¿Cuál es el objetivo por el que las ciudades forestan sus calles?
Por Nico Antoniucci
Para comenzar hablando de arbolado urbano debemos dividir el tema en dos partes: “El arbolado faltante, ¿cómo elegir las especies?” y “El arbolado existente”. Pero antes de ello debemos considerar un concepto fundamental ¿Cuál es el objetivo por el que las ciudades forestan sus calles?
Los árboles, sin duda, son uno de los elementos más notables del paisaje. Su presencia, o la trafica falta de ellos, su estado de conservación y sus servicios ecositematicos influyen directamente sobre nuestro estado de ánimo, y por ende, en nuestra salud mental y física. En esta columna abordaremos la temática de bosque urbano y su influencia en nuestra vida cotidiana. Como el bosque urbano o, como se dice en lenguaje oficial, el arbolado público es un bien colectivo trataré de abordar por qué es un error grosero que el estado haya abandonado sus obligaciones con él en pos de delegarlo a los frentistas.
¿Para qué las ciudades forestan sus calles?
Antropológicamente desde que el hombre dejó de ser mono, es decir cuando bajó del árbol, se irguió sobre sus dos patas traseras y comenzó a razonar ; nunca se alejó demasiado del árbol. Utilizó su copa como refugio del sol, del viento, su madera como combustible y material para sus casas. Pero jamás dejó de asombrarse de su majestuosidad y belleza, muchas culturas lo han mitificado y convertido en objeto de culto. Como los antiguos pueblos helenizados que veneraban a sus dioses y héroes con laureles y ramas de olivos. Así es que fueron objeto de admiración de los romanos y comenzaron a plantarlos artificialmente en las primeras grandes urbes. Con los siglos, lejos de perder interés del hombre, fue cobrando cada vez mayor importancia. A medida que las ciudades fueron creciendo, crecía la necesidad de forestarlas. Ya en el apogeo de la revolución industrial aumentaron los ruidos, la producción de residuos en forma de polvo y en ese momento el hombre, que ya tenía su capacidad intelectual desarrollada junto a una mayor conciencia de la humanidad como sociedad, comprendió que jamás podría prescindir del árbol comenzando a forestar sus ciudades con la finalidad de satisfacer una necesidad imperiosa. El árbol se volvió un elemento, que en su sumatoria, forma parte de la cadena de vida alrededor del hombre. Ya no hablamos del árbol sino de la arboleda. La arboleda en su conjunto comenzó a funcionar de RADIADOR, FILTRO DE AIRE, AMORTIGUADOR ACÚSTICO y FACTOR EMOCIONAL.
El árbol como Patrimonio de la ciudad y su comunidad
¿Porqué funciona la arboleda como radiador acústico? Porque la masa de aire caliente al pasar por la arboleda toma la humedad de sus copas y se mezcla con el aire fresco protegido de los rayos solares, bajando unos grados el aire en la ciudad. Además, todos aquellos que vivimos por debajo de la altura de sus copas estaremos a salvo de los rayos solares y el aire caliente. Pero para esto es necesario que los árboles formen un tejido verde, que las copas se toquen y tengan cierta altura y espesor. Por lo cual no pueden ser especies pequeñas y/o arbustivas.
Árboles altos
¿Qué pasa en el invierno?
En el invierno los humanos sufrimos el frío y buscamos toda oportunidad para estar al sol. De esta manera es totalmente imprescindible que la vegetación mayor de las ciudades sea de follaje caduco. La masa de ramas peladas servirá como protección del viento y el sol conseguirá llegar hasta el suelo entre sus ramas. ¿Por qué algunas personas insisten en plantar árboles de hoja perenne? Principalmente por ignorancia, porque creen que las de hoja caduca ensucian y/o porque les da tristeza el invierno. Por eso es bueno aclarar algunos puntos, en primer lugar los árboles de hoja perenne también ensucian (solo que lo hacen durante todo el año en menor medida).Entonces ¿acaso no tenemos más para ganar que para perder? Si por un par de semanas barriendo y un día de limpieza de canaletas ganamos todo lo antes mencionado y aún más. En segundo lugar algunas personas no valoran el ciclo de la vida. Basta con escuchar solo una vez la obra de Antonio Vivaldi: Las cuatro estaciones para comprender la belleza que existe en el cambio. Y si la percepción musical no alcanzara podemos graficarlo así: para que haya calor tiene que haber frío, para que haya luz tiene que haber oscuridad, para que haya noche tiene que haber día y para que haya primavera tiene que haber invierno.
¿Por qué funciona como filtro de aire? Decíamos hace un rato que la revolución industrial del siglo XIX trajo aparejada una serie de cambios drásticos sobre la forma de vida de las ciudades (ojo que no digo drástico por malo ni bueno, solo hablo de “drástico”: riguroso, enérgico, radical.). A la vida diaria de las ciudades se incorporaron las fábricas con chimeneas deficientes que impregnaban el aire de humo con miles de partículas en suspensión. Luego Henry Ford populariza el automóvil con su modelo “T” y se produce el fenómeno automotor: las ciudades se inundan de transporte a combustión llenándose de cientos de miles de caños de escapes móviles recorriendo todos sus rincones. Ya nadie jamás estará a salvo del smog. Las chimeneas de las fábricas junto a las de los autos, sumado al polvo que de por sí se encuentra en suspensión traído por el viento desde las zonas rurales aledañas inciden en nuestra salud directamente. Pero el polvo sube y luego tiene que bajar, en ese instante es cuando queda atrapado en la copa de los árboles. Más tarde viene la lluvia, quien se encarga de lavar las copas de los árboles disolviendo dichas partículas y arrastrándolas de nuevo a la tierra. Es notable observar el fenómeno de la captación de partículas en el vivero.
Para el que no lo sabe, el Garden Center del Vivero Antoniucci ocupa una manzana sobre una de las avenidas más transitadas de la ciudad. Ésta es transitada mayoritariamente por camiones que unen el puerto de la ciudad con la mayoría de las pescaderías del país y con el puerto de Bs As. Además, esta manzana está de espaldas a una zona industrial de la ciudad.
La luz no llega al piso
Entonces ¿Qué pasa con las plantas en el Vivero? Las plantas recién llegadas desde nuestros cultivos ubicados en la zona rural de Mar del Plata llegan con sus hojas brillantes y con los colores vibrantes. Al mes de estar en la ciudad se nota una gran diferencia en el brillo de las hojas de ese lote de plantas con el de la reposición del día. Por ese fenómeno y por mantener la calidad de los productos ofrecidos nos vemos obligados a hacer rotación de stock permanentemente. Imaginen que ese mismo polvo lo respiramos todos los días. La mayor o menor proporción de filtro foliar hará que lo hagamos en mayor o menor medida. En este aspecto de ninguna manera una vegetación, por mejor que sea, será la solución a la contaminación, pero sí aliviará en gran medida sus efectos. Para lograr una calidad de vida aceptable, los privados deberán ser responsables de sus emisiones contaminantes en tanto que el estado deberá ejecutar el control de las mismas y su mitigación.
Esas fábricas y autos (además de smog) generan ruidos. Ruidos que afectan nuestro sistema nervioso y el descanso no sólo nuestro sino también del resto de los animales que conviven con nosotros en los centros urbanos. Los ruidos son ondas desagradables para nuestros oídos, esas ondas sol filtradas por las copas de los árboles y, al pasar por la espesura vegetal pueden descender a niveles soportables. Por eso, además de las copas de los árboles, lo que ayuda mucho son los cercos vivos, que también absorben esas ondas, al contrario que los cercos de materiales duros que lo que hacen es rebotarlas, amplificándolas haciendo que se sume al ruido emisor la onda del eco.
Por último pero no menos importante mencionaremos el factor emocional. La vida es lo más importante que tenemos los seres de cualquier tipo y es imprescindible que la vivamos de la mejor forma posible. Para los humanos el aspecto psicológico, nervioso y emocional es imprescindible. Está comprobado que el ruido, el factor estético, los olores, el esparcimiento y las sensaciones, entre los factores más notables, influyen sobre nuestra calidad de vida. Comprendido esto, las grandes ciudades comenzaron a construir parques públicos (antes solo destinados a la realeza y la aristocracia). Porque se comprobó que los árboles y las plantas influyen positivamente en cada uno de los aspectos antes mencionados, entonces una ciudad con habitantes realizados en esos aspectos es una ciudad feliz y mejor para la vida de sus habitantes.
Se podría profundizar muchísimo en todos y cada uno de estos aspectos. Seguramente podríamos agregar otros. Pero lo mencionado alcanza para comprender que el tema no puede estar sujeto al libre albedrío. El arbolado público es lo suficientemente importante para la ciudad y sus habitantes como para que se le dedique un esfuerzo mucho mayor que el que se le dispensa actualmente en la gran mayoría de las urbes argentinas. Cuando, como los pobladores de la ciudad de Mendoza, por ejemplo, comprendamos que el arbolado en un patrimonio de la ciudad y se lo cuide y defienda como tal la calidad de vida de las ciudades aumentará. Cuando esto ocurra, ya no estará a cargo de cada vecino la decisión de podar o desfigurar, sacar o poner tal o cuál árbol. Será el estado el que se encargue de eso y los ciudadanos comprenderemos que el árbol es como una farola o semáforo, que si se les quema un foquito no somos nosotros los responsables de cambiarlo.
El arbolado existente
Éste es el más importante porque es el que ya está. Árbol crecido es árbol seguro. El que recién plantamos no sabemos si vivirá o no. Si soportará el clima, los cuidados serán suficientes y/o si soportará el vandalismo. Por eso debemos repudiar el acto en que un individuo saca un árbol de su vereda porque le molesta (entendiendo que sea una cuestión meramente estética) y compense con dos jóvenes, porque no sabemos si esos jóvenes vivirán y lo que sí sabemos es que esos jóvenes tardarán décadas en remplazar el oxígeno que fabricaba el anterior y la masa verde que representaba. Por eso es mucho mejor tratar de salvar el que tenemos y adaptarlo a la vida de la ciudad.
Es común ver árboles deformados por la mala poda o abandonados en su mantenimiento. Para comprender cómo se debe mantener un árbol debemos tener claro lo que pretendemos de él. Ya hemos argumentado que necesitamos elevar la copa para no interferir en el alumbrado y los cables de los diferentes servicios. Entonces todo lo verde entre la altura del alumbrado público y el suelo debe ser eliminado. Debemos ver el tronco y las ramas primarias totalmente desnudas. El follaje debe comenzar por encima de la altura mencionada para no eclipsar la luz artificial ni enredarse en el cableado. Ambos extremos, el de dejar crecer el árbol a su libre albedrío y el de mocharlo indiscriminadamente son errores muy comunes. Como todo en la vida, debemos apelar al sentido común y al equilibrio. El tema de la poda es muy importante como para que quede en manos de inexpertos, neófitos e improvisados. Una poda mal hecha puede desequilibrar el peso de la copa del árbol y provocar su caída en el primer temporal. Un experto lo tiene en cuenta a la hora de evaluar cuáles son las ramas a eliminar, analiza la edad de la planta y su estado físico, decidiendo si también necesitará hacer una poda de raleo para aliviarle carga al árbol. En el contacto con la especie puede apreciar de cerca si su estado fitosanitario es saludable y, si no lo fuera, realizar el tratamiento agroquímico pertinente. Hay que estar muy atentos a la presencia de plagas que puedan propagarse y estropear el patrimonio forestal. En estos días el viverista Alfredo Antoniucci puso en alerta a las sociedad marplatense sobre la mortandad de ejemplares añosos de Ulmus pumilla y las autoridades tomaron cartas en el asunto procediendo a la extracción de la mayoría, aunque todavía quedan muchos por sacar. Ésta especie se ve amenazada aparentemente por un hongo que acaba agresivamente con esta especie. Ataca generalmente a los ejemplares añosos con una velocidad muy poco común. Ante la imposibilidad de una cura lo recomendable es su extracción y quema antes de que se propague al resto de la colonia de olmos y que la cepa mute y comience a atacar especies de características similares.
Es deber del experto evaluar si estamos frente a una especie no apta para la locación específica y recomendar su extracción. Decíamos antes que hay plantas que se encuentran desde antes de la ciudad y pueden representar un peligro inminente para las personas y/o sus edificios. En ese caso hay que evaluar todas las posibles soluciones al problema y dejar para última instancia la extracción.
Conclusión
El tema es mucho más importante de lo que suponen muchas de las personas que conforman la comunidad de las ciudades, al menos de la mayoría de las urbes argentinas. Cada vez hay mayor consciencia de ello, faltan que se enteren nuestros representantes públicos y lo comiencen a tomar en serio. Pero para que eso ocurra, primero debemos ser la sociedad la que entienda la necesidad de declarar al arbolado un bien patrimonial de la ciudadanía. Tenemos que aprender a darle la importancia que tiene, ni mayor ni menor, la importancia justa que hoy parece estar aún muy lejos del nivel necesario. El arbolado no puede estar en manos de personas inexpertas o con falta de compromiso social ni tampoco a la “buena de Dios”. El estado debe formar un equipo de trabajo idóneo, de presencia activa en las calles y en la planificación de las nuevas zonas urbanas que se desarrollan permanentemente alrededor de la gran ciudad.
El arbolado público es una causa colectiva, por ende, las decisiones que se toman en cada intervención no pueden estar confinadas a intereses particulares porque no obedecen ni coinciden con los intereses comunitarios.
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