Cientos de marplatenses de distintos barrios se reúnen los martes y viernes en la Plaza Rocha para vender, comprar y trocar distintos tipos de productos. Se trata de una feria que nació informalmente hace alrededor de tres años y, en los últimos meses ha tenido un gran crecimiento. Concretamente, en la manzana de San Martín, Dorrego, Luro y 14 de Julio es el punto de encuentro que reúne distintos tipos de modalidades de intercambio.
La participación es libre. Algunos “caen” de manera espontánea algunas veces al mes, otros, acuden puntualmente todos los martes y viernes (salvo que haga mucho frío o llueva), con lo que tienen para ofrecer. Puede ser ropa usada en buen estado, calzado de niños o adultos, bijouterie, productos de belleza, panificados caseros, libros, juguetes, tejidos artesanales, vajilla, mantitas, artesanías, etc. que disponen en “mantas” sobre el suelo y ofrecen. Otros utilizan el espacio como el lugar de encuentro para entrega o intercambio de productos que “reservaron” o “subastaron” previamente a través de los distintos grupos de la red social Facebook que se dedican al tema. Por ejemplo “Vendiendo en Plaza Rocha, con más de 1.000 miembros, Remate Plaza Rocha, con cerca de 900 miembros y “Remate on line Plaza Rocha”, con más de 2.700 miembros.
Pero, lo que más se da es el trueque. Muchos intercambian ropa, calzado, muebles o electrodomésticos usados por alimentos o algún tipo de servicio (tratamientos capilares, uñas esculpidas, trabajos de electricidad o plomería, etc.). También suelen encontrarse muchas personas otorgando cachorros, muchos de raza, en adopción responsable.
“Esto es un emprendimiento que fue surgiendo espontáneamente, por necesidad. Es un rebusque”, reconoció Margarita Alí, una jubilada señalada por todos como una de las “pioneras” del grupo. Ella lleva “lo que tiene” y lo vende o cambia, como una forma de tener un “extra” a la jubilación. Pero aclara “la cuestión es que los precios sean económicos, si no no sirve. Esto tiene un fin solidario, ayudarnos entre todo”.
En ese contexto, como pionera, es una de las que participa de la organización del espacio. Hay sectores para la ropa, para objetos varios y otro para quienes se dedican a los comestibles. “Tratamos de mantener la tranquilidad, el orden y que puedan estar todos, sin peleas ni inconvenientes” contó la mujer.
Es que, después de los momentos de “tensión” de mayo último, cuando los quisieron desalojar del espacio, no quieren que nada atente contra el logro de haber obtenido la autorización para realizar sus intercambios en ese lugar.
“Hace dos meses que vengo, traigo ropa que no uso, a veces se vende y a veces no” contó Luna, una joven de 17 años que encontró en la feria una oportunidad para tener un ingreso “para mis gastos, sin tener que depender de mi mamá”. Para la joven el espacio es “tranquilo, la gente es macanuda y todos tratan de ayudarse entre si”.
Un matrimonio que prefirió mantener sus nombres en reserva reconoció que la feria es “un rebusque”. “La cosa está difícil, no hay trabajo. Esto no soluciona todo, pero al menos es una forma de buscar el mango”. Como ellos, muchos de los feriantes están en la misma situación y, por ello, la feria crece cada vez más.
El mate y la charla es la compañía infaltable en las largas jornadas de feria. Los puesteros -generalmente mujeres- comienzan a llegar a eso de las 9 o 10 de la mañana y, alrededor de las 17, el sector comienza a vaciarse lentamente.
En tantas horas, los productos comestibles suelen ser muy apreciados y se pueden encontrar muffins, tarteletas, pastafrolas, tartas saladas, tortafritas, prepizzas, panes saborizados y hasta se instalan puestos de choripanes.