La Villa Victoria se llenará hoy de las melodías del compositor Carlos Guastavino. A las 17 ofrecerán las seis “Indianas” interpretadas por la soprano Edith Villalba, la mezzosoprano Laura Pirrucio, el tenor Miguel Silva Macías, el barítono Leopoldo Gaillour y el maestro Jonas Ickert al piano, preparados musicalmente por la maestra Fernanda Lastra.

Compositor y pianista argentino, Carlos Guastavino nació y murió en Santa Fe (5 de abril de 1912-28 de octubre de 2000). Fue autor de más de 250 obras, la mayoría de las cuales pueden encuadrarse en lo que la musicología denomina “nacionalismo musical”. Esto es, partir de las danzas y las canciones de los diferentes repertorios folklóricos para llevarlos reconvertidos al lenguaje y las instrumentaciones propios de la sala de concierto clásico. En su caso, sin embargo, también trabajó en el territorio de lo decididamente popular y algunas de sus piezas llegaron a ser muy conocidas, como “Se equivocó la paloma” sobre texto de Rafael Alberti, originalmente concebida para coro a cuatro voces pero internacionalmente difundida en la adaptación de Joan Manuel Serrat. Y en tal sentido, sus creaciones han sido interpretadas por intérpretes tan variados como la Camerata Bariloche, Eduardo Falú, Teresa Berganza y muchos otros grandes solistas y organismos sinfónicos y corales en diversas partes del mundo.

En el terreno de lo clásico, aunque siempre puede verse la huella de su “nacionalismo” –por otra parte, algo muy típico en la época en la que desarrolló su actividad principal y no solo en nuestro país–, se notan además las influencias del impresionismo, del expresionismo y de otras corrientes propias del siglo XX.

Las Indianas (nombre relacionado, por supuesto, con el nombre que dieron los españoles a los habitantes de América creyendo que habían llegado a las Indias Orientales) fueron concebidas para coro a cuatro voces mixtas con acompañamiento de piano. Es una suite de seis piezas fechada en 1967, sobre textos de Arturo Vázquez, León Benarós, Isaac Aizenberg y Juan Ferreyra Basso y fueron dedicadas al reconocido director coral Antonio Russo.

Por su parte, Tierra linda, publicada en 1940, es una de las varias piezas que Guastavino escribió para piano solo, en los comienzos de su carrera como compositor.