Al fondo, en la loma de Stella Maris el chalet Zamboni ( Av Colón y Alvear) y mas abajo a la izquirda, en la manzana de Guemes,Bolivar,Alvear y Moreno, la residencia de Samuel Hale Pearson (“La Cacerola”). Junto al chalet de Jacinto Peralta Ramos (Bv Marítimo y Olavarría, no aparece en la foto) fueron 3 de las residencias pioneras del sector
Muy interesante documento Sr. Rodríguez ; ya que nos permite apreciar , en términos generales , la forma de disfrute y utilización de las playas Marplatenses por parte de sus primitivos visitantes .
Notamos también , a mi parecer , la presencia de personal de servicio (niñeras) junto a sus patronas , las Damas “de la Sociedad” y resulta , al tiempo , un buen ejemplo gráfico de la “familia extensa” tan corriente por entonces tanto en los estratos mas “acomodados” de la sociedad como de igual modo en los mas humildes ; cuestión ésta que contrasta con la actualidad habida cuenta de los tantísimos estudios socio-económicos y demográficos que indican un cambio de dirección en éste sentido particularmente en el caso del primer grupo y en sociedades “del primer mundo” (caso de Europa , por ejemplo).
Muy agradecido por su amabilidad al compartirlo en el blog.
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MADRES Y NIÑERAS ; UNA VISIÓN DESDE EL CASO EUROPEO PARA LOS SIGLOS XVIII Y XIX .
“…Desde mediados del siglo XVIII, prácticas comúnmente aceptadas con anterioridad, como el recurso a las nodrizas y al servicio doméstico para el cuidado y la educación de los hijos,comenzaron a ser cuestionadas por filósofos, médicos y estadistas(Knibiehler y Fouquet, 1977; Donzelot, 1977).
La nueva Eloísa de Rousseau suele ser presentada como la obra que establece los nuevos códigos de la maternidad (Knibiehler y Fouquet, 1977), y aunque las investigaciones más recientes han encontrado precedentes relevantes,es indudable su influencia en la configuración de la madre como responsable fundamental del cuidado, bajo la supervisión del padre de familia.
Desde mediados del siglo XVIII, el discurso médico jugó un
papel central atribuyendo la alta mortalidad infantil a las “malas
prácticas tradicionales de la lactancia mercenaria” y a la “ignorancia”
de las mujeres (Knibiehler y Fouquet, 1977; Donzelot,1977).
Las madres comenzaron a ser vistas como responsables de una población abundante y sana —la riqueza de los pueblos y la garantía de una nación poderosa—, y de su educación en los valores de la iglesia y el Estado, llegando a ser definidas incluso como “amas de cría al servicio del Estado” (Donzelot, 1977). Y , por ello,llamadas a asumir personalmente las múltiples tareas que en los estamentos aristocráticos y burgueses venían siendo realizadas por el servicio doméstico —desde las nodrizas a las institutrices—.
Un servicio doméstico que, a su vez, comenzó a ser demonizado como causante de la “debilidad material y espiritual de los pueblos”. Estas nuevas representaciones no se impusieron sin dificultad. La institución de la nodriza, tradicional entre las clases aristocráticas y burguesas y no poco frecuente entre las mujeres obreras que no podían amamantar, siguió muy arraigada durante el siglo XIX (Sarasúa, 1994), así como también la presencia de otros sirvientes ocupados de las diferentes tareas domésticas incluidas las directamente relacionadas con la cría y educaciónde los hijos e hijas.
La asunción del trabajo doméstico por el ama de casa en sustitución del servicio doméstico asalariado entre lasclases “bienestantes”, y del realizado por parientes en las familias trabajadoras, fue uno de los cambios más importantes de la época contemporánea (Cowan, 1976). La estructura del mercado de trabajo cambió radicalmente, desapareciendo lo que hasta entonces había sido el grupo ocupacional más numeroso, y no solo entre las mujeres. Radicalmente cambió también el modelo de división
sexual del trabajo —prevalente hasta entonces dentro y fuera de la familia— y las nuevas identidades de género (Bock, 2001; Tilly y Scott, 1978).
El desplazamiento de los cuidados desde el servicio doméstico o “la comunidad” al ámbito privado de la familia, y de las redes femeninas de cuidados, asalariadas o no, a la madre, fue un proceso ciertamente lento y dificultoso, máxime entre las clases trabajadoras dadas las altas tasas de actividad femenina de la época…”
FUENTE : Carrasco , Cristina ; Borderías , Cristina y Torns , Teresa (Editoras) ; El trabajo de cuidados , Historia , teoría y políticas ; Colección economía crítica y ecologismo social ; Los libros de La Catarata ; Madrid ; 2011 .
LA PLAYA “DE LOS PESCADORES” … Ó ¿LA PLAYA DE LOS PESCADORES? (EXTRACTOS).
REPARTO DE TIERRAS ; “PERIFERIZACIÓN” ; EMPRENDIMIENTOS ; NUEVOS BARRIOS Y PROPIEDAD PRIVADA .
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“Asimismo, en 1891, a pedido de Jacinto Peralta Ramos, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires determina la fundación del Pueblo Cabo Corrientes, en el Antiguo Pueblo Peralta Ramos, tierra rural subdividida en chacras y quintas, inexplotadas por ser terrenos rocosos e inundables.
Era una extensión del existente y se encontraba dentro de su estancia (actual Puerto y Punta Mogotes). Pero este espacio permanecerá, por unos años, “vacío”…
Las fracciones sociales que se beneficiaban con la expansión económica a nivel nacional, consolidaron la emergencia de prácticas veraniegas que rápidamente iniciaron el proceso de construcción de un nuevo territorio social.
Este proceso significó la violenta expropiación del espacio costero central donde producían y reproducían sus condiciones de existencia los pescadores, en su mayoría italianos, resultando expulsados por la policía, luego de varios años de conflicto, a los barrios Tierra del Fuego y La Pescadilla. (NOTA AL PIÉ : “El conflicto entre los inmigrantes y la corporación municipal duró casi ocho años , finalizando con el desalojo policial en Octubre de 1908 . La Ley de traslado del Puerto al sur data de 1909).
Así lo describía Kurile : (NOTA AL PIÉ : Kurlie , Bonsiú ; La vida en Mar del Plata , pinceladas realistas ; Bs.As. ; 1907.).
“…Llega a la playa (…) en cuyas márgenes se levantan las míseras casillas de los pescadores, asquerosas, repugnantes (…) población que vive en estado primitivo (…) en el centro mismo de
dos balnearios aristocráticos…”
Ese reordenamiento violento de cuerpos y cosas va a ser acompañado, asimismo, de la progresiva diversificación y estacionalidad del mercado de trabajo, cuyo resultado será la recepción de fuertes contingentes migratorios de población en edad activa: agricultores empleados como peones en hornos de ladrillos; albañiles en invierno pero mozos en verano ; pescadores y vendedores ambulantes… Y también “…había oficios más dignos y otros menos dignos. Gente simple, le llevaba plata a Don Juan, a Don Pedro, porque se la “cuidaban”, pero ellos hacían negocios con la plata ¿comprende?”, nos dice RC. Comprendo, capital usurario…
Hacia 1900, el Partido albergaba 8.000 personas, de las cuales el 63% se localizaba en el pueblo Mar del Plata, en la zona urbana, y el 40% era extranjera (españoles e italianos).
El otro componente que suma a la complejidad de estos procesos de entramado (Elías, 1982), tiene que ver con cómo ejercer el derecho de exclusión en este espacio urbano que se representaba hegemónicamente como objeto privado de la oligarquía pero que, a la vez, había sido concebido como fuente de renta.
¿Cómo defender ese territorio? ¿Cómo resolver esa contradicción? Creando la periferización, un proceso moderno de producción inmobiliaria: la acción del capital incorporador, que altera el uso de los terrenos con el objetivo de valorizarlos. En términos de Smolka (1991), “promueve
emprendimientos ciertos, en un lugar cierto, para un consumidor cierto”.
“Hace 20 años Mar del Plata fue un centro de especulación febril (…) El mínimo rincón de terreno bien ubicado tenía precios fabulosos…Y la especulación continuó” (Huret, 1913, citado en Bartolucci, 1997).
“…Cualquiera puede hacerse propietario tan sólo con $ 140.-,en la seguridad de cuadruplicar el dinero en un mes…Jornaleros, hombres de poco capital, los terrenos que ofrecemos en venta están situados en la chacra..”
El espacio apropiado y apropiable para ser vivido por los mas desposeídos sería el antiguo Pueblo Peralta Ramos, cuya fundación había sido aprobada por la Legislatura provincial en 1891, y cuya propiedad era compartida por Peralta Ramos y Pedro Luro. Fuera del ejido urbano, un territorio “vacío” dividido en chacras y quintas inexplotadas por la mala calidad del suelo, bajo, rocoso, inundable…en las antiguas tierras de Barboza y P. Ramos…
Así, en 1909 Pedro Luro como propietario, Presidente de la compañía inmobiliaria La Capital S.A. y Diputado Nacional, es decir, a partir de su ordenamiento en varias instituciones,emprende dos acciones tendientes a cualificar ese espacio:
1) promueve la Ley Nº 6499 de traslado del Puerto de ultramar del “centro” al sur, a pesar de los informes técnicos desfavorables (desobedece el saber técnico).
2) proyecta sobre 66 hectáreas y promociona el “barrio obrero” Las Avenidas , específicamente destinado a los trabajadores de la pesca y con un parcelamiento atípico (sin conservar el trazado en damero tradicional y previendo un uso muy intensivo de la manzana).
Los trabajadores de la pesca, que ya habían sido expulsados y expropiados en 1905, y otros de pocos recursos, fueron expulsados a este espacio para localizar sus viviendas.
Una forma de violencia simbólica y violencia física, naturalizada por la incorporación de la ideología socialmente niveladora de la propiedad privada”.
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FUENTE : Núñez , Ana ; Sobre la génesis urbana y las fracciones sociales , “Hay una cosa que se llama Mar del Plata , donde está Martín…”
EN : Nómadas , revista crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas ; Enero-Junio ; N* 017 ; Universidad Complutense de Madrid ; España ; 2008.
ACERCA DE LA AUTORA :
Arquitecta (Universidad Nacional de Mar del Plata), Magister en Ciencias Sociales, mención Sociología, (FLACSO); Doctora en Ciencias Sociales (FLACSO). Directora del Centro de Estudios del Desarrollo Urbano, y Profesora del Area de Urbanismo, Universidad Nacional de Mar del Plata.
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Sugiero enfáticamente a los Sres. foristas la lectura completa del presente trabajo de la Arq. Ana Núñez ; el mismo reviste especial interés y realmente resulta en una labor magistral por parte de la autora . Incluye interesantísimas citas bibliográficas ; croquis y mapas que complementan de manera acabada el contenido del texto.
Un trabajo ciertamente esclarecedor y con un altísimo nivel de detalle en referencia a la génesis urbana de la Ciudad de Mar del Plata.
El trabajo resulta realmente exquisito al paladar de los amantes de la Historia Marplatense.
A continuación transcribo enlace de su ubicación on-line :
Texto del artìculo,donde entre otras,se encuentra la presente imagen,firmado por M.M.Avellaneda,cuyas fotos se atribuyen a Carnaghi y Moody para Caras y Caretas.
“Mar del Plata con sus grandes y confortables hoteles con su vida de elegantes frivolidades y de aristocràticos refinamientos es sin duda un exponente,una alta expresiòn de nuestra cultura de nuestra sociabilidad adelantada que vienen a completarle a Buenos Aires su fisonomìa de gran ciudad.Mar del Plata es la manifestaciòn franca de una trendencia que se desenvuelve al calor del acrecentamiento de nuestras fortunas,
tendencia que busca el desahogo de unos dìas de tregua de vida anormal: los ùnicos dìas en que nadie pesa,ni mide,en los que nadie negocia ni trafica en que falta tiempo hasta para leer diarios: dìas inolvidables,en los que se abandona hàbitos de economìa y se vive rumbosamente excediendo el presupuesto,convencidos todos,de que la plata,como la vida hay que gastarla para que de placeres,satisfacciones.
Allì,con el trato diario se suprimen distancias,desaparecen injustas prevenciones,se hacen muchos casamientos,nuestras familias dejan sus desconfianzas lugareñas,su estiramiento aldeano y …esas flores nacidas al abrigo apacible de nuestros hogares no pierden sus puros colores ni su perfume primaveral,jugando por las mañanas con la onda salada,paseando a la tarde por la Rambla y de noche haciendo debido honor a Mr. Foster en la Gavota,Pas de Partineurs Washington Post y Polka militar: no,por el contrario,tienen como nunca,hermoso campo para su misiòn seductora,que llenan alegremente conquistando muchos corazones,atrayendo otros al buen camino y dejando en todos una emociòn dulce,consoladora como una caricia que se siente necesidad de decirles: gracias!! Mar del Plata señala el camino recorrido por nuestra avanzada cultura social,que puede medirse con una mirada retrospectiva hacia nuestro pasado de ayer.¡Que distantes estàn aquellos tiempos sencillos de la aldea,en que las niñas dejaban entrever su esquiva belleza detràs de los altos y tupidos cercos de las quintas de Barracaas o de Quilmes,espiando a los apuesos galanes,que pasaban jineteando el praceador chileno o el tranquilo criollito que iban arrastrando por el suelo sus largas colas!.Que distantes estàn aquellas fiestas, improvisadas siempre de una alegrìa sana de indiscreta,como una carcajada,que han tenido su afortunado cronista en Santiago Calzadilla,que les consagraba su prosa pintoresca!
¡Que distantes estàn aquellos tiempos en que se hacìa tendero y al mejor elogio para un joven era decirle que tenìa buen mostrador!.Los jòvenes de ahora no hacen tenderos y si algùn germen atàvico les queda,consiguen esconderlo bien,en los dìas de Mar del Plata cubrièndolo con una frivolidad elegante y el desdèn mas irreprochable.Allì solo se ven jòvenes que llevan una gallardìa y desembarazo el uniforme de moda y que los mismos saben encender el rubor de las bellas con lisonjeros madrigales,como sobrellevan,sin que una emociòn los traicione-las oscilaciones del colorado y negro y las sorpresas del cero en las salas del Casino!.La verdad que esta generaciòn tan calumniada,por el egoìsmo de los que se van,han perdido esa virtuosa frugalidad de los tiempos pastora es: pero en cambio ha adquirido esa foie de vivre,que estimula en nosotros el sentimiento estètico,que nos hace amarla lìnea,el color y la rima que saben hacer melancòlicas nuestras tristezas y mas intensas nuestras alegrìas: que nos hace amar el placer ennoblecido,que sabe satisfacer las exigencias de nuestros sentidos y acariciar nuestras almas dando alas al ensueño: que nos hace amar esa cultura y ese respeto a las conveniencias sociales,que sabe contener nuestras impaciencias y gobernar nuestras pasiones: sentimiento estètico,que conspira contra el valle de làgrimas,que protesta contra esa preocupaciones medioevales,que creyeron encontrar en los monjes de la Trapa el sìmbolo de la vida hermana!.Se puede,en verdad amar todo lo que hace hermosa y querida la vida,sin renunciar por eso a las emociones de la lucha,a las empresas de la ambiciòn,que dignifican y explican el paso del hombre por el mundo: y este sentimiento que nos ayuda a desempeñar a tranquilamente nuestro oficio,tiene su nombre,se llama la economìa de la vida! Reconozco que he de sucitar muchas voces que se han de levantar a contradecir las excelencias paradisìacas de Mar del Plata.Se me dirà quizàs que en esas banalidades elegantes se encuentran a veces rastaquerismos,que ese trato frecuente suele alimentarla maldicencia…pero yo ,anticipàndome,dirè para desviar la polèmica,que no lo niego y que me sorprende encontrar tambièn en este Paraìso a la serpiente tentadora dispuesta a engañar la candidez exagerada de unos o la vanidad culpable de otros…De que eso suceda no puede responsabilizarse a Mar del Plata ni a la serenidad de su cielo azulado,ni a us playas pintorescas,ni a las brisas saludables,ni a la comodidad de sus lujosos hoteles.¡Cuantas veces,tendido en la arena de la playa el proceso de la ola me ha hecho pensar: -esa ola que obedeciendo al empuje formidable de la corriente,viene desde lejos,se levanta como una montaña y cuando llega a la playa solo es blanca espuma!.¡Cuantaas cosas en la vida mirada desde lejos son momtañas como las olas y al acercarse a nosotros no son sino blanca espuma: y esa ley de la existenciadel hombre,recuerdo efìmero mañana,ley a la que no podemos sustraernos,como no es posible desprenderla ola de su corriente y de su espuma!Otras veces en la terrasse de Brìstol,al caer la tarde en esas horas crepusculares que proyectan sombras melancòlicas en el espìritu,me ha parecido escuchar los ecos lejanos de una guitarra y abstraìdo por el èxtasis me he preguntado: ¿si serà la guitarra de algùnSantos Vega?- Era sin duda el recuerdo de la pampa dilatada que agoniza y que va a morir,como en la leyenda muere el proscripto y errante payador! y entre tanto,llega al oìdo melancòlico y dulce,el rumor del mar que bate la playa y en su eterno vaivèn,borda sobre la tosca,arabescos caprichosos que funden en los colores maravillosos de la pampa callada y silenciosa que se esfuma a lo lejos.Y con el fresco terral viene a la memoria el vago recuerdo de los ranchos solitarios bajo cuyos aleros descansan los oscuros obreros de nuestra grandeza y el ruido de las ciudades populosas,donde hierve la vida y se derramma a borbotones,transformando el desierto y borrando para siempre la huella del indio nòmade y del gaucho,su sucesor,que ya se perfila con lìneas de leyenda.
Las foto 8592,enviada por el Sr. Ignacio Iriarte pertenece originariamente a la Revista Caras y Caretas del 25-2-1899,y se encuentra dentro del artìculo,cuyo texto transcribì en mi comentario anterior.
Lic. Somma , muchas gracias por la transcripción del artículo que acompaña a las imágenes.
Le comento que durante la lectura me llamó la atención el término “rastaquerismo” , de manera que lo busqué por Internet y pude hallar varias traducciones . A continuación transcribo uno de ellos que estimo se ajusta al sentido del texto.
Rastaquerismo :
Definição de Rastaquerismo :
Classe gramatical: Substantivo masculino
Separação das sílabas: ras-ta-que-ris-mo
Plural: rastaquerismos
s.m. Atitude de rastaquera; ostentação de novo-rico.
Rastaquera :
s.m. e s.f. Indivíduo que chama a atenção por seus gastos luxuosos e ostentações, atitude típica do novo-rico.
Estimado profesor Mendozzi: Muy interesante su búsqueda. Es claro que el autor del artículo al referirse a “rastaquerismo” intentó definir (¿quizás inventando un término?) la conducta del rastacuer o rastacuero. El significado de rastacuer o rastacuero es el que Ud. encuentra: la persona que gasta ostentosamente. Muchos creen que es un término lunfardo por haber trascendido en una conocida milonga que interpretó Gardel, pero proviene del francés. La milonga que menciono es “Tortazos” y dice: “no te hagás la rastacuer desparramando la guita”. Ese verso derivó erróneamente en una sentencia popular que dice: “no te hagás la rata cruel”.
Mis deseos de felicidad en este nuevo año!!!
Es muy interesante el interés surgido a partir del vocablo rastaquerismo que nos trascribió el señor Somma en su texto. Al respecto, en el DRAE encontramos “rastacuero”: (Del fr. rastaquouère).1. m. Vividor, advenedizo. 2. com. Am. Persona inculta, adinerada y jactanciosa.
Una definición bastante clara y acorde con el texto mencionado. Pero encierra aún más esa palabra, hoy en día tan infrecuente. El DRAE le atribuye un origen francés, pero el Larrouse francés y el Dictionaire Le Robert le atribuyen un origen español, siempre con el mismo significado en ambos idiomas. Al parecer, fue una designación despectiva hacia los ricos hacendados venezolanos, argentinos y chilenos que iban a Europa a “arrastrar sus cueros”, trasliterando “cuir” por “quouère”, que no significa nada pero suena feo. En definitiva, llegó a tener un sentido xenófobo y se aplicaba a cualquier extranjero adinerado en quien “no se debía confiar” por advenedizo. Ángel Rosenblat, en su “Buenas y malas palabras en el castellano de Venezuela” (1974, Edit. Mediterráneo, Madrid), inclusive atribuye el término a una expresión popular en Venezuela, que fue luego difundida en Europa a través de las grandes ostentaciones que hacía el presidente venezolano Guzmán Blanco. Esto que expongo puede consultarse en diccionarios etimológicos. Pero es realmente atractivo lo que puede encontrar uno en las palabras por sí mismas. Todo esto con perdón del señor Fernando Rodríguez, ya que se aparta de la hermosa foto, con estilo Manet, de la playa de los pescadores.
Sr. Tomassi , mas que interesante su explicación ; sobre todo la parte final donde nos comenta la derivación a “rata cruel” , término que recuerdo en palabras de mi abuela vagamente.
Le dejo un saludo grande.
Atte. Prof. Julián Mendozzi.
Señor Tomassi: su aclaración sobre la derivación de rastacuer en “rata cruel” me llevó a buscar un poco en internet disfrutando del término y su inclusión en el lunfardo. Recuerdo haber escuchado hace tiempo “se hace la rata cruel”, o frases similares, pero recién ahora le encuentro plenamente el sentido. Muchas gracias.
Ampliando un poco la búsqueda, casi no me quedan dudas de que el autor del artículo “inventó” un término o empleó uno incorrecto -quizás de uso corriente en esa época- ya que debió haber escrito “rastacuerismo”. La búsqueda por internet de la palabra correcta nos aporta abundante y sorprendente material. Incluso, Rubén Darío escribió un ensayo al repecto. Lo comparto:
EL RASTACUERISMO Y NUESTRA CULTURA POLÍTICA
Por: Damián Pachón Soto[1].
Racismo, rastacuerismo y aristocracia
En un ensayo titulado “La evolución del rastacuerismo”, publicado en 1906, Rubén Darío decía de éste que: “tiene como condición indispensable la incultura; o, mejor dicho, la carencia de buen gusto”, más adelante agregaba: “La evolución del rastacuerismo se nota en su civilización. La extravagancia exterior en la decoración personal, en las maneras de derroche violento y copioso, han dado paso a una especie de compenetración con la sociedad parisiense”[2]. Rubén Darío se refería, para decirlo sucintamente, a cierto tipo de aristocracias recién venidas que viajaban a Paris y adoptaban sus formas, regresaban a la América Latina francófila y con balbuceos del idioma, atuendos, utensilios y glamur impostado, simulaban ser lo que no eran, es decir, eran miméticas y falsas. De esta forma impresionaban a la muchedumbre de ruana de estas monárquicas repúblicas.
Pues bien, lo que puso de presente Darío fue la forma de ser de nuestras aristocracias decimonónicas, un ethos que se convirtió en la regla general hasta hoy y que se impuso en la política, la vida social y muy especialmente en la vida intelectual: “la simulación convertida en regla se infiltra consiguientemente en todos los ámbitos de la vida intelectual: no solamente se simula saber y ciencia, trabajo sistemático y hasta crítica, sino sobre todo la fama”, tal como sostuvo Rafael Gutiérrez Girardot[3]. Sin embargo, el fenómeno del rastacuerismo o, lo que es lo mismo, la simulación, tiene su origen en las prácticas mismas que España impuso desde el siglo XVI y, en especial, la que hizo de España la madre del racismo de la modernidad: “la pureza de sangre” el cual suponía el de “pureza de fe”. Éste concepto lo instauró la Corona cuando en 1492 expulsó de España a judíos y moros y la monarquía empezó el proceso de unificación nacional tomando como instrumentos a la espada y a la hoguera. Lo importante es, también, que esa pureza de fe y de sangre sólo podía ser controlada mediante “mediciones”, de ahí se originaron las 16 castas (blancos, mestizos, zambos, salto atrás, no te entiendo, mulatos, etc.,) que sirvieron a España para clasificar (cuasi taxónomicamente) a la población de América. Ese racismo estaba relacionado con un “elemento social esencial”. Ese elemento fue la “ficción” de la “superioridad social innata de los blancos”. Los blancos aparecieron superiores sin más, simplemente justificados por la raza y por la pureza de sangre. Con razón puede decirse: “Antes de que el conde de Gobineau decretara en su Ensayo sobre la desigualdad de las razas (1853-1855) la superioridad de la raza arquetípicamente blanca, la aria, los españoles educados en la custodia de la pureza de sangre habían elaborado un catálogo de los diversos cruces de razas en el Nuevo Mundo: era tan diferenciado como los catálogos de pecados que habían elaborado los párrocos de la España contrarreformista. Todos los productos de esos injertos eran natural y necesariamente inferiores”[4].
Esto es lo que explica Santiago Castro Gómez cuando habla del “imaginario de la blancura”, el cual representaba y legitimaba la posición social de la raza blanca o de quienes la simulaban. Dice Castro Gómez: “desde el comienzo mismo de la acción colonizadora en el territorio neogranadino, el fenotipo de los individuos (blanco, negro, indio, mestizo) determinó su posición en el espacio social y, por lo tanto, su capacidad de acceso a aquellos bienes culturales y políticos que podían ser traducidos en términos de distinción”[5]. La limpieza de sangre “era el signo distintivo que permitía a los criollos diferenciarse socialmente de los mestizos y demás grupos sociales. Lo importante aquí no era ser “realmente” blancos, puesto que casi ningún miembro de la élite criolla podía comprobar sus pretensiones de nobleza, sino escenificarse socialmente como blancos y ser aceptados como tales por los estratos sociales más preeminentes. Por esta razón, la blancura no tenía que ver estrictamente con el color de la piel, sino que designaba, por encima de todo, el tipo de riqueza y encumbramiento social de una persona”[6]. La blancura era, pues, un capital cultural (P. Bourdieu) que le servía a las noblezas latinoamericanas- luego a los criollos- para legitimar su posición social más alta, su superioridad, en últimas, para justificar la sociedad jerárquica y vertical, la “república señorial” (Antonio García), que aún persiste reformateada en la sociedad colombiana y en gran parte de la latinoamericana.
Toda la ficción de la superioridad de los blancos, en realidad, dejó un legado nocivo para América Latina: el de la simulación, el encubrimiento, las pretensiones de unas aristocracias o unas clases sociales encubridoras, teatrales o rastacueras que han desangrado el continente. “Lo que era una ficción encubridora se convirtió en una permanencia determinante y potente de la historia latinoamericana. Esa es la fuente de los conflictos y del sinuoso y difícil camino que ha llevado a Latinoamérica al borde de la autodestrucción”[7]. El llamado mestizaje racial propuesto como “esencia de lo latinoamericano” es hijo de esa “ficción encubridora”, es, pues, producto del racismo. El mestizaje es una ficción basada en la pureza de sangre, que cimentó y fundamentó la mentira de la supuesta superioridad de una clase. Y ha sido esa clase la que ha oprimido al indígena y a otros sectores sociales. Esa ficción creó una sociedad de la mentira, posibilitó el rastacuerismo y el entronamiento de una casta que ha desvalijado al continente, esto es, esa mentira, esa ficción, hizo posible que en España y en América una determinada clase social (surgida en términos raciales) se impusiera sobre los demás estratos. Esa clase social dominante posibilitada por el racismo fue la aristocracia, una aristocracia que ya desde el siglo XIX gracias a la astucia de la religión, la política y la economía devino o mutó en oligarquía señorial burguesa. Por eso afirma el colombiano: “La contribución de la aristocracia latinoamericana […] a la cultura universal se reduce a la entrada rast-à-couerè en el diccionario francés de Littré y a mantener en estado primitivo a las sociedades latinoamericanas para que su folklore peculiar deleite a los europeos”[8]. Hay que decir aquí, por ahora, que esta crítica de Gutiérrez a las aristocracias recién-venidas es lo que podemos llamar “El rastacuerismo latinoamericano”.
Ese rastacuerismo- como se dijo- también se dio en España cuando con el descubrimiento se socavó el proceso capitalista en la península a favor de una clase parasitaria- luego trasplantada a estas tierras- que no tenía muy buenos afectos por el trabajo, la ciencia, la filosofía moderna, etc., y que se apoltronó en sus deseos constantes de “señorialización” (José Luis Romero) y así fundó una “constitución social aristocrática”, como la ha denominado el chileno Mario Góngora. Ese proceso en España puede ejemplificarse- luego del descubrimiento- diciendo: “Un buen número de hombres de negocios, después de amasar inmensas fortunas, buscaron coronar su exitosa carrera con la aceptación dentro de la nobleza, ya que fuera directamente o por medio de sus hijos, para lo cual obtenían de los reyes y príncipes, con frecuencia sus deudores, un título de nobleza o lograban una alianza matrimonial que los incorporaba a las filas de las aristocracias”[9].
Simulación y política
En un ensayo titulado “Estratificación social, cultura y violencia en Colombia”, Gutiérrez Girardot cita un párrafo recurrente en sus escritos. Se trata de un texto extraído del libro “Noticias secretas de América” de Jorge y Juan Antonio de Ulloa, que contiene un informe sobre las colonias españolas. Allí se dice: “Es de suponer que la vanidad de los criollos y su presunción en punto de calidad se encumbra a tanto que cavilan continuamente en la disposición y orden de sus genealogías, de modo que les parece no tienen que envidiar nada en nobleza y antigüedad a las primeras casas de España; y como están de continuo embelesados en este punto, se hace asunto en la primera conversación con los forasteros recién llegados, para instruirlos en la nobleza de la casa de cada uno, pero investigada parcialmente, se encuentra a los primeros pasos tales tropiezos que es rara la familia donde falte mezcla de sangre y otros obstáculos de no menor consideración”.
Lo que se ve aquí es que criollos sin “pureza de sangre” (suponiendo que tal cosa exista) simulan ser aristócratas blancos. Sin duda, la presunción es una simulación. Para Colombia, quien explicitó las consecuencias de este tipo de comportamiento social fue el antioqueño Fernando Guillen Martínez. En el voluminoso libro “El poder político en Colombia”, publicado en 1979, el colombiano hace un estudio sobre la encomienda y la hacienda y muestra cómo este modelo social creó el paternalismo, el autoritarismo, “el nacimiento de una solidaridad adscripticia y hereditaria” que se extendió a todas las instituciones de la sociedad; este modelo de socialización también creó la utilización del mimetismo y de la adulación como únicas herramientas eficaces para la movilidad social”, asimismo, la “concepción de la autoridad como un derecho señorial y no como un mandato social para la obtención de servicios sociales”[10]. Uno de los argumentos capitales de este estudio es que el modelo de la hacienda se transfirió a los partidos políticos, de ahí que estos sean utilizados como plataformas para adquirir prestigio, a la vez que tales partidos realizan una representación ficticia, simulada, de la sociedad y de los intereses de los representados.
He aquí de nuevo la simulación. No sería difícil catalogar la política colombiana como un ejercicio constante de rastacuerismo, por eso la política ha carecido de dimensiones éticas, pues la simulación implica la engañifa, la estafa, el encubrimiento, lo mismo que una conducta pública poco transparente por parte de los funcionarios públicos. Indudablemente, con este análisis de Gutiérrez, que aquí he ampliado un poco con otras fuentes, se aporta a la sociología de nuestra cultura política, pero no sólo de Colombia sino de toda América Latina. El rastacuerismo como categoría sociológica, si así cabe calificarlo, es una herramienta para la interpretación y comprensión de nuestra sociedad.
Lo que realmente interesa aquí es relacionar esa simulación con la situación de Colombia y América Latina. Para el caso colombiano, sostiene el profesor de Bonn que esa mentalidad excluyente, dogmática y jerárquica se extendió a la política y “favoreció la reinstauración de la sociedad colonial, revestida con hábitos resabios de la simulación aristocrática (…) Una república democrática como “gran mentira”; una aristocracia de recién venidos (…), una educación para semialfabetizar, una estratificación degradante para la mayoría de los colombianos, una cultura tímida y producida en la oscuridad de los dogmas reinantes, en suma, un simulacro de la realidad que desconoce la realidad inmediata de la población engañada y paciente”[11]. Gutiérrez no duda en concluir que la violencia reinante en el país se debe a esos procesos de formación política y social. Las élites políticas y religiosas provocaron una anomia en su afán de socavar los procesos de modernización, de tal forma que “los guardianes del orden y de la fe no tuvieron conciencia de que la violencia de las guerras civiles y de los levantamientos eran resultado, en última instancia de ese socavamiento”.
Respecto a Latinoamérica y a su situación de casi aniquilación, sostiene, igualmente, que los procesos de violencia se deben a la simulación; a esa mentira encubridora de las realidades, patente en la mentalidad de la dirigencia criolla. Ese deseo majestuoso de mostrarse como lo que no son, de mentir, en últimas, de ser deshonestos con la población. “Es el problema de un estrato social, llamado clase social dirigente o aristocrática”[12]; el de una clase que ha desangrado el continente y, que valga recordar, fundó su supremacía en la ficción encubridora de la “pureza de fe” y la “pureza de sangre” desde el siglo XVI.
Lo que ha quedado de toda la falsificación mentirosa es la historia de América misma. La contribución de las aristocracias latinoamericanas consiste en producir problemas de gran envergadura, entre ellos, problemas sociales y culturales. Sociales porque el Estado vertical ha imposibilitado la movilidad social, la democratización; culturales porque esas aristocracias “han sofocado sutilmente la educación de toda la sociedad, reprimiendo tácitamente el despliegue y fomento de los talentos y creando un talante de permanente malestar, que provoca el estallido de la violencia”[13]. El discurso de superioridad de los blancos, pues, fue una simulación, una “ficción” que tuvo como fuente el dogmatismo religioso. Ese encubrimiento se trasladó a los partidos políticos y ha sido usado históricamente por la clase dirigente para legitimar una sociedad jerárquica; esos mismos partidos usan la política como medio de ascenso social y para fines personales. De ahí la falta de programas, compromiso, ética de lo público y la repetición de los vicios gamonales del siglo XIX como el autoritarismo, el paternalismo, el mimetismo, el nepotismo, la adulación, etc., como prácticas políticas viciadas en contra de los intereses de la mayoría de la sociedad.
[1] Profesor Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Santo Tomás. Doctorando en Filosofía. Contacto: damianpachon@gmail.com
Al fondo, en la loma de Stella Maris el chalet Zamboni ( Av Colón y Alvear) y mas abajo a la izquirda, en la manzana de Guemes,Bolivar,Alvear y Moreno, la residencia de Samuel Hale Pearson (“La Cacerola”). Junto al chalet de Jacinto Peralta Ramos (Bv Marítimo y Olavarría, no aparece en la foto) fueron 3 de las residencias pioneras del sector
Muy interesante documento Sr. Rodríguez ; ya que nos permite apreciar , en términos generales , la forma de disfrute y utilización de las playas Marplatenses por parte de sus primitivos visitantes .
Notamos también , a mi parecer , la presencia de personal de servicio (niñeras) junto a sus patronas , las Damas “de la Sociedad” y resulta , al tiempo , un buen ejemplo gráfico de la “familia extensa” tan corriente por entonces tanto en los estratos mas “acomodados” de la sociedad como de igual modo en los mas humildes ; cuestión ésta que contrasta con la actualidad habida cuenta de los tantísimos estudios socio-económicos y demográficos que indican un cambio de dirección en éste sentido particularmente en el caso del primer grupo y en sociedades “del primer mundo” (caso de Europa , por ejemplo).
Muy agradecido por su amabilidad al compartirlo en el blog.
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MADRES Y NIÑERAS ; UNA VISIÓN DESDE EL CASO EUROPEO PARA LOS SIGLOS XVIII Y XIX .
“…Desde mediados del siglo XVIII, prácticas comúnmente aceptadas con anterioridad, como el recurso a las nodrizas y al servicio doméstico para el cuidado y la educación de los hijos,comenzaron a ser cuestionadas por filósofos, médicos y estadistas(Knibiehler y Fouquet, 1977; Donzelot, 1977).
La nueva Eloísa de Rousseau suele ser presentada como la obra que establece los nuevos códigos de la maternidad (Knibiehler y Fouquet, 1977), y aunque las investigaciones más recientes han encontrado precedentes relevantes,es indudable su influencia en la configuración de la madre como responsable fundamental del cuidado, bajo la supervisión del padre de familia.
Desde mediados del siglo XVIII, el discurso médico jugó un
papel central atribuyendo la alta mortalidad infantil a las “malas
prácticas tradicionales de la lactancia mercenaria” y a la “ignorancia”
de las mujeres (Knibiehler y Fouquet, 1977; Donzelot,1977).
Las madres comenzaron a ser vistas como responsables de una población abundante y sana —la riqueza de los pueblos y la garantía de una nación poderosa—, y de su educación en los valores de la iglesia y el Estado, llegando a ser definidas incluso como “amas de cría al servicio del Estado” (Donzelot, 1977). Y , por ello,llamadas a asumir personalmente las múltiples tareas que en los estamentos aristocráticos y burgueses venían siendo realizadas por el servicio doméstico —desde las nodrizas a las institutrices—.
Un servicio doméstico que, a su vez, comenzó a ser demonizado como causante de la “debilidad material y espiritual de los pueblos”. Estas nuevas representaciones no se impusieron sin dificultad. La institución de la nodriza, tradicional entre las clases aristocráticas y burguesas y no poco frecuente entre las mujeres obreras que no podían amamantar, siguió muy arraigada durante el siglo XIX (Sarasúa, 1994), así como también la presencia de otros sirvientes ocupados de las diferentes tareas domésticas incluidas las directamente relacionadas con la cría y educaciónde los hijos e hijas.
La asunción del trabajo doméstico por el ama de casa en sustitución del servicio doméstico asalariado entre lasclases “bienestantes”, y del realizado por parientes en las familias trabajadoras, fue uno de los cambios más importantes de la época contemporánea (Cowan, 1976). La estructura del mercado de trabajo cambió radicalmente, desapareciendo lo que hasta entonces había sido el grupo ocupacional más numeroso, y no solo entre las mujeres. Radicalmente cambió también el modelo de división
sexual del trabajo —prevalente hasta entonces dentro y fuera de la familia— y las nuevas identidades de género (Bock, 2001; Tilly y Scott, 1978).
El desplazamiento de los cuidados desde el servicio doméstico o “la comunidad” al ámbito privado de la familia, y de las redes femeninas de cuidados, asalariadas o no, a la madre, fue un proceso ciertamente lento y dificultoso, máxime entre las clases trabajadoras dadas las altas tasas de actividad femenina de la época…”
FUENTE : Carrasco , Cristina ; Borderías , Cristina y Torns , Teresa (Editoras) ; El trabajo de cuidados , Historia , teoría y políticas ; Colección economía crítica y ecologismo social ; Los libros de La Catarata ; Madrid ; 2011 .
Prof. Julián Mendozzi.
LA PLAYA “DE LOS PESCADORES” … Ó ¿LA PLAYA DE LOS PESCADORES? (EXTRACTOS).
REPARTO DE TIERRAS ; “PERIFERIZACIÓN” ; EMPRENDIMIENTOS ; NUEVOS BARRIOS Y PROPIEDAD PRIVADA .
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“Asimismo, en 1891, a pedido de Jacinto Peralta Ramos, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires determina la fundación del Pueblo Cabo Corrientes, en el Antiguo Pueblo Peralta Ramos, tierra rural subdividida en chacras y quintas, inexplotadas por ser terrenos rocosos e inundables.
Era una extensión del existente y se encontraba dentro de su estancia (actual Puerto y Punta Mogotes). Pero este espacio permanecerá, por unos años, “vacío”…
Las fracciones sociales que se beneficiaban con la expansión económica a nivel nacional, consolidaron la emergencia de prácticas veraniegas que rápidamente iniciaron el proceso de construcción de un nuevo territorio social.
Este proceso significó la violenta expropiación del espacio costero central donde producían y reproducían sus condiciones de existencia los pescadores, en su mayoría italianos, resultando expulsados por la policía, luego de varios años de conflicto, a los barrios Tierra del Fuego y La Pescadilla. (NOTA AL PIÉ : “El conflicto entre los inmigrantes y la corporación municipal duró casi ocho años , finalizando con el desalojo policial en Octubre de 1908 . La Ley de traslado del Puerto al sur data de 1909).
Así lo describía Kurile : (NOTA AL PIÉ : Kurlie , Bonsiú ; La vida en Mar del Plata , pinceladas realistas ; Bs.As. ; 1907.).
“…Llega a la playa (…) en cuyas márgenes se levantan las míseras casillas de los pescadores, asquerosas, repugnantes (…) población que vive en estado primitivo (…) en el centro mismo de
dos balnearios aristocráticos…”
Ese reordenamiento violento de cuerpos y cosas va a ser acompañado, asimismo, de la progresiva diversificación y estacionalidad del mercado de trabajo, cuyo resultado será la recepción de fuertes contingentes migratorios de población en edad activa: agricultores empleados como peones en hornos de ladrillos; albañiles en invierno pero mozos en verano ; pescadores y vendedores ambulantes… Y también “…había oficios más dignos y otros menos dignos. Gente simple, le llevaba plata a Don Juan, a Don Pedro, porque se la “cuidaban”, pero ellos hacían negocios con la plata ¿comprende?”, nos dice RC. Comprendo, capital usurario…
Hacia 1900, el Partido albergaba 8.000 personas, de las cuales el 63% se localizaba en el pueblo Mar del Plata, en la zona urbana, y el 40% era extranjera (españoles e italianos).
El otro componente que suma a la complejidad de estos procesos de entramado (Elías, 1982), tiene que ver con cómo ejercer el derecho de exclusión en este espacio urbano que se representaba hegemónicamente como objeto privado de la oligarquía pero que, a la vez, había sido concebido como fuente de renta.
¿Cómo defender ese territorio? ¿Cómo resolver esa contradicción? Creando la periferización, un proceso moderno de producción inmobiliaria: la acción del capital incorporador, que altera el uso de los terrenos con el objetivo de valorizarlos. En términos de Smolka (1991), “promueve
emprendimientos ciertos, en un lugar cierto, para un consumidor cierto”.
“Hace 20 años Mar del Plata fue un centro de especulación febril (…) El mínimo rincón de terreno bien ubicado tenía precios fabulosos…Y la especulación continuó” (Huret, 1913, citado en Bartolucci, 1997).
“…Cualquiera puede hacerse propietario tan sólo con $ 140.-,en la seguridad de cuadruplicar el dinero en un mes…Jornaleros, hombres de poco capital, los terrenos que ofrecemos en venta están situados en la chacra..”
El espacio apropiado y apropiable para ser vivido por los mas desposeídos sería el antiguo Pueblo Peralta Ramos, cuya fundación había sido aprobada por la Legislatura provincial en 1891, y cuya propiedad era compartida por Peralta Ramos y Pedro Luro. Fuera del ejido urbano, un territorio “vacío” dividido en chacras y quintas inexplotadas por la mala calidad del suelo, bajo, rocoso, inundable…en las antiguas tierras de Barboza y P. Ramos…
Así, en 1909 Pedro Luro como propietario, Presidente de la compañía inmobiliaria La Capital S.A. y Diputado Nacional, es decir, a partir de su ordenamiento en varias instituciones,emprende dos acciones tendientes a cualificar ese espacio:
1) promueve la Ley Nº 6499 de traslado del Puerto de ultramar del “centro” al sur, a pesar de los informes técnicos desfavorables (desobedece el saber técnico).
2) proyecta sobre 66 hectáreas y promociona el “barrio obrero” Las Avenidas , específicamente destinado a los trabajadores de la pesca y con un parcelamiento atípico (sin conservar el trazado en damero tradicional y previendo un uso muy intensivo de la manzana).
Los trabajadores de la pesca, que ya habían sido expulsados y expropiados en 1905, y otros de pocos recursos, fueron expulsados a este espacio para localizar sus viviendas.
Una forma de violencia simbólica y violencia física, naturalizada por la incorporación de la ideología socialmente niveladora de la propiedad privada”.
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FUENTE : Núñez , Ana ; Sobre la génesis urbana y las fracciones sociales , “Hay una cosa que se llama Mar del Plata , donde está Martín…”
EN : Nómadas , revista crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas ; Enero-Junio ; N* 017 ; Universidad Complutense de Madrid ; España ; 2008.
ACERCA DE LA AUTORA :
Arquitecta (Universidad Nacional de Mar del Plata), Magister en Ciencias Sociales, mención Sociología, (FLACSO); Doctora en Ciencias Sociales (FLACSO). Directora del Centro de Estudios del Desarrollo Urbano, y Profesora del Area de Urbanismo, Universidad Nacional de Mar del Plata.
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Sugiero enfáticamente a los Sres. foristas la lectura completa del presente trabajo de la Arq. Ana Núñez ; el mismo reviste especial interés y realmente resulta en una labor magistral por parte de la autora . Incluye interesantísimas citas bibliográficas ; croquis y mapas que complementan de manera acabada el contenido del texto.
Un trabajo ciertamente esclarecedor y con un altísimo nivel de detalle en referencia a la génesis urbana de la Ciudad de Mar del Plata.
El trabajo resulta realmente exquisito al paladar de los amantes de la Historia Marplatense.
A continuación transcribo enlace de su ubicación on-line :
http://eco.mdp.edu.ar/cendocu/repositorio/00311.pdf
Prof. Julián Mendozzi.
Que tengan un FELIZ AÑO NUEVO,el Sr. Gustavo Visciarelli y su equipo,y todos los participantes del blog.
Texto del artìculo,donde entre otras,se encuentra la presente imagen,firmado por M.M.Avellaneda,cuyas fotos se atribuyen a Carnaghi y Moody para Caras y Caretas.
“Mar del Plata con sus grandes y confortables hoteles con su vida de elegantes frivolidades y de aristocràticos refinamientos es sin duda un exponente,una alta expresiòn de nuestra cultura de nuestra sociabilidad adelantada que vienen a completarle a Buenos Aires su fisonomìa de gran ciudad.Mar del Plata es la manifestaciòn franca de una trendencia que se desenvuelve al calor del acrecentamiento de nuestras fortunas,
tendencia que busca el desahogo de unos dìas de tregua de vida anormal: los ùnicos dìas en que nadie pesa,ni mide,en los que nadie negocia ni trafica en que falta tiempo hasta para leer diarios: dìas inolvidables,en los que se abandona hàbitos de economìa y se vive rumbosamente excediendo el presupuesto,convencidos todos,de que la plata,como la vida hay que gastarla para que de placeres,satisfacciones.
Allì,con el trato diario se suprimen distancias,desaparecen injustas prevenciones,se hacen muchos casamientos,nuestras familias dejan sus desconfianzas lugareñas,su estiramiento aldeano y …esas flores nacidas al abrigo apacible de nuestros hogares no pierden sus puros colores ni su perfume primaveral,jugando por las mañanas con la onda salada,paseando a la tarde por la Rambla y de noche haciendo debido honor a Mr. Foster en la Gavota,Pas de Partineurs Washington Post y Polka militar: no,por el contrario,tienen como nunca,hermoso campo para su misiòn seductora,que llenan alegremente conquistando muchos corazones,atrayendo otros al buen camino y dejando en todos una emociòn dulce,consoladora como una caricia que se siente necesidad de decirles: gracias!! Mar del Plata señala el camino recorrido por nuestra avanzada cultura social,que puede medirse con una mirada retrospectiva hacia nuestro pasado de ayer.¡Que distantes estàn aquellos tiempos sencillos de la aldea,en que las niñas dejaban entrever su esquiva belleza detràs de los altos y tupidos cercos de las quintas de Barracaas o de Quilmes,espiando a los apuesos galanes,que pasaban jineteando el praceador chileno o el tranquilo criollito que iban arrastrando por el suelo sus largas colas!.Que distantes estàn aquellas fiestas, improvisadas siempre de una alegrìa sana de indiscreta,como una carcajada,que han tenido su afortunado cronista en Santiago Calzadilla,que les consagraba su prosa pintoresca!
¡Que distantes estàn aquellos tiempos en que se hacìa tendero y al mejor elogio para un joven era decirle que tenìa buen mostrador!.Los jòvenes de ahora no hacen tenderos y si algùn germen atàvico les queda,consiguen esconderlo bien,en los dìas de Mar del Plata cubrièndolo con una frivolidad elegante y el desdèn mas irreprochable.Allì solo se ven jòvenes que llevan una gallardìa y desembarazo el uniforme de moda y que los mismos saben encender el rubor de las bellas con lisonjeros madrigales,como sobrellevan,sin que una emociòn los traicione-las oscilaciones del colorado y negro y las sorpresas del cero en las salas del Casino!.La verdad que esta generaciòn tan calumniada,por el egoìsmo de los que se van,han perdido esa virtuosa frugalidad de los tiempos pastora es: pero en cambio ha adquirido esa foie de vivre,que estimula en nosotros el sentimiento estètico,que nos hace amarla lìnea,el color y la rima que saben hacer melancòlicas nuestras tristezas y mas intensas nuestras alegrìas: que nos hace amar el placer ennoblecido,que sabe satisfacer las exigencias de nuestros sentidos y acariciar nuestras almas dando alas al ensueño: que nos hace amar esa cultura y ese respeto a las conveniencias sociales,que sabe contener nuestras impaciencias y gobernar nuestras pasiones: sentimiento estètico,que conspira contra el valle de làgrimas,que protesta contra esa preocupaciones medioevales,que creyeron encontrar en los monjes de la Trapa el sìmbolo de la vida hermana!.Se puede,en verdad amar todo lo que hace hermosa y querida la vida,sin renunciar por eso a las emociones de la lucha,a las empresas de la ambiciòn,que dignifican y explican el paso del hombre por el mundo: y este sentimiento que nos ayuda a desempeñar a tranquilamente nuestro oficio,tiene su nombre,se llama la economìa de la vida! Reconozco que he de sucitar muchas voces que se han de levantar a contradecir las excelencias paradisìacas de Mar del Plata.Se me dirà quizàs que en esas banalidades elegantes se encuentran a veces rastaquerismos,que ese trato frecuente suele alimentarla maldicencia…pero yo ,anticipàndome,dirè para desviar la polèmica,que no lo niego y que me sorprende encontrar tambièn en este Paraìso a la serpiente tentadora dispuesta a engañar la candidez exagerada de unos o la vanidad culpable de otros…De que eso suceda no puede responsabilizarse a Mar del Plata ni a la serenidad de su cielo azulado,ni a us playas pintorescas,ni a las brisas saludables,ni a la comodidad de sus lujosos hoteles.¡Cuantas veces,tendido en la arena de la playa el proceso de la ola me ha hecho pensar: -esa ola que obedeciendo al empuje formidable de la corriente,viene desde lejos,se levanta como una montaña y cuando llega a la playa solo es blanca espuma!.¡Cuantaas cosas en la vida mirada desde lejos son momtañas como las olas y al acercarse a nosotros no son sino blanca espuma: y esa ley de la existenciadel hombre,recuerdo efìmero mañana,ley a la que no podemos sustraernos,como no es posible desprenderla ola de su corriente y de su espuma!Otras veces en la terrasse de Brìstol,al caer la tarde en esas horas crepusculares que proyectan sombras melancòlicas en el espìritu,me ha parecido escuchar los ecos lejanos de una guitarra y abstraìdo por el èxtasis me he preguntado: ¿si serà la guitarra de algùnSantos Vega?- Era sin duda el recuerdo de la pampa dilatada que agoniza y que va a morir,como en la leyenda muere el proscripto y errante payador! y entre tanto,llega al oìdo melancòlico y dulce,el rumor del mar que bate la playa y en su eterno vaivèn,borda sobre la tosca,arabescos caprichosos que funden en los colores maravillosos de la pampa callada y silenciosa que se esfuma a lo lejos.Y con el fresco terral viene a la memoria el vago recuerdo de los ranchos solitarios bajo cuyos aleros descansan los oscuros obreros de nuestra grandeza y el ruido de las ciudades populosas,donde hierve la vida y se derramma a borbotones,transformando el desierto y borrando para siempre la huella del indio nòmade y del gaucho,su sucesor,que ya se perfila con lìneas de leyenda.
Las foto 8592,enviada por el Sr. Ignacio Iriarte pertenece originariamente a la Revista Caras y Caretas del 25-2-1899,y se encuentra dentro del artìculo,cuyo texto transcribì en mi comentario anterior.
http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/8592
Lic. Somma , muchas gracias por la transcripción del artículo que acompaña a las imágenes.
Le comento que durante la lectura me llamó la atención el término “rastaquerismo” , de manera que lo busqué por Internet y pude hallar varias traducciones . A continuación transcribo uno de ellos que estimo se ajusta al sentido del texto.
Rastaquerismo :
Definição de Rastaquerismo :
Classe gramatical: Substantivo masculino
Separação das sílabas: ras-ta-que-ris-mo
Plural: rastaquerismos
s.m. Atitude de rastaquera; ostentação de novo-rico.
Rastaquera :
s.m. e s.f. Indivíduo que chama a atenção por seus gastos luxuosos e ostentações, atitude típica do novo-rico.
FUENTE : http://www.dicio.com.br/
Lo saludo atte. deseándole un muy próspero 2014 lo cual hago extensivo a todos los compañeros del Blog y al equipo del Diario “La Capital”.
Prof. Julián Mendozzi.
Estimado profesor Mendozzi: Muy interesante su búsqueda. Es claro que el autor del artículo al referirse a “rastaquerismo” intentó definir (¿quizás inventando un término?) la conducta del rastacuer o rastacuero. El significado de rastacuer o rastacuero es el que Ud. encuentra: la persona que gasta ostentosamente. Muchos creen que es un término lunfardo por haber trascendido en una conocida milonga que interpretó Gardel, pero proviene del francés. La milonga que menciono es “Tortazos” y dice: “no te hagás la rastacuer desparramando la guita”. Ese verso derivó erróneamente en una sentencia popular que dice: “no te hagás la rata cruel”.
Mis deseos de felicidad en este nuevo año!!!
Es muy interesante el interés surgido a partir del vocablo rastaquerismo que nos trascribió el señor Somma en su texto. Al respecto, en el DRAE encontramos “rastacuero”: (Del fr. rastaquouère).1. m. Vividor, advenedizo. 2. com. Am. Persona inculta, adinerada y jactanciosa.
Una definición bastante clara y acorde con el texto mencionado. Pero encierra aún más esa palabra, hoy en día tan infrecuente. El DRAE le atribuye un origen francés, pero el Larrouse francés y el Dictionaire Le Robert le atribuyen un origen español, siempre con el mismo significado en ambos idiomas. Al parecer, fue una designación despectiva hacia los ricos hacendados venezolanos, argentinos y chilenos que iban a Europa a “arrastrar sus cueros”, trasliterando “cuir” por “quouère”, que no significa nada pero suena feo. En definitiva, llegó a tener un sentido xenófobo y se aplicaba a cualquier extranjero adinerado en quien “no se debía confiar” por advenedizo. Ángel Rosenblat, en su “Buenas y malas palabras en el castellano de Venezuela” (1974, Edit. Mediterráneo, Madrid), inclusive atribuye el término a una expresión popular en Venezuela, que fue luego difundida en Europa a través de las grandes ostentaciones que hacía el presidente venezolano Guzmán Blanco. Esto que expongo puede consultarse en diccionarios etimológicos. Pero es realmente atractivo lo que puede encontrar uno en las palabras por sí mismas. Todo esto con perdón del señor Fernando Rodríguez, ya que se aparta de la hermosa foto, con estilo Manet, de la playa de los pescadores.
Sr. Tomassi , mas que interesante su explicación ; sobre todo la parte final donde nos comenta la derivación a “rata cruel” , término que recuerdo en palabras de mi abuela vagamente.
Le dejo un saludo grande.
Atte. Prof. Julián Mendozzi.
Señor Tomassi: su aclaración sobre la derivación de rastacuer en “rata cruel” me llevó a buscar un poco en internet disfrutando del término y su inclusión en el lunfardo. Recuerdo haber escuchado hace tiempo “se hace la rata cruel”, o frases similares, pero recién ahora le encuentro plenamente el sentido. Muchas gracias.
Ampliando un poco la búsqueda, casi no me quedan dudas de que el autor del artículo “inventó” un término o empleó uno incorrecto -quizás de uso corriente en esa época- ya que debió haber escrito “rastacuerismo”. La búsqueda por internet de la palabra correcta nos aporta abundante y sorprendente material. Incluso, Rubén Darío escribió un ensayo al repecto. Lo comparto:
EL RASTACUERISMO Y NUESTRA CULTURA POLÍTICA
Por: Damián Pachón Soto[1].
Racismo, rastacuerismo y aristocracia
En un ensayo titulado “La evolución del rastacuerismo”, publicado en 1906, Rubén Darío decía de éste que: “tiene como condición indispensable la incultura; o, mejor dicho, la carencia de buen gusto”, más adelante agregaba: “La evolución del rastacuerismo se nota en su civilización. La extravagancia exterior en la decoración personal, en las maneras de derroche violento y copioso, han dado paso a una especie de compenetración con la sociedad parisiense”[2]. Rubén Darío se refería, para decirlo sucintamente, a cierto tipo de aristocracias recién venidas que viajaban a Paris y adoptaban sus formas, regresaban a la América Latina francófila y con balbuceos del idioma, atuendos, utensilios y glamur impostado, simulaban ser lo que no eran, es decir, eran miméticas y falsas. De esta forma impresionaban a la muchedumbre de ruana de estas monárquicas repúblicas.
Pues bien, lo que puso de presente Darío fue la forma de ser de nuestras aristocracias decimonónicas, un ethos que se convirtió en la regla general hasta hoy y que se impuso en la política, la vida social y muy especialmente en la vida intelectual: “la simulación convertida en regla se infiltra consiguientemente en todos los ámbitos de la vida intelectual: no solamente se simula saber y ciencia, trabajo sistemático y hasta crítica, sino sobre todo la fama”, tal como sostuvo Rafael Gutiérrez Girardot[3]. Sin embargo, el fenómeno del rastacuerismo o, lo que es lo mismo, la simulación, tiene su origen en las prácticas mismas que España impuso desde el siglo XVI y, en especial, la que hizo de España la madre del racismo de la modernidad: “la pureza de sangre” el cual suponía el de “pureza de fe”. Éste concepto lo instauró la Corona cuando en 1492 expulsó de España a judíos y moros y la monarquía empezó el proceso de unificación nacional tomando como instrumentos a la espada y a la hoguera. Lo importante es, también, que esa pureza de fe y de sangre sólo podía ser controlada mediante “mediciones”, de ahí se originaron las 16 castas (blancos, mestizos, zambos, salto atrás, no te entiendo, mulatos, etc.,) que sirvieron a España para clasificar (cuasi taxónomicamente) a la población de América. Ese racismo estaba relacionado con un “elemento social esencial”. Ese elemento fue la “ficción” de la “superioridad social innata de los blancos”. Los blancos aparecieron superiores sin más, simplemente justificados por la raza y por la pureza de sangre. Con razón puede decirse: “Antes de que el conde de Gobineau decretara en su Ensayo sobre la desigualdad de las razas (1853-1855) la superioridad de la raza arquetípicamente blanca, la aria, los españoles educados en la custodia de la pureza de sangre habían elaborado un catálogo de los diversos cruces de razas en el Nuevo Mundo: era tan diferenciado como los catálogos de pecados que habían elaborado los párrocos de la España contrarreformista. Todos los productos de esos injertos eran natural y necesariamente inferiores”[4].
Esto es lo que explica Santiago Castro Gómez cuando habla del “imaginario de la blancura”, el cual representaba y legitimaba la posición social de la raza blanca o de quienes la simulaban. Dice Castro Gómez: “desde el comienzo mismo de la acción colonizadora en el territorio neogranadino, el fenotipo de los individuos (blanco, negro, indio, mestizo) determinó su posición en el espacio social y, por lo tanto, su capacidad de acceso a aquellos bienes culturales y políticos que podían ser traducidos en términos de distinción”[5]. La limpieza de sangre “era el signo distintivo que permitía a los criollos diferenciarse socialmente de los mestizos y demás grupos sociales. Lo importante aquí no era ser “realmente” blancos, puesto que casi ningún miembro de la élite criolla podía comprobar sus pretensiones de nobleza, sino escenificarse socialmente como blancos y ser aceptados como tales por los estratos sociales más preeminentes. Por esta razón, la blancura no tenía que ver estrictamente con el color de la piel, sino que designaba, por encima de todo, el tipo de riqueza y encumbramiento social de una persona”[6]. La blancura era, pues, un capital cultural (P. Bourdieu) que le servía a las noblezas latinoamericanas- luego a los criollos- para legitimar su posición social más alta, su superioridad, en últimas, para justificar la sociedad jerárquica y vertical, la “república señorial” (Antonio García), que aún persiste reformateada en la sociedad colombiana y en gran parte de la latinoamericana.
Toda la ficción de la superioridad de los blancos, en realidad, dejó un legado nocivo para América Latina: el de la simulación, el encubrimiento, las pretensiones de unas aristocracias o unas clases sociales encubridoras, teatrales o rastacueras que han desangrado el continente. “Lo que era una ficción encubridora se convirtió en una permanencia determinante y potente de la historia latinoamericana. Esa es la fuente de los conflictos y del sinuoso y difícil camino que ha llevado a Latinoamérica al borde de la autodestrucción”[7]. El llamado mestizaje racial propuesto como “esencia de lo latinoamericano” es hijo de esa “ficción encubridora”, es, pues, producto del racismo. El mestizaje es una ficción basada en la pureza de sangre, que cimentó y fundamentó la mentira de la supuesta superioridad de una clase. Y ha sido esa clase la que ha oprimido al indígena y a otros sectores sociales. Esa ficción creó una sociedad de la mentira, posibilitó el rastacuerismo y el entronamiento de una casta que ha desvalijado al continente, esto es, esa mentira, esa ficción, hizo posible que en España y en América una determinada clase social (surgida en términos raciales) se impusiera sobre los demás estratos. Esa clase social dominante posibilitada por el racismo fue la aristocracia, una aristocracia que ya desde el siglo XIX gracias a la astucia de la religión, la política y la economía devino o mutó en oligarquía señorial burguesa. Por eso afirma el colombiano: “La contribución de la aristocracia latinoamericana […] a la cultura universal se reduce a la entrada rast-à-couerè en el diccionario francés de Littré y a mantener en estado primitivo a las sociedades latinoamericanas para que su folklore peculiar deleite a los europeos”[8]. Hay que decir aquí, por ahora, que esta crítica de Gutiérrez a las aristocracias recién-venidas es lo que podemos llamar “El rastacuerismo latinoamericano”.
Ese rastacuerismo- como se dijo- también se dio en España cuando con el descubrimiento se socavó el proceso capitalista en la península a favor de una clase parasitaria- luego trasplantada a estas tierras- que no tenía muy buenos afectos por el trabajo, la ciencia, la filosofía moderna, etc., y que se apoltronó en sus deseos constantes de “señorialización” (José Luis Romero) y así fundó una “constitución social aristocrática”, como la ha denominado el chileno Mario Góngora. Ese proceso en España puede ejemplificarse- luego del descubrimiento- diciendo: “Un buen número de hombres de negocios, después de amasar inmensas fortunas, buscaron coronar su exitosa carrera con la aceptación dentro de la nobleza, ya que fuera directamente o por medio de sus hijos, para lo cual obtenían de los reyes y príncipes, con frecuencia sus deudores, un título de nobleza o lograban una alianza matrimonial que los incorporaba a las filas de las aristocracias”[9].
Simulación y política
En un ensayo titulado “Estratificación social, cultura y violencia en Colombia”, Gutiérrez Girardot cita un párrafo recurrente en sus escritos. Se trata de un texto extraído del libro “Noticias secretas de América” de Jorge y Juan Antonio de Ulloa, que contiene un informe sobre las colonias españolas. Allí se dice: “Es de suponer que la vanidad de los criollos y su presunción en punto de calidad se encumbra a tanto que cavilan continuamente en la disposición y orden de sus genealogías, de modo que les parece no tienen que envidiar nada en nobleza y antigüedad a las primeras casas de España; y como están de continuo embelesados en este punto, se hace asunto en la primera conversación con los forasteros recién llegados, para instruirlos en la nobleza de la casa de cada uno, pero investigada parcialmente, se encuentra a los primeros pasos tales tropiezos que es rara la familia donde falte mezcla de sangre y otros obstáculos de no menor consideración”.
Lo que se ve aquí es que criollos sin “pureza de sangre” (suponiendo que tal cosa exista) simulan ser aristócratas blancos. Sin duda, la presunción es una simulación. Para Colombia, quien explicitó las consecuencias de este tipo de comportamiento social fue el antioqueño Fernando Guillen Martínez. En el voluminoso libro “El poder político en Colombia”, publicado en 1979, el colombiano hace un estudio sobre la encomienda y la hacienda y muestra cómo este modelo social creó el paternalismo, el autoritarismo, “el nacimiento de una solidaridad adscripticia y hereditaria” que se extendió a todas las instituciones de la sociedad; este modelo de socialización también creó la utilización del mimetismo y de la adulación como únicas herramientas eficaces para la movilidad social”, asimismo, la “concepción de la autoridad como un derecho señorial y no como un mandato social para la obtención de servicios sociales”[10]. Uno de los argumentos capitales de este estudio es que el modelo de la hacienda se transfirió a los partidos políticos, de ahí que estos sean utilizados como plataformas para adquirir prestigio, a la vez que tales partidos realizan una representación ficticia, simulada, de la sociedad y de los intereses de los representados.
He aquí de nuevo la simulación. No sería difícil catalogar la política colombiana como un ejercicio constante de rastacuerismo, por eso la política ha carecido de dimensiones éticas, pues la simulación implica la engañifa, la estafa, el encubrimiento, lo mismo que una conducta pública poco transparente por parte de los funcionarios públicos. Indudablemente, con este análisis de Gutiérrez, que aquí he ampliado un poco con otras fuentes, se aporta a la sociología de nuestra cultura política, pero no sólo de Colombia sino de toda América Latina. El rastacuerismo como categoría sociológica, si así cabe calificarlo, es una herramienta para la interpretación y comprensión de nuestra sociedad.
Lo que realmente interesa aquí es relacionar esa simulación con la situación de Colombia y América Latina. Para el caso colombiano, sostiene el profesor de Bonn que esa mentalidad excluyente, dogmática y jerárquica se extendió a la política y “favoreció la reinstauración de la sociedad colonial, revestida con hábitos resabios de la simulación aristocrática (…) Una república democrática como “gran mentira”; una aristocracia de recién venidos (…), una educación para semialfabetizar, una estratificación degradante para la mayoría de los colombianos, una cultura tímida y producida en la oscuridad de los dogmas reinantes, en suma, un simulacro de la realidad que desconoce la realidad inmediata de la población engañada y paciente”[11]. Gutiérrez no duda en concluir que la violencia reinante en el país se debe a esos procesos de formación política y social. Las élites políticas y religiosas provocaron una anomia en su afán de socavar los procesos de modernización, de tal forma que “los guardianes del orden y de la fe no tuvieron conciencia de que la violencia de las guerras civiles y de los levantamientos eran resultado, en última instancia de ese socavamiento”.
Respecto a Latinoamérica y a su situación de casi aniquilación, sostiene, igualmente, que los procesos de violencia se deben a la simulación; a esa mentira encubridora de las realidades, patente en la mentalidad de la dirigencia criolla. Ese deseo majestuoso de mostrarse como lo que no son, de mentir, en últimas, de ser deshonestos con la población. “Es el problema de un estrato social, llamado clase social dirigente o aristocrática”[12]; el de una clase que ha desangrado el continente y, que valga recordar, fundó su supremacía en la ficción encubridora de la “pureza de fe” y la “pureza de sangre” desde el siglo XVI.
Lo que ha quedado de toda la falsificación mentirosa es la historia de América misma. La contribución de las aristocracias latinoamericanas consiste en producir problemas de gran envergadura, entre ellos, problemas sociales y culturales. Sociales porque el Estado vertical ha imposibilitado la movilidad social, la democratización; culturales porque esas aristocracias “han sofocado sutilmente la educación de toda la sociedad, reprimiendo tácitamente el despliegue y fomento de los talentos y creando un talante de permanente malestar, que provoca el estallido de la violencia”[13]. El discurso de superioridad de los blancos, pues, fue una simulación, una “ficción” que tuvo como fuente el dogmatismo religioso. Ese encubrimiento se trasladó a los partidos políticos y ha sido usado históricamente por la clase dirigente para legitimar una sociedad jerárquica; esos mismos partidos usan la política como medio de ascenso social y para fines personales. De ahí la falta de programas, compromiso, ética de lo público y la repetición de los vicios gamonales del siglo XIX como el autoritarismo, el paternalismo, el mimetismo, el nepotismo, la adulación, etc., como prácticas políticas viciadas en contra de los intereses de la mayoría de la sociedad.
[1] Profesor Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Santo Tomás. Doctorando en Filosofía. Contacto: damianpachon@gmail.com
Sr.Tomassi , se pasó . Muchas gracias por compartir éste artículo.
Atte. Prof. Julián Mendozzi.