Clint Eastwood, de la pobreza al estrellato
Parco en palabras aunque amable, Clint Eastwood habló en Cannes de su carrera como actor y director, de la pobreza de su infancia, de los 75 dólares por semana que cobraba en su primer contrato con Universal o de la primera película que aceptó rodar con Sergio Leone sólo por conocer España.
Cuatro Oscar -dos a la mejor película y dos al mejor director, por “Unforgiven” (1992) y “Million Dollar Baby” (2004)- en una profesión que empezó en la interpretación “por conocer a chicas”, y que le atrapó tanto como para ponerse detrás de la cámara y realizar 34 largometrajes, son algunos hitos en la trayectoria de Clint Eastwood, quien ayer habló en Cannes sobre su larga carrera.
Cuando al actor y director estadounidense le piden reflexionar sobre todo lo que ha conseguido, se muestra lacónico: “pienso que quizás no debería pensar”, para después añadir que “necesitas tener suerte y la he tenido varias veces en mi vida”. Pero, sobre todo, “no hay que tener miedo si las cosas no funcionan y hay que seguir adelante. En mi caso algunas no salieron bien y seguí adelante”, señaló Eastwood en una “Lección de cine” con motivo de la 70 edición del Festival de Cannes.Recibido de pie y con una fuerte ovación por los periodistas e invitados que abarrotaban la sala -algunos esperaban desde tres horas antes a las puertas para poder asegurarse un sitio-, Eastwood se mostró ágil física y mentalmente a sus 86 años en una conversación con el crítico estadounidense Kenneth Turan que duró una hora escasa.
No se dejó llevar por el sentimentalismo al hablar de la pobreza en la que vivió su niñez, una situación de la que no fue muy consciente hasta que creció, cuando se dio cuenta del esfuerzo que habían realizado sus padres para sacarle adelante.
Nació en 1930, justo en el inicio de la depresión en Estados Unidos y esa niñez le marcó profundamente en su forma de ser y de enfrentarse a la vida. “Te hace darte cuenta de lo que debe importarte y lo que no, si debes o no gastarte un dinero”.
Esa austeridad la muestra en su carácter, en su ropa o incluso en el hecho de que ni pidiera un vaso y bebiera el agua directamente de la botella, muy lejos de los caprichos de otras estrellas. Provocó las primeras risas cuando contó cómo hizo su primera obra de teatro en el colegio y fue terrible. “Lo hicimos muy mal, pero fue una especie de éxito porque la obra era tan mala que resultaba divertida”, recordó.
Pero no fue ahí donde empezó a soñar con ser actor. Fue en Los Angeles, cuando se inscribió en clases de actuación porque un amigo le dijo que había chicas guapas. “No fue algo muy profesional”, resaltó.
Llegó su primer contrato con Universal y se pasó los años 50 haciendo pequeños papeles en cine, y sobre todo en televisión, hasta que en 1958 hizo una prueba para un programa de la CBS en el que estuvo seis años. “Fue un sueño hecho realidad porque ya me podía ganar la vida como actor”.
El punto de inflexión lo marcó que su agente le ofreciera participar en una película que iba a ser una adaptación de “Yojimbo”, de Akira Kurosawa.
“Dije que no porque hacía un western cada semana en la tele y no quería hacer lo mismo en el tiempo que me dejaba libre”, y además creía que sería un guión muy malo, pero le insistieron y se dejó convencer porque nunca había estado en España.
El director era Sergio Leone, la película “A fistful of dollars” (1964). Y ahí comenzó su leyenda como actor de western, que se completó con su faceta de duro, impulsada por “Dirty Harry”, de Don Siegel. Esa película se hizo en el comienzo de la época de lo políticamente correcto, que ahora “nos ha hecho perder todo nuestro sentido del humor”. La aceptó porque era “el sueño de cualquier niño jugar con esas pistolas enormes”.
Respuestas concisas, aunque nada como la relativa a cómo fue trabajar con Meryl Streep en “The Bridges of Madison County” (1995). “Fue divertido, sí, estuvo bien”. Y las carcajadas se dejaron oír en toda la sala.
De su faceta como director resaltó lo fácil que fue rodar “Mystic River” (2003), que intenta siempre quedarse con la primera toma -enseñanza de Don Siegel-, del “maravilloso guión” de “Million Dollar Baby” o de la decepción que sufrió cuando no pudo rodar en Iwo Jima, un lugar sagrado para los japoneses, para su filme “Cartas desde Iwo Jima” (2006).
Sobre sus proyectos inmediatos, ya está preparando el filme “The 15:17 To Paris” sobre la heroica acción de tres estadounidenses y un británico que en 2015 detuvieron en un tren que iba de Amsterdam a París a un terrorista y evitaron así lo que podría haber sido una masacre.
Y sentencia cuando dice que no hay que “intelectualizar demasiado las cosas, sino que hay que seguir al instinto”, que prefiere el silencio al caos de los platós de rodaje y que, si quiere algo, no duda en ir por ello. Pero lo que tiene más claro de todo es que “tomarse demasiado en serio a uno mismo es lo más peligroso del mundo”.
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