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Policiales 8 de marzo de 2019

Condenan a 18 años de prisión a los dos autores de un asesinato por drogas

Dos hombres mataron en febrero de 2017 al "Gitano" Vignone, quien se dedicaba a las cobranzas por ventas de drogas. Trabajaba para Ariel Bay, uno de los condenados. El otro es Lucas Ginarelli, un adicto. El submundo del narcomenudeo en la periferia de la ciudad.

Ariel Bay, uno de los condenados.

Dos hombres fueron condenados a 18 años de prisión por asesinar en 2017 a Eduardo “Gitano” Vignone (33) de varios disparos a raíz de disputas mínimas por el negocio de la venta de drogas en el barrio 9 de Julio, en el noroeste de la ciudad.

Ariel Bay (33) y Lucas Gianarelli (26) recibieron la pena de parte del Tribunal Oral N°1 integrado por Aldo Carnevale, Facundo Gómez Urso y Pablo Viñas, quienes consideraron a ambos como autores, sin importar quién de los dos accionó el arma que acabó con la vida de Vignone en la madrugada del 26 de febrero de 2017.

Si bien para los jueces existieron pruebas sólidas para acreditar que Bay entregó su pistola a Gianarelli y que éste disparó contra Vignone, esta precisión se tornó innecesaria ya que no variaba el objeto procesal y porque la pena para cualquiera de ellos iba a ser similar.

Lo que no fue difícil de probar fue la relación entre los dos imputados y la víctima, a quienes los unió el negocio de la droga en sus distintos roles: vendedor, cobrar y comprador. Eso sí, todos eran adictos.

De acuerdo a la reconstrucción realizada en primera instancia por la fiscal Andrea Gómez y lo que se reafirmó en el debate, la noche del 25 de febrero de 2017 Vignone salió de su casa de la calle Grecia acompañado por su hermana y una amiga para dirigirse a lo de Bay. La intención de Vignone era obtener algo de dinero que le debía Bay como prestación de sus servicios como cobrador. Vignone solía cobrar las ventas de droga de Bay y una deuda de poco monto motivó su visita inesperada.

En ese domicilio había algunas personas consumiendo cocaína, entre ellas Bay y Gianarelli. El dueño de casa dijo que Vignone llegó, se dirigió a una habitación y robó una bolsa de cocaína. “Se llevó una bolsita que yo estaba consumiendo, como se la lleva cualquier persona adicta”, dijo en su declaración Bay.
Gianarelli, en cambio, solo recordó que “entró el chico de pelo largo -por Vignone- y discutieron, hasta que al retirarse dijo ‘andate a la concha de tu madre’ y se fue”.

Lo cierto es que Vignone regresó a su casa y un par de horas más tarde alguien golpearía a su puerta.

Práctica de tiro

En la tarde previa, Bay había tomado su arma calibre .380 que tenía encima de la heladera y había invitado a Gianarelli a probarla en los fondos. Hicieron algunos disparos al aire y comprobaron que funcionaba a la perfección.
Bay aseguraría más tarde que esa arma la tenía para usarla en el caso de que le surgiera algún problema y, evidentemente, el problema era Vignone, quien un par de días antes había caído preso. “Le pidió a Bay plata para que le pagara un abogado”, dijo el padre de Vignone.

Con la seguridad conferida por saber que el arma servía, ya por la noche, cuando Vignone se había retirado ofuscado de su casa, Bay dispuso ir a buscarlo hasta la calle Grecia.

Ambos se dirigieron en la moto Honda Tornado y llegaron hasta la casa donde vivían los Vignone. Bay hizo descender a Gianarelli y le entregó su pistola, para no ponerse en evidencia al llamar a Vignone.
“¿Está el Gitano?”, le preguntó al padre de la víctima y a los pocos segundos salió Vignone hijo a la vereda. Detrás de una columna de alumbrado aguardaba Gianarelli con la pistola en la mano.

A lo largo de todo el juicio se discutió cómo sucedieron los hechos, en especial porque Bay y Gianarelli se desligaron de ser la persona que accionó el arma. Pero sus relatos fueron por momentos ridículos. Incluso en la sentencia los jueces tuvieron un párrafo muy representativo de esa percepción al analizar los dichos de Bay sobre cómo inició su diálogo con Vignone.

“Con una tranquilidad incompatible con el modo en que reaccionó para salir a buscarlo, relató Bay que al llegar le dijo a Vignone: ‘Eduardo, ¿por qué no me das lo que me agarraste?’, con una parsimonia propia de un monje budista”, se remarcó en el fallo.

Tres disparos
y la muerte

Bay inició una breve conversación para ganar tiempo y Gianarelli, aprovechando la distracción de Vignone, surgió desde detrás de la columna de alumbrado y accionó varias veces el arma.

Fueron cuatro disparos que impactaron en el cuerpo de Vignone, tres de ellos en la zona abdominal y le provocaron su muerte en pocos segundos.

“Me tiraron, me tiraron”, gritó desde el piso Vinone. Su hermana, que se asomó tras escuchar las detonaciones gritó “¡le tiraron a Eduardito!”, y empezó a pedir una ambulancia.

Los policías de un patrullero que circulaba por las adyacencias también escucharon los disparos y al ver escapar la motocicleta con los dos ocupantes iniciaron una persecución.

Al cabo de algunas pocas cuadras, la policía detuvo a Bay y a Gianarelli, y desde entonces quedaron detenidos.

Los jueces no tuvieron dudas y aplicaron la misma pena a ambos, por considerarlos co-autores del asesinato de Vignone. Seguirán cumpliendo su pena en la cárcel de Batán.