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Policiales 14 de mayo de 2024

Condenan a un joven que mató a una mujer tras una discusión por 50 pesos

En un juicio abreviado, Francisco Santoro (22) aceptó la pena de 14 años y 6 meses de prisión por haber asesinado a Romina Gilardi (34) en la puerta de un kiosco del barrio Nuevo Golf en febrero de 2022.

Un joven de 22 años fue condenado por haber asesinado de un balazo a una Romina Gilardi (34) en febrero de 2022, tras una discusión que mantuvo por 50 pesos del vuelto de una cerveza que había comprado en el kiosco del padre de la víctima en el barrio Nuevo Golf.

Francisco Santoro (22) aceptó la culpabilidad por el crimen de Gilardi y, acompañado de su defensor oficial, firmó junto a la fiscal Florencia Salas el acuerdo de juicio abreviado por una pena de 14 años y 6 meses de prisión por el delito de “homicidio agravado por el uso de arma de fuego”.

Además, el juez del Tribunal N° 4 Gustavo Fissore le sumó a esa pena una condena que Santoro tenía del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil, en la que había recibido una pena de 2 años de prisión de ejecución condicional.

Romina Gilardi, la mujer asesinada.

Romina Gilardi, la mujer asesinada.

El hecho ocurrió en la madrugada del 5 de febrero de 2022, en un kiosco que funciona las 24 horas en calle 71 al 4600, un sector conflicto del barrio Nuevo Golf, con personas baleadas y venta de drogas reportados en los últimos tiempos.

El kiosco funciona en el frente de la casa del padre de Gilardi y es atendido por él. En esa oportunidad, cerca de las 3 de la madrugada, Santoro y su pareja habían ido a comprar cerveza y en esa circunstancia se generó una discusión por la diferencia de 50 pesos en el vuelto. Algo que comenzó como algo menor fue en aumento y escaló de manera impensada hasta la violencia más extrema.

Santoro y su novia profirieron amenazas y una hermana de Gilardi salió en defensa de su padre. Según se desprende del expediente judicial, la hermana de Romina Gilardi peleó con la cliente y hasta llegaron a tomarse de los cabellos. Ante esto, la pareja se retiró, pero con la amenaza que iban a volver, que eso no iba a quedar así porque eran “del barrio Juramento”, como si esa pertenencia barrial les otorgara mayor peligrosidad.

A los 10 o veinte minutos, lo jurado se volvió real y dos jóvenes pasaron en moto: el acompañante efectuó varios disparos con un arma de fuego contra un grupo de unas 10 personas que estaban reunidas allí, entre ellas Romina Gilardi y su hija adolescente, pero sin ocasionar lesiones.

No conforme con esa muestra de violencia, Santoro volvió a ir hasta la puerta del kiosco de calle 71 al 4600, esta vez en un auto gris. El joven iba en el asiento de acompañante y al pasar por esa cuadra sacó su cuerpo por la ventana y, armado con una pistola calibre 22 disparó en seis oportunidades contra el grupo de personas, con la clara intención de matar a alguna de ellas, a cualquiera.

“Gorda me dieron, gorda me dieron”, gritó Romina Gilardi tras recibir un balazo en la espalda, mientras se arrastraba para intentar guarecerse en la casa. Toda la secuencia tuvo cerca de diez testigos, entre ellos una de las hijas de la víctima, de 17 años.

La consecuencia es trágicamente conocida: un cliente recibió un impacto de bala en el tobillo y Romina Gilardi fue herida de muerte en la espalda. Pese a que la trasladaron al Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA) no pudo recuperarse. Su fallecimiento se confirmó antes de las 6 de la mañana por una lesión en aurícula derecha que generó hemorragia masiva que causó una lesión cardíaca que culminó en un paro cardíaco traumático.

A la identificación de Santoro se llegó con rapidez el mismo sábado, pero recién el domingo se permitió allanar dos domicilios. En uno de ellos, el de la novia del condenado, se secuestró una pistola calibre 22 y también ropa que coincidía con la que vestía Santoro.

Agravantes de un crimen por 50 pesos

El juez Gustavo Fissore, tal como planteó la fiscal Florencia Salas, consideró como agravante la nocturnidad del hecho y la extensión del daño causado, porque Romina Gilardi era madre de tres adolescentes.

“Corresponde admitir la nocturnidad del hecho, porque favorece a la impunidad de este tipo de delitos, especialmente porque dificulta a los testigos poder apreciar detalles del hecho y de su autor, con independencia que en este caso se halla logrado la identificación del autor”, explicó el juez y agregó: “Esa nocturnidad también dificultó la identificación del conductor del vehículo desde el cual se efectuaron los disparos, quien sin dudas tuvo un rol preponderante en el suceso”.

En cuanto a la extensión del daño, el juez consideró pertinente considerar este agravante, ya que la hija de la víctima estuvo presente en el crimen y vio como asesinaron a su madre.