“El cómico Alberto Locatti hojeando revistas en uno de los clásicos kioscos de la Bristol. Década del 60. Al dorso hay un sello que dice: “Sande Atelier-Galería Sacoa- Subsuelo.T.E 41202-Mar del Plata”. Fredy Caporal.
Dijo La Gaceta de Tucumán el 13 de diciembre de 2007- El humor volvió ayer a vestirse de luto. El imitador Alberto Locatti murió en la mañana de ayer, aparentemente tras sufrir una descompensación cardíaca.
Muy exitosa en la década del 60, la carrera artística de Locatti prácticamente había concluido cuando la Justicia lo condenó a mediados de los años 80 por haber empujado por el balcón a su ex esposa Cielito tras una violenta discusión. Posteriormente, en 2000, volvió a ser noticia tras protagonizar un violento altercado con su hija María del Carmen y su segunda esposa, Irma Esther Alborcesi. En esa oportunidad, las dos mujeres lo denunciaron porque el humorista habría tratado de estrangular a su hija, por entonces de 24 años.
En el cine, el humorista participó en numerosas producciones, como “La chacota”, “El mago de las finanzas” y “Cristóbal Colón en la Facultad de Medicina”. Se ufanaba de poder interpretar a 50 personajes diferentes en una función de dos horas. “Lo que ahora se consigue en la TV grabando una y otra vez, yo lo hacía en el escenario en vivo y en directo”, solía decir.
Según se pudo apreciar, su última aparición en los medios se dio la semana pasada cuando estuvo en Ideas del Sur y apoyó al soñador de Georgina Barbarossa en “Cantando por un sueño”.
La pequeña ventana de la habitación 6 del primer piso del hotel Odeón está abierta. Adentro, la cama de dos plazas, toda revuelta. Un zapato de taco alto reina en medio del bollo de sábanas. Afuera, el sol del verano de 1980 comienza a calentar la mañana. Adentro, Alberto Locatti grita. Su esposa, Eva Ester Olguín también. Discuten. Él le tira cosas. Ella esquiva y trata de salir. Él le cruza la cara de una trompada. Ella cae contra un placard mientras él se le tira encima y la ahorca. Le golpea la cabeza contra el piso. Una, dos, tres veces. La suelta, Eva se incorpora y Locatti le tira los bolsos con su ropa por la ventana. También, vuela un velador y un espejo. Minutos después, por la misma pequeña ventana volará Eva. Locatti, prenderá un cigarrillo y bajará al hall del hotel. Ahí solamente dirá: “yo no tuve nada que ver”.
DE MAR DEL PLATA A LAS VEGAS
Alberto Locatti a los 44 años ya no era el de antes. Los grandes teatros y empresarios del espectáculo le daban la espalda. Los ’80 venían con un aire renovador en el humor y él no pudo aggiornarse. Por eso estaba deprimido. Sus monólogos e imitaciones en el café Kalif no tenían punto de comparación con aquellas noches de luces y esplendor que lo habían colocado en el podio de los capocómicos de la Argentina. Mucho menos se comparaba con el éxito de “La Revista Dislocada” que lo catapultó a la fama junto a Carlitos Balá, Mario Sánchez y Jorge Porcel. De la fama le quedaba su nombre. También, el amor de la vedette Eva “Cielito” O’Neal –así su apellido artístico–, casi veinte años menor que él.
Diez meses antes de que la tirara por la ventana se habían casado. Las luces de Las Vegas habían servido de decorado para sellar un amor que había nacido en junio de 1978 en Mar del Plata. Eva estaba deslumbrada por las atenciones que Locatti tenía con ella. Estaba pendiente. Tanto que se convirtió en un obsesivo.
Eva bailaba, cantaba y mostraba su cuerpo en los escenarios porteños. También brillaba en los casinos y bares de los Estados Unidos. Hasta allí fue Locatti, también quería subirse a los escenarios del norte. Pero sólo logró hacer algunos shows para la comunidad argentina. Eva no. Eva brillaba y se abría camino entre las luces. Locatti la acompañaba casi como un guardaespaldas.
–Ella se quedaba en el camarín hasta salir al escenario. No hablaba con nadie. Locatti es muy celoso. No la dejaba ni a sol ni a sombra.
Dirá Ladislao Konrad, dueño del cabaret Las Vegas donde Eva trabajó varias temporadas.
En el hospital, herida por los golpes y el impacto de la caída, Eva le dirá a la prensa que Alberto le tenía celos profesionales. Que él ya no trabajaba y que en Estados Unidos ella tuvo que mantenerlo. Incluso, en sus contratos agregaba una cláusula en la que obligaba a los empresarios a realizar una doble contratación. Si actuaba Eva, también debía actuar Alberto.
Pero de nada serviría eso. Locatti no era del agrado del público estadounidense y casi no trabajaba. Por eso empezó a pedirle a Eva que dejara las tablas. Que si él no actuaba, ella debía dejar todo y volver juntos a la Argentina. Pero esos no eran los planes de la rubia escultural.
Hasta que las cosas se hicieron insostenibles. Estaban en California. La discusión de pareja subió de tono y Alberto la golpeó. No era la primera vez. Meses antes, en Argentina le había dado una paliza frente a un grupo de amigos, lo que motivó una causa judicial. La historia volvió a repetirse en Estados Unidos. Después de los golpes, Eva llamó a su manager y ayudada por los vecinos escapó al aeropuerto. Allí la esperaba un vuelo de regreso a la Argentina. Sola. Estaba dispuesta a dejar a su marido. Pero Alberto no entraba en razones. A media hora de que saliera el avión, el cómico entró furioso al aeropuerto y arremetió a golpes contra su mujer.
–¡No me dejes!
Gritaba fuera de sí. Mientras el comisario de abordo subía a Eva al avión.
Días después el cómico también volvió al país. Fue tras Eva y le pidió perdón. Frente a la abuela de su mujer, Locatti prometió que nunca más le levantaría la mano. La década del ’80 comenzaba así para el matrimonio. Un mes después Alberto Locatti, violaría su promesa.
La voz del Polaco Goyeneche decoraba la noche de Juano’s en Avenida Constitución. Todavía era 18 de febrero. Sentados en una de las mesas Alberto Locatti y Eva O’Neal disfrutaban del show. El Polaco dirá después que se los veía “muy enamorados” y que “fueron un solo abrazo” durante toda la noche.
Pero algo pasó. Algunos dirán que Eva se puso nerviosa porque Alberto sacó a bailar a una mina. Otros, que él se salió de sus cabales por las actitudes provocadoras de ella. Lo cierto es que los dos salieron juntos de la “boite”. Y también juntos se subieron al auto de Oscar Ortega, tío y apoderado de Eva. Allí siguieron discutiendo. Ortega dirá que ella tenía miedo y que él no paraba de amenazarla.
–Mirá Eva, sabés bien que hay mucha gente que me apoya, que hay una mafia, que conozco muy bien a la gente, que le puedo pedir cualquier cosa. Así que te conviene quedarte al lado mío… Si no, vas a aparecer en el medio del mar.
La amenaza fue directa. Locatti no medía lo que decía. No siquiera tuvo en cuenta que había un testigo. El auto recorrió la ciudad hasta llegar al hotel Odeón, en Moreno 2287. Allí se alojaba la pareja. Locatti fue el primero en bajar y, apenas lo hizo, Eva se abalanzó sobre la puerta y le puso traba. Eran menos de las 5 de la mañana y en el lugar nadie estaba despierto aún. Eva no quería quedarse sola con su marido. Por eso Ortega la llevó a tomar un café. Un rato después volvieron y ya la dueña del Odeón estaba despierta.
– Dejame acá, no te preocupes, Alberto no va a hacerme nada si hay gente dando vueltas.
Eva Ester Onil, la “Cielito O’Neal” del espectáculo, no imaginaba lo que le tocaría vivir. Ya faltaban un par de minutos para las 5.30 de la mañana del 19 de febrero de 1980.
Dos bolsos de cuero caen en el patio interno del Odeón. En ese momento entró Eva a la habitación 6 del primer piso. Alberto Locatti fuera de sí, la insultaba mientras seguía tirando cosas. Eva bajó corriendo, asustada y se quedó junto a Ana Andrea Barredes, dueña del hotel. Juntas pusieron los bolsos sobre una mesa que estaba en el patio, justo debajo de la ventana. Locatti seguía gritando e insultando. Hasta que Eva decidió irse.
Le pidió a Ana que la acompañara a la habitación a buscar unas chinelas para ir a la playa. Juntas subieron la escalera y llegaron a la puerta de la habitación 6.
Apenas abrieron la puerta Locattí golpeó con furia a Eva y cerro la puerta con llave en la cara de Ana. Eva cayó contra el placard, mientras la propietaria llamaba a su hija. Los gritos de la pareja se escucharon en todo el hotel. También los golpes y el ruido de las cosas que caían por la ventana.
Locatti arremetía contra su mujer sin miramientos. La rodilla en el abdomen la mantenía inmóvil mientras intentaba ahorcarla. Hasta que dejó que se parara. Pero no para terminar con la paliza. Solamente para empujarla por la ventana. Eva O’Neal cayó de espaldas por más de tres metros. La mesa que sostenía sus bolsos la mortiguó el golpe. Costillas rotas, golpes en la columna y los brazos. Milagrosamente salvó su vida.
Alberto Locatti prende un cigarrillo. Vestido de jogging y con anteojos oscuros de marco grueso, baja las escaleras del hotel como si nada hubiera pasado. Fumando espera sentado en un sillón que llegue la ambulancia para atender a su mujer. Él no la llamó. Eva aún está con vida y es Ana la que la asiste.
–Yo no tuve nada que ver.
Dice el cómico a quienes en el hotel lo interrogan con la mirada. Fuma y eso es lo único que hace. Un cigarrillo tras otro. Hasta que llega la policía y Eva alcanza a balbucear que su marido la tiró por la ventana. Los testigos completan la escena con la historia de la pelea, los gritos y las agresiones. Por eso Alberto Locatti es detenido.
El humo del cigarrillo que lleva apretado entre los dientes sube y golpea contra la visera de la gorra roja y blanca que cubre su rostro de los fotógrafos. Camina escoltado de por dos policías de la seccional primera de Mar del Plata. Lo suben a un patrullero. Antes, un grupo de mujeres lo escupen y lo insultan. También le gritan asesino. En ese momento Eva era trasladada al Hospital Interzonal con pronóstico reservado. Horas después se sabrá que está fuera de peligro. Mientras Alberto Locatti sigue repitiendo que ella se tiró sola, que él no tiene nada que ver, que seguramente Eva no pudo soportar que la dejara. La Justicia no creerá su versión.
El 4 de marzo de 1980 el juez dictó la prisión preventiva para el cómico Alberto Locatti por el intento de homicidio y lesiones de su mujer. Meses después fue condenado a seis años de prisión por el hecho.
Desde entonces, Locatti se convirtió en el símbolo de los chistes machistas. A tal punto se lo relaciona con el mal llamado “crimen pasional” que la banda de rock Bersuit Bergarabat en su tema “La argentinidad al palo” le dedica un párrafo comparándolo con el odontólogo Barreda, asesino de sus dos hijas, su suegra y su mujer. También se lo compara con Carlos Monzón, el púgil que ocho años después, también en Mar del Plata, tiró a su mujer por el balcón.
Cuatro años antes de que se editara esta canción, el cómico volvió a ser noticia en las páginas policiales. Esta vez intentó ahorcar a su hija de 24 años. Esa fue una de las últimas apariciones públicas del cómico.El 12 de diciembre de 2007, Alberto Locatti murió víctima de un infarto. Los medios más importantes del país le dedicaron su recuerdo. Todos hablaron del intento de asesinato de su esposa “Cielito O’Neal” como el final de la carrera del bufo. (Fuente:Juan Carrá)
El cabaret Las Vegas que aparece en la crónica enviada por el licenciado Somma estaba en avenida Colón a pocos metros de Buenos Aires, frente a la plaza. Era un subsuelo y hacia los años 80 hacía shows con figuras artísticas de medio pelo.
Una temporada trágica para la farándula. Un més antes (19 de enero) se había baleado en Mar del Plata el actor Claudio Levrino. Murió posteriormente en la clinica Colón.
En el 4to. comentario, Leo,nos recuerda la Boite “Las Vegas” la misma se ubicaba en Avenida Colón 2042, a fines de la década del 60, se denominaba “Confitería La Dolce Vita”,y en esa misma cuadra estaban:
En el 2010 la Pizzería “O” Todos Entran
En el 2034 la Wiskería “Ben Hur”
En el 2070 Grill “Avenida”
En el 2090 la Wiskería “Mojotoro”
En la cuadra siguiente había:
En el 2102 el Bar “Viva la Pepa”
La Galería Semar en el 2134
La Confitería ” Duna” en el 2160
La Pizzería “Planeta Marte” en el 2172
Y en el 2198 “Hotel Benedetti”.
Una genialidad…las pantuflas “de interiores” para salir a la calle…que linda es Mardel…es un lugar donde uno se siente liberado de los pequeños prejuicios diarios de “La gran ciudad” y despojado de ataduras , sin dudas una maravilla.
Prof. Julián Mendozzi.
Con respecto a A. Locatti, vi algunas funciones en el Cabaret que seguramente recordaran, el MARACAIBO, que se encontraba en E.Rios l775 aprox. bajando unas escaleras, de una pequeña galeria que habia enfrente al otro cabaret pero en la galeria Bristol, el MANHATTAN, donde supieron actuar los 5 Latinos, Ambar Lafox, Pedrito Rico entre tantos otros.Ultimos años de la decada del 60…y mis primeras incursiones por esos…oscuros lugares.- Maquina del Tiempoooo…quisiera volverrrrrr!!
Dijo La Gaceta de Tucumán el 13 de diciembre de 2007- El humor volvió ayer a vestirse de luto. El imitador Alberto Locatti murió en la mañana de ayer, aparentemente tras sufrir una descompensación cardíaca.
Muy exitosa en la década del 60, la carrera artística de Locatti prácticamente había concluido cuando la Justicia lo condenó a mediados de los años 80 por haber empujado por el balcón a su ex esposa Cielito tras una violenta discusión. Posteriormente, en 2000, volvió a ser noticia tras protagonizar un violento altercado con su hija María del Carmen y su segunda esposa, Irma Esther Alborcesi. En esa oportunidad, las dos mujeres lo denunciaron porque el humorista habría tratado de estrangular a su hija, por entonces de 24 años.
En el cine, el humorista participó en numerosas producciones, como “La chacota”, “El mago de las finanzas” y “Cristóbal Colón en la Facultad de Medicina”. Se ufanaba de poder interpretar a 50 personajes diferentes en una función de dos horas. “Lo que ahora se consigue en la TV grabando una y otra vez, yo lo hacía en el escenario en vivo y en directo”, solía decir.
Según se pudo apreciar, su última aparición en los medios se dio la semana pasada cuando estuvo en Ideas del Sur y apoyó al soñador de Georgina Barbarossa en “Cantando por un sueño”.
La pequeña ventana de la habitación 6 del primer piso del hotel Odeón está abierta. Adentro, la cama de dos plazas, toda revuelta. Un zapato de taco alto reina en medio del bollo de sábanas. Afuera, el sol del verano de 1980 comienza a calentar la mañana. Adentro, Alberto Locatti grita. Su esposa, Eva Ester Olguín también. Discuten. Él le tira cosas. Ella esquiva y trata de salir. Él le cruza la cara de una trompada. Ella cae contra un placard mientras él se le tira encima y la ahorca. Le golpea la cabeza contra el piso. Una, dos, tres veces. La suelta, Eva se incorpora y Locatti le tira los bolsos con su ropa por la ventana. También, vuela un velador y un espejo. Minutos después, por la misma pequeña ventana volará Eva. Locatti, prenderá un cigarrillo y bajará al hall del hotel. Ahí solamente dirá: “yo no tuve nada que ver”.
DE MAR DEL PLATA A LAS VEGAS
Alberto Locatti a los 44 años ya no era el de antes. Los grandes teatros y empresarios del espectáculo le daban la espalda. Los ’80 venían con un aire renovador en el humor y él no pudo aggiornarse. Por eso estaba deprimido. Sus monólogos e imitaciones en el café Kalif no tenían punto de comparación con aquellas noches de luces y esplendor que lo habían colocado en el podio de los capocómicos de la Argentina. Mucho menos se comparaba con el éxito de “La Revista Dislocada” que lo catapultó a la fama junto a Carlitos Balá, Mario Sánchez y Jorge Porcel. De la fama le quedaba su nombre. También, el amor de la vedette Eva “Cielito” O’Neal –así su apellido artístico–, casi veinte años menor que él.
Diez meses antes de que la tirara por la ventana se habían casado. Las luces de Las Vegas habían servido de decorado para sellar un amor que había nacido en junio de 1978 en Mar del Plata. Eva estaba deslumbrada por las atenciones que Locatti tenía con ella. Estaba pendiente. Tanto que se convirtió en un obsesivo.
Eva bailaba, cantaba y mostraba su cuerpo en los escenarios porteños. También brillaba en los casinos y bares de los Estados Unidos. Hasta allí fue Locatti, también quería subirse a los escenarios del norte. Pero sólo logró hacer algunos shows para la comunidad argentina. Eva no. Eva brillaba y se abría camino entre las luces. Locatti la acompañaba casi como un guardaespaldas.
–Ella se quedaba en el camarín hasta salir al escenario. No hablaba con nadie. Locatti es muy celoso. No la dejaba ni a sol ni a sombra.
Dirá Ladislao Konrad, dueño del cabaret Las Vegas donde Eva trabajó varias temporadas.
En el hospital, herida por los golpes y el impacto de la caída, Eva le dirá a la prensa que Alberto le tenía celos profesionales. Que él ya no trabajaba y que en Estados Unidos ella tuvo que mantenerlo. Incluso, en sus contratos agregaba una cláusula en la que obligaba a los empresarios a realizar una doble contratación. Si actuaba Eva, también debía actuar Alberto.
Pero de nada serviría eso. Locatti no era del agrado del público estadounidense y casi no trabajaba. Por eso empezó a pedirle a Eva que dejara las tablas. Que si él no actuaba, ella debía dejar todo y volver juntos a la Argentina. Pero esos no eran los planes de la rubia escultural.
Hasta que las cosas se hicieron insostenibles. Estaban en California. La discusión de pareja subió de tono y Alberto la golpeó. No era la primera vez. Meses antes, en Argentina le había dado una paliza frente a un grupo de amigos, lo que motivó una causa judicial. La historia volvió a repetirse en Estados Unidos. Después de los golpes, Eva llamó a su manager y ayudada por los vecinos escapó al aeropuerto. Allí la esperaba un vuelo de regreso a la Argentina. Sola. Estaba dispuesta a dejar a su marido. Pero Alberto no entraba en razones. A media hora de que saliera el avión, el cómico entró furioso al aeropuerto y arremetió a golpes contra su mujer.
–¡No me dejes!
Gritaba fuera de sí. Mientras el comisario de abordo subía a Eva al avión.
Días después el cómico también volvió al país. Fue tras Eva y le pidió perdón. Frente a la abuela de su mujer, Locatti prometió que nunca más le levantaría la mano. La década del ’80 comenzaba así para el matrimonio. Un mes después Alberto Locatti, violaría su promesa.
La voz del Polaco Goyeneche decoraba la noche de Juano’s en Avenida Constitución. Todavía era 18 de febrero. Sentados en una de las mesas Alberto Locatti y Eva O’Neal disfrutaban del show. El Polaco dirá después que se los veía “muy enamorados” y que “fueron un solo abrazo” durante toda la noche.
Pero algo pasó. Algunos dirán que Eva se puso nerviosa porque Alberto sacó a bailar a una mina. Otros, que él se salió de sus cabales por las actitudes provocadoras de ella. Lo cierto es que los dos salieron juntos de la “boite”. Y también juntos se subieron al auto de Oscar Ortega, tío y apoderado de Eva. Allí siguieron discutiendo. Ortega dirá que ella tenía miedo y que él no paraba de amenazarla.
–Mirá Eva, sabés bien que hay mucha gente que me apoya, que hay una mafia, que conozco muy bien a la gente, que le puedo pedir cualquier cosa. Así que te conviene quedarte al lado mío… Si no, vas a aparecer en el medio del mar.
La amenaza fue directa. Locatti no medía lo que decía. No siquiera tuvo en cuenta que había un testigo. El auto recorrió la ciudad hasta llegar al hotel Odeón, en Moreno 2287. Allí se alojaba la pareja. Locatti fue el primero en bajar y, apenas lo hizo, Eva se abalanzó sobre la puerta y le puso traba. Eran menos de las 5 de la mañana y en el lugar nadie estaba despierto aún. Eva no quería quedarse sola con su marido. Por eso Ortega la llevó a tomar un café. Un rato después volvieron y ya la dueña del Odeón estaba despierta.
– Dejame acá, no te preocupes, Alberto no va a hacerme nada si hay gente dando vueltas.
Eva Ester Onil, la “Cielito O’Neal” del espectáculo, no imaginaba lo que le tocaría vivir. Ya faltaban un par de minutos para las 5.30 de la mañana del 19 de febrero de 1980.
Dos bolsos de cuero caen en el patio interno del Odeón. En ese momento entró Eva a la habitación 6 del primer piso. Alberto Locatti fuera de sí, la insultaba mientras seguía tirando cosas. Eva bajó corriendo, asustada y se quedó junto a Ana Andrea Barredes, dueña del hotel. Juntas pusieron los bolsos sobre una mesa que estaba en el patio, justo debajo de la ventana. Locatti seguía gritando e insultando. Hasta que Eva decidió irse.
Le pidió a Ana que la acompañara a la habitación a buscar unas chinelas para ir a la playa. Juntas subieron la escalera y llegaron a la puerta de la habitación 6.
Apenas abrieron la puerta Locattí golpeó con furia a Eva y cerro la puerta con llave en la cara de Ana. Eva cayó contra el placard, mientras la propietaria llamaba a su hija. Los gritos de la pareja se escucharon en todo el hotel. También los golpes y el ruido de las cosas que caían por la ventana.
Locatti arremetía contra su mujer sin miramientos. La rodilla en el abdomen la mantenía inmóvil mientras intentaba ahorcarla. Hasta que dejó que se parara. Pero no para terminar con la paliza. Solamente para empujarla por la ventana. Eva O’Neal cayó de espaldas por más de tres metros. La mesa que sostenía sus bolsos la mortiguó el golpe. Costillas rotas, golpes en la columna y los brazos. Milagrosamente salvó su vida.
Alberto Locatti prende un cigarrillo. Vestido de jogging y con anteojos oscuros de marco grueso, baja las escaleras del hotel como si nada hubiera pasado. Fumando espera sentado en un sillón que llegue la ambulancia para atender a su mujer. Él no la llamó. Eva aún está con vida y es Ana la que la asiste.
–Yo no tuve nada que ver.
Dice el cómico a quienes en el hotel lo interrogan con la mirada. Fuma y eso es lo único que hace. Un cigarrillo tras otro. Hasta que llega la policía y Eva alcanza a balbucear que su marido la tiró por la ventana. Los testigos completan la escena con la historia de la pelea, los gritos y las agresiones. Por eso Alberto Locatti es detenido.
El humo del cigarrillo que lleva apretado entre los dientes sube y golpea contra la visera de la gorra roja y blanca que cubre su rostro de los fotógrafos. Camina escoltado de por dos policías de la seccional primera de Mar del Plata. Lo suben a un patrullero. Antes, un grupo de mujeres lo escupen y lo insultan. También le gritan asesino. En ese momento Eva era trasladada al Hospital Interzonal con pronóstico reservado. Horas después se sabrá que está fuera de peligro. Mientras Alberto Locatti sigue repitiendo que ella se tiró sola, que él no tiene nada que ver, que seguramente Eva no pudo soportar que la dejara. La Justicia no creerá su versión.
El 4 de marzo de 1980 el juez dictó la prisión preventiva para el cómico Alberto Locatti por el intento de homicidio y lesiones de su mujer. Meses después fue condenado a seis años de prisión por el hecho.
Desde entonces, Locatti se convirtió en el símbolo de los chistes machistas. A tal punto se lo relaciona con el mal llamado “crimen pasional” que la banda de rock Bersuit Bergarabat en su tema “La argentinidad al palo” le dedica un párrafo comparándolo con el odontólogo Barreda, asesino de sus dos hijas, su suegra y su mujer. También se lo compara con Carlos Monzón, el púgil que ocho años después, también en Mar del Plata, tiró a su mujer por el balcón.
Cuatro años antes de que se editara esta canción, el cómico volvió a ser noticia en las páginas policiales. Esta vez intentó ahorcar a su hija de 24 años. Esa fue una de las últimas apariciones públicas del cómico.El 12 de diciembre de 2007, Alberto Locatti murió víctima de un infarto. Los medios más importantes del país le dedicaron su recuerdo. Todos hablaron del intento de asesinato de su esposa “Cielito O’Neal” como el final de la carrera del bufo. (Fuente:Juan Carrá)
Un personaje de “cuidado” http://criminiscausa.blogspot.com/2012/02/alberto-locatti-el-femicida-que-no-fue.html
El cabaret Las Vegas que aparece en la crónica enviada por el licenciado Somma estaba en avenida Colón a pocos metros de Buenos Aires, frente a la plaza. Era un subsuelo y hacia los años 80 hacía shows con figuras artísticas de medio pelo.
Una temporada trágica para la farándula. Un més antes (19 de enero) se había baleado en Mar del Plata el actor Claudio Levrino. Murió posteriormente en la clinica Colón.
En el 4to. comentario, Leo,nos recuerda la Boite “Las Vegas” la misma se ubicaba en Avenida Colón 2042, a fines de la década del 60, se denominaba “Confitería La Dolce Vita”,y en esa misma cuadra estaban:
En el 2010 la Pizzería “O” Todos Entran
En el 2034 la Wiskería “Ben Hur”
En el 2070 Grill “Avenida”
En el 2090 la Wiskería “Mojotoro”
En la cuadra siguiente había:
En el 2102 el Bar “Viva la Pepa”
La Galería Semar en el 2134
La Confitería ” Duna” en el 2160
La Pizzería “Planeta Marte” en el 2172
Y en el 2198 “Hotel Benedetti”.
Sr Fabián Lemos,el actor Claudio Levrino falleció en la Clínica Pueyrredón,no el la Colón.
Una genialidad…las pantuflas “de interiores” para salir a la calle…que linda es Mardel…es un lugar donde uno se siente liberado de los pequeños prejuicios diarios de “La gran ciudad” y despojado de ataduras , sin dudas una maravilla.
Prof. Julián Mendozzi.
Con respecto a A. Locatti, vi algunas funciones en el Cabaret que seguramente recordaran, el MARACAIBO, que se encontraba en E.Rios l775 aprox. bajando unas escaleras, de una pequeña galeria que habia enfrente al otro cabaret pero en la galeria Bristol, el MANHATTAN, donde supieron actuar los 5 Latinos, Ambar Lafox, Pedrito Rico entre tantos otros.Ultimos años de la decada del 60…y mis primeras incursiones por esos…oscuros lugares.- Maquina del Tiempoooo…quisiera volverrrrrr!!