La salida fallida de “Chiquito” Romero dejó a Argentina sin nada. Pero no fue un rendimiento vacío el de la Selección. Quedaron algunos datos positivos en este clásico ante Brasil en Jeddah, Arabia Saudita, en Fecha FIFA.
No sobró fútbol de ninguno de los dos, se jugó a un ritmo cansino, por la alta temperatura, pero igualmente se pudieron apreciar, -con las limitaciones que siempre impone una mirada a través de la televisión – rendimientos satisfactorios de algunos jugadores de la Selección.
Primeros en el podio, Leandro Paredes, con timming para cortar y jugar. Y Renzo Saravia, para arreglárselas muy bien en el uno a uno que le propuso nada menos que Neymar por izquierda, salvo en una acción en la que se le escapó y “lo taló” feo.
Lo Celso es otro que se afirma para la la nueva etapa. Entre los que no les costó el compromiso de enfrentar a un Brasil con todo su poderío. Rodrigo Battaglia no defeccionó, aunque abusó de las faltas. Icardi queda “preso” de su cometido exclusivo: convertir. Tuvo un par de oportunidades, no pudo anotar. Dybala redondeó un rendimiento de irregular a apagado, casi mete un gol de tiro libre, se equivocó en un par de pases.
En lo colectivo se vieron intenciones de cuidar la posesión y de sostener un cierto orden posicional . Y por momentos se cumplió el objetivo, al menos en el arranque del partido y en la primera parte del segundo tiempo. No obstante, en este momento son más productivas las conclusiones individuales que las colectivas si se tiene en cuenta que el entrenador, Lionel Scaloni, es más interino que nunca desde que hizo trascender que se iría de cualquier forma tras los dos partidos que quedan ante México en noviembre.
Se cansó, al parecer, de las desprolijidades. Sobretodo de no poder contar a último momento con los futbolistas de Boca y River. Suena Gerardo Martino como el máximo candidato a ser el DT confirmado de la Selección mayor a partir de 2019. Sería un acto de justicia ofrecerle la vuelta, pero habrá que recordar que se fue por las mismas desprolijidades de las que que ahora es víctima Scaloni.
Dirigió la final de la Copa América Centenario 2016 sin presidente de la AFA, con acefalía, por la irresponsable intervención que fogoneó Daniel Angelici. Y después no le cedieron futbolistas los clubes grandes para los Juegos Olímpicos: el que empezó con esa escalada de negativas fue justamente Boca con Angelici.
Solo si la decisión de la elección del DT pasara unicamente por Tapia y su círculo cercano Martino podría entonces volver a confiar. Sería lo más lógico. El turno de Angelici pasó: eligió a Sampaoli y los resultados fueron nefastos.
No obstante estas especulaciones, y los méritos indiscutibles de Martino y de su proyecto inconcluso, el presidente de la AFA no debería dejar de llamar a Marcelo Gallardo para preguntarle si quiere ser el DT de la Selección. Que no ocurra lo que pasó con Bianchi. Muchas veces pensaron por él, dejaron de llamarlo, y la Selección se privó del mejor entrenador de clubes de la historia del fútbol argentino. Y de un docente que hubiera sido ideal para la Generación Messi, mucho más cuando se prescindió de Pekerman.
