Condenaron a una mujer que contrató a un sicario para matar a su abogado
El Tribunal Oral en lo Criminal N° 2 condenó a Susana Esquivel a 15 años de prisión, por el ataque al que sobrevivió Cristian Castillo. Además absolvieron a la expareja de la mujer, el expolicía Miguel Ángel Marote, por considerar que existe "duda razonable" en su participación.
El Tribunal Oral en lo Criminal N° 2 condenó a 15 años de prisión a Susana Esquivel por encontrarla culpable del haber contratado a un sicario para intentar matar a quien era su abogado, Cristian Castillo, y así evitar pagarle honorarios por el trabajo realizado en una millonario sucesión.
Los jueces Néstor Conti, Alexis Simaz y Juan Galarreta entendieron que Esquivel es culpable de “homicidio agravado por la utilización de arma de fuego y por precio o promesa remuneratoria en grado de tentativa” y resolvieron revocar la medida de arresto domiciliario que tenía para que quedara alojada en la Unidad Penal 50 de Batán y así cumplir el resto de su condena.
Además, los jueces absolvieron al expolicía Miguel Ángel Marote, quien era la pareja de Esquivel al momento de los hechos, por considerar que durante el debate encabezado por la fiscal Romina Díaz, no se pudieron probar más allá de toda duda razonable posible, su participación.
Además, cabe recordar que por el ataque que sufrió el abogado Castillo, fue condenado en un juicio abreviado celebrado en 2019 quien ofició como “sicario”, el balcarceño Nicolás Ramírez, quien pactó una pena de 12 años y 4 meses de prisión.
Traición, codicia y sangre
El caso que envuelve el ataque a tiros al abogado Cristian Castillo es complejo y no se resume solo a un criminal intento por no pagar honorarios.
La trama comienza el casamiento entre una mucama, Susana Esquivel, y un millonario, Reinaldo Bensi, 40 años mayor que ella.
Bensi murió el 29 de junio de 2014 tras un choque en la ruta 226. Atrás dejó sus departamentos, vehículos y cientos de hectáreas de un campo en Lincoln.
Como principal heredera de una fortuna de unos 10 millones de dólares quedó Esquivel, que en ese entonces se encontraba embarazada de su amante, un hombre a quien le alquilaba un departamento en el mismo edificio de la zona de Playa Chica en el que vivía junto a su esposo.
El nacimiento de la hija de Esquivel trajo problemas legales y la mujer contrató al abogado Cristian Castillo, quien después le manejó los trámites de la sucesión millonaria.
En este contexto -recientemente viuda, madre y conflictos legales- Esquivel se puso en pareja con el policía Miguel Ángel Marote y le firmó un poder prácticamente absoluto de sus bienes.
Susana Esquivel, Nicolás Ramírez y Miguel Ángel Marote.
El plan
Para los jueces del Tribunal N° 2 está acreditado que, al menos dos semanas antes del 15 de junio de 2015, Susana Esquivel decidió asesinar al abogado Cristián Castillo para no abonarle los 200.000 dólares de honorarios que adeudaba. Para concretar el plan, contactó por Facebook a Nicolás Ramírez y, por un precio que no pudo ser determinado, lo contrató para matar a Castillo.
Esquivel fue la encargada de contactar a Ramírez por Facebook, ya que el joven de 25 años era hermano de una amiga de ella y, sabía, que había tenido algunos “conflictos con la ley”, aunque menores. Algún robo en Balcarce, no más. Nada como un asesinato. Nada como ser un sicario que ofrece servicios por redes sociales.
Ramírez viajó de Balcarce a Mar del Plata para ver a Esquivel. Según él, con la intención de comenzar una relación amorosa, pero se encontró con un panorama totalmente diferente.
Ramírez, según su declaración, conoció a Marote en una casa de Italia y Juan B. Justo, a la que fue para encontrarse con Esquivel. En esa circunstancia, el policía habría obligado, mediante amenazas, a Ramírez a asesinar a Castillo. Esquivel también declaró que el plan para asesinar a Castillo fue de Marote, quien le dijo que al abogado había que “bajarlo” o “quemarlo”.
Si bien ambos condenados señalaron al expolicía Marote como quien armó plan y que actuaron bajo coacción. En el debate no se hallaron pruebas que ratificaran estas acusaciones.
Además, para los investigadores, que los coimputados Esquivel y Ramírez declararan que el plan había sido de Marote, no los exime de culpa, ya que tuvieron semanas antes del hecho, con muchas alternativas para actuar de manera diferente.
El ataque
El 15 de junio de 2015 Esquivel pasó por el estudio jurídico de Castillo, ubicado en Alvarado y Alvear, y fijó una cita para esa misma tarde, a la que dijo que iría acompañada de su hermano y en la que adelantó que le pediría al abogado que le revocara el poder administrativo que tenía Marote.
Cerca de las 20.40, Susana Esquivel se presentó en el estudio jurídico de Castillo y mantuvo una reunión con él. Luego, le dijo que tenía que ir hasta la vereda para buscar a su hija, a quien había dejado en el auto con su hermano. Al salir, acompañada de Castillo, Ramírez se presentó, como un familiar de Esquivel e ingresó al lugar. Una vez adentro extrajo un arma, obligó al abogado a tirarse al suelo y le disparó en la cara. Luego, se retiró junto a la mujer y la hija de ella, ambas testigos de lo que había sucedido.
-Ella me lo armó, me lo hizo, me pegaron un tiro- diría Castillo a su hijo en el Hospital Privado la Comunidad. Luego, el hombre, aportaría información específica sobre Esquivel y Marote para que la policía los detuviera y, también, reconocería a Ramírez como el joven que le había disparado en el rostro.
La absolución por duda razonable
Marote había asumido la “representación” de su pareja Esquivel en todos los temas que tuvieran que ver con la millonaria sucesión por la muerte de Bensi, como así también con el manejo del campo y los empleados.
Con esto, los jueces entendieron que Marote podría haber tenido el mismo móvil que Esquivel para atacar a Castillo, es decir el de no pagar sus honorarios.
En cuanto a si Marote participó o no del intento de asesinato de Castillo, los jueces dieron particular valor al testimonio de la hija de Esquivel, que fue testigo del ataque, quien había asegurado que su mamá le pidió no contarle nada a “elefante”, como le apodaba la niña a Marote. Es decir, Esquivel no quería que Marote supiera lo que había hecho con Ramírez.
Además, al revisar los celulares de los imputados, no se ha encontrado mención alguna a lo sucedido.
“Si efectivamente Marote hizo todo lo que Esquivel y Ramírez le imputaron, o éste fue muy inteligente en cómo llevar a cabo su obrar para que no lo pudieran descubrir, o bien, los acusadores no lograron despejar la duda que surge del análisis lógico, conjunto y armónico del plexo probatorio que se viene reseñando. En definitiva, más allá de la imputación directa que le formulan a Marote Esquivel y Ramírez , lo cierto es que no han sido reunidas pruebas suficientes que socaven le débil versión de descargo ensayada por el imputado, sumado a los indicios antes analizados que deben interpretarse indubitablemente a su favor”, expresaron los jueces en la sentencia, por lo que dieron lugar al planteo subsidiario de la defensa al entender que existe “duda razonable” con respecto a su participación.
La confianza como agravante
Tal como lo pidió la fiscal Díaz, los magistrados del Tribunal N° 2 tomaron como agravantes la nocturnidad elegida y procurada para perpetrar el hecho, dado que Esquivel había concretado una entrevista en horario nocturno y fuera del dispuesto para la atención al público, con lo que buscó el estado de desprotección de la víctima y la mayor facilidad para la huida posterior.
Además valoraron que Esquivel utilizó a su hija para procurarse mayor confianza y poder llevar a cabo la facilitación del ingreso del otro agresor, Ramírez, más allá de las secuelas psicológicas que la propia madre pudo haber generado en la psiquis de su pequeña hija.
En igual sentido debe valorarse la extensión del daño causado a la víctima y su entorno pues, más allá del tiempo de recuperación y las consecuencias económicas que ello le acarreó a él y su familia.
La “maldición” de la herencia millonario
Susana Esquivel había heredado cerca de 10.000.000 de dólares, herencia que prácticamente perdió y la condenó.
Estuvo detenida desde el 2015, primero en el Destacamento Femenino y luego con arresto domiciliario en su departamento de Playa Chica. En ese tiempo, Marote siguió con el poder administrativo de sus bienes, que luego se lo pudo revocar y lo obtuvo otro abogado.
Según confiaron fuentes judiciales a LA CAPITAL, la herencia del fallecido Bensi prácticamente desapareció. “La desplumaron”, explicaron.
La Fiscalía de Delitos Económicos tramita una causa en la que Esuivel denunció a quienes tuvieron poder de sus bienes por haberla estafado.
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