LOS GUARDAVIDAS DE LA “POPU” Y UNA INICIATIVA POR LA INCLUSIÓN.
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Una playa accesible permite el ingreso al mar a personas con discapacidad.
Una organización social conformada por guardavidas de la Playa Popular permite a las personas con capacidades diferentes disfrutar de baños de mar, una opción que escasea en la Costa, ya que se requiere sillas anfibias.
“Mar para todos” es una iniciativa que agrupa a 15 guardavidas que se especializan en utilización de sillas anfibias y en tratar con personas con discapacidad,” ya que tienen que estar acompañadas por personal apto que también puede brindar primeros auxilios si fuera necesario”, explicó Ricardo Colonna, presidente de la ONG.
El guardavidas viajó por España “donde vi este tipo de sillas y decidí adaptarlas al mar argentino, ya que el Mediterráneo no tiene tantas olas y las flotabilidad es diferente, por eso las hicimos más pesadas, de aluminio, para que las personas disfruten de la ola, no sólo que floten, que disfruten de verdad”.
Chiny descubrió este lugar hace seis años mientras con su marido buscaban un balneario que le permitiera ingresar con la silla de ruedas. “Paradójicamente, encontramos lo que buscábamos en esta playa pública y no en un lugar privado”, dijo.
Allí, entre sombrillas, sillas, y cientos de personas que disfrutan del mar, la ONG instaló un sector especial con sombra para personas con discapacidad, siete sillas anfibias que tienen un asiento bajo, tres ruedas de goma y un manubrio que permite el traslado por parte del personal capacitado.
“Mi locura es meterme en el mar, a mí me cambió la vida, además, puedo venir con amigas y familiares. Para mí es una maravilla”, relató la mujer mientras ingresaba al agua transportada por Colonna.
Ella confía “plenamente en los muchachos, porque están capacitados” y recuerda que hace unos días hizo “una hermosa experiencia: ingresamos a mar abierto con varias personas que me acompañaron nadando, yo arriba de la silla con un flotador, y pedí que me sacaran y pude nadar un poco”.
Estas historias se repiten en La Popular donde “es indescriptible lo que vivimos. La gente se pone a llorar, y nosotros también nos emocionamos”, reconoció el guardavida.
Para María Tarillo, directora del hogar para jóvenes discapacitados “Casa del Ángel”, la tarea de los guardavidas de esta playa “es sumamente destacable, porque siempre se preocuparon por tener un lugar accesible”.
La mujer enfatizó también sobre la necesidad de “tener bajadas adecuadas a la playa y al mar, porque sino es imposible para las personas en sillas de ruedas o con dificultad para moverse que puedan ingresar, a lo que se suma la importancia de contar con transporte adecuado para que la gente pueda llegar a las playas”.
Quienes están comprometidos con la accesibilidad insisten en la importancia de adaptar las playas. Pablo Roma, director de Políticas contra la Discriminación del INADI, consideró que “se avanzó en la costa argentina, por ejemplo en Villa Gesell apoyamos la playa integrada pública, y en Mar del Plata es necesario seguir trabajando e invitar a los privados a sumarse”.
En La Popular “con ayuda del concesionario y negocios de la playa, hicimos otra bajada, la de calle San Martín, que era un espigón, y hoy tenemos una bajada que permite que una persona en silla de ruedas pueda llegar a la punta de la escollera, lo que no existía en ningún lugar”, aseguró Colonna.
Según información del Ente Municipal de Turismo, también cuentan con sillas anfibias las playas Bristol, Cabo Corrientes y el Parador Relancó, y hay una bajada pública accesible en Mogotes, entre los balnearios 8 y 9.
“El placer que yo siento en esta playa pública al ingresar al mar tendrían que poder sentirlo todas las personas con discapacidad, en forma gratuita y en todas la playas”, dijo Chiny, que, antes de descubrir las sillas anfibias, se conformaba con sentarse en la playa y que le trajeran “agua de mar en un balde”.
LA INCREÍBLE HISTORIA DE LOS MARINEROS SOVIÉTICOS ANCLADOS EN MAR DEL PLATA.
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El fin del Potemkin cuenta la historia de Viktor Yasinnsky y Anatoli Atankievich, dos marineros de la ex URSS que viven en la Argentina desde 1991, cuando se disolvió la Unión Soviética. “Es un un sueño surrealista de la desaparición de los Estados”, le dijo a Ñ Digital Misael Bustos, director de la película.
Uno de los aciertos del filme de Misael Bustos es que en ningún momento pierde de vista la historia personal de los protagonistas, a pesar de tener que informarle al espectador sobre los acontecimientos ocurridos durante la Perestroika. Al mismo tiempo, debe repasar las nefastas políticas neoliberales que aplicó el gobierno de Menem. Entre ellas, la destrucción de la industria pesquera nacional, que también tuvo una incidencia directa en la vida de los protagonistas.
Viktor se presenta a cámara como un personaje que deambula por la costa Argentina viviendo solo en herrumbrados barcos rusos. Como si no pudiera vivir en tierra pero a la vez no se atreviera a regresar a su tierra natal. Viktor no esconde sus contradicciones, dudas y dolores. Como cuando visualiza los testimonios de sus familiares en Bielorrusia y escucha decir a su hija que quiere conocerlo a pesar de que han pasado 20 años.
Misael Bustos habló con Revista Ñ digital sobre su obsesión por la historia de los marineros rusos desde la primera vez que la escuchó. “Tenían que ver con la identidad y el desarraigo, dos temas que me afectan en lo personal porque están ligados a mi familia”, cuenta el director.
-¿Cómo nació su obsesión por contar la historia de los marineros soviéticos varados en Mar del Plata?
-Me pareció un sueño surrealista que la disolución de los Estados que habían formado un sistema de vida dejaran varados en diferentes partes del mundo a sus compatriotas, con documentos inservibles para regresar. Y lo peor es que no les brindaron ningún apoyo para que pudieran volver a sus hogares. Eso me decidió a emprender la búsqueda de los marineros rusos. Tardé cuatro años en ubicarlos porque ellos deambulaban por la costa argentina, haciendo changas para sobrevivir y estaban sin documentos. Hasta que un marinero me contó que uno de ellos estaba en una dársena de Mar del Plata y me fui a buscarlo. No sabía con quién me iba a encontrar. Viktor vivía en un barco ruso de 70 metros totalmente abandonado. Él lo estaba manteniendo a flote solo. Y esa fuerza que tenía me atrapó. Cuando nos encontramos me dijo que él necesitaba contar su historia y para mí fue una suerte que quisiera colaborar.
-¿Cree que a él lo ayudó contar lo que le había pasado en la película?
-Creo que para él fue una manera de exorcizar su historia. Espero que se active algún canal con la embajada de Bielorrusia para que puedan ayudarlo a volver a visitar a su familia de allá.
-La película refleja el fracaso de dos sistemas, por un lado el del comunismo y por otro el del neoliberalismo. ¿Cómo equilibró el montaje para desarrollar el contexto en que estaban sumidos los protagonistas sin perder de vista las historias personales?
Siempre me resultó muy interesante que los protagonistas sufrieran la disolución de su sistema y que, para colmo, quedarán varados dentro del neoliberalismo que fue nefasto para la Argentina. En la película había que dosificar la información para que no le ganara en porcentaje de tiempo a la historia de los protagonistas. Entonces intenté darle al espectador una explicación sintética y clara sobre lo qué pasó en esos años en la Unión Soviética, para que supieran de qué mundo provenían los protagonistas.
-Uno de los ejes del filme es el desarraigo que viven sus protagonistas. Pero cada uno tuvo una manera de diferente de enfrentar ese problema.
Los dos se integraron a la Argentina de forma distinta. Anatoli consiguió plantarse en Mar del Plata y Viktor no pudo. Hoy puede estar viviendo en cualquier puerto de la Argentina.
-Cuando Viktor relata su historia, lo primero que se ve es que fue víctima de la caída de la Unión Soviética primero y del neoliberalismo menemista luego. Pero también deja la sensación de que su último enemigo es él mismo.
-Yo no pretendí juzgarlo y quise mostrarlo con todos sus contrastes. A veces él no sabía para dónde podía o quería ir. Lo que me resultó interesante del protagonista es que tiene muchas dudas y se siente arrepentido de algunas decisiones que tomó. Es una persona con sus aciertos y errores como todos nosotros.
-¿Por qué decidió buscar a la familia de Viktor en Bielorrusia?
No me quería quedar solamente con una voz. Quería saber qué opinaban sus familiares sobre que él nunca había regresado. Necesitaba equilibrar el relato. Con un pequeño equipo fuimos a ver a quiénes encontrábamos porque sólo teníamos las direcciones de sus casas.
-¿Pensó en algún momento llevar a Viktor para que se reencuentre con su familia?
-En ese momento confluyeron varias situaciones. Primero contábamos con muy poco presupuesto, además le había perdido el rastro y cuando lo encontré me dijo que no tenía pasaporte para salir del país. Pero lo más importante es que no me interesaba confrontarlo con su familia, porque eso podía originar un reality show.
-¿Cómo fue recibido por los ex suegros de Viktor?
Nosotros estuvimos llamando durante varios meses y no los podíamos contactar. Como teníamos la dirección de la casa fuimos ahí y encontramos a los ex suegros de Viktor, que viven con su hija. Hicimos un reportaje con los abuelos de la hija de Viktor, pero en ese momento no pudimos hablar con ella. En las horas previas a tomar el vuelo de regreso finalmente pudimos contactar a su hija, pero ya no nos daba el tiempo para volver a buscarla, así que grabamos un reportaje telefónico. Cuando regresamos Viktor nos pidió ver el material y le preguntamos si lo podíamos filmar mientras lo veía y no tuvo reparos.
-En la película Viktor cuenta que no quiso regresar a su país con los bolsillos vacíos. ¿Cree usted que finalmente se quedó anclado en la Argentina por miedo a que su familia lo viera como un fracasado?
Para mí las personas que eligen ser marinos son muy especiales. Suelen vivir siete meses en el agua y cuando vuelven a tierra se marean. Creo que él todos los días tiene ganas de volver, pero en el fondo siente que fracasó y eso se lo impide. Se vino a la Argentina prometiéndole a su mujer que a su vuelta compraría un departamento para ellos y no pudo cumplir. Hoy en día tiene una hija en Mar del Plata, así que no sé si quiere volver definitivamente. Creo que está clavado a mitad de camino.
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Bustos básico:
Nació en Mar del Plata en 1965. En 2001 finalizó la carrera de Dirección Cinematográfica en el ENERC. Realizó varios cortometrajes entre 1995 y el 2003. Trabajó en cine publicitario tanto en Argentina como en el exterior. Actualmente se desempeña como Coordinador de postproducción de cine publicitario en la productora Puenzo Hnos e Historias Cinematográficas. En el 2006 trabajó en la postproducción del largometraje XXY de Lucía Puenzo, ganador del Premio a la Mejor Película en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes 2007.
El fin del Potemkin (2011) es su ópera prima.
Ficha Técnica:
El Fin del Potemkin. Documental. Duración: 79 minutos. Argentina 2011. Formato: 35 mm.
Director : Misael Bustos
Productor: Luis Puenzo
Guionista: Leonel D´Agostino
Productores Ejecutivos: Nicolás Batlle, Fernando Molnar
Director de fotografía: Guido Lublinsky & Nicolás Puenzo
Montaje: Fernando Vega & Misael Bustos
Sonido: Manuel Valdivia y Fernando Osinalde
Música original: Guillermo Pesoa
Asistente de dirección: Martín Rodríguez
Productoras: Historias Cinematográficas y Magoyafilms.
AUTORA : Reale , Victoria , para suplemento “Ñ” , Diario “Clarín” , 02-08-2011.
Sobre el tema podemos agregar a la presente,la nº 1776,enviada por la Sra.
Margarita Esperanza Lani,cuyo epìgrafe dice:
“Desfile en el año 1957.Jorge Polinelli se encuentra en entre los marineros que hacen su pasada frente al palco oficial,montado frente a la Catedral.
Sr. Alejandro lindo recuerdo familiar que guarda algo de historia. La baranda que hoy día se conserva es un vestigio de la Rambla Afrancesada que se inauguro el 19 de Enero año 1913 y se termino de demoler en 1940 y el Casino que vemos de fondo fue inaugurado en 1936 proyecto del Arquitecto Alejandro Bustillo. Atte. José Alberto Lago
La foto corresponde más precisamente a la entrada de Playa Popular.
http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/5588
Atte.: Enrique Mario Palacio
Aún se conserva un sector de esa baranda.
LOS GUARDAVIDAS DE LA “POPU” Y UNA INICIATIVA POR LA INCLUSIÓN.
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Una playa accesible permite el ingreso al mar a personas con discapacidad.
Una organización social conformada por guardavidas de la Playa Popular permite a las personas con capacidades diferentes disfrutar de baños de mar, una opción que escasea en la Costa, ya que se requiere sillas anfibias.
“Mar para todos” es una iniciativa que agrupa a 15 guardavidas que se especializan en utilización de sillas anfibias y en tratar con personas con discapacidad,” ya que tienen que estar acompañadas por personal apto que también puede brindar primeros auxilios si fuera necesario”, explicó Ricardo Colonna, presidente de la ONG.
El guardavidas viajó por España “donde vi este tipo de sillas y decidí adaptarlas al mar argentino, ya que el Mediterráneo no tiene tantas olas y las flotabilidad es diferente, por eso las hicimos más pesadas, de aluminio, para que las personas disfruten de la ola, no sólo que floten, que disfruten de verdad”.
Chiny descubrió este lugar hace seis años mientras con su marido buscaban un balneario que le permitiera ingresar con la silla de ruedas. “Paradójicamente, encontramos lo que buscábamos en esta playa pública y no en un lugar privado”, dijo.
Allí, entre sombrillas, sillas, y cientos de personas que disfrutan del mar, la ONG instaló un sector especial con sombra para personas con discapacidad, siete sillas anfibias que tienen un asiento bajo, tres ruedas de goma y un manubrio que permite el traslado por parte del personal capacitado.
“Mi locura es meterme en el mar, a mí me cambió la vida, además, puedo venir con amigas y familiares. Para mí es una maravilla”, relató la mujer mientras ingresaba al agua transportada por Colonna.
Ella confía “plenamente en los muchachos, porque están capacitados” y recuerda que hace unos días hizo “una hermosa experiencia: ingresamos a mar abierto con varias personas que me acompañaron nadando, yo arriba de la silla con un flotador, y pedí que me sacaran y pude nadar un poco”.
Estas historias se repiten en La Popular donde “es indescriptible lo que vivimos. La gente se pone a llorar, y nosotros también nos emocionamos”, reconoció el guardavida.
Para María Tarillo, directora del hogar para jóvenes discapacitados “Casa del Ángel”, la tarea de los guardavidas de esta playa “es sumamente destacable, porque siempre se preocuparon por tener un lugar accesible”.
La mujer enfatizó también sobre la necesidad de “tener bajadas adecuadas a la playa y al mar, porque sino es imposible para las personas en sillas de ruedas o con dificultad para moverse que puedan ingresar, a lo que se suma la importancia de contar con transporte adecuado para que la gente pueda llegar a las playas”.
Quienes están comprometidos con la accesibilidad insisten en la importancia de adaptar las playas. Pablo Roma, director de Políticas contra la Discriminación del INADI, consideró que “se avanzó en la costa argentina, por ejemplo en Villa Gesell apoyamos la playa integrada pública, y en Mar del Plata es necesario seguir trabajando e invitar a los privados a sumarse”.
En La Popular “con ayuda del concesionario y negocios de la playa, hicimos otra bajada, la de calle San Martín, que era un espigón, y hoy tenemos una bajada que permite que una persona en silla de ruedas pueda llegar a la punta de la escollera, lo que no existía en ningún lugar”, aseguró Colonna.
Según información del Ente Municipal de Turismo, también cuentan con sillas anfibias las playas Bristol, Cabo Corrientes y el Parador Relancó, y hay una bajada pública accesible en Mogotes, entre los balnearios 8 y 9.
“El placer que yo siento en esta playa pública al ingresar al mar tendrían que poder sentirlo todas las personas con discapacidad, en forma gratuita y en todas la playas”, dijo Chiny, que, antes de descubrir las sillas anfibias, se conformaba con sentarse en la playa y que le trajeran “agua de mar en un balde”.
FUENTE : Telam (on line)
Prof. Julián Mendozzi.
UNA DE MARINEROS.
LA INCREÍBLE HISTORIA DE LOS MARINEROS SOVIÉTICOS ANCLADOS EN MAR DEL PLATA.
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El fin del Potemkin cuenta la historia de Viktor Yasinnsky y Anatoli Atankievich, dos marineros de la ex URSS que viven en la Argentina desde 1991, cuando se disolvió la Unión Soviética. “Es un un sueño surrealista de la desaparición de los Estados”, le dijo a Ñ Digital Misael Bustos, director de la película.
Uno de los aciertos del filme de Misael Bustos es que en ningún momento pierde de vista la historia personal de los protagonistas, a pesar de tener que informarle al espectador sobre los acontecimientos ocurridos durante la Perestroika. Al mismo tiempo, debe repasar las nefastas políticas neoliberales que aplicó el gobierno de Menem. Entre ellas, la destrucción de la industria pesquera nacional, que también tuvo una incidencia directa en la vida de los protagonistas.
Viktor se presenta a cámara como un personaje que deambula por la costa Argentina viviendo solo en herrumbrados barcos rusos. Como si no pudiera vivir en tierra pero a la vez no se atreviera a regresar a su tierra natal. Viktor no esconde sus contradicciones, dudas y dolores. Como cuando visualiza los testimonios de sus familiares en Bielorrusia y escucha decir a su hija que quiere conocerlo a pesar de que han pasado 20 años.
Misael Bustos habló con Revista Ñ digital sobre su obsesión por la historia de los marineros rusos desde la primera vez que la escuchó. “Tenían que ver con la identidad y el desarraigo, dos temas que me afectan en lo personal porque están ligados a mi familia”, cuenta el director.
-¿Cómo nació su obsesión por contar la historia de los marineros soviéticos varados en Mar del Plata?
-Me pareció un sueño surrealista que la disolución de los Estados que habían formado un sistema de vida dejaran varados en diferentes partes del mundo a sus compatriotas, con documentos inservibles para regresar. Y lo peor es que no les brindaron ningún apoyo para que pudieran volver a sus hogares. Eso me decidió a emprender la búsqueda de los marineros rusos. Tardé cuatro años en ubicarlos porque ellos deambulaban por la costa argentina, haciendo changas para sobrevivir y estaban sin documentos. Hasta que un marinero me contó que uno de ellos estaba en una dársena de Mar del Plata y me fui a buscarlo. No sabía con quién me iba a encontrar. Viktor vivía en un barco ruso de 70 metros totalmente abandonado. Él lo estaba manteniendo a flote solo. Y esa fuerza que tenía me atrapó. Cuando nos encontramos me dijo que él necesitaba contar su historia y para mí fue una suerte que quisiera colaborar.
-¿Cree que a él lo ayudó contar lo que le había pasado en la película?
-Creo que para él fue una manera de exorcizar su historia. Espero que se active algún canal con la embajada de Bielorrusia para que puedan ayudarlo a volver a visitar a su familia de allá.
-La película refleja el fracaso de dos sistemas, por un lado el del comunismo y por otro el del neoliberalismo. ¿Cómo equilibró el montaje para desarrollar el contexto en que estaban sumidos los protagonistas sin perder de vista las historias personales?
Siempre me resultó muy interesante que los protagonistas sufrieran la disolución de su sistema y que, para colmo, quedarán varados dentro del neoliberalismo que fue nefasto para la Argentina. En la película había que dosificar la información para que no le ganara en porcentaje de tiempo a la historia de los protagonistas. Entonces intenté darle al espectador una explicación sintética y clara sobre lo qué pasó en esos años en la Unión Soviética, para que supieran de qué mundo provenían los protagonistas.
-Uno de los ejes del filme es el desarraigo que viven sus protagonistas. Pero cada uno tuvo una manera de diferente de enfrentar ese problema.
Los dos se integraron a la Argentina de forma distinta. Anatoli consiguió plantarse en Mar del Plata y Viktor no pudo. Hoy puede estar viviendo en cualquier puerto de la Argentina.
-Cuando Viktor relata su historia, lo primero que se ve es que fue víctima de la caída de la Unión Soviética primero y del neoliberalismo menemista luego. Pero también deja la sensación de que su último enemigo es él mismo.
-Yo no pretendí juzgarlo y quise mostrarlo con todos sus contrastes. A veces él no sabía para dónde podía o quería ir. Lo que me resultó interesante del protagonista es que tiene muchas dudas y se siente arrepentido de algunas decisiones que tomó. Es una persona con sus aciertos y errores como todos nosotros.
-¿Por qué decidió buscar a la familia de Viktor en Bielorrusia?
No me quería quedar solamente con una voz. Quería saber qué opinaban sus familiares sobre que él nunca había regresado. Necesitaba equilibrar el relato. Con un pequeño equipo fuimos a ver a quiénes encontrábamos porque sólo teníamos las direcciones de sus casas.
-¿Pensó en algún momento llevar a Viktor para que se reencuentre con su familia?
-En ese momento confluyeron varias situaciones. Primero contábamos con muy poco presupuesto, además le había perdido el rastro y cuando lo encontré me dijo que no tenía pasaporte para salir del país. Pero lo más importante es que no me interesaba confrontarlo con su familia, porque eso podía originar un reality show.
-¿Cómo fue recibido por los ex suegros de Viktor?
Nosotros estuvimos llamando durante varios meses y no los podíamos contactar. Como teníamos la dirección de la casa fuimos ahí y encontramos a los ex suegros de Viktor, que viven con su hija. Hicimos un reportaje con los abuelos de la hija de Viktor, pero en ese momento no pudimos hablar con ella. En las horas previas a tomar el vuelo de regreso finalmente pudimos contactar a su hija, pero ya no nos daba el tiempo para volver a buscarla, así que grabamos un reportaje telefónico. Cuando regresamos Viktor nos pidió ver el material y le preguntamos si lo podíamos filmar mientras lo veía y no tuvo reparos.
-En la película Viktor cuenta que no quiso regresar a su país con los bolsillos vacíos. ¿Cree usted que finalmente se quedó anclado en la Argentina por miedo a que su familia lo viera como un fracasado?
Para mí las personas que eligen ser marinos son muy especiales. Suelen vivir siete meses en el agua y cuando vuelven a tierra se marean. Creo que él todos los días tiene ganas de volver, pero en el fondo siente que fracasó y eso se lo impide. Se vino a la Argentina prometiéndole a su mujer que a su vuelta compraría un departamento para ellos y no pudo cumplir. Hoy en día tiene una hija en Mar del Plata, así que no sé si quiere volver definitivamente. Creo que está clavado a mitad de camino.
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Bustos básico:
Nació en Mar del Plata en 1965. En 2001 finalizó la carrera de Dirección Cinematográfica en el ENERC. Realizó varios cortometrajes entre 1995 y el 2003. Trabajó en cine publicitario tanto en Argentina como en el exterior. Actualmente se desempeña como Coordinador de postproducción de cine publicitario en la productora Puenzo Hnos e Historias Cinematográficas. En el 2006 trabajó en la postproducción del largometraje XXY de Lucía Puenzo, ganador del Premio a la Mejor Película en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes 2007.
El fin del Potemkin (2011) es su ópera prima.
Ficha Técnica:
El Fin del Potemkin. Documental. Duración: 79 minutos. Argentina 2011. Formato: 35 mm.
Director : Misael Bustos
Productor: Luis Puenzo
Guionista: Leonel D´Agostino
Productores Ejecutivos: Nicolás Batlle, Fernando Molnar
Director de fotografía: Guido Lublinsky & Nicolás Puenzo
Montaje: Fernando Vega & Misael Bustos
Sonido: Manuel Valdivia y Fernando Osinalde
Música original: Guillermo Pesoa
Asistente de dirección: Martín Rodríguez
Productoras: Historias Cinematográficas y Magoyafilms.
AUTORA : Reale , Victoria , para suplemento “Ñ” , Diario “Clarín” , 02-08-2011.
Prof. Julián Mendozzi.
Sobre el tema podemos agregar a la presente,la nº 1776,enviada por la Sra.
Margarita Esperanza Lani,cuyo epìgrafe dice:
“Desfile en el año 1957.Jorge Polinelli se encuentra en entre los marineros que hacen su pasada frente al palco oficial,montado frente a la Catedral.
http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/1776
Sr. Alejandro lindo recuerdo familiar que guarda algo de historia. La baranda que hoy día se conserva es un vestigio de la Rambla Afrancesada que se inauguro el 19 de Enero año 1913 y se termino de demoler en 1940 y el Casino que vemos de fondo fue inaugurado en 1936 proyecto del Arquitecto Alejandro Bustillo. Atte. José Alberto Lago