Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo en playa marplatense. Aproximadamente, 1942. Fuente: Antropos.
La vida de Bioy en Mar del Plata y el reflejo de estas experiencias en su obra fueron el tema de uno de los artículos publicados en el suplemento especial publicado por LA CAPITAL el 25 de Mayo de 2014 con motivo de su 109 aniversario. A continuación, el artículo:
Bioy Casares
Una Mar del Plata de cuentos
Mar del Plata fue uno de los escenarios importantes en la vida cosmopolita del escritor Adolfo Bioy Casares. Algunas de sus obras están ambientadas en esta ciudad. Recorremos en esta nota los sitios que describió con su pluma magistral.
por Gustavo Visciarelli
“En la fría y solitaria Mar del Plata de esta época del año, trabajo, y, mientras tanto, estás, o creo que estás feliz…”, le escribía Adolfo Bioy Casares a Elena Garro el 21 de abril de 1969. El romance computaba veinte años de clandestinidad, un encendido cruce epistolar y apenas tres encuentros en distintas ciudades del mundo. Se sabe que en el final de la relación influyeron la revuelta de Tlatelolco y unos gatos de angora.
El otoño marplatense no era extraño para el escritor ni para su esposa Silvina Ocampo. En 1997, Bioy -que ya llevaba cuatro años de viudez- le confió al escritor Tomás Barla: “Nuestra costumbre era quedarnos en Mar del Plata después de la estación de verano. Nos quedábamos hasta mayo. Hacía mucho frío. Había muchos días de tormenta, entonces nos quedábamos en la casa mucho tiempo, y se nos ocurrió que podíamos escribir esta historia. Fue casi una cosa milagrosa, entre los dos; la escribimos con muchísimo placer, en muy poco tiempo. Y me arrepiento siempre de no haber insistido para hacer otros libros con ella”.
La obra referida es “Los que aman, odian”, novela policial editada en 1949. El número se repite tres veces: en el 1949 de la calle Quintana está la casa mencionada: Villa Silvina, hoy perteneciente al Mar del Plata Day School. En 1949 Bioy inició su relación con la escritora mexicana Elena Garro, esposa del poeta Octavio Paz, premio Nobel de Literatura 1990. Y en 1949, Jovita Iglesias -una joven orensana- llegaba al país y se empleaba como ama de llaves de Adolfo y Silvina.
El fugitivo que no fue
En su carta de abril del 69 escrita en Mar del Plata, Bioy dice: “En los diarios de por acá hay muy pocas noticias de México. Las que puedo darte de mí son demasiado triviales. La vidita de siempre… Menos mal que este año trabajé. Escribí una novela, El compromiso de vivir, que estoy corrigiendo; una Memoria sobre la pampa y los gauchos; un cuento, “El jardín de los sueños”, y ahora un segundo cuento [ilegible]: uno y otro, Dios mío, tratan de fugas. ¿Recuerdas que en el Théatre des Champs Elysées, en el 49, la primera noche que salimos, me dijiste que sentías gran respeto por los que huían? Me gustaría
compartir hoy esa convicción. En todo caso no me parece improbable que dentro de poco me convierta en fugitivo”. Si la última frase encerraba una velada promesa, quedó incumplida. El escritor nunca se separó de Silvina Ocampo, quien toleró sus infidelidades y hasta adoptó como propia una hija extramatrimonial de su marido.
Elena -divorciada de Paz desde 1959- no era feliz como aventuraba Bioy. Tras las sangrientas revueltas de Tlatelolco en 1968 quedó enfrentada con la intelectualidad mexicana y decidió irse a Europa junto a su hija. Fue entonces cuando recurrió a su amado Bioy para que se hiciera cargo de sus no menos amados gatos de angora, que eran ocho.
De jardines y cuentos
La escritora Victoria Ocampo, hermana de Silvina, también prolongaba sus estadías en Mar del Plata hasta entrado el otoño. Buscando una fecha que lo acredite dimos con el 8 de mayo de 1953 cuando la policía allanó Villa Victoria – Matheu 1851- “en busca de armas” y detuvo a la directora de revista Sur.
El 15 de abril de ese año dos bombas habían estallado con saldo trágico durante un acto de la CGT en Plaza de Mayo. Bajo la hipótesis de un complot terrorista contra el gobierno de Juan Domingo Perón, se desencadenó una pesquisa que derivó en decenas de detenciones. Una de ellas fue la de Victoria Ocampo, que a los 63 años purgó 26 días en la cárcel de Mujeres del Buen Pastor.
Aquella historia duerme en el olvido. No así el misticismo de esas casas vecinas donde Victoria y Silvina tuvieron sus villas veraniegas y albergaron a la elite cultural de su tiempo. “No sólo Borges, sino también Carlos Mastronardi, Manuel Peyrou…muchos escritores pasaron por ahí y compartieron mi amor por Mar del Plata”, le dijo Bioy Casares a LA CAPITAL en 1993, cuando anunció “con mucho dolor” la necesidad de vender la casa que habían comprado con Silvina en 1942.
De sus dichos surge que las villas no fueron meros hospedajes de notables. “Ibamos a la playa, almorzábamos en mi casa a las cuatro de la tarde -una hora española para almorzar- y después escribíamos”.
Bioy reveló, también, que aquellas estancias potenciaban sus procesos creativos: “Estábamos más cerca uno de otro que en Buenos Aires, donde cada uno tenía sus obligaciones. En Mar del Plata estábamos viviendo juntos y entonces no es extraño que planeáramos libros y colaboráramos en ellos”.
El relato no confronta, sino todo lo contrario, con la creencia de que Jorge Luis Borges se inspiró en el parque de Villa Victoria para escribir en 1941 “El jardín de los senderos que se bifurcan”, cuento que dedicó a Victoria Ocampo.
Bioy Casares, por su parte, no dejó enigmas: Mar del Plata está en su obra con escenarios reconocibles y personajes que se desenvuelven en una recurrente atmósfera otoñal.
Milagros irrecuperables
“A la tarde tomamos el té en una confitería de Santiago del Estero y San Martín, que voltearon años después”.
La legendaria Jockey Club de Mar del Plata es uno de los múltiples escenarios de “Los Milagros no se recuperan”, cuento fantástico publicado en 1967.
“Cada vez que alguien; para entrar o salir empujaba las grandes puertas de cristal, parecía que se desplazaba hacia el centro del salón un témpano de hielo”.
Los recuerdos con que Bioy construyó la escena deben ser anteriores a 1962, cuando la Jockey -que funcionaba en esa esquina desde 1914- fue cerrada para su posterior derribo. Vino luego su “etapa moderna” que expiró en 1976.
El protagonista del cuento – Luis Greve- figura en otro relato fantástico que Bioy escribió en 1937, cuando tenía 23 años. En la antigua versión, Greve está muerto y aparece en Estación Constitución ante un amigo que se apresta a viajar en tren a Mar del Plata. En el cuento del 67 está tan vivo que se permite una “escapada” de fin de semana junto a la bella y desinhibida Carmen Silveyra.
Turistas furtivos
Luis y Carmen bajan del tren “…en una noche fría y tenebrosa. En una larga fila, a la intemperie, la gente esperaba los taxímetros”. Quebrantando las normas de convivencia, corren “…por la inescrutable oscuridad, hasta el medio de la avenida Luro…” e interceptan un taxi.
Carmen sugiere alojarse en el Hotel Provincial. “Estas loca”….”Hay que buscar un hotelito medio escondido” responde Greve, que “por su condición” no debe dejarse ver. Ella tiene motivos de menor fuste para esconderse. Antes de viajar hizo un llamado telefónico y se declaró “enferma” para excusarse de participar en una colecta de beneficencia. En el acto se ha enterado que la presidenta de la entidad –”…la vieja más respetable y estricta de Buenos Aires”- también guarda cama.
Los amantes se hospedan en un hotel innominado que tiene la cocina clausurada por reformas y la calefacción rota.
“Al otro día brillaba un sol pálido y bajamos a la playa. Echados en lonas, al reparo de una casilla, logramos el calor suficiente para que nuestra mañana fuera agradable”…, relata Greve. Carmen dice: “…fuera de temporada cualquier balneario es poético”.
Por la tarde concurren a la Jockey Club y se topan con “una matrona voluminosa”. Es la presidenta de la Sociedad de Beneficencia, que mira a Carmen y se lleva el dedo índice a los labios en un elocuente pedido de silencio. También ella está aquí furtivamente junto a “un viejito de nariz colorada y bigote húmedo”, síntomas patognomónicos de un resfrío bien marplatense.
Abril en Mogotes
“El mar está lejos, más allá de bañados cubiertos de maleza, que uno cruza por caminitos terraplenados”. En el cuento “La Obra”, Bioy reconstruye el antiguo paisaje de Punta Mogotes, su balneario preferido. No lo menciona explícitamente, es cierto, pero las referencias son inequívocas.
Una embozada referencia nos dice que el protagonista del cuento es el propio Bioy, que viaja a esta ciudad a escribir una novela. “… conviene Mar del Plata porque es pan comido; no andaré alelado, buscando puntos de interés, ni me distraeré de la novela”, argumenta.
El otoño marplatense vuelve a aparecer: “… estábamos en abril, cuando las últimas tandas de veraneantes han vuelto a sus reductos y cuando son más hermosas las tardes. ¿No es abril el mes de los ingleses, de los que saben?”.
En este caso el escritor no se refugia en Villa Silvina, donde la trama hubiera resultado imposible, sino que alquila -¿verdad o ficción?- una vivienda a un joven matrimonio que explota estaciones de servicio “desde la costa hasta el Tandil”, “que gasta menos de lo que gana” y que “todos los años levanta un chalet”. Al conocerlos, se asombra de su “delicadeza notable” porque pensaba encontrar “…prósperos nuevos ricos de una ciudad un tanto materializada. ¡Cruz diablo!.”
El escritor echa una mirada profunda e inmediata sobre la dueña del chalet. Y con el correr de la trama hace lo propio -pero paulatinamente- sobre la empleada doméstica, a quien apoda despectivamente “la Mataca”. No obstante, luego irá descubriendo en ella una sumatoria de atractivos.
Paisajes conocidos
Las referencias marplatenses abundan en el cuento: un artículo sobre la Costa Galana que el protagonista lee en un diario viejo, las casas “con tablones que tapiaban sus puertas y ventanas”, las carpas de un balneario dispuestas “en herradura”, la mención del puerto y el Faro, una casilla montada sobre la arena y la puntual descripción del solitario paisaje costero son algunas de ellas.
Pero resta el tema de fondo. El cuento está inspirado en un personaje marplatense: el bañero Enrique Pucci, cuya historia en la ciudad se remonta a la década del 10. Bioy lo conoció en Mogotes y reparó en su tarea: colocar carpas y sombrillas en la arena, a despecho de la naturaleza que borraba su obra sistemáticamente. El escritor encontró en ello una alegoría del ser humano –y puntualmente del escritor- que procura trascender a través sus creaciones.
Al pie del cuento, Bioy le dejó a Enrique Pucci una dedicatoria que, por su fama de seductor compulsivo, generó erróneas (¿o lógicas?) interpretaciones: (A E.P, tan amistosa como secretamente). Años después admitiría risueñamente: “Mucha gente creyó que era una amiga”.
Las cartas de Bioy
En 1997 -un año antes de morir por su compulsión al cigarrillo, rodeada por gatos de raza en un departamento de Cuernavaca- Elena Garro vendió su archivo a la Universidad de Princeton. Así apareció la correspondencia que durante veinte años le enviara Bioy Casares: dos postales, 13 telegramas y 91 cartas. De las respuestas de Elena nada se supo. Del destino de los ocho gatos, tampoco.
Jovita Iglesias, aquella ama de llaves orensana, trabajó con Silvina y Adolfo hasta que murieron. En 2002 publicó junto a René Arias el libro “Los Bioy”, donde acredita que Elena Garro mandó desde México ocho gatos en dos jaulas para que se los cuidaran. Pepe, esposo de Jovita y chofer del matrimonio, fue a buscarlos a Ezeiza y los llevó al piso de Posadas 1650 –Recoleta- que Silvina había heredado de sus padres.
“Estos gatos aquí no entran…”, dijo Silvina. Y los felinos –que según Jovita “maullaban como locos”- fueron a parar a un albergue gatuno de la calle Gaona. La cuota era onerosa “… y un buen día Silvina se plantó y dijo que ya no pagaría por esos gatos, que los soltaran, que hicieran lo que quisieran con ellos. Bioy le había dicho a Elena que los había llevado al campo, que allí estaban muy bien, para que se quedara tranquila. Pero ella, cuando lo supo, se volvió loca. De los gatos nunca más se supo nada”.
Hasta ese desenlace, Bioy mantenía intactas sus ansias de encontrarse con Elena, a quien no veía desde 1956, cuando se citaron en Nueva York.
“En la fría y solitaria Mar del Plata de esta época del año, trabajo, y, mientras tanto, estás, o creo que estás feliz… En junio o julio o agosto acaso me vaya a Europa. Cómo cambiaría ese desganado viaje si en París, en Roma, en Londres… dónde tú quieras, nos encontráramos”.
Fragmento de la carta 91, la última que Bioy le enviara a Elena.-
Podemos agregar la foto 7601,enviada por el Sr. Augusto Dionise,donde se observa a Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares en una playa marplatense.
http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/7601
Podemos agregar a esta foto la 6768,enviada por el Sr. Nino Ramella,donde vemos a Jorge Luis Borges,Adolfo Bioy Casares,Josefina Dorado y Silvina Ocampo en un Balneario de Punta Mogotes.
http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/6768
En la foto 7600,enviada por el Sr.Augusto Dionise,transcribì en comentarios entre otros,un trabajo sobre Silvina Ocampo,realizado por Axel Díaz Maimone:
Silvina Inocencia María Ocampo y Aguirre nació en Buenos Aires,el 28 de Julio de 1903,en la casa paterna de Viamonte 550.Fue la sexta y última hija de Manuel Silvino Cecilio Ocampo y Ramona Máxima Aguirre.
Siendo muy pequeña,apenas tenía cinco o seis años,comenzó su instrucción en francés,español,inglés e italiano,mezclado con clases de aritmética,ciencias naturales,religión,música,piano,dibujo e historia, todas dictadas en francés.Las encargadas de la educación de las seis hermanas Ocampo (Victoria, Angélica, Francisca,Rosa,Clara y Silvina) eran Mademoiselle Alexandrine Bonnemaison,Miss Kate Ellis,Miss Berta Krauss y dos profesoras de español e italiano, quienes les abrieron la puerta de un mundo cultural que muy pocos llegaron a conocer con tanta perfección.Durante su juventud, en París,intentó estudiar dibujo y pintura con Pablo Picasso y André Derain,pero no lo consiguió;entonces tomó clases con Giorgio de Chirico,Fernand Léger,Othon Friesz y André Lhote.De regreso en Buenos Aires,trabajó la pintura junto a Norah Borges y a María Rosa Oliver,y realizó varias exposiciones,tanto individuales como colectivas.Perteneció,desde el principio,al comité de colaboración de la Revista SUR,fundada por su hermana Victoria en 1931,y pocos meses después, en 1932,conoció a quien luego sería su esposo: Adolfo Vicente Perfecto Bioy Casares (1914-1999).Tras un largo concubinato vivido en Rincón Viejo,la estancia de los Bioy en Pardo,Partido de Las Flores,contrajo matrimonio con Adolfo, el 15 de enero de 1940.En 1937 publicó su primer libro,un conjunto de relatos que lleva por título Viaje olvidado.Después alternó entre la narrativa y la poesía, y llegó a escribir algunas novelas y dos obras de teatro en colaboración con dos de sus amigos.
En el mismo año de su casamiento,colaboró con su esposo y con su gran amigo Jorge Luis Borges,en la selección y traducción de material para la Antología de la literatura fantástica,a la que le siguió,con los mismos colaboradores,Antología poética argentina,editada al año siguiente y de la cual se vendieron muy pocos ejemplares.Apenas seis años después de casados,Silvina y Adolfo escribieron y editaron su única obra en colaboración: Los que aman,odian,una novela policial de marcado éxito ambientada en una zona cercana a Quequén.En ella cuentan las peripecias del Doctor Humberto Huberman,un médico homeópata que decide pasar unas vacaciones en el Hotel Bosque de Mar sin sospechar que se internará en un laberinto de amor,muerte y venganzas.Durante los años 60,Silvina empezó a redactar su autobiografía.Al principio,y en verso,lo forma a sus recuerdos hasta la primera comunión.Disconforme con el resultado,descartó el manuscrito y volvió a escribir,esta vez en prosa,otra versión de sus memorias. Finalmente,rescribió el texto en verso libre e intercaló fragmentos en prosa versificada.El resultado fue un libro originalísimo editado en 2007,cuya lectura nos permite reconocer,más allá de las tergiversaciones,la infancia y preadolescencia de Silvina Ocampo.Víctima de su enfermedad,el Mal de Alzheimer,que la afectaba desde 1988,Silvina Ocampo dejó de existir en Buenos Aires,el 14 de Diciembre de 1993,a los 90 años.Por suerte no vio morir a su hija Marta,que falleció en un accidente el 4 de Enero de 1994,ni a Bioy,que cerró los ojos el 8 de Marzo de 1999.
A lo largo de su vida,Silvina recibió numerosos premios y condecoraciones,entre los que cabe destacar el Premio Municipal de Poesía (1945),el Segundo Premio Nacional (1953),el Primer Premio Nacional (1962),el Gran Premio de Honor de la SADE (1985),la Orden de las Artes y las Letras en el grado de Comendador (1985) el Premio del Club de los XIII (1988),el Premio Estaban Echeverría (1989) y la distinción como Ciudadana Ilustre por parte de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (1990).
Silvina Ocampo es autora de una gran obra predominantemente narrativa y poética que comprende más de una veintena de libros editados en vida y un número similar de inéditos que pronto serán publicados gracias a las gestiones de sus herederos El material édito abarcaba,originalmente, siete libros de cuentos,siete de poesía,una novela policial escrita en colaboración con Adolfo Bioy Casares,una novela publicada en España a fines de los años 80 y que apareció en nuestro país el año pasado, cuatro libros infantiles,dos piezas teatrales en colaboración con Juan Rodolfo Wilcock y Juan José Hernández y dos antologías literarias compiladas con Bioy y con Jorge Luis Borges.A lo largo de toda su obra narrativa,Silvina Ocampo trató una gran cantidad de temas: el amor,la muerte,los dobles,la naturaleza,los sueños,las supersticiones,la vida cotidiana; pero siempre con una constante: la crueldad.Esta especie de tema con variaciones (tan cotidiano y requetesabido en nuestra sociedad) tiene su origen, presumiblemente,en un encuentro con la muerte,durante su infancia; recordemos que,en 1911,murió Clara Ocampo,su hermana más inmediata, y que Silvina tenía entonces ocho años.En la misma época de la muerte de Clara,Silvina escribió sus primeras páginas,en inglés y ya en ellas se vislumbra el gusto por la crueldad; ella misma lo contó así: “Recuerdo haber llenado tres cuadernos cuatro cuadernos,cuando era muy chica, contando todas las cosas que recordaba, sacadas de la historia de Inglaterra,que me gustaba mucho, porque había asesinatos, personajes encerrados en una torre, niños preciosos dentro de una torre”.
La narrativa de la menor de las hermanas Ocampo fue evolucionando desde su primer libro,Viaje olvidado.Pero es a partir de los cuentos de La furia cuando Silvina Ocampo encuentra su propia voz: las frases ya no tienen tortícolis y la escritura de va distanciando de la manera de hablar de la autora hasta llegar a una separación total.En 1937 apareció Viaje olvidado,libro que reúne losa primeros cuentos de Silvina.Los relatos provienen de recuerdos de infancia de la autora transportados a una dimensión onírica.De cualquier forma,la escritora saca de la vida cotidiana,de su vida cotidiana,los argumento y los personajes que pueblan sus cuentos (¿acaso no aparecen -aunque tergiversados- Mademoiselle Bonnemaison,sus cinco hermanas,a costurera que tanto quiso en su infancia?).La escritura del libro refleja la forma de hablar de Silvina,que se debate en el uso de tres idiomas -inglés, francés y español- cuyas gramáticas y sintaxis son completamente diferentes; es exactamente lo mismo que le pasó a Victoria cuando empezó a escribir.
Entre la publicación de Viaje olvidado y la de Autobiografía de Irene pasaron once años.Fueron años de intensa labor en los cuales Ocampo dio a conocer dos poemarios y escribió varios cuentos; la escritura de esos cuentos le permitió mejorar su estilo literario, limar ciertas asperezas. Los relatos de Autobiografía de Irene son radicalmente distintos a los anteriores;en ellos hay un sujeto casi ausente (en Viaje olvidado y en los libros posteriores a Autobiografía de Irene hay un sujeto “que habla”) y se advierte una mayor espontaneidad.La furia,editado en 1959,fue el libro más exitoso de Silvina Ocampo. La escritora retoma las formas habladas de Viaje… aunque los cuentos tienen otro desarrollo,porque ella se anima a jugar con el sujeto de la enunciación y muestra un dejo de crueldad mezclado con humor e ironía.Esta forma se continúa en Las invitadas (1961) y en algunos cuentos de Los días de la noche (1970);los demás relatos que componen este último libro se enrolan en las líneas expuestas en Autobiografía….Los dos últimos libros de cuentos de Silvina Ocampo -Y así sucesivamente (1987) y Cornelia frente al espejo (1988)- fueron también los últimos que publicó.Son libros excelentes en los que Silvina (que ya es una mujer de casi ochenta y cinco años) se muestra de cuerpo entero gracias a un halo de juventud que conservó toda su vida y que la acompañó hasta el último momento de lucidez.Una vez,durante una comida de la Fiesta Nacional de las Letras de Necochea me dijo Jorge Torres Zavaleta: Yo creo que Silvina Ocampo fue hasta el final una escritora joven,eternamente joven.Lo poético ocupó un lugar fundamental en la vida y obra de Silvina Ocampo.Desde que empezó a escribir, lo hizo desde la poesía.
El primer poema de Silvina se perdió;sólo se sabe que era un diálogo entre una costurera y un maniquí. El segundo -Me da miedo la sombra tan negra de la rosa/tan rosada cuando no es sombra- persistió en la memoria de la autora y fue escrito en su infancia en el jardín de invierno de la casa de Viamonte 550,su casa natal.Muchos años después,Silvina volvió a la poesía. Una tarde de fines de los años 30 o de comienzos de los 40,Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares paseaban en auto por la zona de la Recoleta.De repente, con su voz única medio gangosa,un poco trémula,algo borrosa, muy aniñada Silvina comenzó a recitar unos versos.Bioy quedó sorprendido, deslumbrado por el fragmento de ese poema.Le preguntó de quién era.La sorpresa fue mayor cuando Silvina le dijo que lo había escrito ella.Así, según Marcelo Pichon Rivière “El enigma que no cesa: Silvina Ocampo.Publicado en el diario Clarín de Buenos Aires,el 27 de Mayo de 2001,se produjo el retorno de Silvina Ocampo a la poesía.Desde 1942,año en que SUR editó Enumeración de la patria,Silvina publicó varios libros de poesía: Espacios métricos (1945),Poemas de amor desesperado (1949),Los nombres (1953),Lo amargo por dulce (1962),Amarillo celeste (1972),Árboles de Buenos Aires (1979) y Breve santoral (1984);después de su muerte,y por iniciativa de Bioy,se publicó Poesía inédita y dispersa (2001),una selección hecha por Noemí Ulla de textos escritos entre 1960 y 1990.
Los principales temas de la obra poética de Silvina Ocampo son el amor, las plantas,la infancia, los animales y la vida cotidiana.Casi puede decirse que son los mismos temas de sus cuentos.Pero aquí la crueldad se hace a un lado y deja su lugar a la pasión,a la dicotomía de la pasión en dos sentimientos tan contradictorios como son el amor y el odio. Y no es éste el único mérito de Silvina como poeta;justo es destacar que supo combinar los temas más sencillos con una riqueza expresiva pocas veces vista,y que encontró (o creó) su propia voz en el campo de la poesía mediante la combinación de la disciplina del ritmo y la cadencia,la influencia de la infancia,la alteración de elementos autobiográficos,la descripción exacta de los paisajes y esa especie de esbozo narrativo que aparece en varios poemas suyos.Todo esto converge en los casi quinientos poemas que componen la edición en dos tomos de su Poesía completa [Emecé, Buenos Aires,2002-2003].La obra de Silvina Ocampo tiene una originalidad incomparable Bioy mismo dijo que Silvina era la mujer más original que había conocido;y que era original,incluso,a pesar suyo.En sus cuentos y novelas trabaja el mundo de la infancia insinuando lo maravilloso desde la cotidianeidad.Pero siempre fiel a sí misma desconcierta al lector mediante el uso de la ironía,que alterna entre la realidad y la ficción.A Silvina Ocampo la fascina el terror,y llega a combinarlo con la crueldad,logrando así un resultado sorprendente: el retrato literario de universo infantil.
Por otro lado,su poesía es un canto a la vida,al amor,a las pasiones. Silvina ha dicho que no cree que un tema pueda ser sólo para un cuento,y otro para un poema. Entonces se deja llevar por sus emociones y termina creando una poesía con una secuencia narrativa propia del cuento casi al estilo de su pariente,José Hernández,y cuentos en los que la poesía o lo poético tiene el rol protagónico.Silvina Ocampo escribió incansablemente toda su vida.Al principio,escribía a escondidas,sin mostrar a nadie sus creaciones;después,motivada por Bioy,se alejó un poco de la pintura y se dedicó a escribir.Y escribió por el simple placer que eso le causaba.Quizás por eso siempre fue la escritora,y no una aficionada a las letras.No le importaba estar eclipsada por las figuras de su hermana Victoria, de Bioy,o de Borges.Sólo quiso escribir,porque escribir,además de ser el viaje más lindo,es un acto de amor.
http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/7600
Recorro incansablemente este fantástico y adictivo laberinto que me resulta “Fotos de Familia” y que más de una vez me depara maravillas como esto que acabo de leer, y que ha encendido en mí un irrefrenable deseo de leer al menos algunas de las obras de Bioy…