En la foto 8545,tambièn remitida por el Sr. Ignacio Iriarte,mencionè:
“En 1889 se hacen construir cinco chalets en la calle Padre Cardiel entre Liniers y Rocha.Es importante señalar que para ese momento,la zona era un verdadero páramo y fue lo único construìdo en las inmediaciones durante 20 años.Hoy quedan tres de los cinco chalets,algo modificados.Uno de ellos se identifica por una torre cilíndrica,que originalmente era octogonal.(Fuente: Patrimonio Arquitectònico Marplatense)”.
Esta imagen tambièn fue publicada junto a otras cinco en la Revista Caras y Caretas nº 1065,pàgina 58,en una nota titulada “Panorama de la Playa”,firmada por Manuel Marìa Oliver,tal como comentè en la foto 8545.
La nota mencionada en mi comentario anterior,publicada en la Revista Caras y Caretas nº 1065,firmada por Manuel Marìa Oliver,dice textualmente:
-Visiòn Marplatense-Panorama de la Playa-
El automòvil avanza por el camino como tirado a cordel,en la altura
a de la barranca.Abajo la playa se extiende hasta el confìn,mientras en el suelo arenoso las olas van deshaciendo sus flecos unas tras otras,incesantes,bullentes primero,combadas despuès,extendidas en inmensa sàbana blanca y espumosa.El salitre humedece los cristales del parabrisas,invade el espacio y se nos presenta al gusto con su sabor salado,suave y agradable.Desde la Perla la ancha avenida no abre hacia al norte,huèrfana de àrboles,batida por los vientos,a veces envuelta en trombas de arena y tierra,ya sean que soplen al Este,el Sur u el Oeste.Miramos hacia los mèdanos,que son el lecho donde descansa el ocèano;pacientes en la empinada cuesta,muro natural que defiende la costa de las bravuras marinas,su superficie muestra las huellas de las crecidas,caricias formidables que graba aquel amante inquieto,violento e infinito.Algunas raras algas,alguna flor vacilante asoma su verdor inesperado entre la arenisca barrancosa.Asi hay oasis en el mundo.A travès del vidrio,mientras el auto hace zig-zag,subiendo y bajando corre el paisaje.Los pasajeros vienen a nuestro encuentro,cuando creemos que nosotros adelantamos hacia ellos.El Maizal,verde y lozano,se inclina,rizàndose cuidadosamene en la brisa;nos saludan dicièndonos ¡Bienvenidos!.Una pareja de gaviotas alza su vuelo asustada por el estruendo,y el perro guardiàn irrumpe de las malezas denodadamente furioso,ladrando,galopando siempre delante del coche,mientraas vuelve la cabeza grandota,con sus ojos azorados,en franco desafìo al monstruo que no se cansa nunca y que se aleja de èl indiferente.De improviso se destaca,se agranda la silueta de un niño;ya el pañuelo se agita y la gorra en alto parece un pequeño semàforo.La chacarera,asomada sobre la minùscula puertecilla,curiosea a los viajeros,se ajusta el nudo del chal que cubre sus hombros,y ampara a sus hijitos,que se aprietan,temerosos,a sus piernas;hacen señas con las manos ¡Adiòs! ¡Adiòs!.Feliz chacarera,en su rancho quinchado de paja,donde frente al mar crìa a sus pollos,ama a su marido con fuerte amor de mujer y no sabe otro credo que el que reza el huracàn en el altar de Dios,que ruge cerca,tan cerquita que sus salmodias la bendicen.Los chicos,descalzos,morenos,con los pantalones roìdos en las rodilla,gritan al unìsono.Esa chacarera,en tanto su compañero abre la tierra y la fecunda,marcharà mañana al pueblo,en su birlocho tirado por el zaino viejo,ofreciendo su apetitosa cosecha: los jugosos tomates,las papas extraordinarias,las frescas lechugas,los sabrosos zapallos ¡Verdulera! serà su anuncio vibrante,con cierta tonalidad musical que denuncia su origen latino.Tras del rancho,chicotean en la soga las ropas del domingo,recièn lavadas por manos que no saben de guantes,pero si de inmaculadas purezas silvestrres.El rayo del sol poniente ilumina la copa de un arbusto;en èl canta un zorzal abriendo las alas.Arriba huye veriginosamente ancha nube,irisada en sus bordes por la vislumbre tenue y roja del ocaso.Va tan alta hacia el mar que la imaginaciòn adivina su derrumbamiento en el abismo.
LA CIUDAD DELOS CINCO CHALETS,una ciudad en una manzana,llega y pasa;despuès,la aldea de madera,con calles delineadas,letreros,entradas y salidas,Parques,Restaurant,Bar,Villa,Teatro…La aldehuela tiene sus puertas cerradas,y el exterior de sus edificios descascarados.Asi deben ser las poblaciones sin habitantes.Detenemos el automòvil,golpeamos;el aldabòn que aùn queda en la coqueta casita suena inutilmente.El Parque,el teatro,la Villa,existen solo en la inscripciòn,exactamente como muchas palabras y epìgrafe que se esfuman lentamente.La aldea de madera agoniza allì trasplantada,traìda entera al lugar donde morirà deshecha;hoy que tanta gente tiene techo…El puente de Camet.Allì mismo queda detenido el automòvil.Camet,el nombre tradicional del paraje que va tomando para si el arroyo que serpentea sus aguas por la pampa.Dos patos juegan en el remanso;arriba,en la cascada,donde la corriente hierve sobre las piedras verdinegras evoluciona su escuadròn de teru-terus alarmando la tranquilidad del valle.Los teros son los escuchas del desierto.Hay tambièn teru-terus en la vida… El arroyo se ahonda,y ha cavado su cauce entre las rocas para darse paso.Su superficie es un cristal;la linfa refleja el cielo,recoge la luz,reproduce la silueta del pàjaro en viaje.
A ratos marchan con ràpida suavidad un junco,la hoja de un àrbol,la pluma desprendida del nido.Pienso en la fragilidad de las cosas,en la definiciòn del filòsofo griego.La rama retorcida de sauce pugna por bañarse en la orilla.El sauce se atormmenta de sed,como un àrbol humano.Por la hendidura abierta en el mèdano el arroyo se abre precipitàndose diàfano,con su carga de briznas boyantes,sus gajos entrelazados,sus piedrecillas pulidas por el rodar en el acantilado.
Leve murmullo y despuès nada;la arena absorbe,corrompe la linfa entregàndola al mar que la satura de salitre y la despoja de su edènica dulzura.En la barranca la mano del hombre ha remedado una roca,la ùnica que èl puede oponer al tiempo: una roca de arena,y en ella ha escrito: -Camet-.La dicha es como el mèdano,varia y cambiante.
Regresamos guiados por los dos fanales del automòvil.En la noche serena brilla la Cruz del Sur,con que soñara el Dante,y lejanamente se alza una armonìa profunda,soberana.
¡Oh mundos incògnitos que nos llama en los espacios.
Mar del Plata Febrero de 1919.
Estimado Lic. Somma , a riesgo de resultar reiterativo le digo que me resulta súmamente interesante leer las notas a las cuales supieron acompañar estas imágenes , y que Ud. tan amablemente transcribe para el Blog.
Realmente le estoy muy agradecido , su trabajo es destacable.
yo como transportista escolar llevava a una niña de unos de esos chalet al colegio esquiu en el cual trabaje como transportista escolar desde que se creo el colegio toda una vida y hoy me sigo comunicando con chicos que los lleve al colegio hoy son personas de mas de cuarenta años hoy a mis 80 años es lo mejor sentir que me recuerdan con cariño
En la foto 8545,tambièn remitida por el Sr. Ignacio Iriarte,mencionè:
“En 1889 se hacen construir cinco chalets en la calle Padre Cardiel entre Liniers y Rocha.Es importante señalar que para ese momento,la zona era un verdadero páramo y fue lo único construìdo en las inmediaciones durante 20 años.Hoy quedan tres de los cinco chalets,algo modificados.Uno de ellos se identifica por una torre cilíndrica,que originalmente era octogonal.(Fuente: Patrimonio Arquitectònico Marplatense)”.
http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/8545
Padre Cardiel y Liniers, buena parte de esas edificaciones se han conservado. Gracias Ignacio Iriarte por compartir estos documentos.
Atte.
Esta imagen tambièn fue publicada junto a otras cinco en la Revista Caras y Caretas nº 1065,pàgina 58,en una nota titulada “Panorama de la Playa”,firmada por Manuel Marìa Oliver,tal como comentè en la foto 8545.
La nota mencionada en mi comentario anterior,publicada en la Revista Caras y Caretas nº 1065,firmada por Manuel Marìa Oliver,dice textualmente:
-Visiòn Marplatense-Panorama de la Playa-
El automòvil avanza por el camino como tirado a cordel,en la altura
a de la barranca.Abajo la playa se extiende hasta el confìn,mientras en el suelo arenoso las olas van deshaciendo sus flecos unas tras otras,incesantes,bullentes primero,combadas despuès,extendidas en inmensa sàbana blanca y espumosa.El salitre humedece los cristales del parabrisas,invade el espacio y se nos presenta al gusto con su sabor salado,suave y agradable.Desde la Perla la ancha avenida no abre hacia al norte,huèrfana de àrboles,batida por los vientos,a veces envuelta en trombas de arena y tierra,ya sean que soplen al Este,el Sur u el Oeste.Miramos hacia los mèdanos,que son el lecho donde descansa el ocèano;pacientes en la empinada cuesta,muro natural que defiende la costa de las bravuras marinas,su superficie muestra las huellas de las crecidas,caricias formidables que graba aquel amante inquieto,violento e infinito.Algunas raras algas,alguna flor vacilante asoma su verdor inesperado entre la arenisca barrancosa.Asi hay oasis en el mundo.A travès del vidrio,mientras el auto hace zig-zag,subiendo y bajando corre el paisaje.Los pasajeros vienen a nuestro encuentro,cuando creemos que nosotros adelantamos hacia ellos.El Maizal,verde y lozano,se inclina,rizàndose cuidadosamene en la brisa;nos saludan dicièndonos ¡Bienvenidos!.Una pareja de gaviotas alza su vuelo asustada por el estruendo,y el perro guardiàn irrumpe de las malezas denodadamente furioso,ladrando,galopando siempre delante del coche,mientraas vuelve la cabeza grandota,con sus ojos azorados,en franco desafìo al monstruo que no se cansa nunca y que se aleja de èl indiferente.De improviso se destaca,se agranda la silueta de un niño;ya el pañuelo se agita y la gorra en alto parece un pequeño semàforo.La chacarera,asomada sobre la minùscula puertecilla,curiosea a los viajeros,se ajusta el nudo del chal que cubre sus hombros,y ampara a sus hijitos,que se aprietan,temerosos,a sus piernas;hacen señas con las manos ¡Adiòs! ¡Adiòs!.Feliz chacarera,en su rancho quinchado de paja,donde frente al mar crìa a sus pollos,ama a su marido con fuerte amor de mujer y no sabe otro credo que el que reza el huracàn en el altar de Dios,que ruge cerca,tan cerquita que sus salmodias la bendicen.Los chicos,descalzos,morenos,con los pantalones roìdos en las rodilla,gritan al unìsono.Esa chacarera,en tanto su compañero abre la tierra y la fecunda,marcharà mañana al pueblo,en su birlocho tirado por el zaino viejo,ofreciendo su apetitosa cosecha: los jugosos tomates,las papas extraordinarias,las frescas lechugas,los sabrosos zapallos ¡Verdulera! serà su anuncio vibrante,con cierta tonalidad musical que denuncia su origen latino.Tras del rancho,chicotean en la soga las ropas del domingo,recièn lavadas por manos que no saben de guantes,pero si de inmaculadas purezas silvestrres.El rayo del sol poniente ilumina la copa de un arbusto;en èl canta un zorzal abriendo las alas.Arriba huye veriginosamente ancha nube,irisada en sus bordes por la vislumbre tenue y roja del ocaso.Va tan alta hacia el mar que la imaginaciòn adivina su derrumbamiento en el abismo.
LA CIUDAD DELOS CINCO CHALETS,una ciudad en una manzana,llega y pasa;despuès,la aldea de madera,con calles delineadas,letreros,entradas y salidas,Parques,Restaurant,Bar,Villa,Teatro…La aldehuela tiene sus puertas cerradas,y el exterior de sus edificios descascarados.Asi deben ser las poblaciones sin habitantes.Detenemos el automòvil,golpeamos;el aldabòn que aùn queda en la coqueta casita suena inutilmente.El Parque,el teatro,la Villa,existen solo en la inscripciòn,exactamente como muchas palabras y epìgrafe que se esfuman lentamente.La aldea de madera agoniza allì trasplantada,traìda entera al lugar donde morirà deshecha;hoy que tanta gente tiene techo…El puente de Camet.Allì mismo queda detenido el automòvil.Camet,el nombre tradicional del paraje que va tomando para si el arroyo que serpentea sus aguas por la pampa.Dos patos juegan en el remanso;arriba,en la cascada,donde la corriente hierve sobre las piedras verdinegras evoluciona su escuadròn de teru-terus alarmando la tranquilidad del valle.Los teros son los escuchas del desierto.Hay tambièn teru-terus en la vida… El arroyo se ahonda,y ha cavado su cauce entre las rocas para darse paso.Su superficie es un cristal;la linfa refleja el cielo,recoge la luz,reproduce la silueta del pàjaro en viaje.
A ratos marchan con ràpida suavidad un junco,la hoja de un àrbol,la pluma desprendida del nido.Pienso en la fragilidad de las cosas,en la definiciòn del filòsofo griego.La rama retorcida de sauce pugna por bañarse en la orilla.El sauce se atormmenta de sed,como un àrbol humano.Por la hendidura abierta en el mèdano el arroyo se abre precipitàndose diàfano,con su carga de briznas boyantes,sus gajos entrelazados,sus piedrecillas pulidas por el rodar en el acantilado.
Leve murmullo y despuès nada;la arena absorbe,corrompe la linfa entregàndola al mar que la satura de salitre y la despoja de su edènica dulzura.En la barranca la mano del hombre ha remedado una roca,la ùnica que èl puede oponer al tiempo: una roca de arena,y en ella ha escrito: -Camet-.La dicha es como el mèdano,varia y cambiante.
Regresamos guiados por los dos fanales del automòvil.En la noche serena brilla la Cruz del Sur,con que soñara el Dante,y lejanamente se alza una armonìa profunda,soberana.
¡Oh mundos incògnitos que nos llama en los espacios.
Mar del Plata Febrero de 1919.
Estimado Lic. Somma , a riesgo de resultar reiterativo le digo que me resulta súmamente interesante leer las notas a las cuales supieron acompañar estas imágenes , y que Ud. tan amablemente transcribe para el Blog.
Realmente le estoy muy agradecido , su trabajo es destacable.
Lo saludo Atte.
Prof. Julián Mendozzi.
yo como transportista escolar llevava a una niña de unos de esos chalet al colegio esquiu en el cual trabaje como transportista escolar desde que se creo el colegio toda una vida y hoy me sigo comunicando con chicos que los lleve al colegio hoy son personas de mas de cuarenta años hoy a mis 80 años es lo mejor sentir que me recuerdan con cariño