“Cuando me detuvieron pensé en mis hijos, que iban a quedar desamparados”
Karina es una de las internas de la Unidad Penal 50 de Batán que este domingo espera la video llamada con su familia para celebrar el Día de la Madre. “Hoy tener un contacto visual y auditivo es importantísimo, te da una contención enorme”, dice en una charla con LA CAPITAL.
Por Juan Salas
Del otro lado de los custodiados muros de cemento de la Unidad Penal 50 de Batán, la “Cárcel de mujeres”, este domingo se vivirá una jornada especial por el Día de la Madre y, sin visitas posibles por los protocolos de prevención del coronavirus, las internas dependerán de una buena señal de Wifi para realizar video llamadas con sus familias y abrazarse de manera virtual con sus seres queridos.
Karina se encuentra detenida, condenada a 5 años de prisión por un delito de venta de drogas y no ve a cuatro hijos y nietos desde el 15 de marzo, unos días antes que el presidente Alberto Fernández decretara la primera etapa del aislamiento social, preventivo y obligatorio.
“La virtualidad acá y en este contexto es muy importante. Hoy tener un contacto visual y auditivo es importantísimo, te da una contención enorme”, dice Karina en una charla telefónica desde la “Cárcel de mujeres” con LA CAPITAL.
Al preguntarle la edad, Karina dice que tiene 42 años. Pasan unos segundos y pide perdón, se corrige y dice que tiene 44, es que para ella el tiempo no avanza, se detuvo ese 27 de marzo de 2019 cuando fue detenida por una causa de drogas. Primero fueron unos meses en el Destacamento Femenino y, desde el 18 de agosto de 2019 que está alojada en una celda de la Unidad Penal 50 de Batán.
“Cuando me detuvieron pensé principalmente en mis dos hijas, menores, que iban a estar desamparadas. Sentí una desolación total, un dolor que se vive en todo momento sin poder sacármelo de la mente”, cuenta Karina y agrega: “En soledad, los días y las horas son eternas acá”.
-¿Te arrepentís de lo que hiciste?
-Sí, me arrepiento. La perspectiva es otra. Fue instantáneo el darme cuenta del error y darme cuenta las consecuencias. El cambio lo tengo asumido hace mucho, no necesité trabajarlo. Fue tan grande el dolor que causé a mi familia que me sirvió para darme cuenta.
-¿Cómo se vive en pandemia en la Unidad Penal?
-El penal siempre nos brindó todo lo necesario con lo que respecta a higiene y en pandemia se reforzó. Estuvimos muy cuidadas y recibimos charlas. La paranoia siempre está, la gente que viene de la calle, que trabaja acá, puede traer algo. Igualmente acá nos sentíamos más resguardadas que las que están en la calle, pero atemorizadas de lo que pueda pasar si el virus entra.
-¿El personal penitenciario entiende la necesidad que sienten de estar con su familia?
-Sí, lo entienden. Las encargadas muchas son mamás y mejor que nadie nos entienden. Comparten el día a día con nosotras. Siempre que estuve mal, que necesite una palabra, ellas estuvieron ahí para apoyarme. El domingo muchas encargadas que son mamá estarán trabajando. Si bien es en otra medida que no estarán con sus hijos, nos entienden.
Desde que Karina está detenida piensa en el momento de reencontrarse con su familia, de recuperar esa vida que se puso en pausa por haber cometido un delito. Sabe que los días pasaron, que los años también tendrán que pasar para salir de prisión, pero imagina que será todo igual que siempre. El amor de su familia, dice, es incondicional y a prueba de todo. A prueba de la cárcel también.
“Cuando esté con mi familia será en un ambiente cálido y amoroso, como siempre fue nuestra casa. Será muy grato volver a estar con mi esposo, mis hijos y nietos. Tengo la sensación, ue cuando esté ahí, va a ser de cuenta que nunca me fui”, dice Karina y agrega: “El amor hace que se sanen muchas cosas”.
Karina no puede evitar llorar del otro lado del teléfono. Se emociona al pensar en sus hijos e hijas. “Una cree que como mamá tiene que estar enseñándole a los hijos todo el tiempo, pero me di cuenta que no es así, que mis hijos son los que me enseñan, son más fuertes, más aguerridos. Y a pesar de que ellos son cuatro y yo soy una, me contienen de una manera indescriptible, me hacen sentir pequeñita por momentos”, dice y se ríe y anticipa que la que vendrá es una frase trillada, pero no por eso menos cierta para cada madre: “¡Tengo los mejores hijos del mundo!”.
El domingo se festeja en todo el país el Día de la Madre. Las familias se juntarán a pesar de cualquier impedimento. Karina, al igual que tantas mujeres de la Unidad Penal 50 de Batán, espera el domingo a que el celular suene, que la cámara se encienda y poder escuchar y ver en una video llamada a sus hijos, hijas y nietos para abrazarse virtualmente, un contacto que durará hasta que la condena sea cumplida, el tiempo vuelva a correr y la libertad tenga el aroma de un almuerzo en familia en su casa.
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