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Deportes 29 de noviembre de 2021

Cristian Suárez: “Le cumplí una promesa a mi viejo”

El DT del campeón del fútbol marplatense habló con LA CAPITAL. La historia del entrenador que empezó a serlo acompañando a su padre en la escuelita de fútbol del club de su vida. Y su decisión de regresar a buscar un título para cumplirle el sueño a él y a todos los que le transmitieron el ADN "azul y blanco".

Con esa intensidad vivió la final Cristian Suárez. "Siempre tuve claro que fortalecer el grupo era lo que más nos convenía", afirmó. Foto: Diego Berrutti.

Por Sebastián Arana

Nunca antes los 4-3-3, 4-2-3-1, 4-4-2 o 4-2-4 fueron tan números telefónicos. Nunca antes tuvieron tan poco sentido. En la dimensión de Argentinos del Sud el fútbol, por sobre otras cuestiones, es sentimiento y se juega con el corazón. Ese testigo pasa de padres a hijos y Cristian Suárez, el DT campeón, es tanto destinatario como transmisor de ese mandato histórico.

Lo recibió de papá Pedro y en los domingos de largas tiras de partidos inferiores en la villa “Titi Merlo”, naturalmente, se lo va entregando a sus hijos Rodrigo (21 años, entrenador de la 2009) y Enzo (15 años, arquero de la 2006).

Después del tsunami de emociones del domingo, el día después de la gran tarde de su equipo fue para el entrenador una jornada para disfrutar de lo conseguido. “Me llamaron más que a Alberto Fernández después de las elecciones”, bromea Suárez ante la requisitoria de LA CAPITAL.

El día previo a la segunda final, cuando confirmó que la única variante de su equipo iba a ser el ingreso de Agustín Chulia por Lucas Sisti, había asegurado: “El resto va igual, la única diferencia es que mañana ganamos”.

-Estabas muy confiado antes de la final. ¿Por qué?
-No estaba confiado, estaba tranquilo. Los veía a mis jugadores muy focalizados, muy unidos. Siempre destaco lo grupal, lo colectivo. Y después de la pandemia este grupo se fortaleció. Este campeonato atravesamos muchas dificultades: varias lesiones, problemas de trabajo de los chicos, casos de Covid…Siempre tuve claro que fortalecer el grupo era lo que más nos convenía y trabajé sobre todas las cosas en ese sentido.

-Casi todos tus jugadores destacaron el valor de lo grupal de esta consagración. Pero también había sido así las veces que estuvieron cerca en años anteriores. ¿Es una especie de marca registrada?
-Siempre fue así. Es el ADN de Argentinos del Sud. La identidad del club es la hermandad, el compromiso, el orden, brindarse, disputar los partidos hasta la última pelota. La jugada termina cuando la pelota se va de la cancha y los partidos con el silbato final del árbitro. Eso es lo que me enseñaron de pibe cuando empecé mi historia con el fútbol. A mí como a muchos otros nos lo inculcaron nuestros viejos y a ellos nuestros abuelos. Hoy, estando del otro lado, sólo transmitimos lo mismo que nos enseñaron. Es hermoso esto que nos pasó el domingo. Tengo millones de fotos adentro de mi cabeza.

-Debutaste como jugador de primera muy joven, ¿cómo fue tu historia con el club?
-Mi papá, Pedro Suárez, fue campeón con la Reserva en 1982 y al año siguiente jugó en ese equipo de Argentinos del Sud que le ganó la final a Once Unidos y logró ascender de segunda de ascenso a Primera B. Entonces yo tenía seis años, ya iba a la cancha. El hermano de mi mamá es Carlos Hernández, otro histórico del club. Mis viejos se conocieron en Argentinos del Sud. Jugué en el club desde muy chiquito, hasta los seis años en fútbol de salón con Osvaldo Morón. Como no teníamos todas las categorías, me fui a Peñarol a continuar jugando. Y regresé, a los catorce años y junto a mis tres hermanos, cuando el club presentó equipo en mi categoría. Carlos Liberatore me hizo debutar en primera en 1992, con 15 años, en un partido en la vieja cancha de Cadetes. Jugué a las 10 de la mañana en quinta y tenía autorización para firmar planilla en primera y Carlos me terminó poniendo. Lo demás es más conocido, jugué mucho en el club, fui a River de 2003 a 2006 con Hugo Melcon, volví a Argentinos, me fui dos años a San Lorenzo con el Loco y después volví a River. Y dirijo primera desde 2013.

La felicidad de Cristian Suárez compartida en familia. A la izquierda de la foto, sus tres hijos: Camila, Rodrigo y Enzo. A la derecha, su esposa Eugenia. Y en sus manos la bandera con la imagen de papá Pedro. Foto Facundo Galeano.

La felicidad de Cristian Suárez compartida en familia. A la izquierda de la foto, sus tres hijos: Camila, Rodrigo y Enzo. A la derecha, su esposa Eugenia. Y en sus manos la bandera con la imagen de papá Pedro. Foto Facundo Galeano.

-Estando tan identificado con Argentinos del Sud, ¿cómo era para vos jugar en otros equipos?
-Es que no me iba nunca del club, siempre estuve vinculado, aunque jugara en otro lado. Mi viejo tuvo veinte años la escuela de fútbol del club, yo iba casi todos los días a ayudarlo. Y también intervenía a la hora de preparar los viajes a encuentros y acompañar a los más chiquitos.

-¿Ahí nació el entrenador?
-Puede ser. En 1994 o 1995 apareció Charlie Soria en el club, todavía como papá, acompañando a sus tres hijos. Jorge Pezzati, que entonces era presidente, le pidió que se sume a trabajar en el fútbol formativo y en 1996 empezó a dirigir en salón y me pidió que lo acompañara como ayudante. Jugaba ‘Panchito’ en ese equipo, uno de sus hijos. Pero, en realidad, el que me terminó de entusiasmar para dirigir fue Hugo Melcon. El me dijo que me veía pasta. Es más, me hacía salir un rato antes del final, para que me empiece a acostumbrar a ver los partidos de afuera como entrenador. En 2007 dirigí una quinta que ganó el Torneo Promocional. ¿Sabes quiénes estaban en ese equipo? Bruno Catalani, Emiliano Carrá, ‘Panchito’ Soria, Matías Merlo…Ahí me empezó a gustar.

-Después de retirarte como jugador, enseguida dirigiste en primera con buen suceso. Y un día te llamaron de Alvarado para sumarte al cuerpo técnico del equipo del Federal A. ¿Qué tanto te sirvió esa experiencia?
-Muchísimo. Uno de los que hoy me llamó fue Gustavo Gatti, siempre le voy a estar agradecido por la oportunidad que me dio y por ponerme en el camino de Mauricio Giganti, quien también hoy se comunicó conmigo. Fue increíble todo lo que aprendí con él. Ese año fui una esponja, era consciente de que tenía que absorber todo lo que pudiera. Adquirí mucha experiencia en análisis táctico, en manejo en el profesionalismo. Estar en un lugar superior a tu zona de confort te hace crecer y en Alvarado lo sentí. Hoy los chicos del club me dicen que cuando regresé era otro técnico.

-¿Y por qué decidiste regresar?
-Mi papá ya estaba enfermo y me necesitaba. Cuando le dije que me dejara bajarme, Giganti me entendió mejor que nadie. El también tiene claro que la familia es lo primero. Lamentablemente, a los dos meses de haberme ido de Alvarado, mi papá se fue. Y al poco tiempo me volví a hacer cargo de la primera de Argentinos del Sud. Luis Elgart hizo un trabajo muy bueno, pero muchas veces el resultado se pone adelante que el trabajo. Me llamó la gente del club, pero antes hablé con Luis y le pedí que siguiera. Pero no logré convencerlo. Para mí lo del domingo fue un desahogo. Le cumplí una promesa a mi viejo. Cuando falleció yo le prometí que iba a trabajar para darle al club lo que no pudimos en las finales de 2014 y 2015. Donde tiramos las cenizas de mi viejo, plantamos un árbol y siempre voy a hablar con él. Lo siento muy cerca todavía. Lo dije el domingo y lo repito hoy: cambiaría este título por un abrazo con mi viejo. Cumplí el sueño en un club que es mi lugar en el mundo y que siempre me hizo sentir cosas hermosas.

-¿Cómo conviven el entrenador y el dirigente?
-Es que no soy dirigente. En el club pasó lo siguiente. En muy poco tiempo se murió mucha gente que había laburado un montón: Pezzati, Titi Merlo, Longobuco, Charlie Soria, mi papá…Y los “viejos” que habían quedado se empezaron a desgastar mucho. Por eso nos propusimos reforzar una nueva Comisión con mucha gente joven. Incluso la integran varios jugadores: Bruno Catalani, su hermano Guido, Tomás Molinatti, Walter Caldentey, uno de los utileros, Tarantola, yo…Nos sumamos tantos que teníamos que cubrir veinte lugares y éramos veinticinco. Algunos se tuvieron que bajar. Hoy las reuniones son multitudinarias. En su momento anunciaron que yo iba a ser vicepresidente, pero después pedí una reunión con Raúl Carrá y me bajé a vocal suplente. Siempre voy a colaborar con el club, pero a mí me apasiona ser entrenador.

-Argentinos del Sud traía una historia negativa en los penales de aquella semifinal con Deportivo Norte de 2013 y de la final con Círculo de 2015, ¿qué te pasó por la cabeza cuando hubo que definir una vez más por esa vía?
-Nunca lo tuve presente. Lo único que les dije a mis jugadores fue que patearan con confianza y seguridad. Que era la última vez que iban a patear en el año, que lo hicieran convencidos. Tenía la seguridad de que así iba a ser y la otra seguridad me la dio Lalli. Lo de Santiago no sólo fueron los penales, tuvo un año bárbaro y nos dio mucha seguridad en el arco. Saliendo, tapando, en todas las facetas. Se despertó un león dormido.

-¿Y qué explicación le encuentran a este título?
-Fuimos campeones por el grupo. La pandemia nos lastimó deportivamente. Nos alejó unos de otros, nos lastimó a muchos familiarmente. Siempre les dije que después de un tiempo tan difícil los grupos eran los que iban a llegar a los tramos finales. ¿Por qué? Nosotros sabíamos que íbamos a tener lesiones y desprolijidades a la hora de trabajar. Yo tengo jugadores que durante el aislamiento se fundieron en sus emprendimientos o que perdieron sus trabajos. Y si no los perdieron ellos, los perdieron sus padres. Entonces hubo muchos casos de pibes que no podían venir porque tenían que trabajar y era súper entendible. Nosotros teníamos que entrenar igual siendo veinte o treinta. Todos bancaron al que no podía venir porque estaba claro que faltaba porque tenía un compromiso superior. Por eso digo que el grupo fue tan importante. Y, además, un lunes que yo estaba de viaje y que veníamos de perder, se juntaron a comer en la sede y se dijeron unas cuantas cositas. Sé que se pusieron objetivos de equipo y después todo cambió para bien. Ante cada cosa que nos perjudicó, el grupo respondió. Y tuvimos muchas situaciones o partidos para remarla. Por ejemplo, bancaron cuando tuve que mandar al banco a Gerónimo Echevarría o a Bruno Catalani porque no los veía bien físicamente. Siempre respetaron mis decisiones.