentos que usaban las generaciones anteriores.

– ¿La revolución feminista es la única revolución actual?

– Yo creo que es la revolución más fuerte de la actualidad porque aparece un sujeto político que es el sujeto político de mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries. Que aparece con consignas propias, con modos de ocupación de las calles, con redes organizativas. Y que, al mismo tiempo, plantea un conjunto de transformaciones que no se limitan a un espacio social. Nosotras siempre decimos que nuestra pelea se da en las calles, en las camas, en las casas y en los trabajos. Eso implica una modificación fuertísima de todo el orden social y de las costumbres; esa es la revolución.