Con Cornejo se fue un símbolo del mejor fútbol marplatense
Fue una gloria de Quilmes, club en el que jugó entre 1952 y 1968 y con el que ganó cuatro torneos anuales. Falleció el último miércoles a los 89 años
Espectacular salto de Marcelino Cornejo jugando para Quilmes ante San Lorenzo en el San Martín. Año 1966.
El último miércoles falleció en esta ciudad, próximo a cumplir noventa años, uno de los futbolistas más grandes que haya pasado por las canchas marplatenses: Juan Marcelino Cornejo, una gloria de Quilmes, donde jugó entre 1952 y 1968.
“Ni especialista en el mediocampo, ni punta de lanza; ni referencia por el sector derecho o el izquierdo. Cuando en el seleccionado hubo necesidad de incluir a ‘Piraña’ García, él fue a la izquierda; cuando en Quilmes se incluyó al zurdo ‘Cacho’ De Angelis, él fue a la derecha. Trabajó para él y para los demás”, se escribió en LA CAPITAL en una larga entrevista publicada el 17 de diciembre de 1967, cuando su carrera terminaba.
Cornejo llegó accidentalmente a Mar del Plata. Había nacido en Nuñez el 9 de marzo de 1931, vivió en La Plata y Berazategui. El telegrama para cumplir con la conscripción alteró su tranquila vida de fútbol y amigos. El destino: la Escuela de Artillería asentada en Camet.
Con mucha bronca, dejó Berazategui, a su novia Celia y a sus amigos. “El fútbol entonces fue mi gran escape”, le confesó al periodista Armando Fuselli para su libro “100 años de fútbol marplatense”.
En la “colimba” coincidió con varios boxeadores, como Ubaldo Francisco Sacco, Tito Yanni (padre) y el “Monito” Ramírez. Pero uno de sus nuevos compañeros le cambió la vida: Julio St. Esteben, wing derecho de Quilmes.
Cuando lo vio jugar en los “picados” de la Batería, a St. Esteban le faltó tiempo para ir corriendo a avisarle a José Piantoni que en el cuartel tenían a un fenómeno. Y Don Pepe enseguida lo fichó para su club.
Corría el año 1952 y Cornejo causó sensación ya en el Preparación de ese año. Cuando terminó la conscripción, Piantoni lo convenció de quedarse en Mar del Plata y le compró el pase a Argentino de Quilmes, su club de origen, por 5.000 pesos de la época.
Fue una de las mejores decisiones que pudo haber tomado. Con él como figura Quilmes disfrutó de un ciclo inolvidable, con cuatro títulos consecutivos entre 1956 y 1959 (también festejó en el Torneo Competencia 1955 y Preparación 1966). Y, pese al paso de los años, nunca dejó de lucir con la camiseta “tricolor” o con la “roja” de Mar del Plata, que se calzó repetidamente en tardes inolvidables.
No era “9”, pero fue goleador del torneo de 1963 con 21 tantos. Para Quilmes marcó cerca de 150 en 17 temporadas. Y después se dio el gusto de jugar algunos años en Florida con amigos suyos como Salvador “Tatore” Vuoso o Rafael “Gambardella” Martínez. Jugó por última vez oficialmente en 1972 con 41 años.
Pudo ser jugador de Boca (antes de radicarse en Mar del Plata), de Newell’s y de River. Siempre prefirió quedarse cerca de sus amigos, de su esposa Celia y de sus hijas Mónica y Alejandra. Y de Mar del Plata, que desde 1952, fue su lugar en el mundo.
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