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Opinión 28 de marzo de 2025

Cuando la ideología reemplaza a la geografía

Foto ilustrativa

 

Por Juan Mantoan (*)
¿Por qué Mar del Plata no puede tener una planta nuclear? La falta de agua dulce, la fragilidad del entorno costero y la contradicción con el perfil turístico de la ciudad hacen inviable la instalación de una central nuclear en General Pueyrredon. La propuesta del concejal Bussetti pone en discusión no solo una ordenanza histórica, sino también el sentido común.
En los últimos meses, volvió al debate público la posibilidad de instalar una planta nuclear en Mar del Plata, a raíz de una propuesta del concejal Julián Bussetti para derogar la ordenanza que desde 1996 declara al Partido de General Pueyrredon como zona no nuclear. Sin embargo, más allá de la discusión política e ideológica, hay un punto clave que muchas veces se pasa por alto: la inviabilidad técnica y ambiental de emplazar una central nuclear en esta ciudad.
Uno de los factores más críticos para el funcionamiento de una planta nuclear es el sistema de refrigeración del reactor. Para disipar el enorme calor generado por el proceso de fisión, las centrales requieren grandes volúmenes de agua. En la mayoría de los casos, se recurre a ríos o lagos de agua dulce, ya que el uso de agua salada implica desafíos técnicos, costos adicionales y un mayor riesgo de corrosión en los sistemas.
Mar del Plata no cuenta con grandes fuentes de agua dulce cercanas. Su sistema hídrico depende principalmente del Acuífero Puelche, un reservorio subterráneo cuya extracción ya está bajo presión debido al crecimiento urbano y a la actividad agrícola e industrial en la región. Utilizar ese recurso para refrigerar un reactor sería, en el mejor de los casos, imprudente, y en el peor, directamente catastrófico.
Algunos defensores del proyecto han sugerido el uso de agua de mar, pero la idea roza la ciencia ficción. Lo cierto es que el mar presenta serios obstáculos técnicos y ambientales. Se necesitaría una infraestructura compleja, costosa y con alto impacto ecológico en el ecosistema costero. No es una opción realista para una ciudad como Mar del Plata.
Además, la cercanía a centros turísticos y urbanos densamente poblados eleva aún más los niveles de riesgo, tanto en términos de seguridad como de percepción social. La imagen de una central nuclear en una ciudad que se promociona como “la Feliz”, ícono del turismo y el descanso, es contradictoria y genera un rechazo natural en buena parte de la comunidad local.
Así, más allá de las intenciones políticas, la falta de una fuente de agua dulce adecuada y la fragilidad del equilibrio ambiental hacen que pensar en una planta nuclear en Mar del Plata no sea factible ni responsable. Y en una ciudad donde el agua potable no llega a todos, pensar en una planta nuclear no solo es inviable: es una locura.
(*) coordinador de Lío Mar del Plata, Principios y Valores.