Cuando ganar una etapa equivale a tocar el cielo con las manos
La felicidad de Gándara a pesar del abandono. El piloto que representa a Mar del Plata no pudo completar el rally Dakar que se hizo por primera vez en Arabia Saudita, aunque destacó, por sobre todo, su victoria en el primer parcial.
Por Marcelo Solari
Para rubricar su octava participación personal en la máxima exigencia que supone el prestigioso Rally Dakar, el piloto Omar Gándara, quien representa a Mar del Plata, tuvo que sortear no pocos inconvenientes. La logística que implicó atravesar tres continentes, el robo de diversas herramientas y equipos y, finalmente, la experiencia en un país inhóspito, con una cultura diferente, como prólogo a una competencia durísima. Junto a su copiloto, el uruguayo Sergio LaFuente, no lograron terminar la prueba a causa de una rotura insalvable. Pero hasta el momento del abandono, venían cumpliendo incluso por encima de las expectativas. Y hasta se habían dado el gran gusto de ganar la primera etapa en la categoría T3S de los UTV. A continuación, un exhaustivo recorrido por la participación de Gándara en la carrera más difícil del mundo:
-De acuerdo a tus experiencias anteriores en el Dakar, ¿éste en Arabia Saudita podría considerarse quizás como el más duro y exigente?
-Sí, la verdad es que lo hicieron bastante extremo. La primera parte fue muy dura, con una piedras muy filosas, incluso más filosas que las de Sudamérica, y eso hizo que el auto se fuera deteriorando. Cuando encaramos la segunda parte después de la neutralización, el UTV ya estaba demasiado dañado, a tal punto que se partió el chasis. Ya no sirve más.
-Claro, se pueden reparar algunas cosas pero esa rotura era demasiado importante…
-Absolutamente. No había manera de que pudiéramos seguir en la carrera.
-¿Y cómo es ese momento en que se tiene que afrontar la realidad de no poder seguir? Porque después de tanto esfuerzo, no solo en la carrera, sino de preparación, de logística y todo lo que implica un Dakar, debe ser muy difícil decir “se acabó”…
-Ya no me resulta tan difícil. Después de haber corrido ocho veces el Dakar, ya tenemos asumido que son cosas que pueden pasar. No fue para nada traumático ni preocupante. Lógicamente, siempre es mejor poder terminarlo, pero veníamos haciendo una linda carrera, compitiendo a un nivel internacional muy bueno. De hecho, estamos muy contentos porque habíamos ganado la primera etapa en nuestra categoría, cuando todos los pilotos están frescos y los autos, nuevos. Quedamos segundos en la segunda etapa, así que nos quedamos con ese saldo positivo.
-No hay muchos casos de pilotos argentinos que hayan ganado una etapa en el célebre Dakar. ¿Cómo lo vivieron?
-Nos enteramos cuando llegamos al Vivac después de terminar la primera etapa. No lo podíamos creer. No pensamos que podíamos llegar a tener ese ritmo de competencia en el primer nivel internacional, con pilotos europeos y norteamericanos. Estábamos muy contentos pero también, con el avance de la prueba sabíamos que el auto se iba cayendo y era previsible que no iba a soportar el rigor que todavía le quedaba a la carrera. Es como que mentalmente estábamos preparados para lo que se venía.
-¿Cómo fue el momento de la rotura definitiva?
-En ese sentido tuvimos suerte porque el chasis se quebró al pie de una duna y no arriba, porque si nos pasaba eso, todavía estábamos dando vueltas. Hasta que tuvimos que parar definitivamente, hicimos una muy buena carrera, nos ganamos el respeto de todos y no nos pudimos traer la medalla que se entrega a los que terminan el Dakar, pero sí nos quedó la satisfacción de, por primera vez, haber podido ganar una etapa.
-Entonces, de alguna manera, ¿esa victoria en la etapa compensa la desazón de haber tenido que abandonar?
-Exactamente. Nunca imaginé que a ese nivel iba a poder ganar una etapa.
-Una de las atracciones de este Dakar era la presencia de Fernando Alonso, bicampeón de la Fórmula 1. ¿Pudiste verlo, hablar con él?
-No, nunca lo cruzamos. Ni a él ni a ninguno de los pilotos de punta, porque en este Dakar largábamos en horarios tan diferentes, que cuando nosotros llegábamos al final de una etapa, los líderes estaban comiendo o descansando. Y cuando nosotros estábamos en alguna reparación o cualquier otra cosa, ellos ya largaban de nuevo. Prácticamente ni nos cruzamos.
-Al margen de la competencia, ¿cuáles fueron tus vivencias en una cultura tan diferente y con creencias tan radicales?
-Sinceramente, no pensé que fueran tan cerrados. Había estado en la India y en otros lugares corriendo y son más abiertos. Por caso: rezan cinco veces por día y cada vez que reciben el llamado para rezar, dejan lo que están haciendo. Si te tocaba cargar combustible justo en ese momento, tenías que esperar a que terminaran de rezar. Se paraliza todo y tenés que esperar unos 20 minutos. Son distintas tribus que se relacionan entre ellos, no es fácil comunicarse, las mujeres y los hombres andan tapados de pies a cabezas, son muy religiosos.
-¿Interactuar con los árabes era muy difícil?
-Sí, bastante. Pero el Dakar siempre deja historias y anécdotas para contar. Faltando 20 kilómetros para terminar una etapa nos estábamos quedando sin combustible, el motor empezaba a “ratear” y había unas pocas camionetas apostadas cerca de donde pasábamos. En una de ellas estaba un árabe solito, sobre una duna, y nos acercamos. Un poco en inglés y otro poco mediante señas, le pedimos si nos podía dar un poco de combustible y accedió gentilmente. Tenía la túnica, el turbante, todo. No hablamos mucho, pero fue muy amable.
-¿La gente se identificó con el Dakar?
-Para nada. No hubo mucho afición a lo largo de la carrera o en los vivacs. Pasó casi inadvertido para los árabes. No tuvo ni por asomo la pasión que tiene en Sudamérica.
-Por esto que contás, ¿considerás que ha sido beneficiosos para el Dakar hacerlo en Arabia Saudita?
-Yo creo que beneficioso debe ser en el tema económico. No hubo pasión, las pistas fueron similares a las de Sudamérica, salvo una parte de desierto plano que me llamó la atención, con muchos kilómetros sobre arena. Las dunas eran de otro color pero más o menos de la consistencia de las nuestras. Además, la logística para competir en Arabia es muy loca, con mucho tiempo muerto, pasajes, idas, vueltas, trámites aduaneros, traslados. Es muy desgastante. Y por todo eso se perdieron muchísimos inscriptos sudamericanos.
-¿El calor fue un condicionante?
-No tanto, fue un Dakar más bien tranquilo en ese aspecto, porque allá era invierno y no sufrimos las altas temperaturas. Y a la noche, por la amplitud térmica, hacía mucho frío. Lo más complicado era que, con pocas horas de luz, a las cinco de la tarde ya se hacía de noche. Entonces había que intentar terminar cuanto antes porque con la oscuridad el recorrido se volvía muy peligroso. Fue una experiencia diferente, sin dudas. Se dice que está pactado por cinco años, pero yo no lo sé.
-¿Qué hay para decir acerca del robo que sufrieron?
-Suponemos que fue acá en Zárate, no en otra parte. Hubo otros casos también. Vandalismo hay en todos lados y nos tocó a nosotros. Tuvimos que comprar todas las herramientas nuevas, algo de equipamiento también. Un montón de gastos adicionales. En un país que no conocíamos, nos costó mucho conseguir las cosas. Pero igualmente pudimos largar.
-¿Hicieron una estimación de las pérdidas por ese robo?
-No hicimos esa cuenta, al menos no todavía. Pero para que tengan una idea, un casco cuesta unos 3.000 dólares. La cifra es altísima.
-¿Cómo se enteraron?
-Cuando fuimos a retirar el auto en Amberes, Bélgica, nos dimos cuenta de que estaba todo revuelto y nos habían saqueado, como les pasó a otras tripulaciones argentinas y paraguayas que habían embarcado sus vehículos en Zárate.
-¿Notás que el esfuerzo que hacen ustedes por participar en un rally tan duro tiene el reconocimiento que se merece?
– Creo que no. No se tiene mucho en cuenta. Nosotros éramos el único equipo argentino, amateur, con auto argentino, hecho en el país. (Orlando) Terranova, por caso, corre con un Mini, que es importado y para un equipo profesional. Hicimos un esfuerzo muy grande, ganamos una etapa y creo que no se destacó lo que se merecía. Salvando las distancias, era algo parecido a los Torino corriendo en Nurburgring.
-¿Cómo planificás el resto de 2020?
-Voy a correr en el país, el CaNav, son seis fechas en el año, la mayoría en el Noroeste argentino. Empezamos con una que tendrá puntaje especial y forma parte del denominado South American Rally Raid (SARR), por San Juan, La Rioja y Catamarca (N. del R.: al momento de publicar esta nota, Gándara se encuentra en plena participación en esa prueba). Participan muchos de los que se quedaron con ganas de correr el Dakar. Pilotos chilenos, peruanos, bolivianos, paraguayos. Muy competitivo.
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