Crece la oleada de marplatenses que se van del país por la crisis
Entre la incertidumbre económica y la inseguridad, se duplicó en la ciudad la cantidad de trámites para irse de Argentina en busca de nuevas oportunidades. Marplatenses radicados en Europa compartieron su historia y experiencias con LA CAPITAL.
En los últimos seis meses se duplicó la cantidad de marplatenses que tramita su documentación para irse a vivir al exterior.
No es el 2001, sino el 2019, pero la comparación resulta tristemente inevitable, al menos, al hablar de una realidad -otra vez- en aumento: en los últimos seis meses se duplicó la cantidad de marplatenses que tramita su documentación para irse a vivir al exterior, pero si la comparación se retrotrae a los últimos dos años, el número alcanza a quintuplicarse. Las historias abundan y son las de argentinos que, en algunos casos por segunda vez, migran en busca de nuevas oportunidades y de una mejor calidad de vida en otro país. Desde Europa, quienes en el último tiempo dejaron atrás Mar del Plata y allí se instalaron, admiten que “hay una oleada de argentinos” que llegó en los últimos dos años. Hay una nueva ola migratoria que está sucediendo. Y paradójicamente, mientras gran cantidad de venezolanos llegan al país, muchos dejaron atrás el territorio argentino para probar suerte lejos de casa.
Escapar de la incertidumbre económica es para algunos una necesidad de fuerza mayor que motoriza el impulso para tomar una decisión no deseada. Son muchos los que reconocen estar “hartos” de la inseguridad y de volver a empezar una y otra vez después. Para una gran parte, es una desafortunada combinación de ambos factores. Lejos de Argentina, a miles de kilómetros y en un proceso inverso al de las oleadas migratorias de fines del siglo XIX y principios y mediados del XX, hay profesionales o desenvueltos trabajadores que se sintieron “catapultados” a irse del país en el último tiempo. A muchos les llegó el abrazo de despedida en Ezeiza, con el pasaporte, la ciudadanía y el desasosiego entre las manos.
España e Italia, por descendencia o en todo caso por el idioma, son dos de los países que mayor cantidad de argentinos están cobijando una vez más. Estados Unidos y México son para muchos otra opción, mientras que algunos jóvenes encuentran en las visas que otorgan Australia y Nueva Zelanda una oportunidad y una experiencia cargada de excentricidad ante las diferencias culturales y las posibilidades de insertarse laboralmente.
Hace poco The Washington Post y The New York Times reflejaron cómo la crisis está empujando a muchos argentinos a irse a vivir “afuera” al comparar el presente con el estallido social del 2001.
Capital del desempleo
Mar del Plata, capital nacional del desempleo estructural, tiene otra vez una camada de jóvenes, adultos y familias que dijeron adiós. LA CAPITAL contactó a varios marplatenses que en el último tiempo se quedaron sin trabajo, cerraron su negocio, se hartaron de los robos o se cansaron de pelear contra las adversidades económicas y burocráticas del país y migraron a otro. Detrás de cada historia, resumidas en pocas líneas, hay un proyecto que se quiebra, el sinsabor de una Argentina que queda atrás, la familia y los amigos lejos, y el entrecruce de sensaciones por “estar mejor” a cuestas de ser un extranjero. Por suerte muchos no están solos y siempre hay un argentino “compinche” y “más perdido que turco en la neblina” que pone el agua para compartir un mate caliente o prende el fuego para sentirse más cerca de la tierra del asado y el buen vino.
Ricardo Juanicotena: “Mar del Plata ya no ofrecía mucho”
Motivado por la recesión económica, hace dos meses y junto a su pareja, Ricardo (36) se radicó en España después de que la empresa de indumentaria para la cual trabajaba como store manager decidiera retirarse de Mar del Plata. Uno de sus últimos viajes de trabajo lo hizo reflexionar sobre su futuro en Argentina y tras descartar la posibilidad de irse a Mallorca (como hicieron varios marplatenses en el 2001), optó por casarse y radicarse en Valencia.
“Mar del Plata ya no ofrecía mucho y si las empresas con espalda como a la que pertenecía se iban del país, poco iba a quedar en pie. Hicimos todos los trámites, entre ellos el NIE y con eso pude empezar a trabajar legal aquí”, contó a LA CAPITAL desde la costa sureste de España.
“Llegamos en marzo y desde ahí todo es color de rosa. Trámites impecables al momento de hacerlos. Nos instalamos en un barrio muy de moda llamado Ruzafa, a pocas calles del ayuntamiento de Valencia”, siguió.
Ricardo Juanicotena contó que en este tiempo observó que hay “una oleada masiva de gente sin papeles”, que también se radicó en España, pero en ese sentido aclaró que “sin legalidad Europa ya no es como hace 15 o 20 años; todo cambió y la comunidad española impone arbitrariamente sus reglas para otorgar residencia a extranjeros con papeles”.
En cuanto al trabajo, dijo, “hay y bastante”. Ricardo logró insertarse laboralmente en corto tiempo y también su esposa, quien consiguió trabajo a los siete días en un café con un sueldo de 1.050 euros en mano.
Enseguida, reflejó cómo rinde el dinero hoy en España. “Con 1000 euros viven dos personas adultas bien, sin privaciones. Pagamos 475 de alquiler con servicios incluidos (gas, agua, luz e internet) y gastamos 200 en el súper con la comida que gustes, sin elegir marcas de baja calidad. Gasto como mucho 50 euros de telefonía móvil para los dos y carga de boletos para el bus, metro o tren. El resto es para lujos, como salidas y ropa”, detalló.
Roberto Donadío: “Tengo una calidad de vida muy superior”
Tras probar suerte en Irlanda, Roberto Donadío, profesor de educación física especializado en fitness y preparador físico de rugby de 49 años, resolvió que Barcelona podía ser su nuevo lugar en el mundo. Hace tiempo logró insertarse social y laboralmente en España ejerciendo su profesión lejos de Mar del Plata, donde se formó y trabajó esquivando la inseguridad y reforzando su actividad con un trabajo los fines de semana en un restaurante para llegar a fin de mes.
“Acá en España arbitrando rugby te pagan, cosa que allá en Mar del Plata no pasaba. Me vine solo, sin contactos, con la ciudadanía italiana. Llegué un martes, el miércoles me llamaron para trabajar y el viernes estaba dando examen para una cadena de gimnasios. Al tiempo me homologaron el título y hoy tengo un nivel de vida bastante bueno”, explicó desde la región de Cataluña.
Su espíritu aventurero y la necesidad de tener una mejor calidad de vida lo llevaron a España, donde si bien “el rugby no tiene la misma filosofía de juego limpio y amistad que en Argentina y es un deporte minoritario que se vive muy diferente”, desde que llegó a Barcelona no para de viajar y progresar.
“Cuando empecé a trabajar en escuelas de Mar del Plata el tema de la seguridad fue un problema. Muchos colegas venían para España y les iba bien. La idea era ir a otro país, pero Barcelona me estaba esperando”, indicó.
En cuanto a su nuevo estilo de vida, “Tito” no dudó en afirmar que “acá la calidad es muy superior que en Argentina” y que “la seguridad, la salud y la educación están muy afianzadas: les pagan bien a los docentes, los policías y médicos. No necesito obra social, me atiendo en la salud pública. Camino a las 12 de la noche tranquilo y la seguridad y el transporte funcionan muy bien”.
Desde el inicio, cobra su sueldo en blanco en un gimnasio pero también percibe una paga en blanco por arbitrar rugby, algo que jamás había logrado en Argentina. “La mayoría de la gente está blanqueada, hay muy poco trabajo en negro o economía sumergida, como le dicen. Tal vez España no es el mejor país de Europa occidental, como sí son los escandinavos, o Bélgica, pero se vive realmente muy bien”, relató desde Barcelona a LA CAPITAL.
Marcelo Chorny: “Me vine cansado de cómo está el país”
Hace casi tres años, la necesidad de ambientarse en un contexto de vida diferente, donde la salud, la educación y la seguridad fuesen derechos garantizados, condujo a Marcelo (51), entrenador de rugby con amplia experiencia, a instalarse en España.
El ex head coach de la Unión de Rugby de Mar del Plata y de la Unión de Rugby del Sur, además de entrenador de diversos clubes de la ciudad y la zona, está viviendo su tercera temporada en Europa, actualmente en Gijón, tras dirigir exitosamente el Burgos y el Real Oviedo.
“Me vine cansado de cómo está el país, por tanta inseguridad. Quise poder trasladarle a mis hijos otra experiencia y que tengan una expectativa con mejores oportunidades”, indicó a LA CAPITAL Marcelo Chorny.
Guijón, cuenta, es “una de las ciudades más seguras” de España y “realmente no tenés miedo de andar a cualquier hora por la calle”, pero la principal diferencia, además de en la seguridad, “se da en la educación y la salud”, aseguró.
Las diferencias existen y si bien atraviesa un buen presente en esa gran ciudad costera del norte de España, “el espíritu de club que hay en Argentina hace la diferencia en el mundo”, mientras que allá “son tierras prestadas por el municipio y no hay tanto sentido de pertenencia”. Sin embargo, las ventajas vienen por la estabilidad económica y las oportunidades de acelerado crecimiento y desarrollo.
Estar lejos de casa, en otro país, jamás es fácil por más que la calidad de vida pueda ser superadora. Por eso Marcelo no ocultó su nostalgia y contó que “extraña mucho a los seres queridos”, como así también las costumbres, aunque enseguida aclaró: “Somos muchos los argentinos que estamos en España así que el asado y el fernet no faltan”. Además, dijo, viaja seguido a Argentina, algo que lo reconforta para seguir su vida lejos del país.
Martín Merino: “Me harté de la inseguridad”
En el 2002, la crisis económica que había estallado en el país impulsó a Martín a irse del territorio en busca de nuevas oportunidades. El joven dejó atrás su emprendimiento en Mar del Plata y se radicó en España, pero tres años después, en 2005, se animó a regresar y volvió a apostar por su país. Creó su propia empresa de productos químicos en la ciudad, contrató empleados y se esforzó para prosperar; con el tiempo sufrió varios robos y hasta reconstruyó su pyme de las cenizas tras un incendio sospechado de ser intencional. Hace poco, harto de la inseguridad, de la presión tributaria y de las permanentes exigencias para habilitar su local, a los 45 años tomó la determinación de cerrar y volver a irse.
Un violento robo a su negocio pero también un asalto a sus padres y un intento de robo en su domicilio agotaron sus fuerzas para seguir en Mar del Plata. Tras lidiar años con el municipio por las “insólitas trabas” para habilitar su local, se radicó junto a su esposa y sus hijas en Marbella.
“En Argentina la inseguridad es terrible, la salud pública funciona mal, no hay justicia y los políticos vienen a sacarte plata, sumado a una presión tributaria gigante. En el 2002 me había ido por la crisis. Ahora fue más por la inseguridad, porque la seguridad no se negocia”, le contó Martín Merino a LA CAPITAL.
Su vuelta a España no fue fácil pero sí le resultó sencillo insertarse laboralmente. En la Costa del Sol montó un local de motos importadas que, a diferencia de en Mar del Plata, logró habilitar rápido y hoy trabaja “muy tranquilo”.
“Lamentablemente me veo obligado a tomar una decisión que no quería. Estamos cerrando las puertas de Slim después de muchos años y sacrificio”, escribió días atrás en su cuenta de Facebook al resolver el cierre de la química que había instalado en Mar del Plata y que manejó en los últimos meses desde España. Le dedicó esta determinación “a toda la Municipalidad de General Pueyrredon”.
En Marbella, apuntó, “las cosas funcionan muy distintas” y “las condiciones y oportunidades son otras”. Las diferencias, contó, “son enormes” y hasta ahora no tuvo inconvenientes en hacer ningún trámite, ni siquiera la habilitación de su nuevo comercio, mientras que “en Argentina la parte burocrática es enfermiza”.
– En 6 meses se duplicó la demanda de trámites para irse de Argentina