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Opinión 31 de enero de 2019

Crisis de la democracia en la región

Por Raquel Pozzi

La resolución del Parlamento europeo de reconocer a Juan Guaidó como presidente interino legítimo de la República Bolivariana de Venezuela deja a las claras el fuerte respaldo internacional a la Asamblea Nacional y a su presidente juramentado para algunos y auto-proclamado para otros.

Más allá de los tecnicismos retóricos lo cierto es que Venezuela se ha transformado en el ejemplo de la decadencia del sistema democrático en la región. En un estado donde conviven dos presidentes y dos asambleas el caos en torno a la noción conceptual de legitimidad es perturbador. Esta obsesión de “contrismo” en términos de Jacques Derridá “destruir todo y no construir nada” alienta la idea de releer teorías que por detractoras quedaron en el olvido.

En contraposición Arnold Toynbee historiador y sociólogo británico en los “Falsarios de la Historia” (Estudio de la Historia) consideraba pertinente utilizar como categoría conceptual las “civilizaciones” en lugar de proponer la Historia de los Estados – Nación, en esa lógica Toynbee apostaba que las civilizaciones “mueren por suicidio y no por asesinato”. Pareciera casi darwinista esta idea, pero es equívoca, el historiador británico y filósofo de la historia construyó una teoría contrapuesta al determinismo darwinista considerando que ante las altas dosis de relativismo moral e ideologización de las instituciones era preferible considerar a las civilizaciones por encima del estado-nación porque reflejan unidades culturales que incluyen variados pueblos y/o naciones.

El objetivo de citar en esta columna a Toynbee pretende otorgarle un marco teórico para comprender el deterioro del sistema democrático de los estados-nación de la región (caso específico Venezuela) ya que evidencia el menoscabo de las minorías creativas degenerando en minorías dominantes, forzando a la mayoría a obedecerla sin el rasgo de legitimidad que requiere toda autoridad para ser obedecida.

En ese atolladero se encuentra Nicolás Maduro, fuerza la obediencia a través de de un “demos” débil. La ruptura de las redes de relaciones sociales en la República Bolivariana de Venezuela como también en otros estados de la región acrecienta la idea del suicidio colectivo y llegará el día en el cual las organizaciones estatales sean superfluas, en este arrebato de pensamiento anárquico ya no gobernarán las fuerzas ni la astucia porque las sociedades se auto-destruirán reconociendo tardíamente el error sin poder enmendarlo.

En esta crisis sistémica estamos sumergidos y aunque el ejemplo paradigmático sea Venezuela, estamos encaminados a acompañar el fracaso venezolano que lejos está de añorar el proyecto chavista del “Socialismo del S. XXI”. Nicolás Maduro se encargó de traicionarla con todas las fuerzas y en ese contexto las FANB (Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas) son tan cómplices como mentores.

¿Futuro en Venezuela?

La veneración de una gran parte de la población venezolana a Nicolás Maduro le ha otorgado la daga que lo embebió de hadonismo, orgullo narcisista que ha perforado la esperanza de la otra parte de los venezolanos de poder levantarse rápidamente.

La fuerza social que representa el chavismo no es factible de ser solapada, todo lo contrario, los siete millones de votantes que fueron movilizados por toda la estructura partidaria en torno a N. Maduro en las presidenciales del 2018 representa la fuerza material con el que el chavismo resiste, ese núcleo duro que ha menguado todavía lo sostiene y quizás el vacío que deja entrever la disputa por la vuelta de las instituciones democráticas y el respeto por la constitución, es que ni Capriles, ni las guarimbas gestadas contra el presidente N. Maduro en los años 2014 y 2017 pudieron arrebatarle el poder político.

La retórica de prevaricación del madurismo se ha basado en el derecho a imponer por la fuerza la encarnación de la teoría chavista versión desmejorada porque para el entorno militar del ejecutivo, esa es la mejor forma de gobierno.

A las claras se puede detectar que es justamente el ala militar la que podría desenmarañar todo esta crisis. Una revolución desde arriba de la cúpula militar contra N. Maduro podría gestionar a favor de la resolución del conflicto.

Los militares han jugado un rol fundamental en todo este proceso, ni el reconocimiento internacional ni siquiera la esperanza que pueda llevar la estabilidad económica en Venezuela tracciona de manera contundente como las FANB.

Si soplan vientos de amnistía para las FFAA entonces sólo entonces soplarán vientos de esperanza para los venezolanos.

Inversión o Ideología

El pronunciamiento de la República Popular de China y de la Federación Rusa ha sido leído como una defensa corporativa hacia un espectro amorfo de cierto socialismo de Venezuela madurista.

Los intereses de ambas potencias trascienden a las ideologías, James Carville habría proclamado la frase “es la economía, estúpido”, petróleo, deudas contraídas, acciones, empresas transnacionales fortalecen la relación con China –más comercial- y con Rusia –más militar- el temor a no poder cobrar las deudas contraídas por el estado bolivariano supera toda complicidad ideológica.

Otros inversores como Turquía también esperan la calma frente a las sanciones económicas, los embargos financieros y los bloqueos internacionales. Algunos dentro del poder ejecutivo venezolano apuestan a financiarse dentro del circuito asiático a cambio de petróleo, difícil panorama cuando la extracción del mismo ha disminuido notablemente debido a que las estructuras tecnológicas petroleras de PDVSA son vetustas y obsoletas, y mucho tiene que ver el ejército que ha conquistado durante los últimos 20 años puntos clave de la administración y entre ellos la gerencia de PDVSA.

Habida cuenta que el ejército es la variable más importante por dónde correrá la pluma con la cuál firmen el pacto de paz, esta vez la revolución no será desde abajo, desde las clases sociales más empobrecidas, la revolución será desde arriba, desde la cúpula castrista y sólo así podríamos citar una de las frases destacadas de Richard Bach en la obra Juan Salvador Gaviota “Por supuesto, hay destino, pero no te empuja adonde no quieres ir. El destino depende de ti”

*Analista Política Internacional y profesora de Historia



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