Estimado Sr. Lago
Un hallazgo esta imagen, realmente de gran interés ya que este año el Parque Camet esta cumpliendo 100 años.
El galpón que se encuentra detrás de los comensales hoy día existe, en los años 30 se construyeron dos que inicialmente eran las caballerizas e instalaciones de Polo (tal como reza en la imagen que ilustra la Guía Social de Mar del Plata Edición 1931). En la actualidad, los mismos son utilizados uno para depósito y en el restante se encuentran los equipos de energía para los tranvías y cumplen la función de garaje y taller de reparación de los mismos.
Además en el sitio donde se ubican a los comensales de pie, en la actualidad se ubica un tinglado con piso de arena que es parte del Centro Hípico Gral. Pueyrredon, donde se ejercitan a los caballos y paralelamente lo utiliza el grupo de Equinoterapia Ayum.
Por otra parte y respecto a lo leyenda de la foto que menciona a las familias Batistessa y Mona, debo indicar que la primera no figura en las Guías de la Unión Telefónica hasta la Edición de 1941 y la restante surge de la Guía de 1928 Mona Martín o Marín, Fabrica de Jabón con dirección Av. Colon y Los Andes, Telef.º 93.
Sr. Miguel L. Rosarno Director del museo de la Telefonía que esta a la entrada del Parque Camet. Le agradezco por describir y comunicar lo que hoy día esta en el lugar y ademas por dar trascendencia a esta foto. Atte. lo saluda José Alberto Lago.
Martìn Mona,es mencionado como fabricante de jabòn,por Santos Suàrez Menèndez,en Historia de MdP (1945).Con respecto a un señor de apellido Battistessa,el Arq.Cova,menciona como proveniente del Norte de Italia,y al igual Lanffanconi,Marcòn,Arietto,Ferrari,Cova,integraban la guardia vieja de los horneros del pueblo,que desde las chacras,por huellas polvorientas o barrosas,llevaron ladrillos al centro y a la loma,donde se levantaron el primitivo pueblo y luego la ciudad veraniega.
Tambièn Cova,en su libro el Barrio del Oeste dice: Cuando se trazaron las actuales rutas 2 y 88 se abriò para comuncarlas,la avenida Venerable Marcelino Champagnat y aùn recordamos una higuera de la casa de Justo Miguel Battistessa,en las proximidades del cruce de Alvarado y el camino-asì se le decìa-la casa fue demolida porque se edificò 100 años atràs en tierras de una entonces calle cerrada.
De Martin Mona habla el Arq. Roberto Cova, mencionando que fue uno de los primeros inmigrantes que llegaron a nuestra ciudad: de la revista Toledo con Todos extraje la siguiente nota:
Martín Mona y su hija Margarita
El autor de la nota nos ayuda a contestar una pregunta clave: ¿por qué eligieron Mar del Plata los inmigrantes que vinieron a estas costas?
Es casi imposible rastrear, a falta de testimonios verdaderos y creíbles, el porqué de la llegada de cada uno de los primeros inmigrantes que recalaron en Mar del Plata. En los pocos documentos posibles de hallar en estas latitudes -el Censo nacional de 1869 descansa plácidamente en el Archivo General dela Nación, a400 kilómetrosde distancia- hemos encontrado unos pocos apellidos italianos anteriores a la década de los años 80 del siglo XIX.
Nuestra fuente fueron los libros copiadores del Juzgado de Paz de Balcarce y los italianos son: José Badecanatto (¿?), 1867; Luis Calvi, Rómulo Castelly, Manuel Crovetto, N. Malatesta, Juan Multoni (¿?), Natalio Tabosi y N. Zanoletty, 1870; Juan Brassola, Blas Moressi y Bartolomé Pedrotta, 1871; Clemente Cozza y Pascual Curto, 1872; y Juan Camozzi, 1874.
Y aclaremos que los signos de interrogación se deben a dudas sobre la ortografía de los nombres y que era frecuente, en la época y el medio que tratamos, escribir los apellidos terminados en “i” con “y”. Por otra parte, según las declaraciones de Ramón Portas, un español que estaba aquí en 1874, vivían en el llamado Puerto: Francisco Beltrami, suizo de lengua italiana, y su esposa Catalina Passerini, Andrés Crotti y su esposa Filomena Florio, y Santos Ragazzoni. Y hemos mencionado a 20 extranjeros, más de la llegada de ninguno de ellos conocemos el porqué.
Y si alguien pudiera atribuir más valor a un testimonio documental que a uno basado en la memoria opinamos que la cuestión es, cuanto menos, discutible. Porque en el Censo Nacional de 1895, por ejemplo, es tan mala la ortografía de gran cantidad de apellidos -que conocemos por tradición oral- que invalida una considerable parte de la información.
Martín Mona
Martín Mona, un italiano que hizo fortuna, era natural de Somma Lombardo, entonces provincia de Milán y hoy provincia de Varese, el mismo pueblo de los abuelos paternos del autor de estas líneas. Y porque él estaba aquí es seguro que vinieron a Mar del Plata los hermanos Cova, de los que hablamos en el nº 82 de Toledo Con Todos.
Martín Mona vivía en el “mismo patio” que la familia Colombo, la de la abuela francés- significan entre otras cosas “patio”. Pero en el norte de Italia significa también casa urbana con uno o más patios interiores. Estas viviendas tenían, por lo menos, dos plantas y vivían en ellas algunas familias que siempre ocupaban varias habitaciones y dormían, indefectiblemente, en la planta alta. Y en la parte posterior del patio -o del último patio- se hallaba el establo -la stala- también referido antes.
El “patio” de los Colombo y los Mona estaba -y todavía está- sobre la vía Portoni, a unos 200 metrosde la plaza principal del pueblo, cruzada por un camino que, previo al ferrocarril, iba de Milán a París. Y esa “corte” se llamaba, a mediados del siglo XX y en dialecto, la curt dal macelar -machelar para nuestros oídos-, “el patio del carnicero”, porque sobre la calle, al lado del también indefectible portón con arco de tres puntos, abría su negocio un carnicero. Y aclaremos que, en general, los habitantes de estas casas no eran campesinos, lo que no impedia que pudiesen cultivar una quinta, un monte de frutales o una viña.
Martín Mona había nacido en 1855 y Luis, el mayor de los hermanos Cova llegados aquí, en 1861. En Buenos Aires, por otra parte, vivía Vicente Montalbetti, tío materno de los Cova, llegado al Plata en 1871, el año de la fiebre amarilla. Y sabemos de él que había combatido en la batalla de Solferino, 1859, que puso fin al dominio de Austria sobre el llamado Reino Lombardo-Véneto.
¿Vino Martín Mona a casa de Montalbetti? ¿Cuándo sucedió esto y cuándo y por qué llegó luego a Mar del Plata? Cuando legan los Cova, en 1885, Martín Mona tenía un almacén en la esquina que mira al norte de Los Andes y Brown, en una casa que todavía existe y que por la huella de los casi borrados arcos de medio punto sobre las aberturas del frente se construyó, sin duda, hacia 1880.
Y el almacén, según nos contó en Somma Lombardo Giiussepina Cova, nacida en la calle Alvarado en 1899 y llegada a Italia en 1908, vendeva della A alla Z. Creemos innecesaria la traducción. Vale decir que era el llamado, entre nosotros, “almacén de ramos generales”, y luego instaló una jabonería. Y al respecto recordamos bien una pequeña casita próxima a la esquina que mira al norte de Los Andes y Colón, con un par de ventanas enrejadas coronadas por arcos góticos, en la que vivió unos días nuestra abuela María Colombo cuando llegó de Italia para casarse, en 1894. Y recordamos también un “techo” de los utilizados en la industria jabonera abandonado por esos mismos sitios, y un gran carro de cuatro ruedas semidestruido entonces, en el que asturiano Benigno Cueto repartió jabón 45 años.
Margarita
Del matrimonio de Martín Mona con una paisana María Pusterla nacieron cuatro varones: Pedro, Esteban, Martín y Pascual, bastante seguidos, y luego de algunos años nació Margarita. A su tiempo, la pequeña fue enviada al colegio de las Hermanas del Huerto, Santa Cecilia, y allí fue educada -además de instruida- y aprendió a hacer con sus manos preciosas labores y a tocar el piano, por añadidura.
Y muy joven aún, poco después de terminada la Guerradel ’14, fue a Europa con sus padres. Martín Mona volvió a su pueblo, que hacía mucho había dejado, y la familia fue de visita a la casa que Luis Cova el Americano, ul Merican en lombardo, había edificado con el dinero ganado en 22 años de América. Y esto lo sabemos bien porque hemos ido allí una decena de veces, entre 1967 y 1999.
Margarita era bella, dulce, suave, interesante, moderna. Y su visita al pueblo ancestral dejó un cúmulo de admiradores que le enviaban postales con ilusorias esperanzas. Y lo sabemos porque las hemos visto. De vuelta, Margarita retomó su vida de chica de buena familia, elegante por naturaleza, delicada, bien vestida, que sin salirse de la corrección alternaba en la modesta sociedad de su medio y su tiempo. En verano no dejaba de ir por la mañana a la playa y por la tarde, a la rambla. Y en ese ambiente, en el Club Mar del Plata, conoció a un porteño violinista, Adolfo Pugliese, hermano de Osvaldo, gloria del tango argentino.
Pugliese vio el filón, pensó que solucionaría su futuro, la cortejó y Margarita mordió el anzuelo. Del matrimonio nació un hijo, Edgardo, en 1930. Y cuando el chico tenía diez años el padre desapareció de la escena. El tiempo, según su costumbre, siguió pasando y Edgardo, a los 27 años, sufrió un mortal accidente ferroviario. Y poco después volvió su padre.
Conocimos a Margarita Mona en su casa paterna, en la que cumplió su ciclo vital. Fuimos a verla, hace cuarenta años, para que nos contara cosas del Almacén de Mona y nos hizo ver algunos libros del pasado en los que se leían nombres de personas de las que habíamos oído hablar desde siempre. Desde Froilán Figueroa a Vital Ávalos, desde Micaela Suárez de Medina a Saturnina Gómez de Cepeda, desde Manuel Gómez el Portugués -hijo de quien traía sal de Cádiz al saladero, en barco de vela- hasta Nicolás Correa, que nunca cambió el chiripá por pantalones.
Motivada por nuestras preguntas, Margarita Desgranaba casos y cosas de su vida y no sabemos ni conscientemente o no, por momentos, hablaba de lombardo. El mismo que oíamos en la infancia, que no es el que todavía hablan las personas mayores de Somma, un siglo largo después de la gran inmigración.
Y hace mucho, mucho tiempo que todo eso pasó. Cuando vislumbramos a la esquina del Almacén de Mona, sin embargo, en rápido paso por Colón, no podemos impedir que como eco de aquel dialecto perdido una dulce voz nos repita:
“Milanés sem, milanés sarem e mai piü sa dislanisarem”.
“Milaneses somos, milaneses seremos y nunca nos desmilanisaremos”.
excelente publicacion/ lectura.cuandotal vez nuestros hijos,o nietos,descubran estas cosas,y les guste seguirlas,ya habra pasado el tiemo,pero nunca dejar de reconocer ,el invarolable testimonio.seguramente,alguien,no se quien,seguira estos pasos,aqui o alla,en italia,pra que otra vez,y despues otra vez,vuelva todo a su lugar.
excelente publicacion/ lectura.cuandotal vez nuestros hijos,o nietos,descubran estas cosas,y les guste seguirlas,ya habra pasado el tiemo,pero nunca dejar de reconocer ,el invarolable testimonio.seguramente,alguien,no se quien,seguira estos pasos,aqui o alla,en italia,pra que otra vez,y despues otra vez,vuelva todo a su lugar.
MI ESPOSO, RICARDO PENONI, CREO QUE POR PARTE DE PADRE ESTABA VINCULADO A LA FLIA BATTISTESA…..EL ES HIJO SE LIDIO PENONI——–Y AMALIA SANCHIONI
Estimado Sr. Lago
Un hallazgo esta imagen, realmente de gran interés ya que este año el Parque Camet esta cumpliendo 100 años.
El galpón que se encuentra detrás de los comensales hoy día existe, en los años 30 se construyeron dos que inicialmente eran las caballerizas e instalaciones de Polo (tal como reza en la imagen que ilustra la Guía Social de Mar del Plata Edición 1931). En la actualidad, los mismos son utilizados uno para depósito y en el restante se encuentran los equipos de energía para los tranvías y cumplen la función de garaje y taller de reparación de los mismos.
Además en el sitio donde se ubican a los comensales de pie, en la actualidad se ubica un tinglado con piso de arena que es parte del Centro Hípico Gral. Pueyrredon, donde se ejercitan a los caballos y paralelamente lo utiliza el grupo de Equinoterapia Ayum.
Por otra parte y respecto a lo leyenda de la foto que menciona a las familias Batistessa y Mona, debo indicar que la primera no figura en las Guías de la Unión Telefónica hasta la Edición de 1941 y la restante surge de la Guía de 1928 Mona Martín o Marín, Fabrica de Jabón con dirección Av. Colon y Los Andes, Telef.º 93.
Sr. Miguel L. Rosarno Director del museo de la Telefonía que esta a la entrada del Parque Camet. Le agradezco por describir y comunicar lo que hoy día esta en el lugar y ademas por dar trascendencia a esta foto. Atte. lo saluda José Alberto Lago.
La Familia Mona vivia en Alte Brown e T.del Fuego y Los Andes, y la Familia Batistessa tenian Quinta en la zona de Mejico y Falucho
Martìn Mona,es mencionado como fabricante de jabòn,por Santos Suàrez Menèndez,en Historia de MdP (1945).Con respecto a un señor de apellido Battistessa,el Arq.Cova,menciona como proveniente del Norte de Italia,y al igual Lanffanconi,Marcòn,Arietto,Ferrari,Cova,integraban la guardia vieja de los horneros del pueblo,que desde las chacras,por huellas polvorientas o barrosas,llevaron ladrillos al centro y a la loma,donde se levantaron el primitivo pueblo y luego la ciudad veraniega.
Tambièn Cova,en su libro el Barrio del Oeste dice: Cuando se trazaron las actuales rutas 2 y 88 se abriò para comuncarlas,la avenida Venerable Marcelino Champagnat y aùn recordamos una higuera de la casa de Justo Miguel Battistessa,en las proximidades del cruce de Alvarado y el camino-asì se le decìa-la casa fue demolida porque se edificò 100 años atràs en tierras de una entonces calle cerrada.
A fines de la dècada del 50 la familia Mona,tenìa por domicilio la Av. Colòn 5800,con T.E.2-0093.
De Martin Mona habla el Arq. Roberto Cova, mencionando que fue uno de los primeros inmigrantes que llegaron a nuestra ciudad: de la revista Toledo con Todos extraje la siguiente nota:
Martín Mona y su hija Margarita
El autor de la nota nos ayuda a contestar una pregunta clave: ¿por qué eligieron Mar del Plata los inmigrantes que vinieron a estas costas?
Es casi imposible rastrear, a falta de testimonios verdaderos y creíbles, el porqué de la llegada de cada uno de los primeros inmigrantes que recalaron en Mar del Plata. En los pocos documentos posibles de hallar en estas latitudes -el Censo nacional de 1869 descansa plácidamente en el Archivo General dela Nación, a400 kilómetrosde distancia- hemos encontrado unos pocos apellidos italianos anteriores a la década de los años 80 del siglo XIX.
Nuestra fuente fueron los libros copiadores del Juzgado de Paz de Balcarce y los italianos son: José Badecanatto (¿?), 1867; Luis Calvi, Rómulo Castelly, Manuel Crovetto, N. Malatesta, Juan Multoni (¿?), Natalio Tabosi y N. Zanoletty, 1870; Juan Brassola, Blas Moressi y Bartolomé Pedrotta, 1871; Clemente Cozza y Pascual Curto, 1872; y Juan Camozzi, 1874.
Y aclaremos que los signos de interrogación se deben a dudas sobre la ortografía de los nombres y que era frecuente, en la época y el medio que tratamos, escribir los apellidos terminados en “i” con “y”. Por otra parte, según las declaraciones de Ramón Portas, un español que estaba aquí en 1874, vivían en el llamado Puerto: Francisco Beltrami, suizo de lengua italiana, y su esposa Catalina Passerini, Andrés Crotti y su esposa Filomena Florio, y Santos Ragazzoni. Y hemos mencionado a 20 extranjeros, más de la llegada de ninguno de ellos conocemos el porqué.
Y si alguien pudiera atribuir más valor a un testimonio documental que a uno basado en la memoria opinamos que la cuestión es, cuanto menos, discutible. Porque en el Censo Nacional de 1895, por ejemplo, es tan mala la ortografía de gran cantidad de apellidos -que conocemos por tradición oral- que invalida una considerable parte de la información.
Martín Mona
Martín Mona, un italiano que hizo fortuna, era natural de Somma Lombardo, entonces provincia de Milán y hoy provincia de Varese, el mismo pueblo de los abuelos paternos del autor de estas líneas. Y porque él estaba aquí es seguro que vinieron a Mar del Plata los hermanos Cova, de los que hablamos en el nº 82 de Toledo Con Todos.
Martín Mona vivía en el “mismo patio” que la familia Colombo, la de la abuela francés- significan entre otras cosas “patio”. Pero en el norte de Italia significa también casa urbana con uno o más patios interiores. Estas viviendas tenían, por lo menos, dos plantas y vivían en ellas algunas familias que siempre ocupaban varias habitaciones y dormían, indefectiblemente, en la planta alta. Y en la parte posterior del patio -o del último patio- se hallaba el establo -la stala- también referido antes.
El “patio” de los Colombo y los Mona estaba -y todavía está- sobre la vía Portoni, a unos 200 metrosde la plaza principal del pueblo, cruzada por un camino que, previo al ferrocarril, iba de Milán a París. Y esa “corte” se llamaba, a mediados del siglo XX y en dialecto, la curt dal macelar -machelar para nuestros oídos-, “el patio del carnicero”, porque sobre la calle, al lado del también indefectible portón con arco de tres puntos, abría su negocio un carnicero. Y aclaremos que, en general, los habitantes de estas casas no eran campesinos, lo que no impedia que pudiesen cultivar una quinta, un monte de frutales o una viña.
Martín Mona había nacido en 1855 y Luis, el mayor de los hermanos Cova llegados aquí, en 1861. En Buenos Aires, por otra parte, vivía Vicente Montalbetti, tío materno de los Cova, llegado al Plata en 1871, el año de la fiebre amarilla. Y sabemos de él que había combatido en la batalla de Solferino, 1859, que puso fin al dominio de Austria sobre el llamado Reino Lombardo-Véneto.
¿Vino Martín Mona a casa de Montalbetti? ¿Cuándo sucedió esto y cuándo y por qué llegó luego a Mar del Plata? Cuando legan los Cova, en 1885, Martín Mona tenía un almacén en la esquina que mira al norte de Los Andes y Brown, en una casa que todavía existe y que por la huella de los casi borrados arcos de medio punto sobre las aberturas del frente se construyó, sin duda, hacia 1880.
Y el almacén, según nos contó en Somma Lombardo Giiussepina Cova, nacida en la calle Alvarado en 1899 y llegada a Italia en 1908, vendeva della A alla Z. Creemos innecesaria la traducción. Vale decir que era el llamado, entre nosotros, “almacén de ramos generales”, y luego instaló una jabonería. Y al respecto recordamos bien una pequeña casita próxima a la esquina que mira al norte de Los Andes y Colón, con un par de ventanas enrejadas coronadas por arcos góticos, en la que vivió unos días nuestra abuela María Colombo cuando llegó de Italia para casarse, en 1894. Y recordamos también un “techo” de los utilizados en la industria jabonera abandonado por esos mismos sitios, y un gran carro de cuatro ruedas semidestruido entonces, en el que asturiano Benigno Cueto repartió jabón 45 años.
Margarita
Del matrimonio de Martín Mona con una paisana María Pusterla nacieron cuatro varones: Pedro, Esteban, Martín y Pascual, bastante seguidos, y luego de algunos años nació Margarita. A su tiempo, la pequeña fue enviada al colegio de las Hermanas del Huerto, Santa Cecilia, y allí fue educada -además de instruida- y aprendió a hacer con sus manos preciosas labores y a tocar el piano, por añadidura.
Y muy joven aún, poco después de terminada la Guerradel ’14, fue a Europa con sus padres. Martín Mona volvió a su pueblo, que hacía mucho había dejado, y la familia fue de visita a la casa que Luis Cova el Americano, ul Merican en lombardo, había edificado con el dinero ganado en 22 años de América. Y esto lo sabemos bien porque hemos ido allí una decena de veces, entre 1967 y 1999.
Margarita era bella, dulce, suave, interesante, moderna. Y su visita al pueblo ancestral dejó un cúmulo de admiradores que le enviaban postales con ilusorias esperanzas. Y lo sabemos porque las hemos visto. De vuelta, Margarita retomó su vida de chica de buena familia, elegante por naturaleza, delicada, bien vestida, que sin salirse de la corrección alternaba en la modesta sociedad de su medio y su tiempo. En verano no dejaba de ir por la mañana a la playa y por la tarde, a la rambla. Y en ese ambiente, en el Club Mar del Plata, conoció a un porteño violinista, Adolfo Pugliese, hermano de Osvaldo, gloria del tango argentino.
Pugliese vio el filón, pensó que solucionaría su futuro, la cortejó y Margarita mordió el anzuelo. Del matrimonio nació un hijo, Edgardo, en 1930. Y cuando el chico tenía diez años el padre desapareció de la escena. El tiempo, según su costumbre, siguió pasando y Edgardo, a los 27 años, sufrió un mortal accidente ferroviario. Y poco después volvió su padre.
Conocimos a Margarita Mona en su casa paterna, en la que cumplió su ciclo vital. Fuimos a verla, hace cuarenta años, para que nos contara cosas del Almacén de Mona y nos hizo ver algunos libros del pasado en los que se leían nombres de personas de las que habíamos oído hablar desde siempre. Desde Froilán Figueroa a Vital Ávalos, desde Micaela Suárez de Medina a Saturnina Gómez de Cepeda, desde Manuel Gómez el Portugués -hijo de quien traía sal de Cádiz al saladero, en barco de vela- hasta Nicolás Correa, que nunca cambió el chiripá por pantalones.
Motivada por nuestras preguntas, Margarita Desgranaba casos y cosas de su vida y no sabemos ni conscientemente o no, por momentos, hablaba de lombardo. El mismo que oíamos en la infancia, que no es el que todavía hablan las personas mayores de Somma, un siglo largo después de la gran inmigración.
Y hace mucho, mucho tiempo que todo eso pasó. Cuando vislumbramos a la esquina del Almacén de Mona, sin embargo, en rápido paso por Colón, no podemos impedir que como eco de aquel dialecto perdido una dulce voz nos repita:
“Milanés sem, milanés sarem e mai piü sa dislanisarem”.
“Milaneses somos, milaneses seremos y nunca nos desmilanisaremos”.
Fuente: Arquitecto Roberto Cova – Revista Toledo con Todos –
http://toledocontodos.com.ar/?p=2788
excelente publicacion/ lectura.cuandotal vez nuestros hijos,o nietos,descubran estas cosas,y les guste seguirlas,ya habra pasado el tiemo,pero nunca dejar de reconocer ,el invarolable testimonio.seguramente,alguien,no se quien,seguira estos pasos,aqui o alla,en italia,pra que otra vez,y despues otra vez,vuelva todo a su lugar.
excelente publicacion/ lectura.cuandotal vez nuestros hijos,o nietos,descubran estas cosas,y les guste seguirlas,ya habra pasado el tiemo,pero nunca dejar de reconocer ,el invarolable testimonio.seguramente,alguien,no se quien,seguira estos pasos,aqui o alla,en italia,pra que otra vez,y despues otra vez,vuelva todo a su lugar.